QUIERO VERTE
Quiero verte mañana, aunque sólo sea para decirte adiós. Me llamaste hoy para decirme que me amabas, y acabamos peleando por tonterías, celos, dudas, pasados que nos persiguen sin que podamos escaparnos. Reíamos primero, luego callamos… te enfadaste con migo, me cansé de tus palabras, y entre tanto que dijiste, te despediste de mi. Las lágrimas rodaron por mis mejillas cuando escuché tu voz en reproches; si, te amo, y eso no cambiará, pero me dolieron tus dudas mi amor cuando, entre sonrisas, te contaba mis sueños, mis temores, mis proyectos. Nuestra salida planificada se esfumó de mi agenda con el rastro húmedo en mis mejillas cuando dijiste que todo había terminado, cuando te negaste a darme la ayuda por la que, por primera vez, clamaba, cuando tus palabras, duras, golpearon mis oídos a través del teléfono.
Quiero verte mañana, aunque sólo sea como amigos. El tubo resbaló entre mis manos mientras, de raíz, arrancabas nuestra historia de tu corazón, dejando un hueco difícil de llenar para los dos. En mi dedo, el anillo que me regalaste brillaba melancólico, mientras te repetía que te amaba, aunque no me escucharas. Todo me dolió en el alma, con tu nombre clavado y sangrando, y ninguna explicación fue suficiente para retenerte a mi lado. No quisiste ayudarme, no quisiste entenderme, y la hora que gastó el reloj en mi pena con tu voz, se llevó el sol en la muerte de la tarde. Tus celos se grabaron en mi mente, su rabia por una situación que no querías comprender aunque la explicara… Te corté tres veces la llamada, y otras tantas volviste a llamarme, y de las lágrimas pasé al enojo, a la impotencia de no poderte hacer ver lo que yo veía.
Mañana quiero verte, aunque sé que no vendrás. Nuestra salida se canceló por mal tiempo, pocas ganas, mucha rabia y poco amor. El cariño que solía unirnos se esfumó en la pena que, rodando por mi rostro fue a dar hasta mi cabello, que, entre destellos verdosos, me consolaba desde los almohadones del sillón. Mis te amos no sirvieron y te fuiste de mi lado, con una dura pelea como triste despedida… Cuántas veces me necesitaste y allí estuve sin dudarlo, cuántas quejas recibidas sin chistar, cuántos sacrificios de mi vida con tal de verte feliz… y tu voz, deformada por la distancia, me condenó a la soledad, riéndose de mi, diciéndome que todo el esfuerzo no había servido de nada.
Mañana quiero verte, aunque tu adiós fue rotundo… no hubo amor que nos salvara, no hubo perdón para los dos, y tus insultos me bastaron para dejar en claro que todo había terminado. Quiero verte mañana, aunque nunca llegarás, ya no me importa el tiempo ni el dolor, ni tus rabias ni mis corajes ocultos en la mentira de una fachada decorada, ya no quiero mentirle a todos, y este ha sido el resultado, el fin que siempre me negué, aunque demasiado cerca lo veía… Mi espalda no fu suficiente para cargar tu mundo, para soportar el mío, para enfrentar el reto de decirle al resto que te amo con locura, aunque fuese un error mal disfrazado. Ya no importa lo que pienses, no interesa lo que crea, mi universo acaba de desmoronarse en tus palabras y ya me cansé de callarme lo que siento.
Mañana quiero verte, y aunque no llegues esperaré. Nuestra salida de los viernes es inútil si no somos nosotros, pero aún así estaré allí, en el lugar de siempre… no importa cuánto espere, no interesa si no tienes, ni siquiera, las ganas de venir… mañana quiero verte, Hyoga, aunque tú no quieras verme, mañana quiero verte, aunque sólo sea para decirte adiós