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Regalo de cumpleaños por Lainfreya

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Notas del fanfic:

Declaimer: Lovelees no me pertenece, le pertenece a su mangaka.

“Regalo de cumpleaños”

Ritsuka estaba sentado en el piso, recargado en la base de su cama. Fumaba un cigarrillo mientras pensaba. Faltaba un día, mejor dicho unas horas para que cumpliera 18 años. Y todo era tan diferente al año anterior.

 

Hacia un año. Hacia un año que había perdido sus orejas cortesía de Soubi como “regalo de cumpleaños”

No se podía quejar había sido una maravillosa experiencia, Soubi lo trato bien, con cariño y delicadeza.

 

Hacia un año. Después de ese día habían tenido relaciones  varias veces más, pero Ritsuka no podía dejar de sentir un vacío. El vacío que quería que Soubi llenara, pero que este no podía, porque lo que  llenaba ese vacío ya lo había entregado a otro: Seimei

Y ese era el problema, que Ritsuka ocupaba el lugar de Seimei. Tanto como sacrificio, como amo y ahora como amante en el corazón de Soubi.

Pero no era Seimei,  y eso Soubi y él lo sabían perfectamente.  Esa era la razón de porque Ritsuka sentía ese vacío.

Un vacio que le hacía llenarse de inseguridades, de miedos y dudas que se convertían en frustración e ira. Debido a ello últimamente cada vez que veía a Soubi estaba irritable, violento y grosero.

-Por kami- se dijo en voz alta masajeándose el rostro con las manos- si sigo así me convertiré en mi madre- sonrió amargamente. Miro el cigarrillo casi lo terminaba, volvió a chuparlo y mientras expulsaba el humo se quedo viendo  hacia la ventana de su habitación.

 

Recordó lo ocurrido hacia unas horas. Había discutido con Soubi, otra vez, como se había vuelto costumbre, y como se había vuelto costumbre le había ordenado que se fuera. Pero es que no podía soportar ver la mirada del otro, esa mirada que se veía tan entregada pero no a él, sino a Seimei, solo a él.

 

Vacio y solo. Así se sentía ahora. Se sentía solo sin importar con quien estuviera, incluyendo a Soubi.

Cuando su relación con Soubi se hizo más formal creyó que al fin podría tener algo estable en su vida. Algo cálido que lo reconfortara. Alguien a quien amar, desear, alguien con quien estar.

 

Loveless. Eso es lo que era, el sin amor. Debió haberlo sabido, ese nombre no solo era un apodo de pelea, era su nombre real después de todo,  y tal como lo decía él era el sin amor.

Y lo sabía, lo veía en los ojos de Soubi cada vez que lo besaba, cada vez que se acostaban,  para Soubi él solo era un remplazo, un burdo remplazo. Como una copia barata del verdadero, de su verdadero amor: Seimei. Un parche cuyo único propósito era tapar una herida.

 

Y lo peor… era solo una orden. Lo que más le dolía era saber que si Soubi estaba con él era por una orden que su hermano había dado.

 

El cigarrillo se acabó, apago la colilla en el cenicero que tenía a su lado. Miro la cajetilla estaba vacía. Hizo un gesto de desagrado y miro el celular, tal vez debía llamarle a Soubi y ordenarle que le comprara más cigarrillos, después de todo era su amo, ¿no?

Pero desechó la idea y se quedo ahí tirado a un lado de su cama con una rodilla doblada y su frente recargada en esta.

La habitación se fue quedando oscura, el sol se oculto y baño su rostro por última vez en ese día como una cálida despedida.

-¿Por qué  esto tiene que ser tan difícil?-pensó-Todo sería  tan fácil si Seimei siguiera vivo, tal vez ni te habría conocido. Mi mamá no estaría loca, yo no hubiera perdido mis recuerdos y aun podría tenerlo a mi lado.

Sus pensamientos vagaron hacia su hermano-Todo sería tan diferente si siguieras aquí, incluso sería mejor si tú te hubieras quedado y el que hubiera muerto fuera yo.

Soubi sería feliz, mamá sería feliz y yo… probablemente sería más feliz que ahora- abrazo ambas piernas y enterró la cabeza en su pecho.

 

¿Y si yo no estuviera? Soubi no tendría que quedarse atado a mi por la promesa hecha a Seimei; Mamá no recuperaría a “su Ritsuka” cierto, pero al menos no tendría que soportar al “extraño” en que me he convertido. Extraño para todos incluso para mí.

 

Sonrió sombríamente al percatarse de que solo había argumentos a favor para su desaparición.

Entonces se dio cuenta de la oscuridad, todo a su alrededor estaba oscuro, por la ventana entraba una luz mortecina que enmarcaba los contornos de las cosas en la habitación.

 

Pero se quedo ahí sentado y lo minutos pasaron y avanzaron las horas. El reloj marco las 12. Medianoche. Cumpleaños, tenía 18 años ahora… pero no pasaba nada.

 

No se sentía diferente. Nada había cambiado. Soubi seguiría amando a Seimei y estaría con él por una orden y todo eso lo leería en sus ojos, como esa tarde ocurrió y como siempre ocurría.

Y su madre seguiría extrañando  a “su Ritsuka” y maltratando a aquel “extraño” que quería hacerse pasar por él.

En la escuela seguiría ignorando a todos.

Nada cambiaría… 

Y fue como una revelación. Algo podría cambiar, si él no estaba algo podía cambiar, sería como liberarlos. Esta vez el daría el regalo de cumpleaños. Se arrastro hasta un cajón en su buro. Tenía una pequeña daga que alguien (no recordaba quien, como no recordaba tantas cosas) le había dado. La tomo entre sus manos y regreso a su posición en el piso. Hizo los cortes transversales a lo largo de las muñecas lo más profundo que pudo. Dolía, pero no era tan intenso como había esperado, como sacrificio y con los ataques de su madre se había acostumbrado al dolor.

Contemplo su sangre fluir con cierta fascinación, mientras esperaba.

 

Miro el charco que se formaba. Lamentaba el estropicio causado con la sangre, pero solo sería cuestión de limpiar o podrían quemar sus cosas. También a él, tal como hicieron como Seimei.

La sangre siguió escurriendo y comenzó a marearse, y sintió como perdía la conciencia lentamente. Ni en ese momento pudo ver su vida pasar frente a sus ojos.  Recuerdos perdidos.

 

Lo único que vino a su mente fueron los recuerdos recientes, los recuerdos con Soubi. La primera vez que lo vio, la primera vez que lo beso, la primera vez que tuvo sexo con él.

-Gracias- susurro a la oscuridad. No se despedía con rencor, al contrario esta vez era él quien diera el obsequio a los que amaba. Tomo su celular y tecleo un mensaje.

 

El celular de Soubi sonó en medio de la madrugada, un mensaje nuevo, abrió el aparato para leer el mensaje: “Espero te agrade mi regalo”

Notas finales:

¡¡Gracias por leer!!

Si tienes algun comentario u observación sobre el fic eres libre de comentarmelo


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