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Lugares prohibidos. por Alinna

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Notas del capitulo: Mientras Khaled se consume por dentro por no encontrar a su pequeño albino, toda la casa anda revolucionada buscando al mago, colaborando con los licántropos a espaldas del patriarcado.
Dos semanas después.


“Vigila con las piedras bobo…” fumándose un cigarro con tranquilidad vigilaba a esa criatura hermosa que se paseaba entre el agua, disfrutando de su baño a plena noche. “… ¿me estas escuchando Erwin?”

“Si, si…” acercándose hacia dónde estaba él se lo quedó mirando. “… ¿No te bañas Eiden?”

“No… ¿o quieres que intente algo contigo?” enarcando una ceja, vio como el menor se sonrojaba ligeramente y se apartaba. “A por cierto, en la nevera esta la sangre… me costó llevármela así que aprovecha.”

“¡Bien, no más sangre animal!” riéndose se sumergió en el agua, dejando a Eiden con una sonrisa en el rostro.

Eiden era un humano, vivía a las afueras del bosque, nunca le había gustado la ciudad y decidió hacerse una casa allí, era médico en el hospital del centro y podía conseguirle sangre a Erwin cada tanto. Le costó creerse que semejante criatura hermosa podía ser un monstruo como un vampiro, pero después de que el menor le enseñara sus colmillos y algunas de sus habilidades, entre otras como la sanación tan increíblemente rápida de heridas, no abrió más la boca y le creyó. Nunca le explicó de que huía pero eso a él le daba igual, lo recogió ese día de lluvia lleno de heridas y de fracturas, pero en nada más que dos días estaba completamente curado.

Aunque el daño psicológico y emocional no tanto.

Solo sabía que había alguien en su mente cada noche, un tal Khaled.

A quien llamaba dolorosamente cada noche.

El albino salió a la superficie y salió del agua, agarrando la toalla, sentándose al lado de Eiden.

“¿Te puedo hacer una pregunta?” dándole una última calada a su cigarro miró al albino que encogiéndose de hombros acabó por asentir. “No te pido que me cuentes tu vida… pero algo podría saber… ¿no?”

“¿Cómo qué?” riéndose suavemente se quedó mirando a su salvador. A quién debería darle gracias o en el peor de los casos reclamarle el porqué no le dejó morir.

“¿De qué huyes?” acariciando los cabellos casi blancos del menor vio como este se quedó callado unos momentos. “…piensa que soy humano por lo que moriré rápido, tu secreto quedará guardado.”

“Bobo…” riéndose suavemente agarró sus rodillas y se limitó a disfrutar del contacto de esas manos tocando su cabello. “…aunque parezca de cuento, los vampiros están divididos en dos clases, los pura sangre y los que han sido transformados. Yo, soy pura sangre, nosotros vivimos en una mansión llena de lujos, mientras que los transformados hacen de soldados en el cuartel que está separado de la mansión.” Respirando profundamente continuó. “…como habrás visto en muchas películas nosotros siempre estamos enfrentados a los licántropos, y es verdad, lo continuamos estando, por eso se necesitan los soldados.”

“Pues vaya suerte los de la mansión…” silbando a modo de admiración vio que Erwin se reía, sonriendo él también, no quería hacerle daño, estas cosas a él no le daría por contarlas y mucho menos a medios de comunicación que lo único que harían serían reírse o bien darles caza. Y ya se daban caza entre ellos como para acabar en semejante locura.

“No creas…yo desde que nací no salí nunca de las cuatro paredes de mi habitación, bueno si, un par de veces, pero con consentimiento de los ‘jefazos’…” mofándose ligeramente se levantó del suelo, quedándose mirando el lago.

“¿Y eso? ¿Eras demasiado hermoso para los ojos de los demás?”

“No digas tonterías…” sacándole la lengua de modo infantil vio como su compañero se levantaba también del suelo. “…apenas me enteré hace poco del motivo…por….por eso…me escapé.” Quedándose mudo intentó no volver a recordar todo el pasado.

Volviendo a la realidad al sentir una mano cálida, solo como pueden serlo las de un humano.

“Te pedí que me contaras sobre tu vida… no que te pusieras triste.” Besando la frente del menor comenzó a caminar. “…vámonos, tengo que cenar…¿vamos luego a dar un paseo por la ciudad, vale? Que mañana no madrugo, que tu nunca madrugas.”

Mirando la figura fuerte de Eiden irse se entristeció.

Era atractivo, alto como Khaled, cabello castaño oscuro acompañado de una piel tostada por el sol, ojos almendra y sonrisa encantadora, a veces resultaba bastante callado e incluso desagradable contestando, pero solo por haberle salvado se notaba que era una buena persona. Y le dolía, porque notaba las intenciones de Eiden, pero él solo podía pensar en Khaled.

Aunque se había decidido en olvidarle.

Era lo mejor, no podría mirarle a los ojos después de enterarse de toda la verdad y de haber huido.

¿Pero que podía haber hecho?

¿Quedarse para ser protegido toda la vida?

¿Para luego ser asesinado por su propia raza?

Ladeó la cabeza, debía olvidarse de todo. Y en el momento de ver que Eiden corría peligro, marcharse.

“¡Claro que no puedo madrugar! ¿Quieres que acabe frito por el sol?” sonriendo siguió a Eiden que sonreía por el camino.









“Quiero comunicarme con Khaled…” esperando una respuesta por parte de los del cuartel se llevó la mano al mentón. Mirando a Jason que tranquilamente leía una revista encima de la cama. Escuchando unos pasos detrás del teléfono y notando como alguien se ponía al otro lado de la línea. “¿Khaled?”

Dime…” su voz sonaba cansada y algo seria, más que de costumbre.

“¿Sabes algo de Erwin?” encendiéndose un cigarro escuchó como Jason chasqueaba la lengua molesto, no le gustaba que fumara tanto.

No… ¿Y los perros?

“De momento nada de nada… rastrearon el bosque…pero con la lluvia el olor se dispersó, no pudieron encontrar nada de él… han buscado por el alcantarillado de la ciudad, por si le ocurrió meterse ahí en horas de sol…pero tampoco han encontrado nada.” Dejando escapar el humo esperó una respuesta.

Naze buscó también por la ciudad… nada.

“¿Y tú has podido rastrear su sangre?” Viendo que no contestaba se tomó que era una negativa. “¿Cómo esta todo Khaled? ¿Cómo estas tu?”

De momento en la casa nadie sabe nada… Adam quiere llevarlo con discreción, si se entera Erziel habrá ejecuciones, empezando por la mía. De momento seguiremos buscando.

“Ya…” temiendo por la respuesta miró a Jason, buscando apoyo. “…Khaled… ¿estás bien?”

¿Cómo debería estar?

Colgó.

“¿Christine?” Jason se levantó de la cama yendo hacia su novia. Volvía a llorar. “…cariño…”

“¿Y si no vuelve Jason? ¿Y si esta muerto?” llevándose las manos al rostro sintió como el mayor le abrazaba con fuerza. “…mataran a Khaled…o incluso se dejara morir… ¿no ves que Erwin era quien le daba sentido a su vida? Aunque no lo acepte, Khaled sin él no es nada.”

“Tranquila… seguiremos buscando…” besando la frente de la menor acarició sus cabellos castaños. “Asir está controlado y parece que tampoco encuentra a Erwin.”

“¿Y dónde está? ¿No podéis acabar con él?”

“Mañana nos reuniremos con los chupasangre… debemos mirar cómo acabar con él, antes de que encuentre a Erwin.” Separándose de ella besó ligeramente sus labios. “…debo reunirme con los chicos, llega armamento nuevo…y un compañero que se enfrentó a Asir, así sabremos más sobre sus habilidades, ¿ok?”

“Vale…”









Abrió ligeramente los ojos, bostezando ligeramente, mirando a su alrededor y viendo a Alexander mirando por la ventana con tranquilidad. Sonrió, después de la declaración del pelinegro, decidió perdonar su pequeña ‘infidelidad’ y empezar de cero. Sabía que Alexander era una persona que le costaba demostrar aquello que sentía y verlo tan desesperado en ese coche, le dio que pensar. No perdía nada, y parecía que desde ese día la relación iba viento en popa.

“Buenas noches…” levantándose de la cama se cubrió con la sábana. “… ¿Qué te ocurre?”

“Nada… no aparece Erwin… y últimamente veo a Khaled más apagado, sé que es normal… pero me da miedo…” pasándose la mano por la cabellera se volteó a mirar a Andre que sin entender demasiado le miraba interrogativo. “…digamos que Khaled sigue en este lastre de vida por Erwin. No por nada más, por él hace tiempo hubiera desaparecido de este mundo… o en el mejor de los casos no estaría en esta mansión, sería un fugitivo.”

“¿Y por que persiguen a Erwin?” sentándose en la cama le hizo una señal para que Alexander se sentara con él, este se acercó y se puso de cuclillas delante del rubio.

“Es algo complicado…empezamos por el principio… ¿Vale?” viendo que el rubio asentía, sonrió ligeramente. “… como ya sabes nuestra especie se divide en sangre pura y los convertidos… ¿no?”

“Si… y que al igual que estamos nosotros, también hay los licántropos y los magos. Aunque se pensaba que estos últimos estaban extinguidos, resulta que no, que queda ese tal Asir de quien todos hablas y que como yo soy un ingenuo y despistado no sé quien cuernos es.” Riéndose ligeramente hizo que el pelinegro sonriera. “…hasta ahí, bien, lo que no entiendo es que tiene de especial Erwin… si quisieran un sangre pura, hay millones de ellos.”

“Erwin tiene una sangre especial… no me preguntes como, eso pocos lo saben, entre ellos tu abuelo, pero se ve que Erwin tiene una sangre que puede dar el poder a los enemigos, a los licántropos en este caso no… hicieron experimentos con el antepasado de Erwin que compartía la misma ‘suerte’ y resultaron algo fatídicos…” levantándose agarró un cigarro del paquete, encendiéndoselo con tranquilidad.

“¿Entonces el poder lo conseguiría Asir?” viendo que el pelinegro asentía se mordió el labio inferior. “…pues si Asir cogiera el poder podemos decir todos adiós… ¿no?”

“Exactamente… digamos que no es como sus maestros unos magos pacíficos ‘retirados’, Asir quiere el control total de todas las especies… y digamos que la primera que odia más es la nuestra, los perros aún le servirían para experimentar en algo.” Chasqueando la lengua miró al rubio que le miraba atentamente. “…así que no sé si será mejor que Erwin haya…”

“¡Cállate! No digas tonterías Alexander… por mucho que Erwin no tenga muchas opciones… se tiene que encontrar una alternativa…” suspirando miró a su pareja que sonriendo tristemente apagó el cigarro y se colocó encima de él. “…hay que encontrar alguna, Erwin no está muerto… no puede morir.”

“Por eso te quiero… porqué eres un cacho de pan.” Besando ligeramente los labios del rubio intentó reconfortarle. “…la única manera es dándole caza al maldito de Asir…y es difícil… necesitan muchos hombres con fuerza, supongo que parte de tu familia participará.”

“¿Aún sin saber que Erwin ha desaparecido?”

“Claro… ellos desde un principio querían acabar con Asir, lo que no tenían su paradero, y a la hora de la verdad, pues si no encontraban a Asir… matarían a Erwin.” Rodando los ojos suspiró. “…es complicado.”

“Pues si…” escondiendo su rostro en el pecho del pelinegro le abrazó con fuerzas. “…quiero ayudar, le diré a Khaled que me tengan en cuenta el día de dar caza a Asir.”

“Eh, eh, eh… ¿sabes lo que estás diciendo cariño?” agarrando el rostro del mayor vio que este asentía. “¿Acaso sabes luchar? Digo… a parte de los instintos de todo vampiro.”

“Claro… mi tío Shuka me preparó desde pequeño… piensa que somos parte del patriarcado, así que por si nos intentaban matar, nos enseñaron a usar todo tipo de armas.” Encogiéndose de hombros sonrió ligeramente. “…aunque no lo parezca soy fuerte.” Poniendo morros hizo sonreír a Alexander.

“Yo no digo que no seas fuerte…” acariciando los brazos fuertes del rubio sonrió con picardía. “…estos músculos deben salir de algún sitio… ¿no?” mordiendo el labio inferior del rubio hizo que este se sonrojara.

“Bobo…” Y antes de que el pelinegro pudiera rechistar cubrió esos labios con los suyos, intentándose olvidar de todo aquello que les rodeaba.

Aprovechando el poco tiempo que quedaba.









Se levantó de la cama, había leído dos veces el mismo libro y estaba harto de ir buscando por el bosque sin encontrar ni rastro de Erwin, en el caso que estuviera bien, se habría escondido de tal forma que nadie lo encontrara, por algo él le enseñó. Y sabía, que tras enterarse de toda la verdad, lo último que querría su pequeño albino sería verle el rostro.

Le mintió por años, por más de 40 años. Diciéndole que no sabía el porqué de su encierro, que todo se arreglaría que un día u otro podría salir al exterior.

Mentiras y más mentiras.

Erwin nunca sería libre.

Solo le querían para conseguir más poder, porque su sangre era más valiosa que la de cualquier otro vampiro. Porque era el elegido.

Debía morir, aunque él nunca lo hubiera consentido. Antes le habría matado él mismo, y luego seguiría sus pasos.

Se llevó las manos al rostro y tras cargarse con un par de armas abrió la puerta, encontrándose con Naze.

“¿Vuelves a salir? No hay nada en el bosque…” bostezando ligeramente se adentró a la habitación, mirando al más alto. “…Khaled yo…”

“No tienes que decirme nada Naze, metí la pata. Esto es culpa de mis mentiras.” Sin mirarle cerró los ojos, intentando recordar el aroma de ese cabello. “…me voy a la ciudad.”

“Vuelve antes del amanecer…por favor.”

“Nos vemos…” cerrando la puerta se dirigió hacia el aparcamiento, cogiendo la moto y saliendo de la mansión, necesitaba respirar y olvidar.

Se recorrió la ciudad de arriba abajo, corriendo por esas carreteras, intentando sentir el aire azotar su piel, sin pensar en nada más.

Frenando en seco.

Viendo como por delante de él, cruzaba esa hermosa criatura que le cautivó años atrás.

Que le enloqueció hasta el punto de poseerle más de una vez.

Quedándose sin respiración.

Viendo como sonreía ligeramente acompañado de un extraño.

Dejó el vehículo a un lado y sin quitarse el casco corrió hacia ese cuerpo esbelto que se movía.

Agarrando fuertemente ese brazo.

Encontrándose con esos ojos color del sol.

“Khaled…”
Notas finales: Hola de nuevo n_n
Siento haber tardado tanto en continuar con el fic,
pero por motivos personales no pude, así que ahora
que tuve algo más de tiempo, aproveché para ir
avanzando fics.

Muchas gracias a todos aquellos/as que leen y comentan n_n
Espero que este capitulo haya gustado!

Nos vemos en el siguiente.

Dejen comentarios, opiniones, etc. Muchas gracias!

Besos y cuídense :3

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