“¿Es en serio lo que me estás contando Christine?” Naze preocupado miró a la chica que con los ojos llorosos asintió. “...¿fue el mismo Jason quién te lo contó?” atusándose la cabellera negra se acercó al maletín de armas, colocándolas todas.
“No...solo son sospechas mías...”
“¿Sospechas?”
“Hace unos días...cuando lo vi, tenía una herida como de bala...no quiso enseñármela y me dijo que no pasaba nada, que estuvo metido en un atraco sin querer y que le hirieron, pero ayer cuando lo fui a visitar...ya no tenía ninguna herida, estaba completamente sanada...¡No hay ningún humano que se regenere de esa forma!”
“...” Naze se cruzó de brazos mientras la chica se secaba las lágrimas como podía. “...es muy precipitado decir que es un licántropo...”
“Estoy segura de que lo es...no puede ser otra especie...”
“Christine...supongo que debes saber que a lo mejor está contigo para saber la guarida de los vampiros...¿no?” con temor a la reacción de la chica miró sus ojos hermosos llenos de tristeza.
“Lo sé...pero no quiero pensar que es así...¡una relación de más de un año! Quizá ya se hubiera cansado y me hubiera matado...y no lo ha hecho...me ha tratado como una chica normal...y no como una vampiro.”
“No lo sé Christine...no te puedo asegurar nada...te prometo que investigaré sobre Jason y te confirmaré tus sospechas en cuanto pueda...pero de momento deberías dejarlo de ver durante unos días...si él sabe que tu has visto como la herida ya no estaba, lo más seguro es que quiera hablar de ello...y no se sabe si podría pasar algo...”
“Pero Naze...él me quiere...me lo ha dicho...todo es tan confuso...”
“Descansa...ve a ver a tu hermano...sal con Andre...intenta distraerte...¿ok?” mirando a la chica que asintió levemente suspiró. “...vete...creo que viene alguien.” Abriendo la puerta que daba a un pasillo escondido que llevaba a la mansión la hizo entrar y cerró la puerta.
Pasos y la puerta principal de la sala de tiro se abrió con elegancia.
“Que raro escuché voces...”
“Tu siempre escuchas cosas...” mirando con desprecio al de cabellos color sangre recogió las armas. “...si tienes que hacer tiro solamente puedes coger las armas de calibre pequeño...”
“No venía a eso Naze...” Louis se acercó al pelinegro que sin asustarse clavó su mirada en la del más alto. “...quería saber...porque Khaled te ha dejado al mando...”
“No lo sé...y si lo supiera...¿crees que se lo diría a un vampiro que tiene esas intenciones que ambos conocemos?” chasqueando la lengua vio como el más alto iba a agarrarlo del cuello, esquivando ese brazo y sujetándolo con fuerza. “...no soy tan estúpido como para dejar que me agarres inútil.”
“Veo que estás bien entrenado...” sonriendo torcidamente al pelinegro con su otro brazo agarró del cabello al menor. “...pero te quedan cosas que aprender...”
“Suéltame o te aseguro que acabarás con un hueso roto...” apretando con fuerza el brazo de Louis lo miró con rabia acumulada. “¡Suéltame ahora mismo!”
“Tienes suerte que eres de Adam...o acabarías como Erwin...tienes otro tipo de encanto más salvaje...” lamiendo el rostro del pelinegro se rió suavemente, soltando sus cabellos y liberándose del agarre de Naze. “...no te distraigas en el trabajo...”
“Hijo de perra...” chasqueando la lengua y pasándose el dorso de la mano por la mejilla cerró la puerta asqueado.
Se dirigió hacia el garaje dónde estaba su moto.
“¿A dónde va capitán?” uno de los soldados preocupado miró al pelinegro que se puso el casco altivo.
“Debo atender un asunto personal...volveré en media hora...”
Debía ir a ver a ese tal Jason.
Antes de que las cosas se torcieran y Christine acabara pagando por una guerra que duraba ya demasiados años.
Se colocó bien la camiseta y tras atarse los jeans salió de la habitación, con la excusa de encontrarse algo mal se saltó la cena de su abuelo y pudo tener un poco de tiempo para él, Erziel más calmado des de que su hijo Samus le llamó para decirle que Andre y Alexander solo eran amigos se fue a hablar con sus amistades en el salón, y el rubio pudo dedicarse a respirar más tranquilo y buscar al pelinegro.
“¿Dónde se ha metido?” chasqueando la lengua molesto comenzó a buscar por todos lados. “...me dejó preocupado después de lo ocurrido con mi abuelo...” caminando por los pasillos de la mansión vio a Louis, no se le veía muy contento, pero era el único que podía saber dónde estaba Alexander, al fin y al cabo, eran primos. Le habían dicho que no era alguien de fiar, pero nunca trató con él y no podía juzgarle. “Mmm...¿Louis?”
“Oh...hola Andre...” sonriendo ligeramente se quedó mirando al chico, era verdaderamente apuesto, esos cabellos rubios ondulados y esos ojos azules le hacían ver encantador. “¿Necesitas algo?”
“Euhm...si...estaba buscando a Alexander...no lo encuentro por ningún lado...y quería saber si tu lo has visto...”
“¿Por que crees que yo sé donde esta?” divirtiéndose con las reacciones del rubio sonrió sarcásticamente, se notaba bastante que su presencia ponía muy nervioso a Andre.
“Porque...sois primos...y...no sé, siempre estáis hablando...pensé que sabrías dónde esta...pero si no lo sabes...da igual.”
“No te pongas así...sé donde esta, hace poco lo vi dando una vuelta por los jardines, yo salía del cuartel de soldados de hacer tiro...”
“¡Gracias!” más animado sonrió con cordialidad al pelirrojo. “¡Te debo una Louis!” despidiéndose del de cabellos sangre bajó las escaleras rápidamente saliendo al jardín. “...pues no es tan antipático...”
“¿Quién no es tan antipático?” la voz de Alexander le sobresaltó, apoyado en el muro y fumando tranquilamente sonrió al ver al despistado rubio.
“¡Alexander!” sonriendo lo agarró de la cintura. “¡Mi abuelo se ha creído que solo somos amigos!”
“Bien...pero dime...¿quién no es tan antipático?”
“Mira que eres...pues tu primo Louis.” Dejándolo en el suelo y viendo como el rostro de Alexander cambiaba de golpe se quedó mirándolo interrogativamente. “¿He dicho algo malo?”
“¿Te ha dicho algo?”
“Mm...solamente le pregunté si te había visto...y él me contestó, me dijo que estabas en los jardines.” Aún sin entender porque el pelinegro hacia tantas preguntas acarició su rostro. “¿Que ocurre? ¿Es tan peligroso como dicen?”
“Bueno...un poco...sé que eres libre de hablar con quién quieras y creo que a ti Louis no te ocasionará problemas si sabe que eres en teoría tan solo un amigo mío...pero te pido que contra menos hables con él mejor...” suspirando miró al rubio que seguía sin entender. “...no te puedo decir el porque...pero quiero que creas lo que te digo.”
“Por mi bien...pero creo que en esta mansión hay demasiados secretos...ya sabes, primero lo de Erwin...nadie sabe de su encierro, y quién lo sabe no lo dirá, después determinados vampiros que son peligrosos pero que nunca se les han juzgado...y finalmente las ejecuciones...”
“¿Ejecuciones?”
“Si...el otro día llamé a mi padre...Samus, y me dijo que en algunas mansiones ha habido algunas ejecuciones de soldados que ‘intimaban’ con gente de la mansión, se ve que últimamente los tienen más vigilados que nunca...y no sé si empezarán a hacerlo aquí también...”
“No lo creo...Adam no creo que le interese empezar a controlar esas cosas...” dándole una última calada al cigarro miró al rubio. “...aún no me besaste...”
“Nos puede ver alguien...piensa que si salen en el jardín nos verán...”
“Estamos en la parte de detrás...no nos verá nadie...” rodeando con sus brazos el cuello del más alto acarició con sus dedos las hebras doradas. “...me gustaría gritar que eres mío...”
“Bobo...” Andre sonriendo ligeramente se acercó a los labios del pelinegro, acariciando con fuerza su cadera, sintiendo una corriente eléctrica cuando las lenguas se encontraron y empezaron a jugar entre ellas en un beso largo y húmedo, sintiéndose tremendamente excitado al pensar que podían encontrarles en un momento u otro.
“Espero que no me hagas esperar mucho...” Alexander acarició el borde del pantalón del más alto.
Mirando esos ojos grises y afilados volvió a besarle con pasión.
Andre lo sabía.
Había llegado el momento.
“¿Dónde te has metido?”
“Adam ahora mismo no puedo hablarte del tema...es un asunto personal.” Quitándose los guantes y apagando el motor de la moto se bajó de ella, dejándola escondida y colocándose bien la chaqueta negra, que aunque no lo parecía estaba repleta de armas, y todas ellas de plata.
“Un chico del cuartel me ha enseñado la sala de control y he visto que estabas en la ciudad...”
“¿Ahora desconfías de mi?” abriendo el portal del piso que Christine le había dicho subió las escaleras cuidadosamente, intentando agudizar sus sentidos y ver si había algún hombre lobo, eran muy sensibles al olor de los vampiros.
“No bromees Naze...tienes todas las de perder...dime dónde estás bebé...me tienes preocupado y no quiero que vuelvas lleno de heridas como la última vez...”
“No creo que vuelva a ocurrir eso...pero Christine esta metida en un lío y creo que debo ayudarla...”
“¡Pero serás idiota! ¡Deberías preocuparte por tus problemas y no por los de los demás!”
“Debo colgar Adam...prometo volver sano y salvo.” Estaba a punto de escuchar como Adam le iba a reprochar algo pero apagó el móvil y se quedó en frente de la puerta, apestaba a lobo, se notaba que Christine no estaba acostumbrada a distinguir los olores.
Contó hasta tres y tirando la puerta hacia abajo y con dos pistolas, una en cada mano, entró en el pequeño piso, poniéndose a la defensiva, entrando en la sala, dónde se encontró con 5 chicos, aunque todos ellos eran licántropos.
Uno sentado en una butaca lo miraba tranquilamente, sus cabellos eran rubios y ondulados, atados en una coleta alta y ojos oscuros. Otro más cerca de él, cabellos castaños y largos, era muy joven, llevaba un gorro negro y un atuendo algo raro.
Dos más a su derecha, uno de pie protegiendo a un chico rubio y él delante mostrándose inquieto.
En el centro, Jason.
¿Cómo lo sabía?
Christine le había explicado tantas veces que tenía un cabello color fuego precioso y unos ojos claros que costaba no verlos.
Si se ponían en su contra tenía todas las de perder.
“¡¿Qué haces aquí chupa sangre?!” el chico que protegía al rubio y más pequeño se adelantó, Naze le apuntó con la pistola, pero Jason se puso entre ellos. “¡¿Qué mierda haces Jason?!”
“Tranquilízate Daniel...”
“¿¡Que me tranquilice!? ¡Han matado a muchos de los nuestros!”
“Y vosotros de los míos...” riéndose suavemente Naze le miró desafiante.
“¿A que has venido?” Jason le miró seriamente. “...normalmente no viene un solo soldado...”
“Debemos hablar...y tu ya debes saber de que.” Haciendo un movimiento con la arma miró al de ojos claros que suspirando se frotó la sien. “...dejaré las armas si estos cuatro se van de este piso ya.”
Los otros confundidos se miraron entre ellos hasta acabar mirando a una persona en común, su jefe, aunque fuese muy joven, todos le respetaban y se había ganado la confianza de todo el clan, hasta el punto que su palabra valía más que cualquier otra opinión.
“Ok...muchachos...” miró a los cuatro que se levantaron. “...y no quiero disputas, esto no debe salir de aquí...confío en vosotros...ningún vampiro ha entrado por esta puerta, ¿entendéis? Como si no hubiera venido nunca...”
Daniel enojado acalló sus palabras y miró a su punto de gran apoyo, el pequeño y adorable Yuren que escondía su rostro tras esos cabellos rubios.
“No es justo.” Daniel enojado pasó por el lado de Naze y se fue seguido por los otros que en silencio cerraron la puerta, menos el más joven que se quedó mirándole.
“Es una orden...”
“Pero...”
“Chris por favor...vete.” miró al chico y este asintió.
“...”
Naze se quedó callado, por lo que parecía Jason era el jefe de los licántropos.
Se quedaron solos y el pelinegro dejó las armas encima de una mesa junto con su chaqueta que al dejarla olvidada se escuchó un ruido metálico. Se acercó al de cabellos color fuego y se sentó en frente suyo.
“¿Christine?” sonriendo tristemente miró al vampiro que asintió, haciendo que suspirara profundamente. “...ha descubierto lo mío...”
“Si...todo...aunque solo tiene sospechas...debo confirmárselo...y aunque tengo ganas de aplastarte la cabeza creo que no me lo perdonaría nunca...te ama demasiado.” Se cruzó de brazos y vio como Jason se pasó las manos por el rostro. “¿La utilizaste?”
“¿Te parece que si la utilizara habría perdido un año con ella? La habría matado hace mucho...”
“Sabes que está prohibido...a ella la mataran si se enteran.”
“De momento eres tu el único que lo sabe, y creo que si has venido aquí personalmente a informarme no serás tan imbécil de decírselo a los del tribunal...”
“Mira...la verdad es que no me hace ni pizca de gracia sentarme amigablemente delante de quién a mandado matar a muchos de mis compañeros, pero tu te debes sentir igual...solo venía a comprobar las sospechas de Christine y a decirte que no vendrá más...”
“¿¡Que!?” se levantó enojado.
“Eso mismo...¿y si todo lo que me has dicho es una pura mentira y cuando Christine venga la matas? No puedo arriesgarme...”
“Podría matarte aquí mismo...” furioso miró al de ojos rojos que sonrió sarcásticamente.
“No lo harás...sabes que Christine se culparía y que seguramente no te perdonaría que mataras a uno de sus amigos...” colocándose las armas y la chaqueta vio como el hombre lobo dio un puñetazo en la pared destrozándola.
“¡Mierda!”
“Es mejor así Jason...así no tendrás que verla como es consumida por la luz del sol...”
“¿Se lo vas a contar?”
“Si...pero le diré lo que he visto...”
“¿Y que has visto?” Jason apretando sus puños y completamente abatido se mordió el labio inferior.
“Tu lo sabes mejor que nadie...”
Había visto un chico que tiene que soportar la carga de ser jefe de los licántropos, ya fuera por la causa que fuera, un chico que la amaba y que sabía los peligros que habían, y la rabia que le daba ver que todo se estaba desmoronando ante sus ojos.
Aunque solo era lo que había visto.
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