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Life Good por nayade

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Notas del fanfic:

Los personajes son totalmente de mi invención. Luca u Grimur son muy monos así que espero que disfrutéis leyendo su historia.

Notas del capitulo: Los recuerdos de aquella noche son los mejores.

Densos bosques con raíces traicioneras eran donde en este momento se adentraba Grimur, había también una densa niebla, pero no eso no era obstáculo para la visión lobuna de éste. Una única fijación le había hecho recorrer, en su forma lobuna, toda Gran Bretaña, e incluso había usado su tan detestada y repugnante, sólo para él, forma humana para conseguir información las pocas veces que había perdido su rastro. Estaba empeñado en volver a jugar con la carne de aquel pequeño que había transformado. Hacía tanto de la última vez que había probado su sabor.

Ahora, mientras, diestramente, esquivaba las ramas podía recordar el día en que su potente mandíbula se clavó en la piel de un muchacho humano de 17 años.

FLASH BACK

Grimur aún probaba su nueva forma, era un ser libre, no tenía ninguna manada que le apoyara. En cuando la luna resplandecía en toda su plenitud él, inevitablemente, se transformaba en lobo, un lobo de mirada inteligente. Disfrutaba de sus sentidos amplificados, era capaz de percibir el llanto de un suculento bebé a kilómetros a la redonda.

Por eso ahora había decidido restar siempre en su forma de bestia. Y lo había conseguido. Humanos desaparecían de toda Gran Bretaña, pero eran tan distantes los lugares donde conseguía la víctima que no se podían relacionar los sucesos. No se conformaba con morderlos, los descuartizaba con sus zarpas. Aunque también, a veces, volvía a su forma humana y, antes incluso de morderlos, disfrutaba del placer que le podía dar cualquier joven humano. El sexo era lo único que le gustaba de su condición humana.

 

Había pasado ya la luna nueva, Grimur sabía que podía haberse transformado pero aquel día decidió permanecer en su forma humana como mínimo por una noche más. Se había instalado en una pequeña casa deshabitada de un pueblo cerca de Londres. Hacía dos días, al llegar al pueblo, se había comprado algo de ropa, comida y bebida humana. La dependienta de la tienda de ropa de poco se desmaya.

Aquella noche Grimur iba vestido con unos pantalones ajustados negros y una camisa sin mangas también negra. Un colgante de una pequeña luna llena, que parecía de plata, pero desde luego no lo era, adornaba su cuello. Si hubiera sido de argente puro su piel no lo hubiera resistido. Su pelo de color coral, al igual que sus ojos, estaba preso en una cola que impedía que los cabellos le molestaran. No recordaba la última vez que se los había cortado.

Esta vez la casa escogida estaba bastante bien, tenía la sala, donde estaba ahora, comedor, cocina y dos habitaciones, una con cama de matrimonio y la otra llena de trastos. Se veía, por el desorden, que esa había sido (o era) la casa de un estudiante, que se había independizado hacía poco. Pero no le faltaba comodidad alguna, la sala donde estaba Grimur disponía de un equipo de música donde ahora sonaba una canción de E-Nomine, curiosamente Das Tier In Mir (Wolfen).

 

Sin duda, el joven propietario pertenecía a una familia adinerada. Que así era lo supo Grimur en cuando, mientras él tenía la fiera dominada en el relax de la situación, se abrió la puerta de “su” casa y entró un chico de 17 años. Vestía de modo informal, pero con mucho estilo.

 

Llevaba una camisa blanca, pero algo desabrochada que dejaba entrever el musculado torso del nuevo visitante, y unos tejanos gastados que ya eran más blancos que azules. Su pelo negro azabache estaba cortado irregularmente, algunos mechones ocultaban parte de sus desorbitados ojos verde oscuro ya que había llegado con ganas de meterse en su burbuja de libertad rápidamente y el orden de su pelo se había visto afectado por la corrida. En su cuello restaba opacamente un círculo negro, un colgante del que nunca se separaba.

 

Grimur con un salto más lobuno que humano salió del sofá-cama. La copa se rompió ya que la tiró contra el suelo, pequeñas gotas de vino tacaron la sala llenándolo todo de pequeñas esferas sangrientas.

 

Luca no esperaba nada de lo que pasó, probablemente por eso, Grimur pudo coger y sentarlo en el sofá-cama con tanta facilidad. Después del salto se abalanzó sobre Luca y lo tiró al sofá. Por un pequeño momento mientras Grimur intentaba volver a su sitio y calmarse los dos formaron una figura muy semejante a un Ying-Yang, Grimur negro con el círculo blanco y Luca Blanco con el círculo negro.

 

Los dos se calmaron.

 

- ¿Qué haces aquí?- preguntaron al unísono Grimur con voz seductora y Luca algo más sorprendido.

 

- Bienvenido a mi pequeña morada. Aunque presiento que esta casita puede ser de tu propiedad- Grimur siguió con un tono muy halagador- ¿Me equivoco?

 

- No, estás en lo cierto, esta es mi casa. ¿Puedo volver a preguntar qué haces aquí?

 

- Claro. Y te responderé encantado. Esperaba tu llegada corderito- al pronunciar la última palabra Grimur esbozó una sonrisa y sus dientes resplandecieron temibles aunque no por eso perdió el encanto, al contrario.

 

- Pero...si tú...yo...no nos conocemos- le costaba que le salieran las palabras delante de la imponente belleza de Grimur. Y además estaba atontado por la embriagante aroma que salió del pelo del otro en cuando se deshizo la cola, aroma bosque.

 

- Siempre nos hemos conocido amor- sus palabras eran dulce bebida para Luca, ya que cada vez se acercaban más sus suaves bocas.

 

 

El pelo del ojos coral acompañaba cada pequeño movimiento de su cuerpo.

 

Sin que el pelinegro se lo esperase, el licántropo se puso de pie y comenzó a moverse a un ritmo elegantemente rápido, dejó el comedor y luego subió, poco a poco, las escaleras.

Luca, en seguida que reaccionó, siguió a aquel misterioso chico que lo tenía hechizado. Hacía poco más de dos semanas que había dejado su refugio y, en otras circunstancias, habría sabido hacia donde se dirigía siguiendo los pasos del cabello coral.

 

De vez en cuando distinguía un mechón que brillaba como el sol y se metía por una puerta u otra. Su destino no se hizo esperar, la última puerta que cruzó lo era. Allí Grimur estaba estirado con el pelo esparcido encima de la gran cama, que ocupaba más de media habitación, y ya sin la negra camisa.

Un extraño pensamiento se coló por la mente del ojiverde

 

“Lástima, me hubiera encantado quitársela.”

 

Pero no tuvo tiempo a pensar nada más. Notó el cálido aliento de Grimur en su cuello, se estremeció, unos brazos le rodearon en busca de su calor, le encantaba ese contacto, se giró lentamente con un “pero” en la boca. Grimur lo tiró encima la cama y Luca ni siquiera pudo pronunciar la primera letra. Tenía el licántropo sobre él y le desabrochaba lentamente y con brutalidad contenida la camisa. En terminar de eso la prenda fue a reposar al lado de la de Grimur, en el suelo gris de aquella habitación.

 

Grimur contempló el torso desnudo del pelinegro con satisfacción, era un buen logro, el mejor corderito que pudiera haber escogido se lo había entregado el destino.

 

Grimur se esperaba aquel trofeo más sumiso, pero mientras Luca lo tenía sobre de sí, solamente comiéndoselo con la mirada, se enderezó y tomó posesión de los finos labios del cabello coral. Los mordió y después entró la lengua en la boca del otro para que se conocieran.

 

Grimur seguidamente cogió los brazos que le rodeaban y los retuvo en la cama haciendo bajar y posicionarse otra vez sobre la cama a su dueño. Sus dientes se encargaron de los carnosos labios del pelinegro hasta dejarlos tan rojos que parecían de sangre pura, una gota de ésta se deslizó dejando un sabroso rastro desde los labios bajando por el cuello y hasta el pecho de Luca.

 

Grimur siguió aquel camino de lujuria quedándose con el sabor de la sangre y del cuerpo del pelinegro. En el cuello succionó con más fuerza dejando un pequeño morado. Después siguió bajando con grandes lamidos y alguna que otra mordidita.

 

El final del viaje era más que apetecible, los pezones de Luca se habían vuelto duros por el placer que sentía con cada paso que hacía el cabellos coral. Grimur los torturó y después sus manos encontraron otro objetivo a satisfacer. Desabrocharon el pantalón que tenía presa la ya prominente erección del ojiverde.

 

Sus lenguas estaban amándose y Grimur aún chupaba con satisfacción la dulce sangre de aquellos labios carnosos, cuando se le acabó se dio más prisa para sacarle los pantalones.

Le dejó en boxers y después empezó a sacarse sus pantalones.

 

“Ya me privaste de sacarte la camisa, ahora no te dejaré...”

 

Luca con este pensamiento sacó los negros pantalones al licántropo que tenía una brillantez de satisfacción en sus ojos corales.

 

“El mejor corderito”

 

Grimur, pensando esto, cogió el rostro, ya impregnado de pequeñas perlas de sudor, del pelinegro.

 

- No me vayas a llorar porque te encargue este trabajito- Grimur tenía una mirada burlesca- Sé tú el primero.

 

El ojiverde ni mucho menos se intimidó. Grimur se puso de pie y Luca se agachó, hizo una pequeña reverencia, como dando el juego por empezado oficialmente. Le quitó los molestos boxers, como no, también negros, y se metió el dulce bastón de caramelo en la boca. Grimur lo tenía controlado por la cabeza y marcaba el ritmo que tenía que seguir la boca del pelinegro. Metiéndose y sacando su, por supuesto, erecto miembro.

 

Un gemido de placer parecido a un aullido desgarró la garganta del cabellos corales. Paró el movimiento de la cabeza del corderito, lo cogió con fuerza por los cabellos azabache y lo subió a la altura de sus ojos. Aquellos ojos coral se volvieron más rojos por un instante y mordió al aire delante de él. El pelinegro primero retrocedió, pero luego se lanzó hacia aquella boca de afilados colmillos.

 

- Es tu turno- fue un murmuro apenas audible.

 

No hacía falta que Luca se lo recordara. Grimur le quitó aquellos boxers que le alejaban de su caramelo. Él mismo marcó el ritmo en cuando tuvo la prominente erección metida en la boca. Después tiró, ya sin ninguna contemplación, a Luca sobre la cama y lo penetró desgarrándole las entrañas.

 

(n/a ¿Queréis saber algo curioso? Los licántropos en lugar de pensar “Dios mío” o algo así en momentos de excitación piensan “¡Oh! Luna mía”... ¿a que mola?... jiji)

 

Esto despertó un gemido a los dos. Cuando Grimur finalmente se dio por satisfecho, los dos se dejaron caer agotados sobre la cama. Luca estaba, al igual que Grimur, impregnado de sudor que hacía que se le pegaran los cabellos ocultando sus verde oscuras orbes. Éste fue a darse una ducha para quitarse el olor a sexo de encima.

 

Llegó con paso vacilante al baño, abrió la ducha para que el agua fluyera y se metió debajo ella. Cerró los ojos y dejó que cada gota le recorriera los párpados cerrados y se paseara por todo su cuerpo.

 

(n/a Sería fantástico haber sido una gota de agua... sisi...o varias de ellas)

 

En el dormitorio Grimur únicamente arrancó las sábanas de la cama y se tiró sobre una nueva manta que había puesto. Cerró los ojos y sus músculos se relajaron. Su largo pelo coral terminaba de ocupar el espacio de toda la cama. Luca salió, con un halo de vapor de la ducha, el agua caliente después de la fría quitó tensión a su musculatura.

 

Al entrar en la habitación vio, sólo por un momento, la faceta inocente de aquel demonio angelical, de aquella bestia sumisa. No duró mucho ya que los sentidos lobunos de Grimur en seguida le advirtieron de la presencia de Luca. El cabello coral cojió el corderito, aún algo mojado. Lo rodeó con una sábana, los dos se metieron en ella y se tiraron en la cama. Grimur lo rodeó con sus brazos.

 

“Ahora estoy demasiado agotado para transformarme, desde luego es un buen corderito.”Almenos era de lo que se estaba auto convenciendo Grimur. “Sólo lo rodeo con los brazos para impedir que se marche”

 

“Creo que no pasa siempre que un ocupa de tu casa sea tan bueno en la cama” El pensamiento con el que se durmió Luca era muy diferente.

Notas finales:

Dejad comentarios...

OS lo agradecería eternamente...

 


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