Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Emociones por Miya_0322

[Reviews - 8]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

El primer fanfic que escribo... espero que guste.

Notas del capitulo: Primer capítulo... Sirve si han leído el Episodio G.
Un suspiro quedo salió de su boca, y su concentración se esfumó por los aires… nuevamente. Durante toda la mañana lo habían interrumpido permanentemente, sin dejarlo tranquilo. ¿Es que de pronto su Templo se había convertido en un paso obligado? Y lo peor de todo es que cuanto ser cruzaba por ahí, se decidía a entablar una no bienvenida charla.
Pero esta vez iba a ser distinto. La presencia que se acercaba era la de su amigo… si, su amigo. Era extraño, dos veces solamente había dicho esa palabra en toda su vida, y siempre en referencia la misma persona. Unos pasos resonaron en la entrada de su templo, y muy pronto se detuvieron cerca de él.
- ¿Continúas meditando, Shaka?
El aludido abrió sus ojos para observar a un joven de piel bronceada, ojos verdes como el jade, cabellos castaños, y cuerpo musculoso que se encontraba en frente de él, detenido con las piernas un poco abiertas y los brazos en la cintura.
- Pero todos se han empeñado en cruzar este templo, Aioria…
El santo de Leo miró a su amigo: bien sabía que el rubio de Virgo era la tranquilidad personificada, pero cuando se enojaba, nadie lo quería cerca. Sonrió ante el comentario, y se percató que últimamente, permanecía casi todo el tiempo con los ojos abiertos.
- Te dejo tranquilo… -respondió sonriente- Voy a Escorpio…
Shaka no respondió. Desde la batalla de las doce casas, Aioria y Milo habían vuelto a ser amigos, como antes de que muriera Aioros, y ahora, luego de que Athena los reviviera, Aioria solía ir a la octava casa bastante a menudo. Sin distraerse más, el santo de Virgo cerró sus ojos, tratando de concentrarse de una vez por todas.



FLASH BACK

Luego de la batalla contra Apolo y Artemisa, el santuario modificado por la diosa de la caza volvió a ser lo que era en su origen, sin embargo, tras la batalla con Hades y las Exclamaciones de Athena, estaba en gran parte destruido, y solo algo era diferente a sus orígenes: las doce armaduras de oro ya no estaban, y en el lugar de la estatua de la diosa, se erigía un gran pilar de madera donde todos los santos dorados se encontraban encerrados.
Al volver del enfrentamiento, los caballeros de bronce, la diosa e incluso las dos amazonas de plata se quedaron frente a la gran estatua… la tumba de los santos dorados. Fue entonces cuando de alguna forma lograron destruir la estatua, y los santos dorados, incluyendo a Kanon y Shion, volvieron a la vida. Todos, menos Aioros. Alguien apareció en ese momento, aquel que logró cruzar las armaduras doradas desde el muro de los lamentos hacia los campos eliseos.
- Athena… -dijo- Esas armaduras volverán, pero muertas…
Una pequeña lluvia dorada comenzó a caer en el lugar, y cuando la diosa de la sabiduría se cortó su mano y esparció su sangre, les pidió a los santos dorados y a todos de su cosmos, y con ayuda de Poseidón, las doce armaduras aparecieron nuevamente. Estaban completamente destruídas, cuarteadas… muertas…
Pero ellos mismos las repararían… Los caballeros dorados, de pie gracias a que los de bronce y las amazonas los sostenían, vieron sus ropajes sagrados. Por el momento disfrutarían de la paz, pero algún día, las batallas volverían, y deberían luchar de nuevo.

END OF FLASH BACK




Había pasado un mes desde que habían vuelto, y sus ojos turquesas sólo miraban el cielo. Recostado en el pasto cercano a la octava casa, con las manos y pies extendidos, Milo observaba las nubes pasar, dejando su mente divagar por cuanto pensamiento se le cruzaba. Se encontraba tan sumido en sus pensamientos, que no se percato de otra presencia, hasta que estuvo acostado a su lado.
- Vaya, Milo… hoy si que estás perdido…
Escuchar esa voz fue el ancla que lo empujó de nuevo hacia la tierra. Levantó su torso, y apoyando sus codos en el pasto clavó sus turquesas en los dos reflejos color jade que lo miraban neutralmente, con el cuerpo también recostado sobre la hierba y las extremidades extendidas. Así pasaron unos segundos, sin ni una palabra, hasta que por fin el menor volvió a tirarse abruptamente hacia el suelo, con los brazos extendidos y las palmas hacia arriba.
Permanecieron un rato en silencio, como si con su mera cercanía se dijeran un montón de cosas… cosas que, por el orgullo excesivo de ambos, no se iban a dar el lujo de mencionar a voz abierta.
- Si tanto te preocupa, pues deberías decirle algo… -dijo al fin el castaño, mientras, aún acostado, se revisaba las vendas médicas que tenía en ambas muñecas.
- ¿Qué quieres que le diga? -respondió el de cabellos azulados, aún con la mirada en las nubes- El murió por mi culpa…
- Eso fue lo que él quiso…
- ¿¡Y tu que sabes qué era lo que él quería!? -Milo se sentó en el pasto con la mirada encendida, y el guardián de Leo lo miró con la felina paciencia que solía molestar a su amigo- Si tu nunca has habla…
- Pero tú me has dicho lo que él te dijo al volver a tu casa, luego de detenerse en Libra… -interrumpió, sentándose en el pasto, y mirando a su amigo.
- Si pero… -los ojos de Milo enfocaron sus piernas extendidas, y estiró sus brazos hacia atrás para sostenerse.
- Si tú hubieras asesinado al rubio cuando éste pasó por Escorpio en la batalla de las doce casas… Camus nunca te lo hubiera perdonado… -guardó una pausa y prosiguió- Hiciste lo que tu amigo te pidió…
- Pero por mi culpa se dejó matar…
- ¿Y desde cuando el gran escorpión tiene miedos y temores? -Aioria cambió su tono por uno de falso cinismo.
- Felina… -insultó el aludido, echando chispas desde sus brillantes turquesas.
- Alacranzucho…
- ¡Gata dorada!
- ¡Artrópodo!
A medida que se propinaban apodos que solían decirse cuando eran niños, ambos se fueron parando hasta quedar frente a frente como si fueran a pelear. Dos jades contra dos turquesas. Se miraron desafiantes tratando de ver si alguno cedería, pero sus grandes orgullos y egos chocaban continuamente, y ninguno parecía aflojar.
- ¡Aguja Escarlata!
- ¡Relámpago de Voltaje!
Los dos se atacaron, pero las últimas situaciones les habían restado fuerzas, y los relámpagos empujaron al dueño de las turquesas unos cuantos metros más atrás hasta dejarlo boca abajo en el suelo, y las agujas impactaron en el castaño, que cayó rodando unos metros.
Ambos se quedaron jadeantes mirándose cara a cara, hasta que por fin pudieron levantarse, y al mirarse fijamente, soltaron estrepitosas carcajadas, que los hicieron caer sentados en el pasto, cual niños después de pelearse por un tonto juguete.
- ¿Ya te descargaste? -inquirió Aioria.
- Si… gracias… -la última palabra fue un gesto imperceptible de los labios del menor, que su amigo interpretó como una extraña muestra de agradecimiento.
- Mejor me vuelvo a Leo, que todo esto me ha despertado hambre…
- ¡Glotón! -gritó Milo desde el pasto, pero su amigo simplemente agitó su mano y continuó caminando.

Minutos, después, la presencia que había estado siguiendo desde que había cruzado su templo unas horas antes, al fin parecía estar emprendiendo el camino de vuelta, y en pocos minutos atravesaría ese lugar de nuevo. Shaka había estado siguiendo a su amigo con su cosmos durante todo el día, y eso era porque estaba preocupado por él.
- ¿Continúas meditando?
Nuevamente una voz interrumpió su meditación, como había ocurrido durante todo el día, y tratando de controlarse para no dejar que su frustración caiga sobre alguien, abrió los ojos para enfrentar las perlas de jade que lo miraban sonriente.
- Eso intento, Aioria… Eso intento… -respondió.
No hubo respuesta, solo una sonrisa, y el castaño emprendió su viaje de regreso hacia la quinta casa, ya que se encontraba bastante cansado y sin darse cuenta, sus pasos se tornaron tortuosos. Esto no pasó desapercibido para Virgo quien, por primera vez en su vida, decidió seguirlo.
Sin más pensamientos que lo podrían llevar al arrepentimiento, el rubio disminuyó su cosmos, y parándose, salió de su templo, viendo a la lejanía a Leo, que ya estaba cerca de su casa.
Mientras que uno bajaba las interminables escaleras, el otro había llegado ya a la quinta casa, y había dado unos pasos en su interior. Una pequeña brisa corrió por la habitación, y eso fue el punto determinante para que un gran mareo se apoderara de su ser, llenando su cuerpo de un horrible sentimiento de náuseas.
Aioria se acercó hacia una de las columnas, y apoyó su mano izquierda sobre ella para sostenerse en pie, pero justo sintió algo que corría por sus manos. Levantó la derecha, y vio que el corte en su muñeca había comenzado a sangrar nuevamente.
- ¿Pero cómo…?
No alcanzó a formular más palabras, que su hombro izquierdo golpeo la columna, y cayó sentado sin fuerzas, casi inconciente.
Justo en ese momento, Shaka había llegado al templo anterior al propio, y se adentró sigilosamente. No le gustaba haber seguido al castaño, pero algo no estaba bien. Caminó unos pasos, y se detuvo al ver la figura de su amigo caído contra una columna y casi inconciente.
- ¡Aioria! -gritó, yendo hacia donde él estaba.
Notas finales: Espero que les haya gustado ^^

Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).