Hanamichi Sakuragui se encontraba en la entrada de la casa que un día compartió con Kaede Rukawa. Aún recordaba aquellos tiempos que desearía olvidar. Respirando profundo caminó despacio hacia la puerta; absorto en pensamientos del pasado, se detuvo ante ella y levantó la mano para alcanzar el timbre
-¿qué deseas pelirrojo?-preguntó una voz seca y fría
Hanamichi se volvió. Kaede estaba detrás de él, llevaba consigo una gran bolsa con víveres y mientras éste esperaba su respuesta, se dedicó a escudriñarlo con la mirada; nada había cambiado en su aspecto en estos cuatro largos años en que no se habían visto, mantenía ese carácter frío, expresión seria y esa aura de hombre insensible
-te imaginarás la razón que me ha traído hasta tu casa-señaló con desdén luego de un rato-hace varios meses que espero los papeles que no me has enviado
Kaede soltó un bufido y abrió la puerta.
-será mejor que pases, no es un tema que deba hablarse en la calle-
Hanamichi pudo advertir que el interior de la casa estaba diferente, una decoración que despertaba un ambiente familiar que nunca sintió cuando allí vivía. Kaede se había encargado de cambiar todo de lugar y todos los muebles, había repintado las paredes con colores vivos; extraño para ser él que siempre prefería los colores opacos
-busca un lugar donde ponerte cómodo-oyó que el moreno le decía mientras se encaminaba a la puerta de la cocina
Kaede no tardó demasiado en ir y volver, pero antes que nada se hubo preocupado de asomarse en una habitación, asegurándose que los demás ocupantes de la casa aún estuvieran durmiendo
Para ese entonces Hanamichi había encontrado asiento en un cómodo sofá
-¿Firmaste los papeles?-preguntó Hanamichi
-pues sí-respondió, que se dirigió hasta una estantería donde extrajo una carpeta que contenía lo mencionado, en prolijo estado, como si nunca los hubiera ojeado
Hanamichi recibió la carpeta cuando Kaede se la extendió y lo miró con duda cuando se dio cuenta del detalle del contenido
-revísalos, están firmados-aclaró Kaede ante la mirada que recibió
Hanamichi confirmó que efectivamente estaba firmada la primera hoja en el lugar correspondiente, también la segunda y tercera; no así la última hoja
-te faltó una- señaló, mostrándole el sitio que no contenía estampada su firma
-¿en serio?-preguntó Kaede mostrándose impresionado de que le hubiera faltado una hoja, aunque realmente lo había dejado en blanco a propósito.
Hanamichi le tendió la carpeta, preocupándose de sacar del bolsillo de la camisa una lapicera, que también le tendió para facilitarle la causa
El moreno tomó entre sus manos lo cedido, y como si quisiera exasperar a Hanamichi, se dedicó a leer el contenido de la última hoja
-¿no me digas que no lo habías leído?-preguntó Hana con tono de reproche
-no- señaló Kaede con indiferencia
-tuviste cuatro meses para hacerlo-
-he estado ocupado en muchas cosas-se defendió
-solo firma de una vez y acabemos con esto-
Kaede lo miró directamente a los ojos
-te noto ansioso ¿no me digas que necesitas el divorcio por que te vas a casar de nuevo?-curioseó con un temor que no quiso exteriorizar
-sino, no estaría aquí ¿no crees?-
-¿y con quién? ¿Lo conozco?-inquirió como si no le importara, pero por dentro sentía que esta revelación ardía quemándole con fuerza el alma.
-no debe importarte-
-es solo por saber. Hace cuatro años que no sé más de ti de lo que dicen en televisión, al menos me gustará conocer quién será la persona que te hará feliz-
Hanamichi sonrió con ironía
-simple curiosidad, no te conocía esa-murmuró. Soltó un suspiro y prosiguió- de todos modos te enterarás por la prensa así que, que más da... es Akira Sendoh-
-vaya, eso sí que es inesperado, aunque después de todo alguien como él era la persona que estabas buscando-
-no comiences Rukawa-cortó Hanamichi con brusquedad
El silencio los envolvió entonces. Hanamichi sólo esperaba no tener que pelear con el hombre que tenía en frente, no quería recordar sus antiguas disputas que ahora estaban totalmente fuera de lugar. Lo único que deseaba era volver lo más rápido posible a su hotel, y pasar el resto de un excelente día junto a su pareja, quien había querido acompañarlo y a quien tuvo que insistir bastante para que desistiera argumentándole que el problema con su casi Ex esposo debía resolverlo solo.
Muchas veces Kaede había recibido los reclamos de Hanamichi por que durante el tiempo que estuvieron casados, y mucho antes, cuando aún era novios, nunca le demostró la más mínima muestra de quererlo con todas sus fuerzas. Pero en ese tiempo no se daba cuenta que su forma de ser era equivocada, la incapacidad de demostrar sus emociones era un mal que no podía controlar, y que más temprano que tarde le obligó a marcharse. Sí, por ese problema se quedó sólo cuando al fin hacía un intento, quería entregarle a él la más grande muestra de amor que en un principio se negó a darle porque consideraba que aún eran demasiados jóvenes y porque eso interrumpiría la prometedora carrera que se proyectaban en el mundo de los deportes
-Firma de una vez Rukawa, por favor-insistió Hanamichi con voz cansina
Kaede con toda la rabia contenida en su interior, ejerció presión en la lapicera y fue trazando las líneas de su firma con fuerza, como si de un momento a otro fuera a romper la hoja
Cuando al fin tuvo lo que su ex pareja quería, se puso de pié cerrando la carpeta en el acto y se lo arrojó a las manos
-allí está, te deseo buena suerte en tu nuevo matrimonio-le dijo con dureza
El pelirrojo conforme, se puso de pié
-lo nuestro no resultó Kaede, lo siento mucho-
-nunca fui lo que quisiste, se acabó y ya, ahora tienes la oportunidad de ser feliz, sólo espero que así sea-
-pero hubo algo, en un instante que me hizo estar contigo, fue por eso es que lo intenté hasta que más pude...-
-vete Hanamichi-interrumpió Kaede, no por que quisiera echarlo por oír esas palabras que provocaban dolor en su pecho, sino por que oyó ruidos en la habitación. Durante toda la charla con Hanamichi mantenía agudos los oídos ante los menores ruidos que emitieran los ocupantes de la casa cuando despertaran, ahora parecía que lo habían hecho y por lo tanto, la presencia del pelirrojo sólo causaría problemas que no quería
-está bien-Asintió Hanamichi-adiós
Kaede se apresuró a ir a la puerta y la cerró rápidamente tras la salida de esta inesperada visita. Luego recargó su espalda en ella y se dejó deslizar hasta quedar sentado en el piso
Firmado el divorcio, todo acababa. Ya no tenía caso volver a ponerse la sortija en el dedo que se había quitado cuando le vio de pié frente a su puerta. Sentía tanto dolor que le hubiese gustado desquitarse con lo primero que tenía en frente, pero no podía, debía ser fuerte, por sobre todas las cosas por aquellos seres que estaban de pié a unos pasos de distancia, mirándolo un poco asustados
Esbozó una sonrisa forzada para tranquilizarlos y extendió sus brazos para llamarles a su lado. Hanamichi y Kamui; la muestra de amor que quiso brindarle a quien fuera su esposo para demostrarle que por él era capaz de todo, hasta sacrificar su carrera por cuidar de un hijo. El destino le había dado dos en lugar de uno, el mismo destino cruel que lo obligó a estar solos cuando Hanamichi decidió irse de su lado una noche de luna llena.
Muy tarde, cuando ya las cosas no tenían retorno, supo que estaba embarazado
Los pequeños, de tres años y cinco meses llegaron hasta él. Los sentó en su regazo mientras de uno de ellos, el pequeño pelirrojo, un clon de Hanamichi de no ser por sus ojos azules, y que por lo visto había visto la imponente figura de su padre marcharse, preguntaba con su suave voz:
-¿Quién era papi?-
Kaede suspiró pesadamente antes de contestar
-es su otro padre mis pequeños, su padre que se ha ido para siempre.-