Ya hacía un buen rato que le había llamado y aun no llegaba.
-Pues sí que tarda… - dijo para si mismo en voz alta mientras volvía a mirar el reloj por novena vez.
Al final se diviso la figura de Georg, un poco lejos, pero deprisa; venía corriendo.
-Perdón… por llegar tarde. – se disculpo recuperando aun el aliento.
-No, no pasa nada, ¿pero que se supone que quieres? – pregunto Gustav aun intrigado por aquella repentina cita.
-Hmm… vamos mejor a otro lado, donde…estemos más solos. – contesto Georg mirando hacía otro lado.
Aquello no le estaba dando buena espina…
Cuando después de todo este tiempo sigues debiendo,Robas el coche para otra noche sola.Así que toma tus guantes y vete,Y vete,Mientras puedas.
-¿Y bien, que te traes con tanto misterio? – dijo el rubio acomodándose en la silla de aquella cafetería.
-Es que verás… - Georg trago saliva con fuerza. -…llevo unos días queriendo decirte una cosa, y es bastante importante.
-¿Me vas a dejar? – bromeó Gustav.
-Sí. – fue lo único que dijo Georg.
-¿Estarás hablando en broma tú también no?... – un escalofrió viajo a sus anchas por la espalda de Gustav.
El único gesto que Georg hizo fue mirar hacía otro lado y rascarse la cabeza distraídamente.
-¿Pero…?.... – no reaccionaba y Georg seguía sin mirarle, seguramente por la vergüenza del momento. - ¡¿Por qué joder?! – gritó.
-¡Tranquilízate Gustav! – reacciono Georg levantándose al igual que Gustav, le hacía gestos para que se sentase, pero este no obedecía.
-¿¡Dime por qué ya!? – volvió a gritar, en esos momentos seguía creyendo que era una broma de mal gusto, que en ese momento le iba a decir ‘’Es broma’’ y dibujaría una dulce sonrisa en sus labios, pero no.
Cuando te vayas,Y te voltearías para decir:"No te amo,Como lo hice,Ayer."
-Pero es que…sabes, creo que ya no te amo…- soltó de golpe.
Gustav sintió como algo dentro de el se rompiese, sintió la misma sensación que se siente al saltarse un escalón mientras bajas las escaleras.
-…y por eso es que quiero… bueno, tú sabes, que lo dejemos, sería muy egoísta retenerte si ya no te quiero. – fueron las últimas del discurso de despedida de Georg.
-…no es verdad… - fue lo único que supo decir Gustav, miraba hacía el suelo.
Ya no se encontraban dentro de la cafetería, los habían echado por armar aquel escándalo, ahora se encontraban en medio de un parque, exactamente el mismo parque y exactamente el mismo sitio donde meses atrás, el mismo que le acababa de dejar, se le declaraba, incluso aun se acordaba de sus palabras, se acordaba de lo que le costo decirle ‘’lo mucho que lo amaba’’ y él, tan tonto e ingenuo se lo trago sus palabras, de las que ahora renegaba.
-¿Entonces… lo dejamos? – pregunto insistente Georg, que lo miraba con miedo, como quien desafía a un león en su propia jaula.
A veces lloro tan fuerte para suplicar,Tan enfermo y cansado de todos los latidos sin necesidad.Pero nena, cuando ellos te golpean pobreEs donde tú quieres estar.
Lo único que el pobre Gustav pudo hacer en ese momento fue correr, alejarse de aquel hombre, que ahora le empezaba a parecer un monstruo.
Le había echo tantas promesas, tantas… y ahora todas se habían desvanecido con aquella frase ‘ya no te amo’’.
No pudo aguantar más y comenzó a llorar. Las lagrimas bañaban todo su rostro y sus manos, las cuales las tapaban del resto del mundo, en aquellos momentos se encontraba tan enfermo y cansado, se sentía inútil, como si ya no le hiciese falta que su corazón siguiera latiendo.
¿Recordaba aun los malos momentos que paso? Claro… ¿Cómo olvidarlos? Tanto tiempo sufriendo para esto, para que tras unos meses, la única persona que había amado le dijese que la dejaba, ¿después de tanta lucha? Sí.
-Gustav, por dios, no te vallas de esa manera, no quiero que te enfades…- la voz de Georg sonó atrás de él.
-¿No quieres que me enfade? – intento hacer que su voz se quebrase.
-No, no quiero. – fue su respuesta.
-Mentira, este es el lugar donde quieres estar, esta es la situación a la que querías llegar. – no pudo aguantar más las lagrimas.
Después de toda la sangre que sigues debiendo,Otra vez fue solo otro vuelo.Así que levanta tus ojos para irte,Y para irte,Mientras puedas.
Georg no podía mirarlo, sentía vergüenza, sentía pena por Gustav, pero, ¿Quién era él para hacerle vivir en una mentira?
Desde hacía unas semanas supo que su amor hacía el se había muerto, y eso le daba vergüenza.
-¿Por qué no me miras? – pregunto un Gustav que en esos momentos ya había controlado sus lagrimas y lo único que quedaban de ellas eran las marcas en sus mejillas sonrojadas.
-No…no puedo… - no sabía contestarle.
-Deberías de irte ahora, así que levanta la vista y vete. – Gustav no sonaba enfadado, ni resentido, sonaba triste y melancólico.
Georg levanto la miraba con miedo y lo miro.
Cuando te vayas,Y te voltearías para decir:"No te amo,Como lo hice,Ayer."Ahora vamos, ¡vamos!Cuando te vayas,¿Tendrías las agallas para decir:"No te amo,Como te amé,Ayer"?No, te amo como te amé ayer.
Empezó a alejarse de él, del castaño ese que le había roto el corazón, que le había mutilado el alma.
En cambio, Georg seguía estático en su sitio, sin mirar al suelo, pero sin mirar a Gustav, que poco a poco, con paso lento e indeciso se iba alejando.
-Yo pensé que lo nuestro iba a durar algo más que tres meses. – dijo en voz alta Gustav, sin volverse.
Georg reacciono y lo miró, sintió algo dentro de él, pero no se atrevió a decírselo.
-Repítemelo.
-¿El qué? – Georg dudaba antes aquella orden.
-Dime que no me amas como me amabas ayer. – repitió mientras se giraba para mirar a Georg directamente a los ojos.
Titubeo, lo estaba mirando directamente a los ojos, empezaba a dudar de todo aquello, ¿por qué? Llevaba varias noches pensándolo.
-¡Venga! ¡Dilo! ¡Di que no me amas! – grito ya cansado ante la duda del castaño.
-¡No te amo como lo hacía ayer! – le contesto, con los ojos fuertemente cerrados, al igual que sus puños.
-Vale… - Gustav se volvió de nuevo hacía donde se dirigía. -… nos veremos esta noche donde siempre. – su tono había cambiado.
-¿Qué? – dijo Georg abriendo los ojos de la sorpresa.
-Has cerrado los ojos Georg, no lo dices de verdad. – dijo Gustav volteándose hacía él con una hermosa sonrisa dibujaba en sus labios.
Y volvió a sentir lo que sintió la primera vez que le dijo que le amaba, en aquel parque, en aquel sitió, supo que realmente lo amaba más que ayer.