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Lost memory por LadyHenry

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Notas del capitulo:

Siento la tardanza, se me averió el pc y no daban con lo que era, además no encontraban la copia de seguridad donde estaban las notas del fic, así que mientras tanto hice un extra.

Gracias a mis Oniros particulares por sus sugerencias para el extra ^^

Cuando lean el sueño de Keith si pueden escuchen la canción Tenderoni de Kele para ambientarse;)

http://www.youtube.com/watch?v=bdQioZHYpvQ

 

 

Era una noche veraniega y apacible, el mar se balanceaba cadenciosamente en el suave arrullar de las olas, la brisa era fresca y liviana, se colaba por las rendijas de puertas y ventanas acariciando a los que dormían profundamente bajo un cielo estrellado totalmente despejado. Una noche perfecta para soñar...

Las puertas del palacio de Morfeo abiertas de par en par dejaban salir sueños y pesadillas, que tomaban forma en la mente de los que dormían removiendo su tranquilidad.

 

Little playful neko

 

Keith dormía abrazado a Zoe aspirando el fresco aroma a eucalipto que despedía su cabello, podía sentir la calidez y suavidad de esa piel que le encantaba acariciar, mientras que en su mente, un escenario muy diferente al de sábanas de algodón y almohadas de pluma en el que estaban, aparecía.

Se abría paso un salón lleno de jóvenes disfrazados que bailaban frenéticamente al son de Tenderoni de Kele. Cuerpos agitados, moviéndose extasiados en una especie de espiral llena del ritmo que guiaba sus caderas, sus brazos, sus cabezas...

Keith no tardó más de unos segundos en acoplarse, dejándose llevar por el desenfreno cadencioso en medio del cual conectó con unos ojos que lo dejaron sin aliento, grandes del color amarillento de la lava fundida, parecían sonreírle, incitarle a que se acercara.

Sin dejar de bailar fue acortando distancias, deleitándose con el disfraz de ese chico apetecible. Shorts negros de charol dejaban ver unas piernas torneadas que se adivinaban suaves y tersas, se moría por tocarlas pero por el momento tenía que conformarse con observar sus sensuales movimientos. Su ombligo se dejaba ver con un piercing de un pequeño gato negro de ojos esmeralda que refulgían tanto como los suyos.

Pero lo que más provocaba a Keith eran las orejas negras de pega que coronaban sus lacios y azabaches cabellos, mojados se deslizaban pegándose a su aniñado rostro, que mostraba una expresión coqueta y salvaje. Estaba incitándole, con su manera de bailar, con sus miradas y su fingida indiferencia, mirando hacia otro lado cuando estaba a punto de alcanzarlo.

Y eso no hacía nada más que aumentar la excitación de Keith, adoraba las presas huidizas, el juego de la persecución, prolongarlo hasta acorralar a su presa sin opciones de escapar, disfrutar del momento en que se rendían y podía cobrar su recompensa. Probar esos labios rojos y voluptuosos iba a ser puro delirio.

En un movimiento ágil y rápido tomó al escurridizo neko por las caderas, haciendo que chocaran con las suyas mientras acoplaba sus movimientos de baile en un atrevido contoneo. La sonrisa burlona y sagaz que le regaló fue suficiente para ir a por más, pronto estaban totalmente compaginados en una danza abrumadoramente provocadora, sofocante, eran puro erotismo en movimiento.

Susurró algunas palabras subidas de tono al oído del neko arrancándole una traviesa risita, al acabar la canción se fueron tomados de la mano, esquivando la marabunta de jovencitos  acalorados, se dirigían al piso superior cuando un golpe seco hizo que Keith despertara parpadeando lentamente hasta enfocar a Zoe que acababa de gritar "¡no me muerdas ahí!"...

 

Bite me carefully

 

Caminaba por las callejuelas del casco antiguo, los únicos sonidos que lo acompañaban eran el repiquetear de las campanas dando la hora bruja y el que hacían sus zapatos al chocar con los mojados adoquines. Había dejado de llover hacía poco y la niebla se extendía por toda la ciudad.

Pero no era la oscuridad lo que estaba poniéndole nervioso, era esa figura alta y esbelta, envuelta en un abrigo negro, que se encontraba apoyada en uno de los arcos situados encima del pórtico de la catedral. Parecía acechar cada uno de sus movimientos, esperando pacientemente a que se aproximara.

Zoe buscaba posibles explicaciones a aquella presencia que desafiaba  la gravedad, el equilibrio y el mal tiempo, había empezado a llover de nuevo, con más fuerza, el sonido de los truenos retumbaba en un tétrico y ensordecedor eco, pero la figura seguía allí, mojándose impertérrita, mientras Zoe había parado a buscar cobijo bajo el portal de una vieja pensión.

Sentado en los escalones trataba de tranquilizarse, fijaba su vista en la lluvia que caía impía sobre la piedra empapándolo todo, un relámpago iluminó la calle revelando que la imponente figura estaba caminando hacia él.

Se trataba de un apuesto chico, algo mayor, tenía el cabello rubio, mojado y revuelto, sus ojos eran de un azul intenso, su sonrisa era... siniestra y seductora.

-Buenas noches Zoe-habló el rubio en un tono que se movía entre lo cordial y lo amenazador.

-No parecen serlo-respondió Zoe mostrando recelo.

-¿Por qué no?

-Llueve a cántaros, hace frío y hay una niebla terriblemente espesa...

-Por no mencionar que mi presencia no acaba de agradarte, cosa que me resulta dolorosa-expresó con ironía.

-Juraría que lo que te produce es satisfacción...

-Bueno... no negaré que me pueda gustar, pero compréndeme, te ves tan adorable mojado, confuso y a la defensiva.

-Extraños gustos los suyos-apreció Zoe mirándolo con furia.

-Oh por favor, no me hagas esto, si me miras así no podré aguantar mucho y me saltaré la mitad de la diversión.

-Eso me da exactamente igual-respondió en tono desafiante.

-Bueno Zoe tú lo has querido así, supongo que ya tendremos tiempo para divertirnos de ahora en delante de otras maneras-rió antes de acercarse hasta eliminar la distancia que los separaba.

Zoe pudo apreciar la fiereza salvaje de la mirada azul, sin embargo, los movimientos ágiles y delirantemente rápidos apenas pudo sentirlos, viéndose acorralado contra el frío muro de piedra.

-¿Qué haces?

-Tomarte-susurró el rubio sonriendo, mostrándole dos pequeños y afilados incisivos.

Zoe quedó paralizado, grabando en su memoria cada detalle de ese semblante pálido, de ovaladas facciones, que se mostraba ávido. Sabía que debía huir, que corría un grave peligro si se quedaba quieto, pero no podía mover un solo músculo, ni apartar la mirada.

Notó cómo lo tomaba del mentón, alzándolo para dejar su cuello expuesto, la agitada respiración del rubio rozaba su piel haciéndole estremecer, de pronto sintió dos afiladas puntas arañar su yugular y las alertas se dispararon en su cabeza.

Sólo atinó a gritar "¡no me muerdas ahí!" antes de despertarse.

 

***

Zoe estaba sentado en la cama, respiraba alborotado, había estado moviéndose y su pelo estaba revuelto y pegado por el sudor.

Keith esperó a que se tranquilizase para preguntarle qué le sucedía, sospechaba que se trataba de una angustiosa pesadilla, y le contrariaba un poco que su maravilloso y excitante sueño se viera cortado por ello, toda una ironía.

-¿Estás bien?- preguntó Keith cuando Zoe volvió a recostarse una vez recuperado un ritmo cardiaco aceptable.

-Sí, tuve un mal sueño, eso es todo-respondió Zoe sin girarse a mirarlo.

-¿Qué soñaste?-curioseó Keith intrigado, esperaba que no fuera nada trágico.

-Una tontería, temores infantiles supongo.

-Oh pobre-acarició sus cabellos notando cómo se tensaba ante el contacto.

-¿Te desperté?-intentó desviar la atención.

-No te preocupes, estaba soñando-respondió Keith volviendo a encaminar la conversación.

-¿En serio?

-Sí.

-Qué casualidad... ¿qué soñaste?

-Hagamos un trato, quid pro quo.

-Mejor volvemos a dormirnos, deberíamos descansar-intentó escabullirse Zoe.

-Así que estabas soñando conmigo...

-No exactamente.

-Zoe no me miras a los ojos e intentas evadir el tema... es obvio.

-Está bien, soñaba contigo.

-¿Y qué hice para que te asustaras tanto?

-Eras un vampiro.

-Interesante-rió Keith al imaginarse en situación-¿y dónde iba a morderte?

-A ti qué te parece...

-No lo sé, para hacerte gritar de esa manera me pregunto sí...

-Eh quieto ahí-le interrumpió Zoe antes de que se le abalanzara encima-. Te toca a ti contarme tu sueño.

-Era un sueño precioso, estábamos en una fiesta de disfraces bailando, nos divertíamos mucho.

-¿Nada más?

-Bueno, me despertaste justo cuando nos estábamos marchando.

-Qué faena-rió Zoe, sabía que Keith detestaba dejar las cosas a medias hasta en sueños.

-Cierto, deberías compensarme.

-Por cosas como ésta sueño que eres un vampiro Keith, reflexiona.

-No sé qué tiene que ver esto con querer chuparte la sangre-sonrió malicioso, deslizándose por las piernas de Zoe, esas que tanto había ansiado tocar en su sueño.

-Keith para...

-De eso nada, no pienso quedarme con las ganas de nuevo-protestó Keith mientras se deshacía de la ropa interior de Zoe y comenzaba a chupar.

Zoe se limitó a soltar un sonoro gemido, al igual que en su sueño no había podido escapar, ni siquiera se había molestado en intentarlo, para qué si se sentía tan bien.

 

This is not my body

Al levantarse de la siesta Devon se sentía algo extraño, más... alto, de pronto estirar sus músculos le resultaba distinto, era más costoso.

La sensación empeoró cuando fue a la cocina para comer algo y alcanzó a la última alacena sin tener que ponerse de puntillas. Notaba que había crecido unos diez centímetros de pronto, lleno de curiosidad fue a mirarse en el espejo de cuerpo entero que su madre tenía en el dormitorio sin saber que se llevaría la mayor sorpresa de su vida.

La persona que veía reflejada en el espejo no era él... era Bastian, su cabello oscuro, sus ojos verdes, su piel dorada, su... sí no pudo resistirse a mirar dentro de sus pantalones.

Intentó calmarse, pensó en pedir ayuda, aquello era algo que escapaba a su comprensión. Para colmo la ropa le quedaba pequeña, así que tuvo que robarle algunas prendas a su padre antes de salir. Lo primero que haría sería ir a ver a su novio, podía ser que si él estaba en su cuerpo Bastian estuviera en otro.

Se preguntaba si ocuparía el suyo, o si estaría en cualquier otro. Miró el reloj, era hora de ir a entrenar,  intentó darse prisa para llegar temprano y tener la oportunidad de localizar a Bastian.

Llegó con veinte minutos de adelanto, correr con ese cuerpo era más fácil, las zancadas eran mayores y se notaba más fuerte. Esperó en las escaleras hasta que llegó Leslie a abrir, después de tener que aguantar que lo mirase con más resignación de la habitual se fue a los vestuarios y pensó en cambiarse pero recordó lo "bien" que le quedaba su bañador a Bastian y desechó la idea.

Mientras se decidía a buscar la llave de la taquilla de Bastian, Craig apareció, y en lugar de la mueca de desagrado que le dedicaba cuando estaban a solas se topó con una sonrisa alegre y sorprendente que nunca le hubiera dedicado.

Esperó que se insinuara con sus tácticas de acoso y derribo habituales, pero en lugar de eso fue simpático y coqueto, charlaron un poco sobre los últimos partidos, y cuando le contó que se le había olvidado traer el bañador Craig le prestó uno de los suyos, ya que usaban la misma talla.

Se ducharon antes de cambiarse, como exigía el reglamento, Leslie no quería su piscina llena de gérmenes.

Al salir notó la mirada de Craig sobre su prestado cuerpo, sabía de sobra lo bueno que estaba Bastian, no era extraño que lo mirase así, lo raro era la situación, normalmente él estaría fulminando a Craig con la mirada, mientras Bastian lo ignoraba. Puede que fuera lo curioso que le resultaba que su supuesto rival no se diera cuenta de que él no era Bastian, una prueba irrefutable, en su humilde opinión, de que sólo quería al chico para pasar un buen rato; pero decidió ponerlo a prueba a ver hasta dónde era capaz de llegar.

En lugar de pasar de sus miradas o ponerle freno, lo observó en silencio, dejando que se acercara.

-Vaya, no me digas que por fin te has dado cuenta de que Devon pasa de ti-dijo Craig animado por la receptividad que percibía.

-¿Eso es lo que crees?

-Es obvio, no hay más que ver cómo te trata-respondió Craig.

-Ah sí ¿cómo me trata?

-Tú no quieres darte cuenta, o prestarle importancia porque es la primera vez que te enamoras de alguien, pero Devon sólo te ve como a un mocoso al que debe darle una lección, es incapaz de apreciar lo especial que eres-argumentó Graig.

-¿Tanto se pasa?

-Vamos, no hay más que ver cómo te da órdenes, siempre anda riñéndote y dejándote como un niñato alocado.

-Bueno soy despistado y...

-Esa no es razón, y no me refiero al hecho de que te llame la atención, sino a la manera de hacerlo, podría mostrarse más cordial, ser menos estricto... te mereces algo más de respeto, además eres muy dulce, debería ser más cuidadoso contigo, yo lo sería...

Parecía que Craig era sincero, dentro de su coquetería se mostraba  tan dulce como afirmaba ser, se acercaba despacio, pidiendo el consentimiento para hacerlo, se le veía más sereno de lo habitual, y antes de que se diera cuanta lo estaba besando. Su tacto era delicado, cálido y suave, y a la vez intenso, lo hacía derretirse por completo, ni siquiera pensó en oponer resistencia. Era extraño ponerse los cuernos a sí mismo, pero no podía apartarlo, le encantaba...

Cuando abrió los ojos esperando sentirse el mayor miserable del planeta al encontrarse con los ojos de Craig, vio a un sonriente Bastian que le deba los buenos días y suspiró tranquilo.

El Craig onírico tenía razón, Bastian se merecía algo más de dulzura, era un chico muy considerado detrás de esa fachada traviesa.

 

I'm a yaoi artist

Su editora acababa de llamarlo, el plazo de entrega se reducía, tenía menos de un día para terminar el art book, y con Petra no valían las excusas, si no se daba prisa la tendría pegada a sus talones hasta que acabase.

Para evitar ese atentado contra su libertad creativa decidió salir a escape, llevando consigo sus bocetos y sus lápices, Bastian no iba a permitir que restringieran su espacio creativo a las paredes de su casa.

Mientras pensaba donde ir a inspirarse, decidió pasar por la cafetería de Lucy a reponer fuerzas, nada como una tarta de chocolate para matar la ansiedad.

Al verlo entrar Lucy sonrió y le saludó animadamente.

-Pero bueno, mira a quién tenemos aquí, un tránsfuga del arte.

-Hola Lucy, necesito que te apiades de este pobre dibujante-dijo Bastian señalándose a sí mismo-y me des una dosis de la mejor tarta de chocolate de la ciudad.

-Eso está hecho, si a cambio me cuentas por qué huyes de tu adorable editora.

-Ya sabes que no soporto que me anden fiscalizando Lu, así no va a conseguir que acabe antes-protestó Bastian.

-¿Qué ha pasado esta vez?

-Que han adelantado el plazo de entrega y me faltan las ilustraciones finales, quieren que me limite a poner algo de relleno, pero yo quiero hacer bien mi trabajo.

-Eso es muy honrado por tu parte.

-Pues cuéntaselo a esos negreros...

-Estoy segura de que Petra quiere que hagas un buen trabajo.

-Claro, ella lo quiere todo y en poco tiempo.

-¿Y qué piensas hacer?-preguntó Lucy mientras le servía el té y la tarta.

-Dar un paseo y buscar algo que me inspire-respondió Bastian dándole el primer bocado a la tarta-¿te he dicho ya que haces las mejores tartas de la ciudad Lu?

-Sí, pero nunca me canso de oírlo-rió Lucy-. ¿Dónde  piensas ir a pasear?

-Me gusta ir al parque que hay antes de llegar a la bahía.

-¿Has visto las nuevas instalaciones de las piscinas naturales?

-No sabía que las habían terminado.

-Bueno, las inauguran la próxima semana, pero ya están habilitadas, puedes darte una vuelta-le sugirió Lucy con una mira cómplice.

-Genial, pues me termino la tarta y salgo para allá, gracias Lu.

-No te preocupes, allí no te van a buscar, tu secreto está a salvo conmigo.

Después de darle el beso de despedida a Lucy tomó el tranvía hasta llegar a la bahía, en quince minutos estaba en las piscinas, dando gracias a Lucy por haberle sugerido el lugar, estaba lleno de chicos en bañador nadando, jugando partidos de waterpolo o haciendo el ganso; sumado a que había una luz espectacular por el sol primaveral, era el escenario perfecto para terminar su art book yaoi.

Sacó su cuaderno de dibujo y sus lápices y comenzó a plasmar una escena que le resultaba sugerente, dos chicos acababan de salir de la piscina, a uno de ellos se le había caído la toalla dentro provocando las risas del resto, una vez pasado el cachondeo, el otro le había prestado su toalla, de una manera muy particular aproximándose para secarlo, con una expresión divertida y anhelante. Había un clima íntimo y afable entre ambos, y era eso lo que intentaba plasmar Bastian, la sensualidad de la confianza.

Estaba encantado, por fin hallaba la mezcla perfecta entre erotismo y ternura. Con los lápices iba definiendo trazos y sombras que marcaban los esculpidos cuerpos juveniles, tomó una foto con el móvil por si no le daba tiempo a colorear. Quería captar todos los detalles, las gotas que resbalaban por los marcados músculos, el dorado que envolvía la piel, la profundidad de las miradas cómplices...

Tan absorto estaba en la escena que no se percató de que alguien lo observaba, alguien al que no acababa de gustarle su trabajo, no porque no apreciara la calidad, de hecho le encantaban sus dibujos, lo que no le acababa de hacer gracia era que se dedicara a retratar hombres en actitudes comprometedoras, ligeros de ropa o simplemente muy atractivos. Sabía bien que la belleza era una musa compleja, además se si tratase de otro le encantaría su trabajo y mandaría a la porra al novio celoso que se quejara, pero el novio celoso era él, y tampoco era para tanto, sólo se molestaba un "poquito". Afortunadamente su chico prefería buscar la inspiración en escenas cotidianas en lugar de trabajar con modelos, decía que eso era como comprar comida enlatada, le quitaba la naturalidad y lo agradable de probar deliciosas diferencias a la hora de degustar un mismo plato.

Esperó un buen rato, recreándose en la expresión concentrada del dibujante, adoraba verlo serio, y también enfadado, no esperaba tener la oportunidad de ver esto último, pero una pelota iba derecha hacia él y a pesar de que consiguió interceptarla, Bastian se puso a bramar como un loco, no había nada que detestase  más, que le interrumpieran de forma brusca cuando trabajaba, decía que le cortaba el ritmo y la inspiración.

Después de insultar al grupo de chicos que jugaban con la pelota y hacerlos venir a por ella para que se disculpasen, Bastian se giró para saludar a su sigiloso novio.

-¿Hace cuánto estás ahí?

-Desde que terminé de jugar mi partido, y por cierto de nada, ya sabes que me encanta salvarte de pelotas asesinas.

-Muy gracioso, ¿por qué no viniste a saludarme?

-Estabas dibujando, no quería interrumpir.

-¿Pensabas quedarte ahí hasta que acabase?

-Algo así.

-Afortunadamente terminé con el boceto que estaba haciendo, pero me falta otra ilustración-bufó Bastian molesto.

-Bueno, cierran las piscinas en una hora, puedes hacer algo más...

-No, se me acaban de ir las musas a tomar por saco, estoy que me subo por las paredes.

-¿Nos vamos a tu apartamento?

-Mejor no, mi editora podría venir a incordiar.

-¿Vamos a mi casa?

-¿A la de la playa?

-Vale.

Media hora después Bastian estaba descargando su exceso de energía en el cuerpo de su novio, nada como una buena ración de endorfinas para recuperar la calma, el buen humor, y en su caso la inspiración.

Lo miraba dormir mientras pensaba en cómo terminar su trabajo, la idea le tentaba podía cambiar un poco el rostro para que no se diera cuenta, se limitaría a plasmar las sensación de placidez que emanaba...

Haciendo el menor ruido posible, y tomando una foto por si acaso despertara antes de lo previsto, Bastian se dedicó a dibujar a ese rubito con mal carácter que tanto adoraba, se sentía excitado al hacer algo así sin su consentimiento, robándole un momento tan personal, no podía desaprovechar la oportunidad de grabar ese momento de vulnerable intimidad, era uno de sus inconfesables sueños.

Cuando acabó de bosquejar la escena, se marchó, dejándole una nota en la que le explicaba que le había vuelto la inspiración y necesitaba materiales para trabajar en su idea.

Devon sonrió resignado ante el temperamento cambiante de su chico, le hubiera gustado tenerlo ahí cuando despertara.

Un mes después el libro de muestra estaba listo, Petra le citó en la cafetería de Lucy para mostrárselo. Quedó satisfecho con el diseño y aprovechó para agradecerle a Lucy su sugerencia, lo que no esperaba era que Devon se quedase mirando la ilustración que cerraba el libro con una mirada algo inquietante.

-¿Qué pasa Devon? ¿No te gusta?-preguntó Petra con tono socarrón.

-No es eso... me resulta familiar-respondió Devon fulminando a Bastian con la mirada.

-Parece que conseguiste plasmar bien tus emociones Bastian, a pesar de que le cambiaste algunos detalles todos nos hemos dado cuenta-rió Lucy.

-Nadie tiene pruebas de eso que insinúas, y ahora si nos disculpan tenemos cosas que aclarar-dijo el rubio mientras arrastraba a su novio al exterior.

-Tranquilízate Devon-pidió Bastian algo abochornado.

-Que me tranquilice, claro que sí... en cuanto me des una buena explicación de esto-dijo señalando la ilustración.

-I'm a yaoi artist darling-respondió Bastian encogiéndose de hombros.

 

***

 

Bastian despertó con una sonrisa en los labios, rememorando la cara que se le había quedado al Devon de sus sueños al escuchar su respuesta.

Se giró encontrándolo durmiendo a su lado, se movía de vez en cuando, como en el sueño lucía adorable, pensó que debería hacerlo realidad y retratarlo así, pero para eso iba a tener que esperar hasta que conociera bien los hábitos del rubio, no quería que se asustase o lo pillase in fraganti.

De pronto Devon comenzó a agitarse, pensó que podría estar teniendo una pesadilla y decidió despertarlo con un beso. Al comienzo se quedó quieto, pero pasados unos segundos comenzó a responder, intensificando el beso hasta la extenuación.

Cuando abrió los ojos suspiró aliviado, Bastian le preguntó qué había soñado, pero Devon simplemente se limitó a decirle que de ahora en adelante intentaría ser más indulgente. Bastian pensó que si lo pillaba dibujándolo, le recordaría esa frase.

 

Cómo hechizar a un caballero

 

No podía creer que se encontrara en las puertas del castillo de ese ser despreciable al que todo el pueblo temía, nunca se le habría ocurrido presentarse allí, pero era su deber. Era el elegido para liberarlos, tenía que conseguir liberar a la princesa y obligarle a abrir el camino hacia la frontera oeste.

Llevaba su armadura y tenía el caballo más veloz del reino, esperaba no tener que hacer uso de la espada y el escudo.

Después de echar un último vistazo al lóbrego paraje, inició la carrera que le adentraría en ese portal a lo oculto.

Tardó media hora en alcanzar la entrada interior, la suerte estaba echada, la princesa estaba en el torreón y el hechicero a pocos metros de donde ahora aguardaba.

Decidió ir a por el hechicero, después de todo liberar a la princesa sin acabar con él, era exponerla a nuevos peligros.

Para su sorpresa las puertas no estaban cerradas con cerrojo, pudo abrirlas sin problemas. Una vez dentro se dedicó a explorar el castillo, había poca luz, los pasillos eran largos y las escaleras giraban es espiral.

Al llegar a la segunda planta vio luz saliendo de una de las habitaciones, era una estancia amplia y llena de libros, sentado en la mesa estaba un apuesto joven de mirada felina y cabello oscuro, concentrado observaba con una lupa las ilustraciones de un libro.

Antes de que Evan pudiese abrir la boca el joven le habló sin despegar la vista del libro.

-¿Has venido a matarme?

-No, venía a ajustar cuentas con el peligroso hechicero que ha raptado a la princesa y mantiene cerrada la frontera oeste.

-En este castillo no vive otro hombre que no sea el que ves ante tus ojos, así que supongo que tu ignorante pueblo cree todas esas mentiras.

-Puede que os haya embrujado y no sepáis la verdad.

-O que te hayan engañado dejándose llevar por absurdas supersticiones-dijo levantando la vista hacia el caballero por primera vez.

En el momento en que sus miradas se cruzaron el caballero quedó prendado de sus brillantes y verdosos ojos, no podía creer que alguien de tal belleza fuera un malvado secuestrador.

Observó cómo se levantaba de la silla para acercarse, iba vestido con una túnica negra con capucha, su paso era decidido y sigiloso.

-Escúchame bien chico, te daré la oportunidad de marcharte, pareces una buena persona, y sé que luchas por lo que crees justo, por eso te contaré la verdad y dejaré que te vayas.

-Os escucho.

-La princesa huyó por la frontera, no está cerrada, simplemente hay que internarse en el bosque porque se han producido derrumbamientos que taponan la entrada más conocida.

-¿Por qué habría de huir a escondidas?

-Porque no desea desposarse con el hombre que su padre ha elegido.

-¿La habéis ayudado a huir?

-Le he dado algunas indicaciones y no he revelado lo que sé, aunque tampoco creo que me escucharan.

-¿Por qué creen que es un hechicero?

-Porque lo soy.

-Pero no es tan viejo y malvado como dicen.

-Tal vez sí sea tan viejo, lo de malvado es relativo.

-No aparenta tener más edad que yo, y desde luego no es ningún ogro.

-No me interesan nada las habladurías, me da igual lo que piensen.

-Aún así cuando vuelva al pueblo desmentiré esas blasfemias y limpiaré su honor, les haré saber lo que ha ocurrido con el camino que da a la frontera y que no tiene prisionero a nadie.

-Sobre eso... me temo que no podrás hacerlo-dijo el hechicero acercándose más.

-¿Por qué? ¿Debo mantener en secreto la huida de la princesa?

-No, no me refiero a esa parte.

-Entonces...

-Llevo décadas esperando a que aparecieras, esta vez has tardado mucho Evan, no es bonito hacerme esperar y presentarte en mi casa acusándome.

-Lo de las acusaciones ha sido un malentendido, lo siento, pero no comprendo a qué se refiere con lo de hacerle esperar.

-No te preocupes tenemos mucho tiempo para que lo entiendas, respecto a lo de volver puedes ir olvidándote no pienso dejarte marchar.

-¿Me va a tomar como prisionero?

-Oh descuida, puedo asegurarte que en cuanto aclaremos un par de cosas querrás quedarte por propia voluntad-sonrió siniestramente.

-Sigo sin entenderos...

-Guardad silencio y comprenderéis-afirmó el hechicero antes de besarlo hasta hacerlo desfallecer.

El caballero quedó estupefacto, por una parte no atinaba a hallar el motivo de tal acercamiento y por otra ansiaba que volviera a repetirlo.

-¿Ves amor? Ya he conseguido despertarte, ahora sé bueno y colabora-dijo el hechicero mientras se despojaba de su túnica y retomaba el contacto.

-¿Cuál es vuestro nombre?-atinó a preguntar Evan antes de caer rendido a sus encantos.

-Neil, espero que no se te vuelva a olvidar.

-Neil...-murmuró el caballero como si de un embrujo se tratase.

 

 

Blonde and hot

 

Lo sospechaba hace mucho tiempo, pero no estaba preparado para recibir ese golpe. Su mejor amigo acababa de confesarle que se había liado con el chico que le gustaba.

No podía quejarse o reprocharle nada, ya que él mismo se había encargado de echar pestes de Evan. Lo único que atinó a decir con algo de rabia era que Keith se merecía algo mejor, en esos momentos que dejara a Evan y él pudiera consolarlo, aparte de rastrero no le sonaba mal.

Tenía ganas de salir corriendo, no soportaba escuchar cómo Keith le hablaba maravillado de lo atento que podía llegar a ser Evan, a pesar de lo despistado que era. Pasó el rato intentando cambiar de tema, pero sin insistir cuando Keith volvía con lo mismo, no quería que se notase demasiado lo que le pasaba.

Lo peor llegó cuando Keith le pidió dos días después que fuera a recoger a la piscina donde entrenaba su parte del proyecto para la ONG donde ambos colaboraban. El entrenador había decidido adelantar el entrenamiento por las finales y no podría librarse, para que no se incomodara con alguno de los garrulos del equipo Keith le sugirió que se pasase un rato antes, asegurándole que estaría en la piscina. Lo que no le contó es que no iba a estar solo, sino divirtiéndose con Evan.

Era de esperar que hicieran ese tipo de cosas, pero él no quería presenciarlas. Estaban en la piscina intentando marcar gol en la portería contraria en un mano a mano lleno de aguadillas y trampas pueriles como agarrase el bañador, mientras se partían de la risa, hasta ahí todo normal, ya hacían esas bobadas antes de enrollarse, lo que no habían hecho hasta ahora era pasar más allá del borde del bañador, y eso era exactamente lo que Evan había hecho, provocando que Keith contraatacase acorralándolo en una de las esquinas de la piscina.

Neil intentaba girarse para salir de allí, pero no podía apartar la vista, Keith estaba susurrando algo que hizo que Evan riese para después silenciarlo con uno de esos besos que sonrojarían a cualquiera, pero Evan no pensaba darle tregua y se dedicó a seguir con su labor de adentrarse en el bañador ajeno, haciendo que Keith rompiera el beso para sonreírle desafiante y excitado.

Era escandaloso que no se contuvieran en un lugar público donde cualquiera podía verles, pero no parecía importarles, estaban demasiado ensimismados.

Visto desde fuera eran unos depravados, pero no podía negar que hacían buena pareja. La formalidad de Keith se complementaba con la espontaneidad de Evan, ambos eran altos, rubios, guapos y muy sexys. Aquello parecía el inicio de una peli porno que acabaría en las duchas del vestuario.

De pronto el primo de Evan apareció, iba directo a la piscina y Neil decidió cortarle el paso, para avisarlos no se le ocurrió otra cosa que gritar.

-¡Evan!

Y en ese momento despertó, con el mentado al lado mirándole con cara de poker.

 

***

Evan se sobresaltó cuando un dormido Neil gritó su nombre, y más se extrañó cuando al despertar lo miró sorprendido, como si después de todas esas noches durmiendo juntos no esperase encontrarlo allí.

-¿Estás bien?-cuestionó el rubio preocupado.

-Sí, estaba soñando.

-¿Conmigo?

-Obviamente...

-¿Qué soñabas?

-Tonterías, será mejor que volvamos a dormir.

-Vamos, dime que soñaste no te avergüences-sonrió Evan.

-Preferiría no hacerlo.

-¿Soñaste que nos lo montábamos en la vía pública?-preguntó en tono socarrón.

-No-respondió Neil cortante.

-¿Que te pedía en matrimonio?

-No-volvió a enfurruñarse.

-Que te ataba y te recitaba poesía...

-No. Soñé que te liabas con Keith-respondió cortando las atrevidas divagaciones que lo hacían sonrojar.

-Eres un jodido enfermo-respondió Evan mirándolo como si acabara de confesarle que fantaseaba sexualmente con su madre.

-Tú insististe en preguntar...-se defendió Neil viendo como su novio se levantaba ignorando su comentario.

***

Las adormideras fueron indulgentes con unos y traviesas con otros, pero todos fueron atrapados por los envolventes brazos de Morfeo, que jugaba con sus mentes a dibujar lo que sus bocas, por unos motivos u otros, ocultaban.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 


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