- Llévense todos esos cofres!!!!!
- A la orden capitán, cargamos también cajas de alimentos.
- No seas imbécil Shura, queremos el oro, todo el oro que se ha traído, para comer está el pescado y el vino que ya tenemos bastante. Si en la huída nos estorba el peso, tú será el primero en ser tirado al mar, junto con tus cajas de porquerías.
- Las tiraré antes capitán, no habrá nada más que cofres de oro.
- Eso espero Shura, ahora viene lo más divertido: salir ilesos del pueblo.
- Muchachos, listos!!!!!!! Al ataque!!!!! salvemos el pellejo y llevemos este botín al barco.
Entre tiros de fusil y espadas hundiéndose en las carnes, “El Ruso” lleva a sus hombres con una carga muy preciada a su barco pirata. Los hombres del pirata eran hábiles y sus bajas fueron de acaso tres contra una veintena de los de la guardia del poblado.
Es la época de la piratería caribeña, los piratas abundaban pues atracaban puertos ricos en mercancías, más que barcos, arrasaban con las poblaciones y de ellas las bodegas llenas de vinos, telas, y ORO.
Debido a que eran pérdidas para los países que dominaban el caribe, tanto España como Inglaterra habían dado la patente de corso a algunos marinos, aunque no había mucha diferencia con los que perseguían: los piratas.
Entre los piratas famosos estaban Hyoga “El Ruso” que comandaba precisamente un barco ruso y una tripulación muy valiente y desalmada, desde Liberia, desde el mar del norte, habían llegado en plan de aventura hacia el mar Atlántico … y nunca les faltó. Siempre perseguidos por corsarios o por los alcaldes de las ciudades que atracaban. La vida era muy divertida y El Ruso nunca dejaba rastro, su embarcación era rápida y podía reírse de sus perseguidores, aun de Francis Drake que siempre estaba detrás de sí buscándole. La corona inglesa había puesto un alto precio por la captura de Hyoga “El Ruso”, aunque nunca lo conseguirían.
El mayor deseo del Ruso era atracar un barco bien cargado de oro, y no porque lo necesitara, sino simplemente por hacer rabiar al dueño, ya fuera Inglaterra, ya fuera España, él solo quería apoderarse de todo y enterrarlo como hacía con lo demás en una isla en medio del océano; aunque a su tripulación le otorgaba generosamente una parte, la cual gastaban en vino y mujeres. Su gran consejero, su segundo a bordo era Isaac, un gran navegante finés que sin querer tener su propia nave entró con Hyoga y le ha sido además de fiel, su mayor consejero para las “travesuras” que hacían.
Otro gran pirata era Shun “El conejo”, a pesar de su apodo no era precisamente por ser un pirata tierno o algo por el estilo, era más bien la idea que cualquiera que lo viera se formaría al tener frente a sí una cara hermosa, pero en el interior había un desalmado hombre, se cubría con un parche negro un ojo, pues le daba un aire de poca inocencia y mayor autoridad. Este pirata había tenido padres nipones, viviendo en la pobreza trataron de sacar a sus hijos a otro país que les diese mayor fortuna, escucharon de España y de la conquista que habían hecho de nuevos mundos muy ricos en oro, especias y esclavos. Pero Shun fue atraído por las historias de algunos corsarios y piratas que navegaban y hacían cuanto querían, por supuesto nunca sufrían necesidades de ningún tipo, puesto que todo lo tenían. Esa idea lo sedujo.
Shun fue marinero de John Hawkins cuando éste se hizo pasar por corsario español traicionando a su patria, pero lo cierto es que nunca traicionó a Inglaterra y solo buscaba cómo derrotar los navíos españoles y apoderarse de sus riquezas cuando pasaban del Nuevo Mundo a la península Ibérica. Shun fue aprendiendo y ascendiendo hasta que finalmente se hizo de sus propios hombres que lo seguían sin preguntar, habían visto en el chico, pues no pasaba de 21 años, a un gran pirata, bastante fuerte en caracter, que no se dejó amedrentar por el capitán Hawkins, pues Shun le reclamó la doble traición. Al final de una seria discusión, Shun se fue del barco con algunos hombres que lo apreciaban y respetaban, aunque nunca faltaba alguno sin escrúpulos que podría traicionarlo. Entre su tripulación Albiore era su segundo, un hombre tan fuerte como sabio y muy desconfiado, sabía que entre la tripulación de “El conejo” uno que otro eran fugitivos que no se tentarían el corazón para matar a quien fuera, incluyendo al capitán.
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Como era ya costumbre, el Ruso, terminaba de atracar un pueblo costero de Galicia, había llegado una expedición del Nuevo Mundo y los barcos venían cargados de todo.
- Capitán!!! –gritó un marino- tenemos cargado el barco!!!!!!!!!!!
- Muy bien Seiya, a la mar, vámonos de aquí, antes que llegue la guardia y Drake.
- Leven anclas y suelten las velas!!!!!!!!!!!!!!!!! – grito inmediatamente Isaac que esperaba a los marineros piratas y en especial esperaba a su capitán que siempre era el último en subir.
- Isaac, vámonos, no esperes más, y vámonos de prisa que me siguen. – Las balas de fusiles pasaban rozando la rubia melena del Ruso quien subió a la última embarcación que lo llevaría a su barco a unos metros de ahí.
- A la orden capitán!!! Orda de flojos, apresúrense, que nos seguirán en unos momentos!!!! – gritó Isaac a los marineros que desataban las velas de los mástiles secundarios.
La bandera negra y típica de los barcos piratas ondeaba en la oscuridad de un cielo nublado. El barco avanzaba a base de remos y por la fuerza de Eolos.
- ¡Hacia dónde capitán? –Hyoga había subido.
- A la isla Isaac, aumentemos nuestro tesoro.
El finés puso movimiento en el timón con rumbo a las Bermudas.
Lejos de ahí, con la misma dirección, pero en sentido opuesto el Conejo llevaba su barco y tripulación hacía España, en Andalucía había una población donde lo esperaban algunos de sus camaradas, había dado órdenes de que le consiguieran más marinos experimentados y dispuestos a ser piratas, en la última batalla perdió gente y no podía darse ese lujo, en su barco llevaba esclavos, pero él necesitaba piratas bien preparados para sus atracos.
- Albiore, el plan que trazaste me parece perfecto, pasamos a las islas a cargar víveres y de ahí hasta el final del camino, no quiero tener retrasos y no quiero que nadie nos vea en el camino, cuida de ello.
- No tienes que decirlo Shun, he previsto todo, nada hay que nos preocupe de aquí hasta España. Solo debemos cuidarnos de más barcos piratas, la carga que traemos es muy valiosa para cualquiera, los esclavos son bien pagados.
- Por eso mismo es que te encargo a ti el rumbo.
A medida que se acercaban a las Bermudas, el tiempo se hacía más extraño, no estaban en la época de tormentas y sin embargo, la que se veía en el horizonte era realmente amenazadora.
El barco del Conejo entró a la zona que le llamaban el triángulo del diablo, era una ruta poco transitada, pues había ciertas historias que a nadie constaban como ciertas, eso Albiore lo sabía y por eso la eligió, muy pocos marinos se aventuraban por esas aguas, pero él sabía que no había problema alguno, así que entraron en la tormenta.
- Amarren bien las velas, no quiero que ninguna se pierda!!!!!!!!!!!!
- Pongan a los esclavos a remar, que paguen su viaje con trabajo ya que no sirven para otra cosa!!!!