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Sustine, abstine... (Sufre, abstente...) por broken black dreams

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Notas del fanfic:

SUSTINE, ABSTINE... (SUFRE, ABSTENTE...)

~ Capitulo Unico ~

Autora: -dark_lintu- (broken black dreams)

Categoria: Originales

Disclaimer: Esta historia es de mi pertenencia, asi como los personajes. Caulquier similutud con personas y/o hechos reales es mera coincidencia. Esta historia es sin fines de lucro.

Advertencias: Yaoi  - Incesto (relacion entre parientes sanguineos) - Lemon

Summary:
Sustine, abstine.
Es eso lo que nos toca,
lo que debemos por ser lo que somos.
Es eso lo que llevamos,
lo que cargamos por amarnos como nos amamos.
Sustine, abstine.
Sufre, abstente.
Eso nos es meramente inherente,
lo que no se puede separar.
Suframos por amarnos como nos amamos,
abstengamonos por ser lo que somos.
Y hagamos lo que el resto espera de nosotros,
amor, hagamos lo que el mundo de la Luz ordena.
Sustine, abstine.
Es eso lo que nos toca,
lo que llevamos en el alma clavado.
Lo que debemos hacer:
dejar de soñar, dejar de amarnos,
dejar de sentir lo que sentimos
y ser lo que los demas desean.
Sustine... -ya lo hacemos-
Abstine... -¡que màs da si nos abstenemos o no!,
¡que màs da si de todas formas ya estamos tachados!-
Y hagamos lo que el mundo de la Luz ordena,
porque en nuestras entrañas la Oscuridad ha tomado forma,
-la Oscuridad no es otra cosa que este amor-.
Suframos, amor, por ser lo que somos.
Abtengamosnos, amor, por amarnos como nos amamos.
Dejemos al reino de la Luz gobernar...
Sustine... -Sufre...-
Abstine... -Abstente...-

“Lo que siento está mal. Lo sé, estoy conciente de ello. Aun así no puedo dejar de sentirlo. Lo amo, lo deseo, lo sueño, lo necesito... necesito sentirlo. Paso noches idealizándolo, anhelándolo, imaginándolo; imaginándonos mientras rozando nuestras pieles acaba con la soledad momentánea por la que atravieso.

Pero lo nuestro es imposible, lo nuestro está prohibido.


Él trabaja en la biblioteca de la escuela mientras lucha por publicar sus cuentos, por conseguir alguna editorial que se interese. Tiene los veintiún años recientemente cumplidos, cuando yo apenas tengo quince.

Es simplemente un ensueño: 1.77 de altura, pelo corto castaño claro, ojos verdes, piel de terciopelo rosado, músculos bien marcados pero de ningún modo exagerados; y, por sobre todo, sus deliciosos labios me encantan, ni muy finos ni muy carnosos.

Al principio me horroricé ante el descubrimiento de que me gustaba. Cuando acepté que me gustaban los hombres, acepté mi orientación sexual, pensé que quizás era atracción física la que me ligaba a él, atracción que muchos y muchas sentían (y sienten) hacia su persona. Pero después de un tiempo me di cuenta que no era sólo eso, deseo su cuerpo, pero también su corazón: estoy enamorado.

Lo miraba y me sonrojaba, aun lo hago ocasionalmente. Lo evité un tiempo hasta que aprendí a controlar mis impulsos y los latidos de mi corazón. Era desastroso, una catarsis de emociones ante su presencia.

Además, ¿Cómo se va a enamorar de mí? Mido 1.71 nada más, el pelo castaño oscuro también corto y mis ojos oscuros no llaman la atención como los suyos, que son claros. Soy un poco más morocho de tez. Realmente no resalto en nada: no soy bueno en los deportes, tampoco en el estudio ni en ningún tipo de expresión artística. No puedo ser alguien más común y normal porque no me dan las horas del día.

Eso me frustra, lo veo todos los días, lo tengo tan cerca y no soy capaz de comunicarle cuánto lo amo, cuánto me gusta.

Y es que, como dije, lo nuestro, asumiendo que él pudiese llegar a sentir algo por mí y corresponderme, es inadmisible.

Ambos somos hombres y él, mayor de edad. Si llegara a involucrarse conmigo lo tacharían de gay y pervertido, hasta podría ir preso.


¡Ah!, y está el pequeñísimo detalle de que somos hermanos.


Lo que siento no tiene nombre... O mejor dicho, se llama incesto.”


... ... ... ... ... ... ... ... ... ...


-¡Mmm... ahh...! –

Y veo cómo aparta su cabeza de mi entrepierna, lo hace tan lento que también puedo ver cómo mi miembro va saliendo poco a poco de esa deliciosa boca. ¡No creo poder aguantar mucho más!

Esto es como un sueño, ojala nunca despierte...

-Te ves muy lindo todo sonrojado...- me dice y se relame los labios.

Va subiendo nuevamente, dejando un camino de besos en mi abdomen, mi pecho, no sé dónde exactamente pero hace que se sienta de maravilla.

Cuando llega a mi rostro me sonríe de forma sensual.

Me besa con frenesí y deseo, y yo contesto más que desesperado por complacerlo. Nuestras lenguas se juntan, un beso apasionado y profundo. Recorre incansable y se lo permito.

Nos separamos por falta de aire, ya nos lo arrebatamos todo varias veces. Ahora ataca mi cuello y yo aprovecho para masturbarlo tímidamente y oír sus gemidos. ¡Adoro su voz! No me cansaría nunca de escucharla.

-¿Puedo?- pregunta en un susurro tierno.

-Sí.- contestó sin dudar.

Se sienta entre mis piernas, que dicho sea de paso las enredo en su cadera. Siento su erección rozándome, y la mía rozándolo a él.

Sujeta firmemente mi cintura con sus manos y de una sola embestida siento su miembro por completo adentro mío. Es una sensación que no sé describir, es algo así como el dolor mezclado con el placer. Me muevo un poco para decirle que continúe, y sin pensárselo dos veces comienza el vaivén; primero un tanto despacio, luego más veloz, casi salvaje pero definitivamente delicioso. Su mano viaja hasta mi miembro para atenderlo al ritmo de las embestidas.

Nuestros gemidos y jadeos llenan la vacía y silenciosa habitación.

Seguimos en este lujurioso movimiento hasta que ya no podemos más. Él está tan dentro mío que siento que me quema las entrañas, sinceramente necesito venirme, es lo que mi cuerpo me pide.

Lo hago, terminando en su mano. Tampoco puedo evitar gritar por lo bien que se siente. Y tras un momento, me sigue inundando mi interior con su esencia.

Caemos rendidos, exhaustos. En un último esfuerzo sale de mí y se recuesta a mi lado, poniendo mi cabeza sobre su sudado pecho.

Lo veo de forma ensoñadora. Otra sonrisa es dedicada a mí, y sólo a mí. Y cuando creo que no puede haber nada mejor noto que quiere decir algo. Presto más atención a sus tentadores labios y los veo moverse.

“Te amo”... eso han formado sin sonido, pero...


-  ¡¡¡ ... RIIING RIIING ... !!!  -


Sí, han adivinado. Eso era un sueño, un sueño húmedo pero un sueño al fin. Y si siguieron la misma línea de razonamientos eso era el maldito aparato de Satanás que usualmente llamamos despertador. Aunque seamos sinceros, no quería despertar.

Tuve esos sueños durante mucho tiempo, incluso antes de pensar que amaba a mi hermano de una forma mucho más perversa de la que debería. En ese entonces Dimitri me era meramente inalcanzable.

Me levanté pesadamente y me duché. Cambié las sábanas con una lentitud digna de un perezoso. No tenía ganas de salir de mi habitación ni de la casa. No quería verlo porque cada vez era menos conciente de que aquello estaba mal y cada vez me dejaba llevar con mayor facilidad hacia el lado de las tentaciones. No era fácil vivir con la persona con la que te morís de ganas por “hacer cositas”.

Cuando finalmente bajé a desayunar mi hermano ya no estaba, se había ido a ordenar la biblioteca para la hora de entrada de los alumnos, entre ellos, yo mismo. Nuestro padre ya se había ido hacía buen tiempo por lo que desayuné solo.

Llegué a la escuela temprano y pasé hora tras hora de aburridas y torturantes explicaciones y actividades con y sin nota.

Hasta ahí aquel día había sido normal, pero para la hora de la salida y de allí en más las cosas se desvirtuaron completamente. Déjenme contarles mi historia:

Fui hasta la biblioteca para pedirle que volvieramos juntos a casa, pero no lo encontré. Empecé a buscarlo entre los pasillos que formaban los muebles repletos de libros.

-¡Demian!- escuché a mis espaldas esta voz algo conocida y muy femenina.

Al darme vuelta vi a una de mis compañeras, Laura se llama. Le sonreí aunque fue por compromiso.

-¿Qué pasa?- hablé acercándome.

Ella se sonrojó levemente y agachó la mirada, en ese momento no intuí de qué iba todo aquello.

-¿Qué pasa?- repetí ya a su lado.

-Lo que pasa... es que yo... yo...- tartamudeaba.

Estaba desesperándome un poco. Si tiene algo que decirme que lo diga, pensaba; pero no podía ser tan brusco sólo porque había interrumpido mi búsqueda.

-¿Sí?-

-¡Vos me gustas!- dijo toda presurosa y me besó.

Apenas si reaccioné justo cuando sus labios se cernían sobre los míos. No supe cómo negarme y no la aparté, acarició mis labios pidiendo paso pero se separó sola, no sé si por vergüenza o por alguna otra cosa.

Un escalofrío me recorrió y me puse nervioso, sentía que alguien me observaba.

-Me gustas... ¿no queres ser mi novio?- preguntó dulce como niña inocente.

-Perdóname... a mí ya me gusta otra persona.- le respondí lo mas cortes que pude.

-¿De verdad? ¿Quién?-

-Eso... es asunto mío.- y me largué a paso rápido rezando internamente porque no me siguiera. No era nadie para preguntarme eso, y lo peor es que mientras caminaba repasaba la pregunta de Laura y el rostro de mi hermano llenaba mi cabeza.

Iba para la casa, pero a medio camino perdí el interés de llegar tan deprisa y comencé a caminar más lento, deteniéndome a observar cualquier idiotez que fuera capaz de distraerme del episodio y de mis pensamientos.

En definitiva terminé llegando media hora más tarde. En el living room Dimitri me esperaba sentado en el sillón. Lo vi, me miró; sentí una pequeña corriente recorrerme y por primera vez observé lo que me parecieron celos en sus ojos.

-Te vi en la biblioteca.- mencionó serio.

¿Podrían ser realmente celos?

-Estabas con Medina,- continuó -ella... te besó, ¿no?-

-¿Eh? ¿Por qué preguntas eso?- mi cara se puso roja, un poco por la pregunta, un poco por la persona que la ejecutaba.

-¿Te gusta?-

Se levantó del sillón pero no avanzó más que un paso para no quedar pegado al mueble. Lo vi, a él entero, ese cuerpo que me gustaba tanto, enfundado en un jean azul oscuro bien ajustado y una camisa gris bastante informal. Lo vi, y me estremecí al punto de retroceder trémulo por su acercamiento ínfimo. Se sorprendió un poco por eso, pero su rostro hizo un gesto condescendiente.

-¿No vas a contestarme?-

-No...- súbitamente baje la vista incapaz de sostenerle la mirada –No me gusta...- contesté de forma casi imperceptible.

-¿Por qué?- dijo en tono que tranquilamente podía pasar como sarcasmo aun estando libre de él -¿Por qué no? Medina es una linda chica, decente y bastante centrada... es buena gente y muy sincera...- iba enumerando sus virtudes de manera que parecía más que intentaba convencerse a sí mismo del buen partido que era y de lo acertado que yo estaría si ella me gustara.

-Laura puede ser todo eso- y más, pensé –pero... pero a mí no me gusta ella.- no me estaba gustando la dirección que llevaba la conversación, en cuanto siguiéramos así iba a terminar diciéndole la verdad.

-¿Por qué?- repitió tal cual un cántico molesto.

-Porque yo amo a otra persona.- dije sin pensar.

-¿A quién?- hizo una pausa tranquilizadora, por un momento creí que hasta ahí iba a llegar todo –Me gustaría saber quién es, Demi...- fue un tono tan sumiso, tan necesitado que realmente me tentó.

-No... yo... no puedo...- se iba acercando a paso lento, buscando al otro cuerpo que tenía enfrente.

Aquella imagen fue tan surrealista, utópica en su totalidad. Él, acercándose en mi búsqueda; solo nosotros en esa habitación que me pareció enorme en un principio y ahora se contraía a cada uno de sus pasos.

-Solamente prométemelo...- llegó a mi lado y pidiendo permiso con cada uno de los destellos verdes que emanaban de sus ojos me abrazó –Prométeme que vas a ser feliz con quien ames... prométeme que vas a buscar la felicidad... porque tu felicidad es mi felicidad Demi...-

No reaccionaba, me era imposible hacerlo; ni siquiera pude contestar el gesto. Inhalé fuerte su aroma y me sentí levemente mareado, conmocionado por esa cercanía, por nuestros cuerpos fusionándose en algo tan simple y puro como lo era aquel abrazo. ¡Que bizarro como algo tan desligado a lo sexual como puede ser un abrazo entre hermanos para mí, en esos momentos, iba cargado de sensualidad y necesidad mutua!

¿Era, acaso, posible que sintiera lo mismo que yo?

-Prométeme que no vas a sufrir... porque yo te amo demasiado para verte sufrir...- me susurró en el oído.

Sentía cada movimiento de sus labios en mi oreja y no pude evitar que un pequeño temblor me sacudiera. ¡Eso era endemoniadamente irreal!

¿Me estaba diciendo que me amaba? Yo también, ¿pero en qué sentido lo decía mi hermano? No podía pensar, no podía articular palabra ni pensamiento.

-Esto es insano...- murmuró aun más bajo y aunque su cuerpo le estaba pidiendo lo contrario (al igual que mi cuerpo) se separó.

Me dio la espalda y subió la escalera sin mirar atrás, dejándome en un estado de estupefacción increíble.

-Yo también te amo... y no como debería...- musité al silencio cuando escuché un portazo en la planta alta.

Mis pies se movieron solos, imitando el movimiento de él. Lo seguí sin proponérmelo, mi cuerpo lo siguió por inercia absurda.

Subí las escaleras. Y en el borde de éstas fue donde me quedé. ¿Seguir o no seguir? Esa es la cuestión.

A una puerta a mi derecha estaba el baño. La miré con desconfianza agudizando el oído tras escuchar algo que parecía la ducha abierta. Me acerqué y descansé mi mano en el picaporte.

No puedo abrirla, si se está bañando sería muy desagradable de mi parte abrirla; trataba de convencerme mentalmente. Pero, ¡vamos!, mi cuerpo reacciona y se mueve, a veces, sin mi consentimiento.

Cuando me di cuenta estaba adentro del baño observándolo. Y cuando me di cuenta de la imagen exquisita que tenía delante casi muero: estaba dentro de la ducha, aun vestido excepto por las zapatillas y las medias, el agua había hecho que la ropa se le pegara al cuerpo de forma tan excitante que no pude evitar sonrojarme violentamente. Y para cerrar tenía el pantalón desabrochado y algo bajo; se estaba... ¡Dios! ¡Estaba masturbándose!

Me miró rogándome algo que no supe qué era. Estaba sonrojado y supongo que un poco era por la vergüenza. Yo, sencillamente, quedé estático por un momento. Un gemidito ahogado me sacó del trance y entonces, para sorpresa de ambos, me quité las zapatillas lo más rápido que pude y me metí en la ducha junto con él.

-Demi...- habló en un suspiro sorprendido y encendido de lujuria.

Ni le contesté, simplemente me arrodillé frente a él.

-No...- negó inútilmente.

No podía pedirme que parara ahora que yo también estaba encendido. Es decir, estaba mal, completamente mal eso que planeaba o planeábamos, pero era sumamente sensual la idea de hacerlo en esos momentos.

Sin muchos miramientos quité sus manos de su miembro y lo lamí, de abajo arriba. Pensé que pronto despertaría de aquel sueño, y mientras tanto iba a disfrutarlo.

-No... mmm... lo digo en serio...- volvió a usar ese tinte de sumisión que solamente me hizo tener más ganas de continuar.

Volví a lamerlo unas cuantas veces más y después de succionar un poco la punta resolví metérmelo todo en la boca. Succioné de nuevo y enredé mi lengua como pude en aquel miembro, sólo entonces noté lo grande que era... y lo bien que se sentía todo eso.

-¡Ah!- gimió, y llevó su mano derecha hasta mi nuca.

Comenzó a marcar el movimiento que deseaba, más rápido cada vez. Yo simplemente me dejaba llevar, complaciéndolo, con sólo escuchar los jadeos y notar esa respiración agitada que lograba haciéndolo como él quería me bastaba.

De repente me separó un tanto brusco y con una fuerza insospechable me hizo pararme de nuevo. Se relamió los labios mirándome, notando que yo no estaba en mejores condiciones que él.

Apartó su mano de mi nuca y la fue bajando por mi espalda. Cuando llegó a mi cintura con un movimiento rápido me empotró contra la pared de la bañera. Estuvo a punto de besarme pero se detuvo a escasos milímetros.

-Esto está mal...- susurró agitado.

-Ya sé...- y tomando la iniciativa hice lo que durante tanto tiempo había soñado: lo besé.

Lo besé largamente, con parsimonia al principio para luego tornarse una danza desesperada cuando nuestras lenguas finalmente se encontraron.

Dimitri guardaba tanto o más que yo, y recién con ese beso fuimos capaces de comprender por completo lo que sentía el otro.

Fue un beso delicioso, salvaje, necesitado. Éramos dos enamorados que habían huido de su amor hasta ese beso, hasta que por fin dejaban salir aquella necesidad por el otro, por el cuerpo del otro, por la boca compañera. Y no nos separamos hasta que ya el aire faltaba hasta el punto de asfixiarnos.

Cuando nos apartamos y abrí mis ojos vi un brillo tan especial en sus orbes verdes que sentí que mis ojos también centelleaban con la misma intensidad. Él se acercó y lamió mi comisura por donde escurría un poco de saliva.

-Demi... Esto está mal...- yo me aferré más fuerte a su camisa mojada.

-No quiero pensar en eso... Las consecuencias vienen después, pero esto es ahora...- mencioné sacando de juego a mi razonamiento.

Dejarme llevar por lo que sentía, por lo que venía sintiendo hacía tanto no iba a matarme. Y si lo hacía, al menos moriría feliz por haberlo cumplido.

-¿Queres seguir?- me preguntó apoyando todo su cuerpo contra el mío, empujándome más contra la pared si era posible.

Sentí su miembro todavía duro rozar con el mío a través de la ropa del pantalón. No pude evitar jadear quedo al sentirlo.

-Sí... si vos queres...-

-No tengo ningún condón...-

Me reí ante aquello, estaba por tener sexo con su hermano menor y le preocupaba no practicar sexo seguro.

-No tengo ninguna enfermedad, ¿vos?-

-Nada más decía...- reí otro poco y me separé lo suficiente para mirarlo a la cara.

-¿Vamos a... hacerlo acá?- inquirí nervioso.

-Mejor en mi habitación.- contestó enseguida, como si lo tuviera planeado.

Se movió y cerró la ducha que había estado haciendo correr el agua que a esas alturas estaba helada. Me miró por un momento y comenzó a sacarse la ropa, primero la camisa, desabrochando botón por botón. Frenó en seco y volvió a mirarme, esta vez con algo más de libido.

-Si no te sacas la ropa empapada vas a mojar todo el pasillo y el viejo nos va a cagar a pedo, ¿sí?-

Asentí con la cabeza, algo avergonzado por haberme quedado viéndolo. Y no supe bien qué me llevó a eso pero me di la vuelta y comencé a desvestirme de espaldas a él.

Solamente me había dejado la ropa interior aunque le molestaba a mi erección, pero Dimitri ni eso. Tomó la toalla y se la ató alrededor de la cintura para taparse.

Caminamos en silencio hasta su habitación. Él entró primero y me invitó a pasar. ¡Todo aquello era tan raro! Más cuerdo que un sueño, pero demasiado raro para ser real.

Se sentó en la cama y me hizo señas para que me sentara a su lado, y así lo hice. No sabía qué hacer, qué decir, cómo empezar... estaba confuso y nervioso.

-¿De verdad queres esto?-

-Sí... Dimitri esperé demasiado para esto... yo también te amo demasiado y perder esta oportunidad es una...-

-No digas locura, por favor...-

Estaba anonadado por el hecho de que supo cómo iba a terminar mi frase, pero no entendí por qué creer que desaprovechar esa oportunidad era una locura estaba mal.

-¿Es un desperdicio?- arriesgué juguetón.

Me sonrió dulce para luego besarme de forma tierna.

Un “¡Ya llegué!” gritado desde planta baja nos separó rápidamente. Lo miré suplicándole que hiciera algo para que nuestro queridísimo (¡sí, como no!) padre no nos interrumpiera. No quería que nos quitara semejante oportunidad.

Aun al día de hoy no sé por qué carajo llegó temprano en esa ocasión.

-Anda a tu pieza que yo me encargo de la ropa en el baño.- ordenó inmutable levantándose de mi lado.

-¡Pero...!- protesté en vano.

Era conciente de que si nos encontraba así iba a ser un gran problema, pero aun así mi mente y, más que nada mi cuerpo, no concebían que él se alejara y que tuviéramos que cortar el momento tan de repente.

-Por favor, Demi, no la hagas más difícil...- me susurró quedo, como pidiendo clemencia.

Me levanté y lo agarré de la mano. Dimitri me cegó por unos momentos con aquel cuerpo divino y, por suerte para ambos, volví de improvisto a la realidad. No tenía que perder tiempo, ya mencioné que era una situación demasiado comprometedora si nos llegaban a encontrar.

-¿Qué pasa?-

Llevé su mano a mi entrepierna para que notara lo... excitado que estaba, por no usar otra palabra.

-Para que sepas: sos el único que puede hacerme esto, el único que hace que mi cuerpo reaccione así... sábelo, y no lo olvides.- le dije con un tono casi lujurioso pero a pesar de eso, creo que él lo escuchó con bastante inocencia.

No sé qué se le cruzó por la cabeza pero nunca voy a olvidar esa mirada centelleante que invadió sus ojos.

-Eso nunca.- volvió a susurrar pero esta vez con mayor sensualidad –Y para probártelo te voy a dejar mi sello personal...-

Me derretía con ese tono, con la calma rara que había, con el toque de sensualidad y prohibición que había en esos momentos. Estábamos ahí, esperando que nuestro padre no entrara mientras nos despedíamos hasta la próxima posible chance de llegar a ese clima.

Lo miré detenidamente mientras me hablaba, me desentendía de todo lo que no fuera él y su voz. Observaba cada músculo moviéndose, esos labios carnosos moverse parsimoniosamente acorde con lo que oía.

Y al momento en que terminó de pronunciar aquello enterró su rostro en mi cuello.

Sí, su sello personal no fue otra cosa que el bien usado recurso del chupón. En otra persona, eso hubiera sido una idiotez, pero viniendo de Dimitri, de MI Dimitri, eso era algo tremendamente erótico y romántico.

-Antes de que se te borre te prometo que vamos a terminar lo que hoy empezamos, ¿sí?-

No pude contestarle, ya se había ido de la habitación cuando volví a tener conciencia y dominio sobre mi cuerpo.

Derrotado por el espacio ausente y la probabilidad de que algo malo pasara si me quedaba me encerré en mi habitación. Mi padre se enojó porque ni siquiera bajé a cenar, Dimitri no se dignó siquiera a desearme las buenas noches.

Eso me fastidió pero lo entendía, no era prudente arriesgarnos a levantar sospechas en el viejo, nosotros nunca nos deseábamos las buenas noches, sería algo llamativo que de pronto empezáramos a hacerlo.

Pensando en todo lo que había sucedido el sueño me venció.


... ... ... ... ... ... ... ... ... ...


Caminaba lentamente, algo cansado a pesar de haber dormido toda la noche. Iba despacio, camino al condenado colegio, disfrutando del sol de la mañana.

Me sentía defraudado, esperaba verlo a Dimitri en el desayuno, hasta me había levantado antes y todo, pero él ya se había ido y el único en casa era mi padre así que agarré una tostada y la mochila y me fui.

Cuando llegué entré rápidamente y fui directamente al aula. Había unos cuantos compañeros míos y nadie más.

-¡Demian!- me gritó Laura desde el otro extremo del lugar.

-Hola...- le dije desganado.

Ella me miró un largo rato lo cual fue incomodo y, por sobre todo, molesto.

-¡No me lo creo!- chilló de nueva cuenta.

Le dediqué una mirada de fastidio que no notó. Luego se alejó y se puso a cuchichear con sus amigas en un rincón; las oía reír y de vez en cuando las escuchaba decir algo que parecía mi nombre y otra palabra, algo como cupón, chuzón o... ¡chupón!

Por instinto llevé mi mano a mi cuello donde estaba el “sello personal” que mi hermano me había dejado y ellas rieron con más fuerza. El color se me subió a la cara, me sonrojé y creyeron que por vergüenza.

-¡Se puso todo colorado!- aseveró una toda graciosa.

La verdad es que se me había venido el recuerdo de lo que podría haber pasado, recordé cómo había encontrado a Dimitri en el baño y no pude evitar sonrojarme.

-¡Ya, déjenlo, pobre chico!- me “ayudó” un compañero –La próxima vez asegúrate de dejarle vos un chupón a ella...- agregó esto ultimo en un murmullo.

¿A ella?, pensé. Me sonreí con burla y les ofrecí una sonrisa más creíble a las chicas. Era más útil que creyeran que había una ella a que decir que la marca esa me la había hecho mi hermano mayor.

Estuve a punto de preguntar por él, pero me contuve.

En eso entró el resto del grado junto con la profesora de lengua. Una vez que todos se acomodaron, comenzamos el día de clases.

La profesora repartió unas fotocopias, una poesía con la que trabajaríamos ese día.

-¿Podrías leer Laura?- pidió con su voz dulce.

La nombrada obedeció de inmediato y empezó con la lectura. Leía muy bien, y aquella poesía en particular me llegó.

-“Sustine, obstine.
Es eso lo que nos toca,
lo que debemos por ser lo que somos.
Es eso lo que llevamos,
lo que cargamos por amarnos como nos amamos.
Sustine, obstine.
Sufre, abstente.
Eso nos es meramente inherente,
lo que no se puede separar.
Suframos por amarnos como nos amamos,
abstengámonos por ser lo que somos.
Y hagamos lo que el resto espera de nosotros,
amor, hagamos lo que el mundo de la Luz ordena.
Sustine, obstine.
Es eso lo que nos toca,
lo que llevamos en el alma clavado.
Lo que debemos hacer:
dejar de soñar, dejar de amarnos,
dejar de sentir lo que sentimos
y ser lo que los demás desean.
Sustine... –ya lo hacemos-
Obstine... -¡qué más da si nos abstenemos o no!,
¡qué más da si de todas formas ya estamos tachados!-
Y hagamos lo que el mundo de la Luz ordena,
porque en nuestras entrañas la Oscuridad ha tomado forma,
-la Oscuridad no es otra cosa que este amor-.
Suframos, amor, por ser lo que somos.
Abstengámonos, amor, por amarnos como nos amamos.
Dejemos al reino de la Luz gobernar...
Sustine... –Sufre...-
Obstine... –Abstente...-”-

Me hundí en mi silla, ¿sufrir por amarnos como nos amamos? Aquella frase tranquilamente me la podría haber dicho él ayer.

-¿Qué pasa Demian? ¿Algún amor imposible tenes vos también?- preguntó la profesora.

Yo seguía estático, hipnotizado por la similitud que intuía.

-Más bien, muy posible diría yo...- rió Laura con su grupo de amigas haciendo alusión al chupón.

-¿Por qué era imposible, profe?- curioseé sin darle importancia al chiste.

-El autor, Markus Arquinni, era un incomprendido emocionalmente. Perdió a sus padres de chico y se alojó en la casa de su tío; allí él abusaba físicamente de Arquinni diciéndole que “jugaban”...-

-¡Que hijo de puta!- insultó una voz masculina, interrumpiendo el relato.

-¿Qué edad tenía él?- dijo esta vez una chica.

-Unos diez años, y siguieron hasta su adolescencia cuando al tipo lo arrestaron por no sé qué cargo y Arquinni se quedó con un millonario amigo que fue el que logró que publicaran todo lo que publicaron de él.- explicó tranquila.

-¡Pobre! ¡Que traumático!- agregó de nuevo una voz femenina.

-De todas formas nunca dijo que el tío lo violaba, al contrario, decía que lo amaba, que estaban enamorados.-

-Incesto...- hablé en un susurro sin notarlo.

-Exactamente, de eso habla la poesía.-

Todos quedaron mudos. Me miraron como bicho raro y mentalmente me dije: Tierra, ¡trágame!

-¿No que el incesto es entre hermanos? ¿No eran tío y sobrino?- preguntaron por ahí.

-El incesto es cualquier relación carnal entre parientes sanguíneos. El más común es entre hermanos, pero también entran los complejos de Edipo y Electra, y esta relación.-

Era eso, que el incesto estaba mal, que era Oscuridad. Debíamos sufrir por ser lo que éramos, por ser hermanos. Era cierto y simple: entre hermanos, el amor que no fuese fraternal era pecado, nuestro delito era eso, amarnos demasiado y de otra forma.

Súbitamente me empezó a doler la cabeza, me sentía mareado. ¿Era por esa estupida poesía?

-Profe...- llamé débilmente -¿Y al final, el tipo este se quedó con el tío?-

-Su amigo, el millonario que lo ayudó a publicar, le prohibió terminantemente que se viera con el tío pero igualmente, después de que salió de la cárcel, Arquinni se escapó y fue a verlo...-

-¿Entonces terminaron juntos?-

-No. Después de ese encuentro volvió con su amigo a despedirse del hermanito y de la pareja del millonario y se suicidó.-

Tragué en seco. El dolor se intensificó y el estomago empezó a revolvérseme. Tenía nauseas.

-¿Estás bien Demian?- me preguntó Laura –Pareces medio enfermo, estás como muy pálido.-

-La verdad no me siento bien.-

-¿Por qué no vas a tomar un poco de agua?- ofreció la profesora un poco preocupada.

Acepté y me levanté. ¿Acaso recién ahora comprendía lo mal que estaba el amor que sentíamos? A lo mejor ahora era más conciente de que se cumpliría todo, de que era correspondido. Ahora que los dos estábamos metidos era que yo caía y me daba cuenta que estaba demasiado mal. ¿Quién iba a aceptarnos? ¿Quién iba a aceptar el incesto de la manera en la que nosotros lo entendíamos?

-¿Demi?-

Cuando oí la voz ya estaba caminando por el pasillo camino al baño. Me di vuelta y lo vi a Dimitri, tan tranquilo, tan lindo y deseable como lo recordaba.

-¿Te sentís bien?- y se me acercó a paso presuroso.

En aquel momento tuve miedo, se me cruzó por la cabeza que lo sucedido ayer podría haber llegado a ser un sueño o una ilusión.

-¡Che, contéstame! ¿Qué te pasa?- solamente lo miraba, no podía, o no quería, hablar.

** -Las consecuencias vienen después, pero esto es ahora...- **

Ya lo creía que ahora estaba pagando el no pensar en aquel momento, mi cerebro me torturaba por no haberme detenido cuando pude.

-¡¿Qué te pasa?! ¡Háblame! ¡Demian!- elevaba cada vez un poco más el tono de voz.

Estaba preocupado y lo único que hacía yo era verlo a los ojos, con esa mirada de cachorro convaleciente mientras que por dentro moría por volverlo a besar y dejar de pensar que nuestro amor era prohibido.

** Dejarme llevar por lo que sentía, por lo que venía sintiendo hacía tanto tiempo no iba a matarme. Y si lo hacía, al menos moriría feliz por haberlo cumplido. **

Si hubiese muerto en ese instante, ¿hubiera muerto feliz?

-¡¡¡Demian!!!- exclamó totalmente alterado.

Sus ojos estaban acuosos, parecía que estaba por largarse a llorar. Me partió el alma, él me amaba y yo no era lo suficientemente fuerte como para afrontar que lo que sentía iba en contra de lo convencional pero que aun así lo sentía.

-Te amo, Dimitri... y no me importa nada más...- le dije sonriendo para luego abrazarlo sin remordimientos.

Lo escuché suspirar aliviado y retarme en voz baja.

Cuando nos separamos la vimos: detrás nuestro estaba mi profesora. Nos miraba sonriéndonos de una forma extraña pero comprensiva. ¿Cuánto tiempo habría estado ahí?

-Estaba preocupada porque tardabas, pero me parece que todavía no estás bien del todo, ¿no? ¿Por qué no lo llevas a casa, Dimitri?- mencionó calmada.

-Profe... yo... nosotros...- balbuceé nervioso.

-¿Sabes Demian? Arquinni no se suicidó porque su tío no le correspondiera o porque no pudieran estar juntos. Se suicidó porque no pudo aceptarse a sí mismo, no pudo aceptar que el incesto, aunque estuviera penado socialmente, era lo que lo hacía enteramente feliz. ¿Crees que es posible que vos aprendas la lección y no repitas su error?-

Asentí y le sonreí honestamente.

-Gracias.- le dijo Dimitri.

-No hay de qué. Y mejor que retires a tu hermanito porque se siente muy mal, ¿no?- dicho esto nos guiñó un ojo.

Sin esperar que nos sorprendiera otra persona haciendo algo peor nos dirigimos a la dirección donde él pidió el día libre y firmó mi retiro (la ventaja de que tu hermano sea mayor de edad).

De ahí fuimos camino a casa, a paso tranquilo, en un silencio bastante insoportable.

Cuando estaba por doblar en una esquina, para efectivamente llegar a la casa él siguió derecho.

-Seguime.- fue todo lo que dijo.

Y con aquello me fue suficiente para hacerle caso.


... ... ... ... ... ... ... ... ... ...

 

Un edificio algo desaliñado; entramos sin muchos cuidados y subí las escaleras siguiéndolo. Un pequeño departamento, una cocina comedor con apenas una cocina, una mesa y tres sillas.

-¿Qué es esto?- pregunté.

-Un departamento.-

-Ya sé, gracioso, pero de quién es...-

-Mío. Bueno, una parte, todavía no pagué todo pero básicamente es mío.-

Los ojos se me abrieron de golpe de la sorpresa, lo miré con una mueca de asombro y él sólo sonrió tranquilo.

-Tendría que habérselos dicho antes, lo que pasa es que quería tener todo listo antes de decírselos, pero...- hizo una pausa en la que se acercó a mí, quedando, como mucho, a centímetros de distancia –Pero no quiero tener secretos con vos Demi... Además, ¿no te gustaría que esta fuera nuestra casa?-

-Me encantaría.- le contesté y pasé mis brazos por su cuello, atrayéndolo para acortar aquellos centímetros y unir nuestros labios.

Un beso delicado, dulce, casi inocente. Adoraba aquello, la cercanía, el amor, la suave punzada que me decía que eso era real. Adoraba lo indecente de aquello y lo irreal que se tornaba por momentos. Nuestros cuerpos, separados, siendo uno solo incluso con algo tan mero como un beso.

-¿Por qué estabas así en el colegio?- habló al separarnos.

-Por nada.- mentí, alejando mis ojos de los suyos.

Pero él sujetó mi rostro, me tomó de la barbilla y me obligó a verlo.

-Pensé que estabas de acuerdo con el lema “no secretos entre nosotros”. ¿Por qué?- insistió.

-Dudaba.- arriesgué, intentando hacerlo entender con una sola palabra.

Me alejé y me senté en una de las sillas. Miré el lugar por segunda vez y me pareció aun más pequeño, pero agradable, acogedor.

Cuatro paredes para esconder lo indecente.

-Pensaba en que está mal, lo que siento, lo que sentimos. ¡Ni hablar lo que hicimos ayer!- me desahogué.

-¿Te arrepentís? Después de haberme pedido que siguiese, ¿te arrepentís?-

-Yo...-

-¡Contesta!- masculló acercándose unos pasos.

-No, por supuesto que no. El hecho de arrepentirme significaría que no está todo perdido. Pero no lo siento. Quiero repetir eso que hicimos y llegar al final como no pudimos ayer... Eso me tortura, porque mi mente piensa diferente de cómo siente mi corazón...-

-¿Queres retractarte?- otro paso más, negué con la mirada perdida –Te amo Demi, y no me arrepiento ni me retracto. Pero estoy dispuesto a aceptar lo que sientas y decidas: si queres cambiar las cosas de ahora en más, yo te apoyo; si no podes con el peso de ir contra la corriente, lo entiendo.-

-No es eso. Sé que puedo ir contra la corriente, eso quiero. El tema es que no quiero arrastrarte a vos conmigo, no quiero que por esto seas tachado...-

-Tonto.- me interrumpió.

Finalmente se acercó y levantándome de la silla, sujetándome por mis brazos, me abrazó. Lo sentí estrujarme y le correspondí, hasta se refregó contra mí, incitándome; invitación que no iba a rechazar.

-En todo caso, soy yo el que te está arrastrando a este lío. Seamos los dos quienes luchemos contra la corriente, ninguno, por sí mismo, va a poder; luchemos juntos contra el mundo para proteger este amor, ¿te parece?-

-Suframos juntos el sufrimiento que nos toque de acá en más por esta decisión.-

-Sí...- susurró sensual y subió su mano hasta hacerla llegar a mi nuca, apartando el cuello de la remera -¿Y ahora que te parece si cumplo mi promesa?- me preguntó con tono lujurioso al tiempo que lamía donde estaba el chupón.

-Era hora que te acordaras de esa promesa...- jugueteé con los primeros botones de su camisa.

Bajó sus manos de nuevo y me quitó la remera. Comenzó a besar mi pecho y dar leves mordiscones a medida que bajaba. Yo me mordía el labio para evitar gemir demasiado.

-Dimitri... ¡ah!- estaba succionando uno de mis pezones mientras pellizcaba el otro –Dimitri... espe... ¡mmm!... espera...- articulé con esfuerzo.

Paró en seco y me miró con algo de molestia. Le devolví la mirada con cierta inocencia e inexperiencia. Yo también deseaba lo que estaba por pasar pero no sabía cómo comunicarle mis inquietudes.

Permanecimos unos segundos en silencio, mirándonos. Y después de mucho pensar condensé mis miedos en una sencilla pregunta:

-¿Tenes una cama en el departamento?- una sonrisa gatuna me respondió de inmediato.

-¿Nunca te dije que mi gran fantasía es hacerlo con vos en la mesa de la cocina de mi departamento?-

 

 

Y esa es mi historia; la de cómo conquisté mi hermano; la de cómo, a pesar de tener todo en contra, ambos decidimos jugarnos por el amor que sentíamos.

-¡Ahh! ¡Dimitriii!-

¿Qué hacemos ahora? ¿Cómo vivimos? Es algo triste esa parte... Nadie sabe de lo nuestro, excepto mi profesora de lengua. Dimitri todavía no pudo pagar el piso así que seguimos en casa de nuestro padre, escondiendo lo que hacemos, musitándonos cosas cuando nadie escucha, mirándonos de forma especial cuando nadie nos ve...

-¡Más... más rápido...! ¡¡No pares!!-

Pero no importa, decidimos seguir adelante, luchar por nosotros mismos por ese futuro juntos que queremos. Elegimos esto, aunque signifique sufrir, porque vamos a sufrir juntos... Vamos a seguir el camino que elegimos aunque sea ir contra la corriente...

-Te amo...-

-¿Sin importar que sea pecado?-

-No le tengo miedo al infierno si al menos en esta vida puedo amarte...-

-Yo también te amo.-

Notas finales:

*el oneshot mas largo que escribi hasta ahora

*la poesia es mia, asi como el autor mencionado (Markus Arquinni) y su historia son de mi invencion, cualquier similitud con la realidad es pura coincidencia

 

gracias por leer y si dejan algun rev, mejor. nn

 

miles de disculpas por escribir mal obstine... sepan disculpar eso y el que lo arregle tanto tiempo despues

 - dark_lintu -


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