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Genuino Amor por midhiel

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Este fic está dedicado a Ali. Ella sabe por qué. :)

Está basado en la escena de la versión extendida de la película El Retorno Del Rey, cuando Aragorn desafía a Sauron, enseñándole Andúril, y el Señor Oscuro le responde, mostrándole a una agonizante Arwen. Como se trata de un relato de humor o, al menos eso intento, Boromir y su padre Denethor están vivos y salvos.


……..

Genuino Amor



-¿Pero acaso estás loco? – fueron las palabras que brotaron de Boromir apenas Aragorn le propuso su “genial” idea.

Claro que llamar loco a su futuro rey no sonaba acertado, menos aún, proviniendo de Boromir, cuya familia dejaba mucho que desear en cuestiones de cordura. Un par de días atrás, su padre Denethor, Senescal de Gondor, había estado a punto de inmolarse cuando intentó incinerar en una pira a Faramir, su hijo menor, con el propósito de darle “un funeral digno”. Por fortuna, Faramir había sido rescatado a tiempo por gente más cuerda que su padre y ahora se recuperaba lentamente en las Casas de la Curación, aunque nadie podía anticipar en qué estado mental despertaría.

-Boromir, escúchame – Aragorn seguía empecinado con su plan -. Frodo y Sam se están acercando al Monte del Destino. Tenemos que distraer al Ojo de Sauron para que puedan arrojar el Anillo Único y, como la única forma de comunicarse con él es a través de la palantir, deja le muestre la Flama del Oeste y le enseñe al Señorcito Oscuro quién manda – afirmando esto, se ciñó Andúril a la cintura, dispuesto a dirigirse al salón donde custodiaban la peligrosa esfera.

-Aragorn, por favor, detente – exclamó Boromir, reteniéndolo del brazo -. No dudo de tu valentía, no dudo que eres el Heredero de Isildur y sé que Sauron tiembla con el acero de tu espada, pero esto es demasiado arriesgado. Ya viste lo que le sucedió a Pippin por curioso.

-Pippin no contaba con Andúril – respondió el orgulloso Aragorn, dando golpecitos a la empuñadura.

-Mi padre también intentó controlar la palantir y mira en qué estado terminó.

-Con todo el respeto que se merece tu padre, amigo, déjame decirte que Denethor siempre estuvo más loco que una cabra. Lo conocí de jovencito y no brillaba por su cordura, precisamente.

Boromir bufó. Su padre estaba más loco que una cabra pero el montaraz era más obstinado que una mula. Sin embargo, contra todas las probabilidades, intentó hacerlo entrar en razón.

-Piensa en lo que dijo Gandalf, Sauron utiliza esa arma para manipular nuestras mentes.

-¡Sauron no puede manipular mi mente! – exclamó Aragorn, indignado -. Soy el Heredero de Isildur, por los benditos Valar. Si quiere infundirme temor, tampoco lo conseguirá. ¡Yo no me conmuevo ante nada! Podría mostrarme a Arwen agonizando y no me afectaría.

-Aragorn, no hables así de ella – suspiró Boromir con tristeza. La elfa le parecía la persona más bella y dulce de Arda, y no podía creer la aseveración de su afortunado prometido.

-El Señor Oscuro no puede lastimarme con nada – concluyó el decidido montaraz -. Y ahora bien, si eres mi amigo y fiel servidor de tu futuro rey, te ordeno que me acompañes para desenfundar la palantir. Andúril y yo nos encargaremos del resto.



……….


Cuando a Aragorn se le metía una idea en la cabeza, no había forma de hacerle cambiar de parecer. Por lo tanto, a Boromir no le quedó más opción que seguirlo hasta el salón donde guardaban la palantir, cubierta con una manta negra, encima de un pedestal de mármol blanco.

-Vamos, Boromir, desenfúndala – ordenó Aragorn, al tiempo que se arrodillaba junto a la esfera.

Boromir titubeó.

-Quizás deberíamos consultarlo antes con Gandalf…

-¡No lo consultaremos con nadie! – se enfureció el montaraz -. Quita la manta ahora mismo o… ¡o te desterraré de Gondor!

-Todavía no eres rey – rebatió Boromir, enojado -. Y al paso que vas, dudo que algún día llegues a serlo.

-¡Sólo quita la maldita manta!

Boromir obedeció a regañadientes.

La bola oscura chispeó al ser descubierta. Aragorn la tomó firmemente con una mano mientras con la otra sostenía su espada.

-Mucho tiempo me has buscado. Mucho tiempo te he eludido. Ya no más – le enseñó Andúril con odio -. ¡Observa la Espada de Elendil!

Boromir notó un aura negra que surgía de la palantir y penetraba los ojos grises de su osado amigo. Un destello oscuro fulguró en el salón y Aragorn azotó inconsciente en el suelo.

……….


Boromir corrió como saeta a llamar a su padre y a Gandalf. Entre los tres, llevaron al desvanecido Aragorn hasta sus aposentos y lo recostaron en la cama.

-No sé cómo permití que me convenciera – se lamentaba Boromir entre suspiros -. Él estaba tan seguro que Sauron no podría engañarlo. No le temía a nada… No sé qué le sucedió.

Ni su padre ni el mago le respondieron.

Gandalf estaba ocupado en aplicarle al montaraz paños fríos en la frente, mientras Denethor pensaba en la clase de estúpidos a los que dejaría su trono. Estaba claro que el Heredero de Isildur no había heredado las luces de su ancestro y su hijo no las tenía todas consigo para haberlo seguido en semejante plan.

-Lo que me preocupa es la información que el Oscuro pueda haber recogido de su mente – habló Gandalf, escurriendo uno de los paños -. Esperemos que Aragorn haya resistido lo suficiente y no se haya dejado vencer.

-En ese caso, todos estamos muertos – refunfuñó Denethor con sarcasmo -. Este mentecato podría haberle confesado hasta la receta secreta de Elrond para su famoso miruvor: vino mezclado con agua y cinco cucharadas de miel por cada litro.

Gandalf y Boromir se volvieron hacia él, estupefactos.

-¿Qué les sucede? – se defendió Denethor -. No me digan que ustedes creían que sólo me las pasaba espiando a Sauron con esa cosa. También chismoseaba algunos secretitos de nuestras celebridades.

Aragorn movió la cabeza. Gandalf le quitó los paños y le dio unas palmaditas en la mejilla para ayudarlo a despabilarse.

-¿Q… qué me pasó? –tartamudeó, mirando torpemente hacia los costados para orientarse.

-¿Qué te pasó? –repitió Gandalf, irónico -. Pasó que te atreviste a husmear en la palantir y terminaste desplomado en el piso.

¡Cierto! – recordó Aragorn, frotándose la frente. La cabeza le dolía como si le hubiesen martillado los sesos y sentía una fuerte acidez en el estómago -. Me acuerdo que desafié a Sauron y él se me mostró, no como el Gran Ojo Sin Párpado, sino vestido con su armadura negra, igual que como cuando aún poseía cuerpo y…

-¿Y cómo era?

Los tres lanzaron a Boromir una mirada de pocos amigos y el joven se encogió, avergonzado.

-¿Y qué sucedió luego, Aragorn? – lo alentó Gandalf.

-Me llamó por mi nombre, me dijo: eres Aragorn, hijo de Arathorn, el torpe édain que sólo mató una veintena de mis orcos cuando el elfo y el enano masacraron a doscientos. Entonces, recordé la apuesta que Legolas y Gimli hicieron en el Abismo de Helm y los maldije por dejarme mal parado ante mi enemigo. Pero ahí fue cuando me enseñó una imagen que…¡No! – gritó, cubriéndose la cabeza, desesperado.

-¿Qué te enseñó, Aragorn? – se asustó Gandalf.

El hombre brincó de la cama.

-Tengo que encontrar a Legolas. Tengo que asegurarme que esté bien. ¡Si algo llegó a sucederle, juro por mis antepasados que no dejaré ser vivo en Mordor! ¡Haré temblar los cimientos de Minas Morgul! – con estas amenazas, enfiló hacia la puerta.

-¿A dónde vas, jovencito? – lo reprendió el mago.

En dos zancadas, Boromir llegó hasta la salida, justo a tiempo para cortarle el paso.

-Aragorn, regresa a tu lecho.

-No volveré hasta que me cerciore que Legolas está a salvo – respondió, convencido.

Boromir intentó asirlo de los hombros, pero su ágil amigo lo evitó, haciéndose a un lado, y echó a correr por el pasillo.

-Déjalo, Boromir – ordenó Gandalf, con aire resignado -. Aragorn no cambiará. Cuando una idea se le cruza por la cabeza, nadie ni nada puede detenerlo.


……….


Legolas caminaba por los jardines del palacio de Gondor, bañados por el plateado fulgor de Ithil. El elfo adoraba imbuirse en la soledad de la noche, tan oscura y secreta como los sentimientos que invadían su corazón.

Y es que Legolas estaba perdidamente enamorado de Aragorn. Sí, de Aragorn. Del obstinado montaraz que no había dudado en tomar su espada y arremeter contra el Señor Oscuro.

Sin embargo, el elfo creía que sus sentimientos no eran correspondidos. Aragorn estaba comprometido con Arwen y, según se comentaba, apenas ciñera la corona de Gondor, la desposaría.

Por eso, no encontraba otra salida que pasearse entre árboles y plantas con la esperanza de distraer su mente.

-¡Legolas!

El elfo volteó sorprendido en dirección a las escaleras de la entrada al palacio. Y su sorpresa aumentó al descubrir a Aragorn bajándolas a los brincos.

-¡Por Eru, Aragorn! ¿Qué te ocurre?

El hombre llegó hasta él con una mirada de cansancio y alivio.

-Legolas, gracias a Elbereth estás bien – suspiró.

-Claro que estoy bien. ¿Por qué no habría de estarlo?

-Legolas, tuve un… un sueño. Más bien una pesadilla y me asusté.

Legolas enarcó una de sus delineadas cejas. A Aragorn le fascinó la expresión.

-Tuviste una pesadilla, despertaste y viniste a buscarme corriendo. ¿Cuántos años tienes, mellon? – sonrió. Y ahora Aragorn se derritió con la sonrisa.

-Veras, fue una pesadilla muy nítida y necesitaba comprobar que se trataba de un mal sueño.

Legolas alzó las dos cejas y volvió a ponerse serio.

-¿Qué sueño tuviste?

Aragorn ladeó la cabeza. No sabía mentir. No se había tratado exactamente de una pesadilla, sino de la imagen de su miedo más profundo. Y no se había manifestado en un sueño, sino durante un reto al mismísimo Señor Oscuro.

-Quise desafiar a Sauron y le mostré Andúril a través de la palantir.

El elfo se horrorizó.

-¡Aragorn!

Con una sonrisa para tranquilizarlo, el hombre apoyó las manos sobre sus hombros. Sus dedos callosos le parecieron a Legolas la caricia más dulce.

-Le enseñé Andúril. Reconozco que no se trató de una de mis ideas más brillantes y sé que he tenido mejores – Legolas volvió a enarcar su ceja, Aragorn se volvía insufrible cuando presumía -. Pero necesitaba distraerlo…

-Creí que para eso partiríamos mañana hacia la Puerta Negra.

-Sí, también. Bueno – se dio por vencido -. Lo acepto, me encantaba la idea que Sauron temblase ante mí y no medí las consecuencias. La cosa es que después de enseñarle la espada, él me respondió, mostrándome mi miedo más profundo – bajó la cabeza y quedó callado.

Legolas suspiró. No había que ser un adivino para descifrar cuál sería el mayor temor de Aragorn. Si el hombre amaba a Arwen, bastaba una imagen de ella sufriendo para destruirlo. Pero, ¿dónde encajaba él en esa idea?

-¿Cuál era tu miedo más profundo? –preguntó con suavidad.

Aragorn levantó la cabeza y lo tomó de las manos.

-Me mostró tu figura agonizando – murmuró.

Legolas quedó de una pieza.

-P…pero Sauron utiliza la palantir para hacernos sufrir con las personas que más amamos. Deberías haber visto a Arwen.

-Pero no lo hice porque te amo a ti.

Ahora el aturdido elfo quedó helado. Aragorn sonrió ante su carita de sorpresa y, sin darle tiempo a contestar, fundió los labios en su perfecta boca.

-Aragorn, detente – Legolas apoyó la mano en su pecho y lo empujó hacia atrás -. ¿Qué es lo que dices? No estuviste bebiendo ale con Boromir otra vez, ¿verdad?

El hombre rió con ganas.

-No, Legolas. Estoy hablando en serio – besó su mano y retuvo los dedos en sus labios -. Hace meses que siento esto por ti. Desde el Concilio, para ser exactos. Allí, me defendiste de Boromir con tanta pasión que me dejaste anonadado. ¿No te diste cuenta la forma en que te miraba cuando conseguiste que ese engreído volviera a sentarse? Y cuando te pedí que te sentaras también tú, ¿no notaste que te comía con los ojos?

Legolas no supo qué responder. Aragorn apartó con delicadeza la mano de su pecho y volvió a besarlo. El elfo no se opuso y hasta abrió la boca para que el édain la saborease.

-Desde el momento que salimos de Rivendell, no hago otra cosa que pensar en ti, mi elfo – confesó Aragorn, apartándose apenas de sus labios -. Hubo montón de ocasiones en que estuve a punto de declararte que te amo, pero temía –quedó unos segundos en silencio. ¿Temor? ¿Aragorn sentía temor? -, temía que me rechazaras. Sauron lo descubrió y, por eso, me asustó con tu imagen.

Legolas rió de emoción y ternura.

-¿Temías que te rechazara? Por Eru, Aragorn. Si yo tampoco puedo dejar de pensar en ti. Te he amado desde siempre. Pero como habías elegido a Arwen como tu esposa, no quise intervenir. Pensé en el daño que pudiera hacerle a ella y preferí mantener mi silencio.

Aragorn se conmovido. Poner los sentimientos de los demás por encima de los suyos era propio de una persona tan pura como Legolas.

-Escúchame, mi amor. Por Elbereth, ¡qué maravilloso suena llamarte de este modo! Lo mío con Arwen terminó semanas antes del Concilio. No queríamos hacer pública nuestra ruptura hasta poner fin a esta guerra. Sé que ella se siente atraída por Boromir. Yo tenía mis dudas sobre lo que él pudiera sentir, pero hoy me demostró que le gusta. Así que la felicidad de Arwen no debe ser un impedimento para que estemos juntos.

El elfo bajó la mirada. Sus ojos azules estaban húmedos de tanta alegría.

El hombre alzó su barbilla con la punta del dedo.

-Entonces, Legolas, ¿me aceptas?

-¡Puedes apostar tu sucia cabeza a que sí! –exclamó el elfo entre risas y enroscó los brazos en su cuello para besarlo apasionadamente.

Cobijados bajo el manto de estrellas y acariciados por los rayos de Ithil, el hombre y el elfo prolongaron su beso. Más allá de las fronteras de Gondor, la temible silueta de Edhel Duath temblaba entre rayos y tormentas.

Pero esta noche, ni a Aragorn ni a Legolas les importaba.

Con la seguridad de que estarían juntos para siempre, ya no tenían miedo ni dudas. Sólo esperanza.

Fin


Sí, lo sé, el humor no es lo mío, pero el estupendo fic Desiremaster me inspiró, je je.

Espero les haya entretenido. :)

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