Corría todo lo que sus piernas daban. Esto no estaba bien. Saltó justo antes que un pedazo de concreto le cayera encima. Se podían escuchar los gritos desesperados de los aldeanos que aún no habían sido evacuados. Giró la vista al ver una pequeña e inerte mano bajo los escombros de una casa.
Habían sido presa de un ataque sorpresa, el peor que había sufrido hasta ahora la aldea. Sus compañeros hacían todo lo que podían para poder retener al enemigo, pero las cuatro horas que llevaban combatiendo les estaba empezando a pasar la cuenta. Muchos se encontraban en el hospital tratando de ser atendidos para volver a pelear y defender la aldea que tanto querían, otros tantos nunca más se les vería.
¿De dónde salían, por qué eran tan fuertes?
Entre más derrotasen más saldrían, de eso se había dado cuenta Shikamaru.
-. Hay que encontrar quien los controla – había dicho antes de embestir contra uno de los atacantes.
Pero quien los controlaba debería estar muy bien escondido, porque, luego de unas cuantas horas buscando, aún no se le encontraba.
¿A qué habían venido? Esa era la pregunta que la mayoría se hacía. Pero él lo sabía, se había dado cuenta mientras destruía esas copias e identificaba el chakra.
Siguió corriendo.
Tsunade se encontraba atendiendo a los heridos junto a Sakura. Desde afuera se escuchaban los gritos y las explosiones que provocaban los ninjas en esa batalla que no daba tregua. Eran muchos los que llegaban, pocos los que salían. Esta era una de las pocas veces que la rubia se sentía impotente, no era suficiente lo que se estaba haciendo.
Shizune le llamó, al parecer Naruto le necesitaba. Preocupada que algo le hubiese pasado al rubio, salió lo más rápido que pudo mientras se tambaleaba al ritmo de las explosiones. Llegó y le sorprendió ver al “niño” prácticamente en buen estado, lo único diferente eran sus ojos, esos ojos rojos como la sangre. Ella entendió, pero no quiso hacerlo.
-. Ordena que todos se vayan a los refugios.
-. Pero… Naruto… No… - se trabó en sus propias palabras debido al nudo que se formó en su garganta. Él le abrazó con efusividad y le susurró al oído.
-. No te preocupes, Él está acá – Tsunade abrió los ojos y devolvió el abrazo, de fondo se escucha el derrumbar de una de las tantas casas.
Se separó de él y enseguida comenzó a ordenar la evacuación de todos los ninjas.
-. Espera media hora para actuar, será tiempo suficiente.
No podía creer que esas cosas lo hubiesen arrastrado a la aldea que tantas veces Naruto intentó regresarle y que – sacudió la cabeza tratando de borrar los recuerdos que inundaban su cabeza en ese instante -, aún más increíble que estuviera ayudando a protegerla – aunque él se decía que era sólo por sobrevivir -. Pronto notó que todos los ninjas de Konoha comenzaban a retirarse.
La pelirrosa se preguntaba qué estaba sucediendo, por qué todos – incluída ella- debían ir a los refugios.
Fue la última en entrar en uno y ahí lo comprendió, cuando lo vio correr rápidamente al frente enemigo mientras el chakra rojo comenzaba a rodearlo y aumentar. Intentó salir tras él, pero una fuerte mano tomó su brazo y la retuvo.
-. ¡No! – gritó mientras intentaba soltarse de la Godaime - ¡No, Naruto! – en ese instante el temblor que movía los cimientos del lugar se hizo más fuerte. Tsunade tiró de ella y ambas cayeron de espaldas al suelo en el momento que una roca obstruía la salida - ¡NARUTO!
El rubio estaba frente a los cientos y cientos de ellos. Él pudo ver una pequeña sonrisa en su rostro antes que la cuarta cola comenzara a formarse.
¿Quién era el que atacaba? Su rubio lo sabía.
Activando su Sharingan se puso en guardia. Sabía que hacer.
Continuará…