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Admirador Secreto por Natsumi Mizuki

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Notas del fanfic:

 

Hace ya un buen tiempo que no me pasaba por aquí, y en esta ocasión me ha surgido una historia que prácticamente se ha escrito sola. No sé con exactitud cuántos episodios abarcará, pero considero actualizar con frecuencia para que no perdáis el hilo. Era de esperar que nuevamente se tratase de un SasuNaru, si es que nunca estaré saciada con esta parejilla. Tal vez añada un par de enredos para complicar la situación a los niños, que no todo será tan sencillo. La narración correrá a cargo de Naruto, ojalá que no difiera demasiado con su personalidad.

P.D: Para los que anteriormente habéis leido la historia bajo el título "Sunshine" os aviso que la he modificado un poco, ya veráis a que me refiero cuando reviséis la carta que recibe Naruto. Pido perdón por las molestias causadas, espero que os guste.

Notas del capitulo:

 

Creo que todo se ha dicho ya, disfrutad de esta pequeña historia.

 

Naruto no me pertenece, es propiedad de M. Kishimoto.

 

 

 

Capítulo 1: Melodías de melocotón.

 

 

Mi primer año en la Academia Konoha no había resultado precisamente sencillo. No era un alumno destacado, sin embargo, me esforzaba por aprobar y aprender siquiera lo elemental. Nunca había sido especialmente aplicado, por ello que mis padres se sorprendieran cuando se enteraron que haría mi examen de admisión para dicha Universidad. En aquella época parecía un imposible que consiguiera acreditar, quizá por ello creyeron que era un simple capricho mío el estudiar en una Academia de élite. Pero increíblemente conseguí entrar, porque para mí no era un mero juego. Nunca lo dije, pero en realidad tenía grandes motivos para estudiar allí. Quizá mis razones no eran las mejores, pero sabía que si no lo hacía, probablemente nunca volvería a ver a esa persona. Aún recuerdo el día que nos conocimos en la Secundaria elemental, el último día de cursos.

Esa mañana me encontraba buscando el auditorio principal; faltaba poco para que iniciara la ceremonia de clausura y no podía faltar. El edificio era tan grande que pensé que no llegaría jamás, cuando escuché una melodía desde el pasillo contrario. La música era tan sublime y atrayente que olvidé por completo a dónde me dirigía. Vi mis pies girarse sobre mis talones y encaminarme hacia aquél pasillo sin poder evitarlo, y mientras me acercaba, distinguí que se trataba de un piano. Creo que cerré los ojos y pude ver unos largos dedos tocando a penas las teclas, y sin embargo, su roce producía unas notas que difícilmente podría describir. Eran suaves y delicadas, y tan perfectamente sincronizadas que costaba creer que alguien pudiera tocarlas con tanta facilidad. Con cuidado abrí la última puerta del pasillo, donde me pareció que la música se encontraba con mayor claridad, y me encontré con un gran piano de madera fina, y frente a él, a un joven que tocaba aquella melodía tan cautivante.

Tenía el cabello negro, y a momentos parecía tornarse azul, y su piel era tan pálida que llegué a preguntarme si era normal. Sus ojos se encontraban cerrados bajo sus tupidas pestañas, y entonces vi esos largos dedos tocar con dedicación y sin rozar demasiado las teclas.     

Permanecí varios segundos ahí, de pie y sin atreverme a mover. Temía que si me acercaba demasiado dejaría de tocar, y esa música que tanto me había gustado se apagaría de pronto.

Di un paso al frente cuando la canción terminó, y quedé totalmente paralizado cuando el levantó la mirada y me contempló directamente. Aún recuerdo la sensación parecida al asfixiamiento que produce la sangre al concentrarse abruptamente en las mejillas. Sus ojos eran afilados y negros, y me miraban tan fijamente que sólo pude sonrojarme e intentar mantener el contacto visual.     

 

-¿Qué haces aquí? - Preguntó sin dejar de mirarme y frunciendo el entrecejo.

-Yo... - intenté responder, pero sólo logré balbucear como cuando tenía un año de edad - Esa canción que tocabas antes... era muy bonita - Logré decir sin resultar demasiado avergonzado.

Él se levantó de la silla donde estaba sentado y luego se detuvo a un metro frente a mí.

-No me has respondido - Dijo con su voz gruesa y varonil, acercándose un poco más.

Retrocedí un par de pasos, encontrándome de espaldas contra la pared.

-S-sólo estaba buscando el auditorio, dattebayo -  Contesté nervioso y con una sonrisa bailoteándome en los labios.

-Hmmm - Ronroneó y apoyo la palma de su mano en el muro, acorralándome entre su cuerpo y la pared - Pero si está en la otra sección - Se inclinó un poco y yo cerré los ojos - Sí que estás perdido, dobe - Agregó con prepotencia, como si se sintiese superior a mi.

 

Aquello me provocó un tic nervioso y una profunda molestia. Por un segundo me olvidé de la embarazosa situación en la que me encontraba y me paré en la punta de los pies, sujetándole del cuello de la camisa con fuerza.

 

-¿Cómo me llamaste? - Grité enfadado y mirándole a los ojos.

Él sólo surcó los labios en una media sonrisa y me cogió las muñecas por arriba de mi cabeza, consiguiendo que le soltara.

-Eres muy impulsivo - Dijo, y lo siguiente que hizo no lo hubiera esperado jamás.

Se inclinó un poco más, y sin que me diera cuenta, me besó en los labios. Recuerdo haber abierto los ojos tanto como pude, y el momento me pareció tan irreal como un sueño. Supe que era verdad cuando me mordisqueó el labio inferior, y yo intenté soltarme. Sentí sus brazos rodearme la cintura, y después de eso, no me percaté en que instante dejé de forcejear. Coloqué los brazos a mis costados cuando liberó mis manos, y su aliento me rozó el rostro cuando nos separamos. 

La cabeza me daba vueltas. Quería preguntarle muchas cosas, o quizá golpearle por tomarse tantas libertades; pero no pude hacer nada, tan sólo mirar como se apartaba y deslizaba la puerta corrediza para irse.

 

-¡Espera! - Grité y la voz me salió más aguda de lo normal.

Él se detuvo con un pie al otro lado del pasillo. Pude ver que el flequillo le cubría la mitad del rostro.

-La Academia Konoha - Murmuró de pronto - Siempre he querido estudiar ahí.

 

Después de eso se marchó. Me encontraba tan desconcertado que no intenté detenerlo, simplemente me dejé caer de rodillas. Miré hacia un punto inexacto y me llevé un dedo a los labios. Aún podía sentir el contacto de su boca sobre la mía.

Tardé varios minutos en asimilar lo que había sucedido, aunque para ser sincero, aún no lo he comprendido del todo.

Recorrí mis labios con la yema de los dedos, tal y como él lo había hecho antes con su boca. No conocía ninguna otra sensación que me erizara la piel como su beso lo había hecho, y entonces me di cuenta de que aquél desconocido me había robado mi primer beso.

"Mi primer beso." Me repetí a mí mismo, sin poder creer que ni siquiera le había preguntado su nombre.

Poco tiempo después descubrí que aquel misterioso joven había sido mi primer amor. No sabía nada sobre él, ni siquiera conocía su nombre; pero deseaba verle. Desconocía lo que pasaría en el momento en que nos volviéramos a encontrar, si el fingiría no saber nada o algo aún más impredecible. Quizá lo que más me atormentaba era que él no conocía mi nombre. O tal vez, que aquello no hubiese sido más que una cruel broma.

Cuando pregunté a uno de los profesores, me dijo que el piano de la sala de música sólo era utilizado por los alumnos de último grado, y que sería casi imposible saber con cuál de ellos me había topado. También añadió que era poco probable que alguien estuviera practicando a esa hora, pues tantos profesores como alumnos debían estar en la ceremonia de fin de cursos, a las por cierto, no asistí.

Las últimas palabras de aquel chico rondaron por mi cabeza sin que pudiera comprenderlas. La Academia Konoha era una institución de mucho prestigio, pero no lograba entender porqué me lo había dicho. ¿Era acaso alguna clase de acertijo? Porque de ser así, yo nunca había sido bueno descifrando códigos.

El último día de clases terminó y no logré encontrarlo por ninguna parte. Busqué por toda la escuela, inclusive por las clases de último grado.

Cuando el verano concluyó y los cursos del nuevo año comenzaron, algo dentro de mí me dio la respuesta. No era que me hubiera contado un acertijo, simplemente él era un alumno de último grado. Un alumno que pronto ingresaría a la Universidad, y la Academia Konoha era donde él deseaba ir. Por tanto, si yo quería encontrarle debía ir allí también.

Con ese pensamiento esperé los dos años que me faltaban para graduarme. Sabía que debía esforzarme y acreditar el examen, aún con todos los pronósticos en mi contra. Lo único que me impulsaba a no darme por vencido después de todas esas tardes de estudiar arduamente, era el deseo de volverlo a ver. Continuaba preguntándome que sucedería en el momento en que estuviéramos frente a frente, pero eso no era tan importante si lograba completar la primera fase.

 

Y así, después de ser admitido en la Academia, transcurrió un semestre entero sin tener noticias suyas. El campus era muy grande, por lo que era de suponer que cientos de alumnos se pasearan por los jardines y pasillos sin detenerse a mirar. Desconocía a que área pertenecía, y muy probablemente nuestros horarios no coincidirían jamás.

Aturdido y agitado, llegué esa mañana a la entrada de la Universidad. Iba tarde, muy tarde, y la primera clase no tardaría en comenzar. Corrí lo más deprisa que pude por el pasillo principal, esquivando a cuanto alumno estuviera en frente. Llegué a los casilleros en tiempo record, cuando de improviso, alguien apareció de la nada. Intenté frenar, pero no hubo tiempo. Me estampé contra esa persona y caí de espaldas al suelo, mientras varias hojas se esparcían a mi alrededor.

 

-Mira por dónde vas - Indicó una voz con tono severo.

-Lo siento mu... - Iba a disculparme, pero cambié de parecer al reconocerle - Ah, eres tú, Sasuke - Intenté sonar despectivo.

Uchiha Sasuke era un superior de quinto semestre. No le conocía muy bien, pero sabía de sobra que era un alumno brillante y petulante, al que no le agradaba socializar demasiado.´

-Estás retrasado como siempre, usoratonkachi - Se mofó con una media sonrisa, al tiempo que recogía sus apuntes del suelo.  

-Y tú no me has ayudado en nada, temee - Reproché inflando los mofletes.

-No es culpa mía que seas tan distraído - Dijo sin deshacer su gesto y se dio media vuelta, levantando la mano para despedirse.

Le vi perderse entre el resto de la multitud y decidí que la próxima vez que nos encontráramos le obligaría a comprarme un enorme tazón de Miso Ramen. No era que le conociera demasiado, pero por alguna razón, sentía que podía competir o discutir con él y al mismo tiempo conocerlo un poco más. Era como un lazo invisible que nos unía y sin importar que tan mal nos lleváramos, impedía que nos separáramos. O al menos eso me gustaba pensar a mí.

Abrí rápidamente mi casillero para sacar algunos libros, y entonces, un pequeño sobre cayó a mis pies. Extrañado, me incliné para levantarlo y vi que tenía mi nombre escrito con una bonita caligrafía.

Sin saber qué hacer, corté un extremo y extraje una hoja perfectamente doblada por la mitad. Pensé que no sería tan malo leer un poco de qué iba y llegar tarde a clases.

La pulcra caligrafía del sobre se repetía en la carta, que por fortuna o no, sólo tenía algunas líneas escritas.

 

"Para Uzumaki Naruto-kun" - Comenzaba elegantemente.

"Sé que no nos conocemos demasiado, o quizá jamás me has mirado como yo te he mirado a ti; pero realmente pienso que eres una persona maravillosa. Lo he pensado mucho, y he decidido declararte mis sentimientos como es debido.

No mentiría si te dijera que todas las noches sueño contigo, en el momento en que tomo tu virginidad y te escucho gemir mi nombre en mi oido.Tal vez pienses que soy un acosador o un  depravado, pero así es como son las cosas. No quiero engañarte, pero tampoco pienses que sólo te quiero para acostarme contigo.

Espero con ansias que asistas hoy a las tres en punto detrás del edificio de música, debajo del árbol de melocotón.

Te quiere, tu admirador secreto."

 

Terminé de leer y no pude evitar sonrojarme. ¿Qué clase de persona puede escribir algo tan embarazoso y seguir tan tranquilo? Abracé la carta contra mi pecho y miré hacia todas direcciones, intentando encontrar a la persona que me había escrito esto. No encontré a nadie, sólo había un puñado de estudiantes corriendo por todos los pasillos para llegar a tiempo. Recordé que yo también debía darme prisa y me guardé el sobre en el bolsillo del pantalón. Le preguntaría a Sasuke más tarde si había visto a la persona que había metido la carta en mi casillero, después de todo, él había sido el último en pasar por ahí antes de que yo llegara.

Entré quince minutos tarde a la clase del profesor Kakashi, sólo para encontrarme con que el sensei aún no llegaba, y cuando lo hizo, decidió darnos la hora libre porque tenía asuntos pendientes que atender.

No pude concentrarme en todo el día. Me encontraba muy ocupado meditando sobre quién había podido citarme esa tarde.

Recordaba que al principio del semestre una chica muy tímida de cabello azul había hecho algo similar, pero en esa ocasión sólo pude rechazarla y disculparme. Yo ya tenía a mi persona especial, sólo debía encontrarla. También, Sakura Haruno, de tercer semestre, me había pedido que saliera con ella, pero cuando le respondí que no podía me lanzó un puñetazo con su descomunal fuerza y se negó a dirigirme la palabra durante un largo tiempo. Sabaku no Gaara, de séptimo semestre, me hizo la declaración más extraña de todas. Un día simplemente intentó besarme frente a todos. No pude mirar a nadie a la cara por una temporada, pero parece que al final senpai  comenzó a salir con alguien más. Incluso recuerdo que Sasuke, aunque no lo dijera, sentía unas inmensas ganas de reír cada vez que mi mala fortuna aparecía, y extrañamente nunca le agradaron aquellas personas que alguna vez me confesaron sus sentimientos. Tal vez creía que eran demasiado inmaduros, o quizá tenía razones que nunca me diría.

Consulté la hora en mi reloj de pulso y vi que faltaban sólo quince minutos para la cita, y yo aún no decidía que hacer. Si iba, le daría esperanzas a esa persona y yo no tenía intenciones de salir con alguien que no fuera el chico misterioso que conocí en secundaria, pero si decidía no ir, dejaría plantada a esa persona y eso sería grosero e injusto. Debía rechazarle de frente y explicarle porqué no podía aceptarle. Aunque también debía admitir que sentía cierta desconfianza, no podía fiarme de quien me había escrito algo tan pervertido. Eso era, seguramente era alguna clase de pervertido que se divertía haciendo bromas a la gente, o tal vez iba en serio en lo que decía. De cualquier forma tenía que rechazarle y rezar porque no intentara nada extraño.  

Tomé una gran bocanada de aire y me dirigí al lugar acordado: detrás del edificio de música y abajo del árbol de melocotón. Comencé a caminar más lento y divisé el árbol, y a una persona bajo él.

Conforme me acercaba, reconocí la figura de un chico, y mi corazón comenzó a palpitar estrepitosamente cuando noté que su cabello era color negro con algunos destellos azules. Apreté los puños y me mordí el labio cuando vi que u piel era muy pálida y el flequillo le cubría el rostro.

Por un segundo olvidé su indecorosa proposición y el primer pensamiento que cruzó por mi mente fue que tal vez aquel chico era el joven que había estado buscando por tanto tiempo. Tal vez existía la pequeña posibilidad de que él me estuviera esperando, y al no encontrarme, hubiera decidido buscarme como yo lo había buscado a él.

Casi tiritando a causa de los nervios, di un nuevo paso al frente, deseando que realmente fuera él.

 

-¿Fuiste tú quien me entregó esto? - Pregunté con dificultad, extendiendo hacia él la carta que había encontrado en la mañana.

El viento comenzó a soplar, moviendo sus cabellos negros. Lentamente levantó el rostro y sus ojos oscuros me miraron fijamente. Abrí los ojos sorprendido y caí en la cuenta del error tan grande en el que me encontraba.

-¿Naruto? - Interrogó con el ceño fruncido.

-¿S-sasuke? - Tartamudeé sin creerlo. Miré alternadamente la carta y luego a él. - ¿Acaso tú...?

-¿Qué estás haciendo aquí? - Me interrumpió acercándose, por lo que instintivamente retrocedí un par de pasos.

-Yo... - Quedé en silencio al recordar la semejanza que tenía ésta situación con la que había vivido años atrás, cuando conocí al chico misterioso - No entiendo... - Murmuré abatido - Si no fuiste tú, ¿entonces quién? - Pregunté en voz alta.

-¿De qué estás hablando? - Me arrebató el sobre de las manos y leyó cuidadosamente el contenido. Su expresión cambió de pronto, seguramente cuando se encontró con aquel párrafo indecoroso. - Menuda confusión - susurró devolviéndomelo - Lo siento. Yo no he sido quien escribió eso.

-Eso... - susurré con la cabeza gacha - ¡Eso ya lo sé dattebayo! - Grité enfadado, levantando la mirada.

Sasuke me miró consternado, seguramente porque inconscientemente algunas lágrimas escaparon de mis ojos.

-Naruto...

No entendí por qué estaba llorando. Sé que esperaba con todas mis fuerzas que aquellas carta hubiera sido de aquél joven, y me había sorprendido mucho al encontrar a Sasuke en su lugar, pero ese no era motivo para lloriquear como un bebé. Ya no me importaba que dijera que soñaba con acostarse conmigo, o toda la sarta de obsenidades que había escrito.

Quise desaparecer cuando me descubrí respondiéndome yo mismo, pues era un total disparate. Quizá yo esperaba que Sasuke fuera el chico misterioso. Que ambos fueran la misma persona. ¡Definitivamente no podía pensar eso!. Sasuke era prepotente y tenía el cabello negro que podía parecer azul, y en cambio, el joven misterioso tal vez era un poco prepotente también, pero su cabello era... igual al de Sasuke.

 

-¿Estás bien? - escuché la voz de Sasuke llamándome, mientras me zarandeaba por los hombros.

-Sasuke, tú... - intenté preguntarle, pero las palabra se ahogaron en mi garganta.

Él me observó con sus finas cejas arqueadas, como si me pensara totalmente loco.

-¡Naruto-kun! - me llamó una voz diferente a lo lejos, que se acercaba a nosotros.

Me limpié las lágrimas y me giré para verle, encontrándome con un chico de cabello negro y tez pálida.

-¿Quién eres tú? - Le pregunté con un mohín.

-Veo que has leído mi carta - respondió con una extraña sonrisa y revolviéndome el cabello.

-¿Tu carta? - repetí extrañado.

-Así es, la dejé ésta mañana en tu casillero - explicó y pude comprenderlo todo.

-Me marcho - dijo Sasuke alejándose, con la manos metidas en los bolsillos del pantalón.

-¡Espera, Sasuke! - quise detenerlo, pero el otro chico me detuvo del brazo.

-Mi nombre es Sai - se presentó con una sonrisa que me pareció demasiado neutral - Hace tiempo que quiero pedirte que salgas conmigo.

Sólo atiné a reírme nerviosamente y a disculparme por no poder corresponderle, excusándome con que ya estaba interesado en alguien más.

-No sabía que estuvieses saliendo con Sasuke-kun - comentó extrañado - Debo admitir que estoy un poco celoso, pero parece que no hay nada que pueda hacer al respecto.

Avergonzado, intenté explicarle que estaba equivocado, pero sólo conseguí que se marchara con una idea equivocada.

 

Me dejé caer bajo el árbol de melocotón y me palpé el entrecejo con la yema de los dedos. Parecía que de un momento a otro mi vida hubiera dado un giro radical. El chico misterioso, Sasuke, y ahora Sai, me había dejado hecho un lío. No sabía lo que quería exactamente. Y para colmo, comenzaba a parecerme normal las palabras vergonzosas de aquella carta.

Me encontraba sumido en mis pensamientos cuando el viento trajo una melodía que conocía muy bien. Cerré los ojos para concentrarme en la música y supe entonces que era la misma canción que había escuchado ese día.

Sin creerlo, me levanté lo más rápido que pude y me dirigí corriendo hacia donde provenía el sonido: el edificio de música. 

Subí a toda prisa las escaleras, y continué corriendo ante la mirada atónita de algunos profesores y estudiantes.

Llegué al final del pasillo más alejado, donde la melodía resultaba más clara. Tragué en seco y deslicé la puerta corrediza, y un sencillo piano blanco apareció ante mí. Me acerqué un poco más y pude distinguir unos largos dedos acariciando las teclas.

Esta vez, la canción parecía tener un par de modificaciones con respecto a la que escuché en secundaria, pero no por ello era mala. Cerré los ojos y me fundí con la música, intentando grabarla en mi mente para siempre. Había olvidado lo feliz que me hacía escuchar esas suaves notas, y quise que ese momento durara eternamente.

La última nota resonó por toda el aula, y entonces abrí los ojos. El interprete se levantó de su asiento con elegancia, y supe que reconocería ese rostro en cualquier lugar.

 

-Sasuke - le llamé con una sonrisa.

Él me contempló sorprendido, pero luego una pequeña sonrisa se dibujó en sus labios.

 

Unos minutos después me encontré sentado junto a Sasuke bajo el árbol de melocotón de antes, charlando como nunca antes lo habíamos hecho.

-No sabía que supieses tocar el piano - Dije al aire mientras la brisa golpeaba suavemente mi rostro.

-Nunca me lo preguntaste - respondió con modestia.

-Dime, ¿cómo se llama esa canción, dattebayo? - pregunté ilusionado. Ahora que lo pensaba, no conocía el nombre de la canción que me había hecho tan feliz.

-"Sunshine" - contestó apoyando la espalda en el tronco.

-Ya veo - suspiré y esperé unos segundos para continuar - Me gusta - Sasuke no dijo nada. Creo que estaba demasiado ocupado pensando en algo más - La había escuchado hace tiempo, pero definitivamente me ha gustado más en esta ocasión.

-¿Qué quieres decir? - cuestionó un poco más interesado.

-La última vez no conocía a la persona que la estaba tocando, pero ahora sé que tú también puedes tocarla. ¿Podrías enseñarme? - pedí con la expresión más dulce que podía hacer, y Sasuke frunció los labios,

-Olvídalo - respondió tajante - Eres demasiado dobe como para aprender a tocar el piano.

Iba a reprochar por el adjetivo con el que me había llamado, pero algo dentro de mí se alegró al escucharlo. En ese momento supe que Sasuke y el chico misterioso tenían muchas cosas en común, y deseé más que nunca que fuesen la misma persona.

Tal vez no había nada seguro en este mundo, pero yo sabía que tarde o temprano descubriría la verdad tras este enredo. Porque ahora estaba convencido de que encontraría a aquél chico que me había robado mi primer beso, y que aún continuaba siendo mi primer amor.

 

 

  

Notas finales:

El Diario de Natsumi.

Uff, que enredo tan grande he creado. ¿Qué os ha parecido? En lo personal me gusta la idea, y aunque puede parecer que la historia termina aquí, la verdad es que recién ha comenzado. ¿Será que en realidad Sasuke es el mismo chico que Naruto conoció en secundaria? O tal vez sólo he decidido jugar con vuestras mentes para terminar con una sorpresilla. No quiero desvelar muchas cosas, pero puedo daros como spoiler del próximo episodio que se contará como fue que Sasuke y Naruto se conocieron en la Academia Konoha (vale, vale, sé que el nombre no es original, pero que se le va a hacer) y aparecerán un par de personajes que pondrán de cabeza la situación. Además, Naruto comenzará sus clases de piano con Sasuke-sensei, y seguramente sucederán varias cosillas entre ellos. Si es que estos niños son muy precoces. Y para los curiosos que seguramente preguntarán si habrá lemon, la respuesta es sí, aunque no podría decir cuando. Primero hay que hacer de detectives sin fronteras y descubrir si es o no Sasuke aquel chico, y después vendrá lo demás.

Yay, que de verdad modifiqué mucho esa carta. Al principio no lo tenía planeado, pero al final me resultó divertido poner en aprietos a Naruto con aquella indecorosa proposición. Y encima se ha creído que la escrito Sasuke, no lo culpo. Muchas gracias por haber llegado hasta aquí, espero que os haya gustado ^^

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