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¡Quiero mi regalo! por Alex JB

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Notas del fanfic:

Bueno, antes que nada, unos puntos que aclarar: 1º.-Este fic está escrito por, para y a petición de Jacky, que mañana es su cumple. También lo dedico  todos los que irán a la fiesta, alguno de los cuales aparecen aquí. 2º.- Como esto es un fic encargado por una mente loca y escrito por una mente enferma, no esperen mucha cosa. Carece de argumento, el lemon es muy suave, casi inexistente, y el final solo es comprensible para los que me conocen.Ya lo he avisado. Yo lo único que pretendía hacer era plasmar lo que es un día con los amigos. 3º.- Los personajes no son míos, corresponden a sus respectivas personas (o sea, ellos mismos xD) Yo tan sólo les he cambiado un poquito el nombre, así que lo que queda es jugar a las adivinanzas o al quien es quien.

4º.- Y ya por último... Felicidades Jacky!! Espero que te guste mi humilde regalo y que este fic no te dé ideas para esa noche. No te lo tomes todo muy en serio...

Llegaba tarde.

Rematadamente tarde.

Y era idiota.

Rematadamente idiota.

¿Quién le mandaba irse a la peluquería apenas dos horas antes de la hora acordada?

Su pelo, su espejo, su vanidad, su vecina, el perro, la peluquera, su hermano…

Aunque claro, ninguno tan importante como el hecho de que debía presentarse medianamente arreglado al cumpleaños de Dayu.

“Mierda, mierda, mieerrrdaaaa”, pensó al ver cómo el autobús que debía coger doblaba la esquina. “¿Y ahora qué?”

Debía pensar, y rápido.

“¡Listo! Cogeré un taxi”

Y así, veinte minutos más tarde y sin ni un duro, tocó el timbre de la casa de Dayu.

“Estoy hecho una mierda”, pensó contemplándose en la placa del telefonillo. Abrieron la puerta y por ella se asomó la cabeza de
Martha.

-Hola, perdona por el retraso.

-A mí no me digas nada.- Repuso ella encogiéndose de hombros.- De
todas formas, sólo te has perdido el pastel.

-Buf… no sabes lo que me alegra oír eso…

Caminaron por el largo pasillo hasta entrar en la sala de estar, donde se encontraban el resto de invitados.

-Hola.- Saludó el chico un poco cortado. Llegar tarde nunca sentaba bien.

Los demás asintieron con la cabeza, sin prestar mucha atención al recién llegado. Sólo un chico se levantó del sofá para tirarse a sus brazos.

-¡Eieeeen!

-¡Dios mío, Jav!- Exclamó el otro como pudo. Los brazos de Jav lo
estrangulaban.- ¿Qué mosca te ha picado ahora si puede saberse?

-¡Te quieeeerooooo!

-Que sí, que sí, lo sé. ¿Podrías soltarme ya?

-¡¡No quiero!!

Eien suspiró y se resignó a sentarse en el suelo con el resto sabiendo que no se separaría de aquella lapa hasta que no acabase la velada.

Trató de ignorar las inquietas manos que jugueteaban con su chaqueta nueva.

-¿Qué estás poniendo?- Le preguntó a Ivonne, quien trasteaba con el DVD sin mucho éxito.

-Intento que esto furule, ¡pero no rula!- Se quejó la muchacha, notablemente estresada.

-A ver…- Estiró el brazo y cogió el mando del aparato. Pulsó “Play” y la pantalla se puso en azul.

-¡Eien eres un fenómeno!- Exclamó Jav con corazones en los ojos.

-Lo que tú digas…

-¡Dios mío, Eien! ¡¿Qué coño te has hecho?!

El aludido se giró para contemplar la expresión de estupefacción de Ivonne, quien miraba aterrorizada a su pelo.

-Ah… esto… bueno, es que como era una ocasión especial… pensé que podía pasarme por la peluquería un rato…

Ivonne seguía boqueando como si de un pez fuera del agua se tratase.

-¿Tan mal me queda?

-Yo no he querido decir nada…- Intervino Martha levantando las manos.

Eien se giró hacia el resto del grupo, que se concentraba con una pelea de filipinos.

-A mí me gusta.- Dijo Rafaella sin ni siquiera mirarlo.

-Córtate la cabeza.- Aconsejó Mike comiéndose una de las rosquillas que había derrotado.

-Me apuesto diez euros a que Dayu te echa de casa al verte.- Añadió Greend recostándose en el sofá.

-Joder… sois de una ayuda… Gracias, ¿eh?

-No te preocupes, Eien, te queda fenomenal.- Susurró Jav.

-Lo siento, pero no puedo confiar en tú opinión…

-¡¡Ya rula del todo!!- Gritó Ivonne pegando saltitos. En la pantalla
salió el menú.

-¡¡¡Dayuuuu!!- Llamó Martha a pleno pulmón.

-Esta tía nos deja sordos un día de estos…-Comentó Mike rascándose las orejas.

-Por cierto, ¿dónde está Dayu?

-Supongo que en el baño, retocándose el maquillaje.

-Idiota. Dayu no utiliza maquillaje. ¡No sabe!- Exclamó Ivonne recolocándose la coleta.

-¿Crees que lo necesita?- Preguntó Rafaella colocando de nuevo las
galletitas en el platito. Greend compuso una mueca de asco.

-No pienso comerme eso ahora.-Masculló. Raf le sacó la lengua.

-Por supuesto que no lo necesita.-Sentenció Martha volviéndose a sentar en el sillón.- La hermosura debe ser natural.

Ivonne se removió.

-Pues yo pienso que algo de maquillaje nunca viene mal. Sobre todo si se sabe utilizar.

-¿Y tú que piensas, Eien?- Preguntó Greend con malicia. Sabía muy bien los problemas y rollos que siempre había habido entre Dayu y él.

-Sí, eso, ¿tú que crees, que debería pintarse?- Insistió Mike.

-Yo… pues… no sé… diría que no… que está bien así…

-¿Qué hacéis?- Preguntó una voz desde la puerta. Todos se volvieron hacia allí, donde un chico con los cabellos húmedos los contemplaba de brazos cruzados.

-Estábamos haciendo tiempo hasta que su majestad saliese del baño.-Sonrió Mike.

-Qué honor, pero no hací… ¡Aaahh!-Gritó de repente al ver a Eien-
¡¿Qué te has hecho?!

-Eerr… yo… verás es que…

Dayu se arrodilló frente a él y le tomó la cabeza entre las manos.

-Es… es…

-No te gusta, ¿verdad?

Negó con la cabeza.

-No es eso, es simplemente que es… no sé… diferente…

Eien suspiró. Al menos Dayu no lo había echado de casa.

-¡Tío, que acabo de perder diez euros!-Se quejó Greend.

-Se siente.

Dayu se acercó al televisor.

-¿Aún no habéis puesto la peli?

-Te estábamos esperando.- Informó Martha cogiendo uno de los
filipinos manoseados.

-Ah, gracias, pero no era necesario.-Se sentó en el suelo, pulsó “Play” y acto seguido se recostó contra los cojines que habían colocado a los pies del sofá.

-¡Anda que cara!- Bufó Mike.

-¡Eish! Es mi cumpleaños, ahora soy vuestro rey.

-¡Eso no te lo crees ni tú!

-Yo también quiero.- Dijo Rafaella, cogiendo otro cojín, pero, antes de
que pudiera colocarlo junto a la cabeza de Dayu, este puso su mano y negó.

-Aquí va Eien.

El silencio se hizo en la estancia tras esas palabras.

Todos miraron al chico, el cual seguía con la mano colocada, como si nada.

Eien dirigió una furtiva mirada a su alrededor. Se sentía verdaderamente incómodo pero a la vez tremendamente feliz de poder estar al lado de Dayu.

Se acercó y se tumbó junto a él, teniendo cuidado de no tocarle.
Martha e Ivonne intercambiaron una mirada significativa. Todos conocían a la perfección los problemas de aquellos dos, lo cuales podían llegar a quererse y odiarse en el mismo día.

La de Dayu y Eien era una relación extraña, ya que nunca llegaba a ser eso exactamente. Siempre se quedaban en el “y si…”

Mike bajó las persianas y el salón se quedó a oscuras.

La película comenzó con normalidad.

-Jav, por favor, no te agarres tanto.-Murmuró Eien. Jav negó.

-Nooo, que quiero estar a tu ladooooo.

El chico suspiró y trató de concentrarse en la película, la cual había empezado como otra cualquiera pero, a medida que pasaban los minutos se iba convirtiendo en algo cada vez más… más… más “Scary Movie 2”

Hasta que en una de las escenas ya no pudo más y se levantó.

-¿A dónde vas?-Preguntó Jav.

-Ahora vuelvo, voy al lavabo.

Salteó el cuerpo de Rafaella, a la que parecía encantarle la película y se perdió por el pasillo dirección al baño.

Una vez dentro, abrió el grifo y metió la cara en el lavabo.

Ese tipo de películas no le gustaban nada de nada.

Cogió la toalla y se secó a conciencia.

Desde el pasillo seguía oyéndose la película por lo que decidió entrar en la cocina a beber agua.

-¡Ah!- Exclamó al darse la vuelta después de beber, cuando se topó con Dayu, quien lo miraba curioso.

-Perdona, no quería asustarte.

-No… no pasa nada.- Murmuró con la mano en el pecho.

-¿Qué haces aquí? ¿No quieres ver la película?

-No me gustan ese tipo de cosas. Prefiero quedarme aquí.

-Vaya… lo siento. Pedí consejo para escogerla y me recomendaron
esta…

-¿A quién le preguntaste?

-A Ivonne y a Mike.

-Obvio…

El incómodo silencio volvió a hacerse entre ellos. Últimamente
parecía que no podían tener una conversación normal sin la presencia de alguien más.

-Esto… Yo… no pude comprarte nada… Jav y yo habíamos pensado en algo… pero no me dio tiempo de ir a comprarlo…

-No te preocupes, no quería regalo.

-Me sienta muy mal, en serio… a cambio…- Rebuscó en su chaqueta
y le tendió un papel doblado.- Te he hecho esto.

Dayu lo tomó y lo abrió con cuidado.

Era una tarjeta de cumpleaños decorada con vivos colores y pequeños dibujitos hechos por Eien. En su centro, y con letra gótica, rezaba el mensaje.

“Este vale podrá ser canjeado por lo que sea, repito, LO QUE SEA que pueda darte su emisor. Feliz cumpleaños. Eien”

-Sé que no es nada y puedes tirarlo o usarlo cuando quieras. Es una mierda pero…

-Me encanta.-Susurró Dayu aún contemplando los dibujitos.

-¿D-de verdad?

-Sí, me gusta mucho.

-Buf… me alegro.-Suspiró el moreno, aliviado de que el otro no le
tirase nada a la cara.- Espero que eso te sirva mientras esperas el regalo que tengo que comprarte.

-No hace falta, en serio.

-Es un papel de mierda, te mereces otra cosa mejor.

-¿Y dices que lo puedo utilizar para lo que sea?- Lo interrumpió Dayu.

Eien lo miró contento.

-Para lo que sea y cuando quieras.

-Aquí y ahora.

-Aquí y… ¡¿Qué?! ¿Ya? ¿Tan pronto? ¿Ya sabes lo que quieres? Ten en cuenta que ahora no llevo pasta encima y no puedo comprarte nada.

Dayu negó con la cabeza.

-No hace falta dinero.

-¿Entonces…?

-Quiero que cumplas tu promesa.

Por un momento Eien perdió el aire de los pulmones.

-¿Pro… promesa?

Dayu asintió seriamente.

-¿Ya no te acuerdas? La que hicimos en tu cumpleaños.

Eien tragó saliva. Se acordaba, claro que se acordaba. ¿Cómo iba a olvidar algo así?

“Si de aquí a finales de agosto no tenemos pareja o aún no hemos
perdido la virginidad, nos acostamos, sin que eso sea motivo para comenzar una relación seria ”

Se acordaba… a la perfección.

-P-pero…

-Es lo que quiero.

-Pero… ¿aquí? ¿a-ahora?

Dayu se encogió de hombros.

-¿Y por qué no? Esta gente está ocupada con la película, mis padres no están en casa, es mi cumpleaños, agosto ha pasado y, para colmo, me has dado este papel diciendo que puedo pedir lo que quiera. Las circunstancias apuntan a que lo hagamos. No veo el problema.

-Bueno… es que yo… - “Maldición, siempre había creído que esa
promesa iba de coña, y que para entonces ya tendríamos pareja…”- No estoy…

-¿Preparado? Venga ya, Eien, eras tú el que más insistía en que querías liarte con alguien. ¡No puedes rallarte ahora!

Y tenía razón. De los dos, Eien siempre había sido el más calenturiento y con la mente más sucia. Siempre había estado hablando de cómo se tiraría a alguien y, ahora que tenía la oportunidad perfecta, no era capaz de dar el paso.

-¿No quieres?

-Bueno… yo… sí, sí que quiero, pero es que… contigo…

Dayu frunció el ceño.

-¿Hay algún problema con que sea yo?

Eien se aclaró la garganta.

-Verás, es que siempre he pensado que… que cuando lo hiciéramos, si es que llegábamos, sería siendo pareja… y no por un regalo… o promesa, lo que sea.

-Eien, ya hablamos de esto. No podemos ser pareja. ¡No somos capaces de soportarnos más de dos días seguidos!

-¡Lo sé! ¡Y no veas lo que lo siento! Pero… Vale, me gustaría cumplir la promesa, me encantaría…

-¿Entonces?

-Pues… que no me gustaría hacerlo pensando que solo es un… un
rollo.

Dayu lo miró fijamente.

-¿Quieres una relación?

-¡No! No, por dios…

-Eien… no te entiendo… me estás dando largas y ni siquiera
disimulas. Si no quieres porque no te gusto dímelo directamente. Perdemos menos tiempo.

Eien suspiró.

-No es eso, Dayu. Es que, mi primera vez… me gustaría compartirla con alguien más…

-Especial.- Terminó Dayu, entendiendo.

-Algo así.-Calló un instante, pensativo. Suspiró y volvió a mirar a su compañero.- Aunque bueno, es tu cumpleaños y me gustaría regalarte algo que de verdad quisieras, y si es esto… bueno, puedo intentarlo.

Dayu levantó la mirada, sorprendido.

-¿De verdad serías capaz de hacerlo? ¿Aún sin querer? ¿Por mí?

Eien asintió.

-No lo consideraré como una primera vez.



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-¡Esta es mi parte favorita!- Exclamó Mike señalando la pantalla.

-Llevas veinte minutos diciendo lo mismo, tío.- Se quejó Rafaella tirándole un cojín.- ¿Por qué no dices directamente que te gusta la película entera?

-Porque no es verdad, esta parte es mejor que la otras.

-Pues a mí me parecen toda iguales.- Murmuró Greend
acurrucándose en el sofá.- Esto es un rollo.

-Estoy de acuerdo.-Asintió Martha, suspirando. Se inclinó sobre el sillón y se asomó por el pasillo.- ¿Dónde andarán estos dos?

-Supongo que a Eien no le gusta esta peli.- Contestó Ivonne encogiéndose de hombros.- Dayu estará haciéndole compañía un rato.

-¡Yo también quiero hacerle compañía!-Exclamó Jav haciendo el amago de incorporarse.

-¡Tú aquí quieto!-Lo detuvo la rubia cogiéndolo por el cuello de la camisa. El chico hizo un mohín y se volvió a acostar en el suelo.

Martha se levantó y se dirigió hacia la puerta que comunicaba el salón con el pasillo. La cerró sin hacer ruido y volvió a sentarse como si nada. Ivonne le sonrió y ella le devolvió un guiño.



†††††††††††††††††††††††††††††††††††††††††††††††



-Aah… aaaah… es… espera… Dayu…- No podía parar de gemir mientras los labios del otro recorrían su pecho, mientras que su mano derecha le acariciaba por debajo del pantalón.

-…no… no voy a esperar…-Levantó la cabeza y atrapó los labios del moreno entre los suyos. La juguetona lengua de Dayu invitaba a su compañera a unirse al ansioso juego.

-P-pero… Dayu… aquí nos pueden oír… aahh…

-No me importa, no me importa…

Eien cerró con fuerza los ojos y se aferró más al caliente cuerpo que lo aprisionaba contra la pared. Se encontraban en la habitación más alejada del salón, pero eso no le quitaba el miedo a ser oídos.

-Aaahh… dios… Dayu… -Aquella mano en movimiento lo estaba volviendo loco. Subió sus manos por la espalda semidesnuda del otro y acabó enredando sus dedos en el cabello castaño cobrizo, de nuevo húmedo a causa del sudor.

-Aguanta un… poco…

-N-no… no puedo… más…

El castaño enterró su rostro en su cuello, besándolo y lamiéndolo con fuerza.

-¡Dayu!

Segundos después, Eien se venía en manos de su amigo.

Las fuerzas le abandonaron y comenzó a caer por la pared,
arrastrando consigo al otro, que aún seguía acurrucado en su pecho.

Le costaba respirar pero, cuando por fin logró normalizar los latidos de su corazón, abrió los ojos y contempló el cuerpo de Dayu.

-Hey… Dayu… -Le tocó el hombro con suavidad, casi acariciándolo.

El castaño alzó la mirada, sonriendo levemente.

-¿Estás bien?

Eien asintió.

-Perfectamente, pero… esto…

-Ya sé que no es lo que estabas esperando, pero con esta gente
aquí, no quiero arriesgarme más.-Sonrió y se lamió la mano machada. Eien se ruborizó de inmediato.- El resto viene esta noche.

Tragó saliva.

-¿El… resto?

-¡Claro! ¿Creías que esto era todo? Te recuerdo que yo aún no he disfrutado nada.

“Tiene razón”, pensó el moreno contemplando cómo Dayu se colocaba bien la camisa que él mismo le había desabotonado.

-¿Quieres que…?-Preguntó señalando la evidente excitación del castaño.

Dayu negó, sonriendo.

-No te preocupes. Ya me encargo yo- Se incorporó y ayudó al otro a hacer los mismo.- Espérame en el salón, la película debe de estar terminando. Yo ahora voy, debo… ir al baño un momento.

-¿En serio no quieres…?

-No, en serio. Guárdate las energías para esta noche.

Eien no respondió. Tan sólo se quedó inmóvil, viendo cómo el otro se marchaba dirección al servicio.

Entonces recordó que desaparecer durante mucho tiempo podía llegar a ser sospechoso…

Se arregló la ropa y salió del dormitorio.

Una vez en el oscuro salón, un pesado bulto se le echó encima.

-¡Coño, Jav, para quieto de una vez!

-¡Nuuu quieroooo! ¿Dónde has estado?

-Eso no es asunto tuyo.- Opinó Martha tirando de él hacia atrás.

-Gracias.- Dijo Eien moviendo los labios. La chica sonrió y volvió a sentarse.-¿Le queda mucho a la película?-Preguntó contemplando la pantalla.

-Nah… dos o tres minutos.-Respondió Rafaella absorta en la trama de la historia.

-Menos mal…

-¿Dónde está Dayu?- Inquirió Mike estirándose en el suelo.

-Esto…

-Aquí.- Respondió el propio Dayu.- Estba recogiendo el estropicio del pastel.

“¡Qué rapidez!”, pensó Eien asombrado. Dayu parecía totalmente calmado, por lo que debía de haberse “desahogado” en un abrir y cerrar de ojos.

Dayu advirtió la sorprendida mirada del moreno y sonrió.

-¿Todo bien?

-¡Se acabó!-exclamó entonces Mike.-¡Se acabóooo!

-Para ya de gritar, joder.- Lo reprendió Greend.- Que no es el fin del mundo.

-¡Como si lo fuera! ¡Quiero verla de nuevo!

Rafaella le dio una colleja y todos rieron.

-Si quieres te dejo aquí, pero… -dijo Dayu contemplando el reloj del salón-, son casi las nueve, si queremos coger mesa en el Wok, debemos darnos prisa.

-¡Comida!-Exclamó entonces el rubio.

-No sé si eres idiota o es que de verdad te alegras por eso…-Greend
suspiró y se incorporó, estirando los brazos.- Llevo mucho tiempo sentado…

Ivonne apagó el DVD y también se levantó.

-¿Nos vamos entonces?-Preguntó Dayu al grupo, el cual asintió con
entusiasmo. Las tripas comenzaban a rugir como fieras.- Bien, entonces coged los abrigos y salgamos.

-¿Abrigos?-Preguntó entonces Rafaella.- ¿Para qué?

Dayu se encogió de hombros.

-Tú misma. No pienso llevarte en brazos si te acaba dando algo por
culpa del frío.

Al salir a la calle, una helada brisa le pegó en todo el rostro.

-¡Dios mío! ¡Pero si estamos aún en Septiembre!-Exclamó Greend.

-Démonos prisa.



El camino hasta el restaurante era bastante largo, por lo que se pusieron en marcha a paso ligero. Cuanto antes llegaran, menos frío pasarían.

-Oye, Eien… -Comenzó Ivonne acercándose peligrosamente a él.-
Entre tú y Dayu…

-¡Ivonne!-La interrumpió Martha, saliendo a la defensa del moreno.-Eso no es de tu incumbencia.-Se pegó más al chico y lo aferró del brazo.- Pero, ¿a que es verdad que os habéis liado ya?

Eien la miró, sorprendido, sin saber qué responder. Aquellas dos cada vez lo desconcertaban más. “¿Cómo coño se han enterado?”

-Esto no…

-Venga, Eien, no seas mentiroso. Se os veía en la mirada.

-¡Sí!-Coincidió la rubia.- Eso significa que… ¡esta noche juerga!

-¡¿Queréis dejar de decir chorradas?!

-Es una pena que Dayu sólo te haya invitado a ti… -Se lamentó Martha. Ivonne asintió.

-¿Será que Dayu ya tenía previsto tirárselo?

-Conociendo a Dayu…

Eien suspiró y se apartó lentamente de las chicas. No había nada peor que tener a dos amantes del yaoi en el grupo.

Media hora después, durante la cual Rafaella estuvo quejándose del frío y la distancia, consiguieron llegar al Wok antes de que la última mesa fuera ocupada.

-Hemos tenido suerte.-Comentó Dayu sentándose en la mesa. Se había pasado todo el tiempo caminando varios metros por delante de ellos, encogido sobre sí mismo.

Eien se acercó y fue a sentarse en el otro extremo de la mesa, pero, antes de que lograse tocar la silla, Mike se la arrebató.

-Aquí voy yo.- Sentenció el rubio.

Eien se encogió de hombros y se giró para sentarse a su lado cuando descubrió que ya todos se habían acomodado, dejándole a él un oportuno lugar junto a Dayu.

“Joder…”

Caminó hasta su nuevo asiento y se sentó con pesadez.

-Bueno –Empezó Dayu extrañamente animado-, vamos a pedir ya,
¿vale?

-Eerr… -Lo interrumpió Eien.- Dayu… esto es buffet libre… no se pide…

Dayu miró la carta que tenía entre las manos.

-¿Entonces para qué ponen carta?

-Esa es la carta de los vinos.-Respondió Greend.

-Podríamos pedir un vinito, digo yo.

-No, Mike, nada de alcohol por ahora, aún nos queda una cena.- Lo detuvo Martha.

Eien se incorporó.

-Pues yo voy ya a coger la comida. Si alguien quiere venirse…

-¡Yo!-Se apuntó Ivonne.

-Nosotros nos quedamos guardando la mesa.-Dijo Greend, muy concentrado en doblar las servilletas.


Aquel restaurante era uno de los favoritos de Eien ya que, pagando siempre lo mismo, comías todo lo que querías.

Aún así, él siempre empezaba por algo ligero, por lo que se puso un
poco de ensalada y algunos panes de gamba.

-¡Por Dios!-Exclamó al contemplar la montaña de comida que llevaba
Ivonne en sus dos platos.-¿Cómo vas a comerte eso?

-Fácil: abriendo la boca.

-Pero… ¿sabes a caso lo que te has echado en el plato?

La chica miró pensativa su comida.

-Creo que sí. Mira. Aquí están los rollitos de primavera; por aquí los tallarines; aquí la carne que ahora voy a pedir que me hagan; las croquetas; aquí están las patatas fritas; por aquí están los nuggets; esto no sé muy bien qué es lo que es…

Eien la miró con estupefacción.

-Hay que aprovechar. Es buffet libre, ¿no?

El chico prefirió no responder. Recogió su plato y se dirigió de nuevo hacia la mesa.


La velada fue, dentro de lo que cabe, tranquila y apacible o, al menos, hasta que a Ivonne se le ocurrió hacer la pregunta que tanto había callado.

-¡Oye, chicos!-Dijo entusiasmada mirando a Dayu y a Eien, quienes
comían con parsimonia su plato de tallarines.- Imaginaos que sois pareja…

“No, otra vez no…”, pensó Eien hundiéndose en la silla.

-¿Quién de los dos sería el uke y quién el seme?

Todos guardaron silencio. A pesar de que no fueran seguidores de eso del yaoi, entendían muy bien a lo que se refería la rubia.

De repente, todos los ojos estaban puestos en ellos dos.

-Eso, eso.-Se animó Mike.- ¿Quién sería el pasivo y quién el activo?

Eien contempló sus palillos, tragando saliva. Si no contestaba iba a parecer sospechoso… Tomó aire.

-Yo el uke.

-Yo el uke.

Abrió desmesuradamente los ojos y giró la cabeza hacia Dayu, quien acababa de contestar exactamente lo mismo.

Martha se echó a reír.

-Menuda pareja sin futuro… Dos ukes en la cama…

Los ojos de Dayu echaban chispas.

“El uke soy yo”, pensó Eien tratando de que el otro captase el mensaje.

-Pues yo creo que Eien tiene más pinta de seme que de uke.- Opinó
Jav, hablando por primera vez desde que habían salido.

-¡De eso nada!-Exclamó el aludido.- ¡Aquí el único uke soy yo!

-¿De qué hablas? El uke soy yo. Como bien dice Jav, tú tienes más pinta de seme que yo.-Contraatacó Dayu haciéndose el indignado.

-No flipes, monada. Tú no sabrías hacer de uke ni aunque te pagasen.

-Bueno, bueno, chicos.-Lo detuvo Martha.- Ya no hemos enterado de que a ambos os va eso de que os den.

Todos echaron a reír. Todos menos Eien y Dayu.

El moreno se cruzó de brazos. Aquello iba a ser un problema.

Ignoraba qué tenía Dayu pensado para aquella noche, pero desde luego, si se trataba de que él hiciese de activo, la llevaba clara.

-Os lo tomáis muy en serio.-Dijo Rafaella.- Cualquiera diría que cuestión de vida o muerte.

-Pues casi…-Murmuró Eien aún enfurruñado.-Además, no sé en qué os basáis para decir que soy seme.

Todos lo miraron atentamente.

-Quizás es… por el peinado.

El moreno se ruborizó en seguida. ¿Ivonne se había dado cuenta? El resto asintió.

-Sí, parece el peinado.

-Vale, esto es absurdo. ¿Podemos dejarlo ya?-Los cortó Eien. Cada vez se sentía más y más incómodo con todo aquello.

Los demás apartaron el tema y siguieron comiendo y dándole trabajo al chino de los fogones.


Una hora después, tras haberse repartido trabajosamente la cuenta, salieron del restaurante y se pusieron camino a casa.

A mitad del recorrido, Greend se despidió.

Junto con él, se acabaron yendo Rafaella y Mike.

-Gracias por la cena y la tarta, a pesar de no estar muy rica…

Dayu les sacó la lengua y se despidió con la mano.

-Eso tres seguro que se lo montan. Están demasiado unidos.- Comentó Ivonne viendo cómo se alejaban.

-Bah, no creo que Rafaella esté dispuesta a colaborar, y Mike y Greend nunca se han llevado del todo bien.

-¿Entonces dices que entre ellos no hay nada?

Eien suspiró.

Dayu se colocó a su lado, riendo.

-A estas dos les hace falta un buen novio.-Afirmó.

El moreno negó.

-No un buen novio, si no una buena peli porno gay, seguro que con eso se les bajaban los humos.

Dayu soltó una carcajada.

-Tienes razón.-Pasaron por delante de unos pisos rosados.-Oye, Jav, ¿no es tu casa aquella?

El chico se aferró a la chaqueta de Eien.

-Sí, pero quiero irme con Eien.

El moreno suspiró.

-Pero yo no voy a mi casa, Jav, no puedo acompañarte, lo siento.

El rubio abrió los ojos desmesuradamente.

-¡¿No?! ¿Por quéeee?

-Porque me quedo a dormir con Dayu, lo siento.

El chico compuso un mohín de puchero, pero no fue capaz de ablandar el corazón del otro.

-Si quieres te acompañamos hasta el portal.-Propuso Dayu con intención de hacerle menos pesada la carga a Eien. Al fin y al cabo, había sido él mismo quien le había presentado a Jav. Ahora se arrepentía.

-¡Vale!



Una vez en el portal, deshacerse de Jav fue más duro de lo que parecía.

-Veeenga, Jav, suéltame ya.-Decía Eien tratando de apartarse de aquella mole de niño mimoso.

-¡Ya no me quieres! ¡No me das abrazos, ni besos, ni nada!

El moreno suspiró.

-¿Si te doy un abrazo te vas ya a casa?

Jav asintió eufórico.

-¡Y un beso! ¡Y un beso!

Eien suspiró, se acercó y lo rodeó con sus brazos sin muchas ganas.

Jav puso los labios en morros, pero él los ignoró y le dio el beso en la mejilla, bajo la atenta mirada de Dayu.

-¿Contento?

Jav asintió.

-¿Me llamarás mañana?

-Ya veremos. Venga, sube ya, que nos vamos.

-Llamameee.

-Que sí, pesado. Adiós.


Las buenas noches de Jav aún seguían resonando por la calle
mientras los demás se alejaban.

Ivonne se partía de risa.

-¿Pero qué le pasa a ese?

Martha sonrió.

-Al parecer la ha tomado con Eien y no quiere soltarse de él.

-No me lo recuerdes.- Bufó el moreno.-Maldito el día en el que acepté salir con él a solas.

-Bueno, si aceptaste fue porque te gustaba, ¿no?-Dijo Dayu contemplándolo inocentemente. Eien le devolvió la mirada. ¿Era alguna especie de pregunta trampa? ¿O era una indirecta?

-No acepté porque me gustase como tío. Le dije que sí a quedar un día como amigos, dar un vuelta y eso. Que él lo haya malinterpretado no es problema mío, porque en ningún momento le he dado a entender que me interese lo más mínimo.- No controló muy bien su tono, y la última frase sonó más dura de lo que en realidad pretendía.

Martha advirtió la mirada de Dayu, por lo que agarró a Ivonne por su chaleco y tiró de ella hacia atrás.

-Emm… Chicos… Nosotras nos vamos ya.

Ambos se giraron.

-¿Ya? ¿Tan pronto?

Martha asintió.

-Sí, que mañana tengo la carrera esa de bicis. Además Ivonne se queda conmigo esta noche y tenemos que preparar el cuarto para
dormir.

-O lo que surja.- Terminó la rubia.

-Seguro, Ivonne, seguro.

Dayu se acercó a ellas.

-Bueno, pues entonces nada. Que espero que lo hayáis pasado bien y el pastel no os vaya a sentar mal.

-Descuida –dijo Martha-, si nos pasa algo, los forenses ya saben dónde encontrarte.

-¡Adios!

Las chicas se dieron la vuelta, dirección a la estación de trenes.

Dayu se giró y miró fijamente a Eien. No dijo nada y siguió caminando hacia delante.


A aquellas horas de la noche no pasaba nadie por la calle, lo que hacía el silencio entre ambos aún más incómodo y pesado.

Dayu parecía tranquilo. Caminaba con las manos metidas en los bolsillos de la chaqueta y mirando al frente, como si nada pudiese importunarlo.

Eien, por el contrario, era un amasijo de nervios.

Todos aquellos pensamientos que había reprimido durante la cena lo estaban atormentando ahora.

Iban a hacerlo.

Iba a acostarse con Dayu, su amigo de la infancia.

Iba a perder su virginidad.

¡Aquella misma noche!

Tragó saliva.

Se estaba poniendo verdaderamente muy nervioso y eso no era bueno.

“No debo pensar más en eso. Cuanto más lo piense, más locura me parecerá, y yo quiero darle su regalo a Dayu”.

Era un poco extraño pensar que su regalo era él mismo.

“¿Debería entonces ponerme un lazo rojo? No, mejor no. No me sienta bien el rojo, y los lazos tampoco. Además, soy como un regalo improvisado. Los regalos improvisados no se envuelven. Y, si llegamos a hacerlo… No creo que un envoltorio sobre mi cuerpo facilite mucho las cosas, ya que, al fin y al cabo, para hacerlo, hay que estar desnudo… ¡Arg! Debo dejar de pensar en esto, si no me volveré loco.”

Se aclaró la garganta y continuó caminando, intentando
tranquilizarse, a pesar de estar a cada paso más cerca de la casa de
Dayu.

Miró de reojo a su compañero, que continuaba andando como si el resto del mundo no tuviese nada que ver con él.

“Creo que debería decir algo…”

No hizo falta que abriese la boca ya que, de repente, Dayu giró la cabeza y lo miró con ojos entrecerrados.

-O sea, que quieres ser el uke.

Eien se ruborizó de inmediato. “Menuda forma de romper el hielo”.

-Bueno… sí… prefiero ser el que… reciba… -Aquello costaba.

-Mmmm… Sabes muy bien que ese era mi papel.

-¡¿Desde cuando?!

-Desde… desde que me imaginé cómo sería esto.

Eien lo miró sin saber que decir.

-Esto… ¿esto lo has imaginado más veces?.

Dayu asintió.

-Muchas, pero eran meras fantasías.-Sonrió enseñando los dientes.-
Y esta noche por fin voy a cumplirlas.

Eien bajó la mirada.

-Las fantasías están para no cumplirlas.- Murmuró.

-Bueno, no voy a cumplirla del todo, ya que no me vas a dejar ser uke…

El moreno alzó la mirada.

-¿Me dejarás?

Dayu asintió.

-Pero no por caridad, si no porque sé que si no lo hago, no me dejarás tocarte.

Eien lo miró pensativo.

-Tienes razón.

-Aunque sigo pensando que como seme quedarías mejor.

-¡No digas eso! No me gusta ese rol, lo sabes.

Dayu sonrió maliciosamente.

-Pues quién lo diría con ese peinado.

Eien abrió los ojos como platos.

-Entonces, ¿te has dado cuenta?

-¿Cómo no hacerlo? Si se ve a la legua. Ivonne y Martha se dieron cuenta y por eso no paraban de cuchichear.

El moreno bajó la mirada.

-Es que, como llevabas tanto tiempo diciendo que como regalo querías un Gô… Pensé que haciéndome su peinado… Bueno… te alegraría el día… (N/A: Gô es el protagonista de un cómic yaoi, Yellow Peligro, donde es seme, de ahí que dijesen que Eien parecía más activo que pasivo)

Dayu sonrió.

-Pues lo conseguiste.

A Eien se le iluminó la mirada.

-¿En serio?

El castaño asintió.

-No veas lo que me pone ese peinado…

-Uugh… Dayu… sólo piensas en eso…

-Me vas a decir que tú no.

-Bueno, yo… si te soy sincero esto me asusta cada vez más.

Dayu lo contempló en silencio.

-Siento si te estoy obligando. Ya sabes que si de verdad no quieres, no tienes por qué hacerlo. No quiero presionarte.

Eien sacudió la cabeza.

-Quiero darte tu regalo, aunque eso signifique acostarme contigo.

Dayu alzó una mano y acarició la mejilla del moreno.

-Vamos, no te pongas así. Te prometo que lo pasaremos bien. Esta tarde no parecías estar muy mal mientra gemías mi nombre…

-¡No me recuerdes eso!-Exclamó Eien ocultando su rubor.

Dayu rió.

-Sabes que tengo razón. Nos conocemos desde que éramos enanos, me conoces tan bien como a ti mismo, igual de bien que te conozco yo. Sabemos lo que queremos. Será genial.

Eien lo miró como si lo viese por primera vez. Dayu tenía razón.

Aunque le costase admitirlo, ya habían compartido más momentos íntimos en otras ocasiones y conocían sus cuerpos lo suficientemente bien como para saber donde tocar, donde besar y qué acariciar para lograr que el otro perdiera la cabeza. Pero claro, en aquellos momentos eso era tan solo un mero juego. Lo que iban a hacer esa noche traspasaba la línea invisible que siempre habían marcado entre diversión y seriedad.

“Bueno, debo tomarlo como otra experiencia más”, pensó Eien enfundándose en su chaqueta.

-¿Sabes? –dijo entonces Dayu.- Por una parte me alegro de que esto vaya a ser contigo.

-¿Ah, sí?

El castaño asintió.

-Siempre imaginé que sería con alguien como Johnny Deep o Jack Skelleton, y no contigo, un amigo de la infancia. Pero supongo que así es mejor. Contigo tengo la confianza suficiente como para pedírtelo, por lo que no creo que esto vaya a ir mal.-Ensanchó su sonrisa.- Estoy feliz.

Eien, en cambio, lo observaba fijamente con los ojos entrecerrados.

-¿Jack Skelleton te parece más atractivo que yo?

Dayu movió la mano.

-No le des tanta importancia a tales nimiedades…

-¡¿Nimiedades?! ¡Estás hablando de un cadáver!

-Un cadáver con estilo al vestir.

Eien suspiró. “Me rindo, no puedo hablar con él”. Alzó la mirada y la clavó en el oscuro cielo. A pesar de la cantidad de luz que había a esas horas, aún podían distinguirse algunas tímidas estrellas.

-Pues, ¿sabes qué?- Murmuró tras unos minutos de silencio. Ya faltaba poco para llegar a la casa. Dayu lo miró interrogante. Eien sonrió.- Yo también me alegro, pero no por eso de la confianza y la amistad, si no por que va a ser hoy.

Dayu puso los ojos como platos.

-¿De… de verdad? ¿Por qué es mi cumpleaños?

-… -Eien lo contempló con desdén.- Eerrn… no, creo que no es por
eso.

-¿Entonces?

El moreno alzó las manos y las colocó en la nuca. Sonrió y le guiñó un ojo.

-Porque sé que mañana te odiaré.

Dayu pareció desconcertado, pero tras unos instantes de reflexión, entendió lo que decía su compañero. Alzó la mirada y le sonrió con cariño.

-Tienes razón. Me odiarás.

Estiró el brazo y tiró suavemente de la chaqueta de Eien. Este supo lo que quería. Bajó su mano y la entrelazó con la de su compañero.
Notas finales: Si tu cara después de leer esto es así ----> O_o
que sepas que lo entiendo. Para comprender este final tienes que saber lo que son los cambios de humor repentinos, cosa que entre mi gente suele pasar, ellos saben de qué hablo.
Arigatto por leer, y recuerden: Cualquier parecido con la realidad es mera coincidencia (o no).

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