Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

¿Dónde estás? por chibiichigo

[Reviews - 5]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del fanfic:

Disclaimer... estos personajes no son mios -.-

Notas del capitulo:

espero que les guste. este fic literamente me nació de repente jaja

disfrutenlo

“¿Dónde estás?” esa pregunta siempre presente. Todavía recuerdo lo mucho que dolía formularla, sabiendo que no obtendría contestación alguna. Jugando en un laberinto de oscuridad a volver a ver tu cara, sentir tu pecho desnudo o volver a soñar con tus besos. Gritándole a la oscuridad por un momento más de cariño, de calma y de comprensión por tu parte… un grito jamás escuchado.

Me dueles todavía. Me atraviesa como una espada en el pecho saber que te tuve y te perdí. Que te fuiste sin siquiera haberme dado respuesta a alguna de esas miles de preguntas al aire que t mande en su momento. Por supuesto, ahora, pensadas con la cabeza fría y los sentimientos puestos de lado, comprendo que fueron preguntas idiotas. Totalmente infundadas. Pero… todavía me duele preguntar “¿Dónde estás?”

Sabiendo que siempre estuviste a mi lado, que fuiste mi amigo, mi amante y mi confidente eterno, entiendo que fui yo quien falló… fui yo quien tuvo la culpa de que las cosas no funcionaran y que cuando menos me di cuenta, lo único que tenía era una casa vacía, llena de dolor, de errores y de culpas. Que a mi lado se sentía una cama todavía tendida, fría a falta de tu cuerpo… y todo por mis necedades, mis berrinches y mis caprichos que fueron corroyendo nuestra relación de a poco.

Posiblemente, cuando ambos notamos que las cosas no iban bien, ya tenían mucho tiempo de no estarlo. Los reclamos, para ese entonces, habían suplido a las caricias, y las peleas estúpidas habían tomado el lugar de nuestra vida sexual. Y luego… luego comenzaste a faltar.

Todas las noches esperaba, con cada fibra de mi ser llena de rabia, paranoia y recelo por saber, o mejor dicho, creer saber que te estabas revolcando con otro. Lejos de mis brazos. Esa sensación me  estaba destrozando por dentro...

Quise espiarte, salir y gritarte lo idiota que eras por tenerme a tu lado y acostarte con otro. Sin embargo no lo hice. Solamente me llenaba más de sospechas sin atreverme a hacer nada al respecto. Solamente te hablaba, cada noche preguntándote “¿Dónde estás?”

Tu, como siempre, respondías que en el trabajo. Que llegarías a la casa tan pronto te permitiera el jefe, ya que la fecha límite para entregar no se qué cosa se avecinaba. Me sentía furioso porque sentía que me querías ver la cara, que me pensabas lo suficientemente ciego para creer toda esa bola de patrañas.

Sentía que no me amabas lo suficiente, aun cuando algunas ocasiones intentaste tocarme, con las intenciones de hacerme el amor. Cada detalle, cada caricia o cada beso que intentabas darme te lo negaba, preguntándome en silencio si se los darías a “él” también.

Ese inexistente “él”. Ese “él” de fantasía por quien te perdí…

Con el paso de los días dejaste de tocarme, ya ni siquiera intentabas tener un momento de intimidad conmigo. Veía tus ojos, tan cargados de preguntas como de reproches… esos mismos ojos donde años antes me había perdido, navegando en ese color aguamarina que me cautivó desde que los conocí.

No sé tu que habrás visto en los mios. Seguramente, no lo niego, viste odio, desesperación, rabia por no ser lo suficientemente hombre para satisfacerte en la cama… descontento.

Yo, como ahora comprendo, sabía que me amabas, aun en esos momentos en que juraba que estarías con alguien más. Yo entendía que cualquier persona podría ver el amor profundo que profesabas hacia mi. Cualquier otra persona menos yo…

En muchas ocasiones lancé comentarios sarcásticos, más llenos de preguntas y de reproches que de nada. Te acusé de tener romances con diferentes personas, ya que dudaba que fuera una sola persona la receptora de tus besos, caricias y cariños. Te lo echaba en cara a cada momento del día. Cada oportunidad y cada palabra iban destinados a culparte…

Tu me lo negaste una, dos, diez y cien veces… hasta que ni siquiera te molestaste en negármelo más.

Eso, por supuesto, se prestó a que sospechara más de ti. Que viera en tu cara la de un infiel que, de tanto cinismo, ni siquiera se molestaba en negar su pecado. Era tan… cruel eso que me hacías, que yo te hacía y que mutuamente nos destruía que ninguno de los dos supo como pararlos.

Odiaba que miraras a otras personas, comencé a volverme posesivo. Me gustaba engañárme, creyendo que en cualquier momento, de un segundo a otro, te atraparía con las manos en la masa, haciéndote imposible negar que me eras infiel, como hacía un tiempo habías dejado de negarme.

Sin embargo, como era evidente, jamás te atrapé. Todo lo que veía era cordialidad, seriedad y amabilidad por tu parte, sin dejar de reforzar que era YO, Sasuke Uchiha, tu esposo… el dueño de tu corazón.

Las personas más allegadas a nosotros no sabían más que hablar maravillas de ti y alabar el amor que nos profesábamos. Sentía como si me abofetearan cada vez que mencionaban eso… ¿acaso para ellos no era evidente que tu me veías la cara?

Odiaba sentir todo lo que sentía. Ese rencor, el despecho y la desconfianza que llenaban mi persona me iban corroyendo por momentos, cual bosque presa de las llamas, mas encontré algo dentro de mi que me lastimaba todavía más que todas esas fantasías y alucionaciones de amantes e infidelidades… la certeza de que era YO quien te necesitaba, y no tu a mi. La idea tan real de que yo dependía de tu persona, que soñaba con volver a la dinámica de antes… que lo que más deseaba en este mundo era que me dijeras que tenías un amante y me pidieras perdón de rodillas… así es, Gaara… quería que me pidieras perdón. Que me hicieras tuyo de nuevo y pudiéramos consumirnos juntos en ese idílico mar de deseo.

Odié más esa verdad fugaz que todo lo uqe había imaginado antes. ¿Qué acaso eras tu el único que podía ser feliz sin mi? ¿Por qué yo no sería feliz sin ti? Me decía constantemente que yo podría ser feliz sin ti, que si tu habías encontrado otros brazos yo podría hacerlo de igual forma… pero de nuevo, nunca me atreví a hacerlo. Había esa otra parte en mi que pensaba que eras tu quien estaba mal y yo debía mantenerme intachable.

Así que lo único que continué haciendo fue llamarte día con día preguntando “¿Dónde estás?”. Tu respuesta siempre era la misma. En la oficina…

De nuevo, como ya era costumbre en mi, imaginaba que tu amante estaría en la oficina y por eso no salías de allí ni aunque se cayera el mundo. Pensé en secretarios, en compañeros, en gerentes e incluso en el director de producción… ese tipo siempre te había visto con ojos de lujuria.

Comencé a ir a la oficina para amortiguar un poco mis paranoides ideas acerca de tu infidelidad.  Iba con el pretexto de comer contigo, de resarcir los daños que había causado al creerte un mal esposo. Quería ser lo suficientemente cariñoso contigo como para que regresaras a mí… pero tu no te lo creíste ni por un momento. Si bien me seguiste el juego, ambos sabíamos que lo único que se notaba en la oz de lotro era falso interés y reclamos… una cantidad enorme de reclamos que se disfrazaban en un sencillo “hola”. Esos reclamos que se introducían a mi piel, quemándola cual hierros al rojo vivo, marcándome como el esposo de un hombre infiel. Destrozando todo nuestro matrimonio…

Veía complices tuyos en todos lados. Desde nuestros amigos más intimos hasta el mesero de aquel lugar donde comíamos saliendo de la oficina. Viendo ojos acusadores en todas partes, imaginando a algún amante perdido por ahí, vigilando…

No había para que mentir… si no te dejaba era porque tenía miedo de perderte, pero también me hacía daño continuar contigo. Solamente aprendí a soportarlo… aguantando todo el dolor y descargando mi ira con cualquier cosa aparentemente nimia.  Hasta que ambos explotamos…

Sería más adecuado decir que fuiste tu quien explotó. Con decoro y decencia claro, pero quien explotó finalmente.  Recuerdo bien ese día, mejor que muchos otros. Llovía, sin embargo me habías invitado a cenar en celebración de nuestro aniversario. Celebración bastante estúpida a mi parecer, pero accedí.

Una vez sentados en el restaurant, comenzamos a charlar. Palabras hostiles que salían de boca de ambos, pero que se veían mermadas con una sonrisa… me vi envuelto poco a poco por tu galanura, por tus inmaculados cabellos rojo fuego, por tus penetrantes ojos. Me volví a sentir un hombre deseado. Me volví a sentir tu marido.

Intentaste lo mejor que pudiste lo sé, pero de inmediato comenzamos con el esbozo de una discusión. Volví a recalcarte, con lengua viperina que ya no me amabas, que tenías amantes a montón y que no veías en mi más que a un hombre con quien vivir, entre otras atrocidades que prefiero no recordar. Esos meses de frustración llegaron de golpe y simplemente comencé a verter todo ese rencor.

Golpeaste la mesa, pero no dijiste nada

-¿Por qué  ya no me niegas que te revuelcas con otro?- pregunté enervado

-Porque de igual manera no me creerías. Te lo dije una y mil veces… simplemente dejé de hacerlo cuando entendí que no confiarías en mi.- respondiste decoroso mientras tomaba un poco de vino.

-Por supuesto que confío en ti… en quienes no confío es en esa bola de resbalosos que esperan cualquier oportunidad para sentir eso que tienes en medio de las piernas.

-No esperarás que te crea Sasuke. No crees que yo te ame con toda el alma y que soy capaz de controlarme aunque “esa bola de resbalosos” me esté incitando. Ya no te reconozco…creo que es mejor que nos separemos- dijiste, recorriendo la silla y tomando tu saco, no sin antes depositar en dinero de la cuenta sobre la mesa. Y comenzaste a caminar, dándome la espalda

 Intenté detenerte… esas palabras me habían golpeado en lo más profundo. Me habían removido algo en el interior.

-Gaara no… espera- pero era tarde. En ese momento tu ya te habías marchado.

-_-*-_-*

Volví a la casa, envuelto en llanto, que se mezclaba perfectamente bien con la lluvia insistente que caía fuera.

Estaba sumergida en total oscuridad…

“¿Dónde estás?” pregunté con apenas un hilillo de voz.

Me acerqué al cuarto, con la vana esperanza de encontrarte ahí todavía. Ví la cama, impecablemente tendida y daba la apariencia que ahí no había pasado nadie.

Únicamente lo noté porque tus cosas no estaban en el closet… y encontré una nota en la cama, donde me decías que me amabas, pero que la situación era inaguantable.

Te odie, no te lo niego… deseaba que murieras para no sentirme así. Tan impotente y tan culpable, pero sabía que era verdad. Tu nunca me demostraste más que afecto que yo no supe apreciar. Que veía sombras donde no las había y que finalmente, fue por mi causa que tu no estabas a mi lado.

Que no lo estarás ya nunca más

Y ahora, la única pregunta que me puedo formular es la misma que destruyó todo y por eso duele…

“¿Dónde estás?”

 

 

 

Notas finales:

bueno jaja espero que les haya gustado. manden reviews bonitos jaja

 


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).