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Infierno por KiriharaLain

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Notas del fanfic:

No, chicas nadie ha plagiado mi Fic, soy yo misma pero con otro seudonimo. Por asuntos personales lo cambie, ese lo ocupo para cosas mmm mi trabajo real. Pero aqui estamos con mi nuevo Nick.

Notas del capitulo: Volví a editarlo. Ahora que lo volví a leer hay cosas que de verdad no sé por que estaban escritas… que vergüenza ^^

Bueno, ahora que ya está editado, corregido y recortado, por que quite muchas cosas innecesarias como lugares comunes y exceso de figuras retóricas y metáforas y organice ideas.
Me hace daño leer a Fernando del Paso y Mario Vargas. Como sea, espero que les guste la nueva corrección.
Fuji Syusuke, comúnmente elegía a sus amantes con ardua selección, por su belleza y por su escasa inteligencia o mejor aun, si tenían algo divertido que ofrecer que no fuera sólo una noche de pasión. Se había entregadó a la idea de nada de romances serios, pues era ilógico pensar que una relación homosexual diera frutos en alguna parte. Ni por que en Europa existiera la ley a favor de los matrimonios gay.

Su orientación sexual la tuvó bien establecida desde los 12 años. Las niñas le parecían lindas, inclusive se había conseguido una novia antes de entrar a secundaria. Pero los chicos también tenían una buena visión. Sobre todo su hermano pequeño con quien tenía sus más reprimidos sentimientos.
Todo comenzó desde que eran pequeños, siempre creyó que era un amor muy estrecho, pero finalmente cuando le dijo que se besaran para probar, indujo que algo estaba mal. Yuuta lloraba todas las noches encerrado en su habitación, después que Fuji lo tocara y cuando mamá preguntaba: ¿Qué le pasa a mi pequeño? Yuuta inventaba cuentos de terror en su habitación. Pero siempre Syuusuke era la razón.

Eiji era gracioso y todo el tiempo le divertía; fue su primer objetivo. No lo vió como amor a primera vista, más bien su primer experimento. Su amistad era un disfraz para cada una de las perversiones que en su mente anidaban. Como comerlo en pastel o atarlo a su cama y succionarle hasta la ultima gota de sangre y comprobar si en realidad, tenía nueve vidas como los gatos.
Nunca quiso hacer el amor con él, se limito a juegos que con ingenio y incredulidad de Eiji, completaban sus bajas pasiones. Le inventó que tenía que probar esa clase de experiencias para conocerse y saber que era lo que gustaba a su cuerpo, porque cuando llegará la hora de estar con la persona especial, sería torpe y una serie de cosas raras dominó su mente. Eiji no parecía disgustarle la idea, lo tomaba como parte de la vida, y algo natural. Eran jóvenes, quedaría como un recuerdo y experiencias, justo como dijo su amigo.

Ese mismo año, Tezuka apareció mostrando su total hermetismo antes los demás. Retraído y un tanto amargado, se aburría de mirar que no riera con alguna gracia de Eiji. Pero era misterioso y conforme pasaba el tiempo, se convertia en un joven atractivo; le gusto la prueba de dificultad. Nunca lo intentó, por miedo, algo que Fuji odiaba reconocer. Y es que por más que lo quisiera besar como a Eiji a escondidas en los baños, en los lavabos o en su casa, Tezuka era un reto, que no estaba dispuesto a pasar si no estaba seguro.

Kawuamura era fuerte, grande, perfecto para perder su virginidad con un verdadero hombre. Pero al conocerlo y comprender sus principios cimentados por un excelente padre al cual no defraudaría, su nobleza, no quiso arrastrarlo a su infierno.

En tercero, llegó Echizen y sus ojos felinos; un bosque o una selva. Ryoma tenía toda la clase de puntos en su contra para convertirse en presa de Fuji Syuusuke y al estar frustrado por no poder poseer a Tezuka, quiso tomarlo. Al principio parecía difícil, pero era más ingenuo que Eiji cuando empezó a jugar con él. Y en la tarde lluviosa después de un juego contra él, lo tomó detrás de algunos estantes justo en el momento que Momoshiro discutía con Kaidoh e Iniu trataba de detenerlos. Ryoma lloró, no quería, se lo dijo, no estaba interesado en nadie. Era un niño: “¿Qué no oyes maltita sea?”
Tpó su boca, azotó su rostro contra la pared obligándolo a quedar con las manos atadas por su propio yérsey. Tanta su espera, y la pasión incrementaba diario con cada desprecio de Tezuka y el aburrimiento que sentía por Eiji de un tiempo a la fecha.
Jaló su cabello verdoso oscuro y con otra mano, introducía los dedos en la boca del niño para que no emitiera ningún ruido. Y así, sin importar las lágrimas, la pena y la vergüenza de un jovencito mucho más delicado y pequeño que él, lo penetro hasta que no quedara nadie en el salón y sus gritos fueran invisibles por toda la escuela; por primera vez podía oír su propio silencio. La sangre en sus muslos no era percibida por la semilla que fluía entre sus piernas y la voz de Fuji haciendo eco con la lluvia que no cesaba.

Ryoma nunca contó nada, la vergüenza y su orgullo no le permitirían declarar algo tan obsceno y enfermo. Fuji ni si quiera le parecía varonil, era como ser violado por una fangirl, por lo menos si Sakuno y Tomoka tuvieran el valor no se sentiría tan miserable. Suponía que esas cosas pasaban; en la televisión de EU normalmente escuchaba de casaos similares donde los villanos siempre paraban en la cárcel, pero aquí era Japon y Fuji no era mayor de edad.

Pero para él, el reto con nombre Tezuka seguía, y cada vez que lo miraba, lo desvestía con delicadeza hasta dejarlo expuesto a las brazas del reino de Caronte, si, por que no seria mala idea oírle suplicar por su vida.

***

Luego terminó por aceptar la invitación de Oshitari Yuushi. ¿Y por que no? El tipo era atractivo y varonil, podía sentirse superior a Atobe en todos los aspectos; ja.

—Sólo una noche, me gustaría pasarla bien, no pretendo nada serio— dijo Oshitari y eso conquistó a Fuji, era directo y no se iba con medias tintas ni invitaciones ridículas para conseguir algo que duraría muy poco.

Oshitari lo llevó a cenar a uno de los restaurantes mas sofisticados que conocía, ¡oh claro! El glamour nunca falta en los alumnos de Hyotei. Y Fuji se sentía como una vil perra comparado a las prostitutas del Yetset a las que compran con cenas, carros, joyas y un buen sexo. Un jovencito que apenas cumpliría los quince ya era dueño de su propio departamento que papá Oshitari-san compró porque era el mejor alumno en la academia y un prodigio.
“Entupidos ricos, creen gobernar el universo” pensó Fuji al entrar y ver la decoración vanguardista, con sus muebles minimalistas en negro y cuadros de VanGohg y Monnet.

Sería su primera vez, tenía que ser especial, aceptó que fuese Oshitari por que parecía tener mucha experiencia como decía: Que si Shishido y tres veces más, que Atobe lo llamaba todo el tiempo porque no había nadie como él, y que Gakuto lo veneraba y era su amante predilecto, Jirou nunca se quejaba y hacía lo que Oshitari quisiera, Taki le quería mucho por que nadie le había dado tanto amor. Y las mujeres eran punto y aparte, con ellas era distinto. “Es que las mujeres se quejan y exigen más de lo que uno puede dar”, dijo al terminar de probar un bocadillo en el restaurante.
Los labios de Oshitari eran tibios, de menta o hierba buena. Olía a Old Space, su reloj tittanium lo dejo anonadado, el saco guinda de Boss, sus zapatos Prada y los pantalones Lee, la camisa Dior y para rematar los cardigans (boxers muy pegados) Cherskin de un negro perlado. Supusó que también sería de marca el sexo que tendrían, pero no fue lo que se esperaba.

—Que mitómano eres— susurró Fuji al terminar, justo cuando Oshitari se cayo dormido.
Ni era un súper hombre como dijo que lo describía Atobe, ni era único en su clase como dijo Shishido y tantas falacias. Por su puesto que si duro bastante, pero era monótono, él era mejor seme y estaba apunto de sugerir si quería experimentar.
Por la mañana tomó sus cosas y un tanto de dinero de la cartera de Oshitari, no tendría por que enojarse, se lo merecía, además le hizo un favor, ambos estaban aburridos.

***

Y ese Mizuki todo el tiempo de entrometido. Después de dar vueltas al tema, llegó a la conclusión que él y su hermano se entendían. Yuuta llegaba a casa los fines de semana y siempre hablaba de él: Mizuki esto, Mizuki dice que… Mizuki hizo, Mizuki comió, Mizuki rió de…, Muzuki fue, Mizuki será, Mizuki es el dueño del puto universo y escribe, puto con morado. Pero Fuji no era estúpido, conocía perfectamente a su especie. Yuuta era su “querido hermano”, al cual acosaba todo el tiempo por diversión y para ver que resultaba. Por esa razón Yuuta se fue de casa, inventó un pretexto, pues a sus padres les dolería la verdad.

—Mi hermano está enfermo—dijo a Mizuki una noche de tantas que intentó Fuji abusar de él. Encontró desahogo y confianza en la dulce voz de su sempai.

Eso incomodó a Fuji, quien se enteró aquella tarde cuando Yuuta apareció de visita inesperada. Intentó aprovecharse de él otra vez. Yuuta lo insultó hasta el punto de querer romperle la cara de zorra que ponía cada vez que la situación no estaba de su lado. Fuji lo miró concisamente y sus ojos dedujeron que las palabras de su hermano no eran suyas.

Una conversación amistosa no afectaba a nadie, Mizuki era amable, claro con modales de una anciana, con el estúpido té y las galletas. Fuji quería follárselo hasta que se cansara y Hajime no se sentara por un mes. En donde fuera, no era especial, en los baños públicos, en el suelo, en la calles, en la cama de los padres de Mizuki, en su iglesia, en los infiernos, en el basurero municipal, en la pradera, en invierno y en el olvido.
Cuando Mizuki escuchó la palabra: “mi hermano” Supuso inmediatamente el giro de la conversación y sin reservas contó, omitiendo su relación con Yuuta. Y hay empezó un debate, que si la iglesia, los mandamientos, las leyes, el castigo, penitencia, el incesto, la familia, la boda, la novia que no existe, la vida que se perdió, amen.

El deportivo de su hermano carecía de espacio, pero ambos eran flexibles. Debajo de Fuji las piernas de marfil y un par ojos luminosos parpadeaban, los labios de Mizuki eran sedosos y tiernos, inclusive llegó a pensar que era más hermoso que él mismo. Lo odio. Con esa voz melódica, ¿era Loreley la sirena de los Celtas, o de los Germanos?, que importaba. Su voz era suave, bien serviría como coro, y lo era. Fuji no sabía que Mizuki cantaba en el coro de la iglesia. No sabía ni le importaba, pero a través de sus ojos leía sus fracasos, sentía pena por él, mediocre muchacho que pretendía caer bien a otros, consiguiendo sólo lastimas ajenas. Muzuki se retorcía y gemía, arañando los asientos del auto, besaba a Fuji con salvajismo, agitado pedía más.

—¿Mañana estás libre? No me preguntes por tu hermano, no es tan bueno como tú, ¿te subí el ego?—Fuji no contestó, seguía extasiado con la imagen de la iglesia de San Rudolph y un Mizuki crucificado.

Hajime salió del auto ignorando cualquier palabra, se marchó, desapareció entre los geranios de una casa. Fuji pensó una semana en él, lo odiaba. A su hermano también por tenerlo y prestarse a todos los juegos sucios que sólo por la mente de un Fuji pasan. Claro que su hermano también era un enfermo, se trae en la sangre, lo dijo su hermana.

***

Otro día recordó un antiguo amor. El único, porque Eiji era su mascota, Tezuka un ideal, pretensión, reto, Ryoma su juguete, Oshitari el primer hombre, si es que a eso le podía llamar así, Mizuki un capricho de piel nacarada, pero Saeki, la única persona en el mundo por la que dejaría hasta de respirar.

A causa de la inmadurez no supieron manejar esa relación ambigua que llevaban y Saeki siempre parecía estar más interesado en Yuuta.
Un mar de sentimientos encontrados y emociones inundaron su corazón; enamorado, contento, un Syuusuke completamente desconocido apareció frente a todos cuando hablaba con Saeki.

—Quiero verte—exigió Fuji con autoridad sin olvidar que siempre es un buen seme, pero aquí la cosa cambiaba, Saeki era mucho más— sabes que es verdad
—Salgo con alguien— dijo Saeki desviando la mirada de un irritado Fuji
—O es mi hermano, o es tu estúpida inmadures y ahora me dices que sales con alguien. ¿Quién es? ¿Una chica?
—Que esperabas
—Creía que…
—Era inmaduro, lo acabas de mencionar, tengamos un buen partido y deja atrás aquellas cosas.

Fuji estaba seguro que la novia debía existir únicamente por una razón, aparentar normalidades. Saeki confundió a Fuji con una niña y eso lo hacía más fácil para ellos, porque a la hermana de Syuusuke le gustaba vestirlo de mujer y con un par de vestidos siempre pasaba por una niña. Saeki al enterarse de la verdad, entristeció y decidió acercarse más a las niñas, pero ese primer amor no lo olvidaría tan fácilmente.

Finalmente de tanto intentar, Saeki fue directamente a la telaraña: la habitación de Syuusuke. Se hincó para pedirle perdón, abrazó sus piernas y continuó suplicando que lo perdonara por no podía estar con él. Era un amor insano.
Syusuke se desnudó lento y especial, caminó alrededor de Saeki como lo hacen las leonas en celo, caminó a la cama de una manera vulgar, abrió las piernas.

—Estoy listo, ven— pidió Fuji abriendo con sus dedos la parte más oculta de su cuerpo.
Saeki caminó dudoso, pensó en marcharse, pero su ropa pesaba y Fuji era tan sensual, quíen en la vida merecía ver a Fuji de aquella manera. Cuando iba a quitarse la camisa, Fuji lo impidió con una orden.

Desabrochó el pantalón y la camisa blanca del uniforme que se humedecía por el sudor que se convertía en pegamento. Fuji gimió suavemente, casi como ronroneo. Saeki entraba suavemente en su cuerpo creyendo que Fuji era virgen. Al terminar Fuji rompió su ilusión para evitar un romance innecesario. Antes de que Saeki dijera esa palabra que rompe con todo siclo normal, le aseguró que otro antes que él lo había tomado.
Huyó para siempre de su vida y lo maldijo con toda su descendencia.

—Otro más—suspiró hablando con sus helechos— otro más, cuantos más faltan.

***

Akaya pobre Akaya. Tan jovencito y tan perverso. Fuji encontró en él un afrodisiaco tentador que duro más de un mes. ¡Pequeño pillo! Te salvaste un tiempo pero no en el campamento de selección. Esta vez, Fuji fue la victima.

Por las noches había un excelente clima para caminar, y por que no, podía encontrarse a Tezuka. Pero no a Davide y Bane besándose detrás de unos arbustos; Syuusuke siempre tiene esa mala suerte.

Akaya estaba molesto, Sanada lo había regañado otra vez sin razón.
“Espero algo bueno de ti”, “Cállate, no me contestes” “Deja de meterte en problemas o tendré que castigarte esta vez”. “Llama a tu madre”, “Deja de mirar los pechos a Tachibana Ann” “Deja de mirar pervertidamente a Kamio”
Golpeó la pared tres veces y sus nudillos se pelaron.

—Estaría mucho mejor la cara de Fuji Syusuke—dijo al recordar su derrota. Pero sus demonios eran condescendientes.

La cabeza de Fuji estaba hay, lista para ser masacrada.

—¿De paseo?— preguntó Kirihara con su peculiar sonrisa. Fuji contestó tranquilamente.
—¿Quieres jugar?— preguntó de nuevo Akaya aproximándose.
—¿Ahora?— respondió Fuji contrariado
—Sí, siempre lo hacen
—De que hablas, ¿de un partido?
—¿Tú que crees?
—No respetas nada—Akaya contestó con un golpe en el estomago que derribo a Fuji.

Lo miró en el suelo, retorciéndose de dolor y recuperando el aire perdido, justo como aquella vez. No ha quitado su mente de esas imágenes. Dio una patada en la espalda de Fuji y comprobó que realmente estaba hay. Si gritaba sería un gran problema. Con el pañuelo que secaba su sudor, impidió que llamara a alguien.

—Que haremos contigo— decía Akaya mientras pisaba sus manos— descuida que no dejare marcas, no soy estúpido, Marui-sempai me enseño a ser cauteloso y Yukimura-buchou a usar mi perversión para cosas satisfactorias…—pasó su lengua por los labios, saboreando el momento— dicen que eres bisexual, ¿es verdad?

Fuji intentó levantarse pero otro golpe, esta vez en su hombro lo regresó al suelo. Akaya se aproximo, pasó sus manos debajo de la playera de Fuji, sintió el cuerpo delgado y las erectas tetillas, tiró de sus cabellos para succionarle el cuello. Mordió su pecho hasta su abdomen, con desesperación quitó del pantalón. El pañuelo que cubría su boca y el sudor de Akaya quedó en su garganta. Akaya sabía que lo que hiciera con Fuji no sería nuevo. Pero Akaya sabía trucos muy buenos y así pasó la vara de un árbol, sus propios dedos, los de Fuji, la raqueta, la lengua de Akaya, su miembro cubierto por la tela de su camisa y lastima que no hubiera más cosas cerca. Rasgó con sus uñas la espalda, mordió sus orejas al punto de querer arrancarlas, quería comerlo.
Fuji disfrutaba la sensación de ser mutilado con la certeza de volver a quererlo otra vez. Se mecía en las piernas de Akaya, se movía extrañamente, estaba loco, lo asustaba. La mitad de la noche entre poses extrañas Fuji no se contenía y expresaba cada una de sus emociones, si quería más lo decía, si iba a correrse lo gritaba, cualquier cosa era petición. Fuji fue tan pasional que disfrutaba enormemente cada encuentro durante un mes.

—Sabía que eras un jodido enfermo, aun así, no superas a Yukimura-buchou—eso habría que ver, un día lo intentaría cuando se recuperara aquel Yukimura, que su belleza según cuentan era su Némesis.
La gente tiende a exagerar.
Notas finales: Cualquier comentario, díganmelo, ya saben de manera objetiva y elocuente.
Bye

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