Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Reencuentro por midhiel

[Reviews - 24]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Reencuentro

Dedicado a Ali y Alym.

Capítulo Uno


-¡Es una locura, Legolas! – exclamó Aragorn, el Rey de Gondor y Arnor, cuando Legolas, su esposo, le llegó alegremente con la noticia de que llevaba cuatro meses de embarazo -. Conoces las consecuencias. No permitiré que sigas adelante con esto.

Desde el sillón, Legolas abrió los ojos como un par de platos azules. Podía entender la reacción de su marido, un embarazo élfico masculino era un asunto de extremo riesgo y no se tenían referencias de elfos que hubiesen sobrevivido al parto. Sin embargo, se trataba del hijo de ambos, y que Aragorn le lanzara semejante amenaza, lo asustó y entristeció enormemente.

En otro momento, el príncipe se hubiese erguido con toda su majestuosa compostura para ponerle al rey cada punto sobre cada i, pero ahora se sentía cansado, sin dudas por la energía que le demandaba el embarazo, y permaneció en silencio.

-No, Legolas. No lo permitiré – continuó Aragorn en el mismo tono imperante -. Ambos hemos sido bendecidos con la larga vida de los Eldar. No necesito herederos y no quiero que te arriesgues, gestando esa criatura.

-¿Y qué me sugieres que haga, entonces? –quiso saber el elfo, furioso y demandante.

-Que abortes.

Legolas saltó del asiento.

-Espero que si eres el hombre con el que me casé, no estés hablando en serio – sentenció con la voz quebraba -. Y si lo estás, Aragorn Telcontar, hijo de Arathorn, te juro por nuestro hijo, que te abandonaré hoy mismo antes del crepúsculo.

Aragorn quedó de una pieza. Legolas jamás le había hablado así, ni aun en las discusiones más acaloradas que habían tenido durante la Guerra del Anillo.

-Lasgalen – bajó el tono para apaciguar las aguas.

-No me llames así ahora.

El hombre llegó hasta él e intentó tomarlo de los brazos, pero el elfo se sacudió violentamente.

-Lasgalen nín, por favor…

-¡Dime que no estás hablando en serio!

-Legolas, trata de entrar en razón. Los dos decidimos antes de casarnos que no tendríamos hijos. La criatura te costará la vida y yo… yo no podría perderte.

Legolas sintió que los ojos se le hacían agua.

-¿Entonces, estás hablando en serio?

Aragorn sólo atinó a asentir.

El elfo se llevó la mano al vientre, apenas abultado, y se lo acarició, temiendo que su pequeño entendiera lo que su padre sugería.

-Seguiré adelante con el embarazo – decidió con férrea determinación -. Lo quieras o no. Si deseas acompañarte, te aceptaré gustoso a mi lado. Pero si sigues empecinado con tu idea, házmelo saber para dejar Gondor mañana mismo. Regresaré a mi tierra, me refugiaré en Lórien o en la comarca, pero ten por seguro que no volveré jamás a tu lado.

Aragorn quiso abrazarlo pero Legolas zafó una vez más de sus brazos.

-No me toques, Aragorn – ordenó y salió de la sala, mordiéndose los labios para no estallar en llanto.

Cuatro años después, Aragorn recordaba la agria discusión mientras trataba de conciliar el sueño. El lecho se sentía tan frío y grande sin su Legolas. El hombre añoraba su calor, sus caricias, su presencia ahí, a su lado, velando sus sueños. Pero hacía ya tres años que el elfo había partido a las Estancias de Mandos, después de dar a luz a su hijito, el Príncipe Lasgalen.

Desconsolado, Aragorn se abrazó a la almohada, imaginando que se trataba de su esposo, y cerró los ojos.

Alguien abrió silenciosamente la puerta. El rey oyó pasitos apenas perceptibles y más tarde un peso liviano trepando a la cama. Aragorn estaba tan deprimido que prefirió permanecer con los ojos cerrados

-Papá – Lasgalen se arrodilló en el colchón -. Seno feo.

El hombre miró a su hijo. A su lado, Lasgalen se frotaba los ojitos rojos por el llanto y temblaba con miedo. Instantáneamente, su padre olvidó su tristeza y lo abrazó.

-Tuviste una pesadilla – tradujo con suavidad -. Un sueño feo.

-Ti – contestó el niñito.

-¿Te gustaría dormir aquí?

Lasgalen se liberó del abrazo para meterse debajo de las cobijas, en el sitio exacto donde durmiera su ada. Aragorn, que consideraba aquel lugar sagrado y no se permitía siquiera sentarse en él, sonrió enternecido.

-Papá – llamó el niño, asomando la carita por entre las sábanas -. No vino Lole.

El hombre suspiró. Lasgalen había olvidado traer a Lóte, su osito de felpa, con el que dormía todas las noches.

-¿Quieres que vaya a buscarlo?

-Pod favod – pidió el niñito.

Aragorn se echó la bata sobre los hombros y salió del lecho.

A veces ser el único padre resultaba agotador y, con esta reflexión, llegó hasta la alcoba de su hijo.

Casualmente, la recámara de Lasgalen era la habitación donde él y Legolas habían discutido aquella vez. Con un suspiro de resignación, Aragorn recordó la ventana, que conservaba las mismas cortinas y el sillón en el que el elfo se había sentado después de darle la noticia, esperando que el hombre saltara de la alegría, y que aún permaneciera en el mismo rincón.

Gracias a los Valar y a la memoria de Legolas, Aragorn finalmente se había convertido en un bondadoso padre. Sin embargo, todavía le era imposible recuperarse de la partida de su esposo.

Suspirando, levantó el osito de entre las sábanas revueltas. Lóte era un juguete milenario, con varios emparches y coseduras, productos del uso durante tantos años, que había pertenecido a Legolas y éste se lo había entregado a Aragorn para que se lo obsequiara a su hijito.

Por eso tenía un sentido especial para el niñito.

Aragorn regresó con él a su alcoba.

-Aquí está Lóte – le entregó el osito. Lasgalen lo abrazó y oprimió como la cosa más querida y sagrada del mundo -. Ahora trata de dormir, pequeño.

-Ti – prometió, escondiéndose debajo de las cobijas.

El hombre se acostó a su lado. Al faltarle Legolas, el lecho le parecía angustiante y frío. Cerró los ojos con un suspiro amargo e intentó conciliar el sueño.

De repente, un par de bracitos tiernos y cálidos lo asió del cuello. Aragorn abrió los ojos y se conmovió al encontrar que su hijo, notando su tristeza, lo había abrazado.

-No etés trite, papá – pidió, sonriendo -. Ada no etá pero yo ti.

Aragorn sintió un nudo de emoción en la garganta.

-¿Cómo sabes que estoy triste por tu ada?

-Podque todos diten que lo quedías y él no etá – respondió sabiamente -. Pero yo ti etoy y no me idé nunca, nunca – enfatizó, sacudiendo la cabecita.

El hombre no supo qué responder. Lo abrazó con fuerza y le plantó un fuerte beso en la frente. Lasgalen era un niñito dulce y alegre, que, sin embargo, notaba su continua tristeza.

Aragorn no podía evitar extrañar a Legolas y apenarse con su muerte, pero tampoco deseaba que su hijo percibiera su desazón.

Lasgalen no merecía eso.

A partir de aquella noche, Aragorn intentó cambiar y ocultar su depresión a los ojos del niño, y creyó conseguirlo.

Lasgalen creció feliz. A los veinte años, la edad en que su padre, educado entre elfos, descubrió su verdadero origen, se enamoró de Finduilas, la hija mejor de Faramir y Éowyn, y tres años después decidieron casarse.

Aragorn y Éowyn se mostraron entusiasmados con la noticia. No así Faramir que era apegado a su pequeña, mas no le quedó otra opción que dar su consentimiento.


TBC


Lóte, el nombre del osito de Lasgalen, significa “flor” en quenya.

Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).