Ofrenda...
El joven pasó la mirada por la vela, cuya llamita inocente danzaba al recibir su aliento; las flores naranjas y moradas acomodadas en sencillos diseños y un vaso de agua transparente eran elementos que una ofrenda debía tener por su significado y simbolismo, pero también eran un deleite visual las luces reflejadas en el agua que el propio joven movía para dejar que se reflejaran, la suavidad de las ondas, enmarcadas en ese ambiente que olía a la cera de las velas y a la poca comida que tanto trabajo le había costado preparar
Hacía tantos años que no había hecho una ofrenda... su niñez se había desarrollado en un pueblito aferrado a sus costumbres; así, al vivir la adolescencia en la ciudad quiso dejar junto con su niñez sus tradiciones... “El día de muertos” repartido en tres días en su lugar de origen, era la celebración mas “viva” que conocía... La muerte no debía darle la sensación de miedo porque era natural, ya había convivido con ella en otras ocasiones... el día de muertos era una celebración para reunirse con las almas de aquellos que ya no estaban, era la oportunidad de sentir de nuevo, al menos en la mente, el recuerdo de aquellos a quien amamos y se nos escaparon... o eso le decían los que exponían colosales ofrendas y altares en museos y centros arqueológicos
- Te reirías amor... - suspiró derrotado al comparar las ofrendas de exposición con su minúscula ofrenda
Tal vez el color del mantel debió ser blanco y no azul pálido, tal vez pudo haber conseguido mas velas que fueran de colores, algunos dulces... pero esa era una ofrenda sencilla, con sólo un poco de fruta, algo de comida y un gran trozo de chocolate... no había dado mucho de si la alacena de alguien que vivía solo, despreocupado de si mismo porque la persona que mas le preocupaba era a quien destinaba el esfuerzo de la ofrenda
Hacia sólo meses que se había ido, y si pudo recuperarse fue solo de manera superficial; estaba seguro de que jamás podría recuperarse por entero de la muerte de la persona que había amado tan profundamente...
- Si estuvieras aquí, tal vez te robarías la tableta de chocolate... - sonrío con lagrimas en los ojos - siempre las robabas de mi bolsillo... ¿Por qué no lo harías con la ofrenda? - le pregunto a la vela, que se inquieto por el suspiro posterior
Se secó las lagrimas, era tonto que las derramara ahora y que no pudiera hacerlo el día del entierro... quienes sabían de su relación lo tacharon de insensible... murmuraron sobre lo ilógico y frívolo de una relación entre dos hombres, abuchearon de hipocresía y placeres diáfanos disfrazados de amor y de cariño... soltando veneno...
Acomodando de nuevo las flores, por acto reflejo, las apretó mientras pensaba
“Ellos no importaban... los disculpé... porque...” pensó con cuidado “Ellos... ¿Qué sabrían ellos del dolor que no me dejaba ni soltar lágrimas? ¿Qué iban a saber de nuestras noches durmiendo juntos... solo abrazados... sin hacer el amor? ¿O de las mañanas cuando peleábamos por la almohada para tirarla a un lado y terminar recostado uno en el vientre del otro? Momentos tan tiernos... ¿Y la preocupación infantil de que llegara tarde a la hora de la cena? ¿De el bobo fracaso de una receta de cocina que aún mal hecha comiste para no hacerme sentir mal? Del amor que aún siento por ti cuando ya no estas a mi lado...”
- Ya puedo cocinar sin incendiar la cocina amor... - le murmuro a la vela, pues el retrato que debía estar en la ofrenda no existía, el incendio que se había llevado la vida de su pareja también se había llevado cada imagen que el pudiera haber tenido... pensó por un instante hacer un dibujo pero... al final, no había logrado hacer mas que docenas de bolitas de papel arrugado con sus intentos bien logrados que no terminaban de satisfacerle
- Te extraño mucho... la cama se siente fría... la casa parece que te extraña... se hace grande por la noche... - y aunque no era muy asiduo a hablarle a seres inanimados como velas y flores, esa noche tenía sentido... esa noche podía escucharle, esa noche estaban juntos sin poder verse... pero con cariño, con amor... podían sentirse...
Cansado se quedó dormido a un lado de la ofrenda, a pesar de que hacía frío... y la luz de la vela parecía danzar alegre, sin viento alrededor...
La silueta oscura en la pared era sólo la sombra del joven dormido... por eso fue inexplicable que esa oscuridad lo envolviera con tanto amor, con tanto cariño, con una inminente delicadeza... y la llama se mecía y la oscuridad se fundía con el color de la piel húmeda en lágrimas...
“¿Me extrañas entonces?”
- Tanto...- murmuró en sueños el joven dormido, derramó una última gota salada que resbaló por su mejilla y se perdió en sus labios
La vela, se apagó... era algo peligroso dejarla encendida toda la noche de todos modos... además, si es verdad que la luz guiaría a las almas a las ofrendas... esa llamita ya había cumplido su cometido...
Fin
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