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Chat = ¿amor? por ale-chan

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Luego de correr varios minutos, llegó a su casa, sudado a pesar del frío y agotado a más no poder. Saludó a sus padres y a Maiko, y al instante se encerró en su cuarto. Consultó el horario, todavía tenía más de media hora.

 

-Es momento del vestuario, pero antes... –se olisqueó las axilas y soltó un gruñido de disgusto. Bajó las escaleras echando humo y fuego para dirigirse al baño. Se duchó con insistencia, pasando más de mil veces el jabón por su cuerpo y enjuagándose el cabello cientos de veces. Se cortó las uñas de los pies y las manos, delineó bien sus cejas y, finalmente, se cepilló reiteradas veces los dientes. Volvió a subir las escaleras, esta vez empujando cosas en el camino... nuevamente consultó el reloj.

 

-Genial, me bañé en tiempo record –susurró aliviado. Corrió las cortinas y encendió la luz. Se deshizo de la toalla que lo cubría y empezó a buscar la ropa adecuada, antes bañándose de nuevo, pero en perfume. Revolvió los cajones, uno por uno, hasta que dio con la prenda nueva que se había comprado- oh, mi amado pantaloncito, que me costaste la mitad de un sueldo... –entonó animado. Se colocó un boxer color negro, y encima el pantalón, también negro, que tanto le había costado, el cual se hacía cada vez más ajustado hacia abajo, pero que resaltaba a propósito su baja espalda. Se puso un par de medias blancas, zapatillas Nike rojas con detalles en negro, y unos cordones blancos para destacar aún más. Por último, una musculosa blanca, una remera de mangas cortas color blanca y negro, y una chaqueta roja que le llegaba hasta las rodillas. Se miró al espejo maravillado.

 

-¡Que bien luzco!, a Yuki seguro le encantará –dijo satisfecho. Volvió a peinarse y se perfumó aún más, luego colocándose una gargantilla negra y muñequeras del mismo color. Miró el reloj de la mesa- ¡kyaaaa!, ¡se me va a hacer tarde!

 

Recogió la mochila de la cama, donde revisó que todo estuviera en su lugar.

 

-Bien... documento, celular, mp4, perfume, forros, lapicera, papel, billetera, gorro y bufanda por si llega a refrescar... ¡todo listo!

 

Hecho un encanto se despidió de su familia, la cual sabía que tenía una cita, pero no con quien, y emprendió su viaje, ahora directo a las puertas del teatro.

 

*^*^*^*^*^*^*^*^*^*^*^*^*^*^*^*^*^*^*

También se duchó, pero con menos prisa y ansiedad ya que el tiempo le alcanzaba, y se vistió y arregló el cabello. No necesitaba tanta producción como Shuichi, bastaba con un pantalón negro, zapatos oscuros, una camisa blanca y un sobretodo marrón para lucir más que perfecto y atractivo. Miró su reflejo en un espejo, colocó cada mechón de cabello en su lugar, comprobó que las ojeras ya hubiesen desaparecido y que su aliento no huela a tabaco.

 

-No es que me importe... –susurró irónicamente- pero un hombre atractivo siempre debe lucir bien.

 

Miró la hora de su reloj y notó que ya se le hacía un poco tarde. Revisó sus bolsillos, para comprobar que todo estuviera allí.

 

-Cigarrillos, encendedor, anteojos, billetera, llaves... todo en su sitio... –susurró tranquilo. Volvió a mirarse al espejo para echarse perfume. Sin más salió del departamento, colocándole llave antes, y emprendió su camino al teatro.

   

Las enormes puertas del teatro estaban repletas de papeles pegados, anunciando diferentes obras importantes, o haciendo propaganda a cualquier producto. Los picaportes de bronce relucían con un brillo inigualable, demostrando así que fueron limpiados hacía no muchos minutos. En una esquina del portal, un perro se dedicaba a morder insistentemente un hueso sucio y oloroso, desgarrando la poca carne que le quedaba con los dientes y uñas; en la otra esquina, un alto y elegante hombre miraba la suela de su zapato, distraído con aquella imagen. Subió la mirada hasta su muñeca, corriendo la manga del sobretodo para ver la hora.

 

-Ya son las 5:10... El mocoso llega tarde...

 

Pero Shuichi se mantenía oculto tras una columna, temeroso por presentarse.

 

-Waa... ¡está tan lindo!, pero me da vergüenza ir, aunque no puedo quedarme escondido... ¡¿y si se va?!, ¡tiene cara de enojado! –gritó desconsolado. Entonces se arregló el cabello y la ropa, y se dirigió hacia Yuki, quien lo reconoció al instante, pero el pobre chico se tropezó y cayó en medio de la calle.

 

-Vaya... que idiota...

 

-Ahahaha... hola Yuki... –saludó sonriente, un hilillo de sangre salía de su frente.

 

-Emm... ¿estás bien? –preguntó, ayudándolo a levantarse. El pelirosa se sacudió la ropa y se llevó una mano tras la nuca, avergonzado por lo recién ocurrido.

 

-Jajaja, ¡claro!, fue un golpe pequeño, no te preocupes.

 

-Como digas.

 

-¿Te hice esperar mucho?, lo siento.

 

-No, claro que no, sólo me preguntaba cuándo ibas a salir de detrás de esa columna.

 

-¿Eh?... ah... es que... que mal... ¡lo siento!, ¡pero es que me daba vergüenza!

 

-Ah, está bien.

 

-...

 

-...

 

-...

 

-¿Vamos?

 

-...

 

-¡¿Vamos?!

 

-¡S-si!, vamos, vamos a caminar, lo siento... estoy nervioso.

 

-Sólo es caminar baka.

 

Dieron una media vuelta para empezar a recorrer el centro de la ciudad. Muy animado, Shuichi se sujetó de las asas de la mochila y no paraba de sonreír; en cambio, Yuki se colocó unas gafas oscuras y se metió las manos en los bolsillos. Uno junto al otro anduvieron por las calles, deteniéndose a observar las vidrieras y charlando muy poco sobre asuntos triviales.

 

-¿Verdad que es una tarde hermosa? –cuestionó el pelirosa, con sus ánimos optimistas, evitando mostrarse nervioso, que era como se sentía. Miró a Yuki en cuanto le habló, y no pudo impedir ruborizarse.

 

-Si –sencillamente le contestó, sin devolverle la mirada.

 

-... esto... ¿estás enojado Yuki?

 

-No.

 

-Ah...

 

Siguieron caminando, en absoluto silencio. El rostro de Yuki estaba inexpresivo, Shuichi no podía descifrar nada al verlo de reojo, si estaba enojado, o incomodo, o simplemente si lo que quería era no estar allí. Apenas se dirigían la palabra, y era para tratar lo de siempre, siendo el más joven el iniciador de esas charlas que parecían monólogos suyos. Resignado, desvió la mirada hacia el piso, deteniéndose imprevistamente; el escritor lo imitó, plantándose frente suyo.

 

-¿Pasa algo? –preguntó fríamente.

 

-¿Para que dices que tengamos una cita si te vas a comportar así?, tu conducta es tonta Yuki, si estás de mal humor no hubieses venido.

 

-Perdón, es que me duelen los dedos.

 

-¿Q-qu...?

 

-Gracias al frío y a la morbosa tarea de teclear siempre, se me acalambraron los dedos... siempre me pasa, pero esta vez es peor, y el dolor aún no se fue –explicó con naturalidad, mirando al chico fijamente.

 

-¿E-eso es todo?, ¡¿por eso estás enojado?! –Chilló alborotado, señalándole las manos- ¡usa guantes entonces!

 

-No puedo usar guantes si voy a escribir.

 

-¡¿Y por eso ni siquiera hablas?!, ¡imbecil!

 

-Ya, no es para tanto... y no estoy enojado, mi cara ya está así.

 

-¿Me dices que es normal que tengas el ceño fruncido? –Dijo, arrugándose la cara con los dedos- aunque, tu rostro nunca demuestra nada.

 

-Hmph...

 

-Pero bueno, sigamos caminando.

 

Titubeando, tomó del brazo a Yuki y siguieron su recorrido. Shuichi no podía estar más feliz, incluso ya se había olvidado de su anterior berrinche, se sentía en uno de sus sueños, fantaseando a la vez con su amorcito a jugar cosas prohibidas. Soltó una risotada que asustó a todos.

 

-¿En qué piensas?

 

-Jajajaja, en nada, nada.... ¡Ah!, ¡no puede ser! –rugió rápidamente, otra vez espantando a los demás, cuando vio en una disquera el video del concierto número 14 en América de su ídolo Sakuma Ryuichi. Se pegó al vidrio del negocio, refregando la nariz y empañándolo de esa manera. Inmediatamente sacó su billetera y contó el dinero... se largó a llorar.

 

-¡¡Noooo!!, ¡¡no llego ni a la mitad de su valor!!, ¡y es una edición limitada!... ¡¡quiero moriiiir!! –gritaba por dentro, arrancándose los pelos. Se tiró al piso rendido, llorando a mares. Yuki se le acercó después de la gran conmoción.

 

-¿Qué pasa?, ¿murió alguien?

 

-¡Noooo!, ¡pero moriré dentro de poco Yukiiii!

 

-¿Mhm?, ¿por qué? –Shuichi le señaló el video, después se arrojó a sus pies, arrastrándose dramáticamente- ¿a ti también te gusta ese tipo?, es el Dios de mi hermano menor.

 

-Snif... ¡buaaaaaaa!, ¿por qué eres tan injusto?, ¡¿qué te hice para merecer semejante castigo?! –chilló rabioso, mirando al cielo.

 

-Te lo compraré, pero deja de llorar y gritar... espantas a las personas.

 

-¿Qué?, ¡no, no!, ¡no pretendo que me compres eso Yuki!

 

-Tranquilo, ¿cuánto cuesta?

 

-¡No lo permitiré!, ¡no hagas eso!

 

Yuki asomó su billetera del bolsillo interior de su saco, mientras Shuichi se desgarraba cada vez más, apretándose en la zona de su corazón.

 

-¡No!, ¡no hagas eso!... ¡noooo!... ¡agh!

 

Cayó planchado en el piso cuando Yuki sacó dinero.

 

-No seas idiota.

 

-¡Pero es muy costoso!, ¡no lo quiero, no lo compres!

 

-Me sobrará dinero de todas formas... además es un obsequio, no puedes negarte a eso.

 

-¿Ob... sequio?

 

-Dijiste que...

 

-¡Si, si!, ¡lo recuerdo!, pero no me refería a algo tan caro... cualquier cosita está bien.

 

-Entonces ese video –concluyó determinado. De una patada se despegó a Shuichi de la pierna, y entró al negocio. Compró el dichoso video mientras el pelirosa esperaba afuera sentado.

 

-Snif... no debí exagerar de esa manera.

 

-Toma... –le susurraron de pronto muy de cerca. Se volteó nervioso, y tomó de las manos pálidas una bolsa verde con un moño dorado en una de sus puntas. Lo observó con carita triste, mirando luego el rostro incrédulo del escritor.

 

-N-no era nece... ¡¡GRACIAS YUKIIII!!, ¡MUCHAS GRACIAS!

 

-De nada –observó detenidamente como Shuichi guardaba la bolsa verde en su mochila, doblándola cuidadosamente.

 

-¡Ah!, ¡esto es increíble!, ¡¡tengo el video del concierto número catorce de Sakuma-sama en América!!... ¡es asombroso!... ¡¡gracias, mil gracias Yuki!! –vociferó emocionado, llorando más que antes. Se arrojó hacia Yuki, abrazándolo con fuerza .

 

-Debes dejar de mirar telenovelas, exageras todo.

 

-Lo siento, es que esto es algo importante para mí en verdad –sollozó alegre. Subió la cabeza y le sonrió, luego poniéndose en puntas de pie para llegar hasta su rostro. Muy delicadamente lo besó cerca de la boca- gracias Yuki...

 

-¡Sean todos bienvenidos a World Game!, ¡la mayor variedad en videojuegos! –anunciaba a los gritos un niño, vestido todo de blanco con una gorra roja. Shuichi se entusiasmó demasiado y empujó a Yuki hasta allí.

 

-Vamos a jugar un rato a los videojuegos, ¿si?

 

-Claro, vamos.

 

Entraron a un enorme salón, repleto de juegos de diferentes temáticas. Primero compraron fichas y después fueron a elegir algún videojuego interesante.

 

-¿Qué te parece una carrera Yuki?, soy genial en eso –exclamó risueño. Se quitó la mochila y tomó asiento en una cabina con forma de asiento de auto, sólo que era de proporciones mucho más exageradas y bastante cerrado, Yuki también se sentó, sólo que en el asiento próximo al del pelirosa, se quitó las gafas y tronó sus adoloridos dedos. Eligieron modo versus, cada uno en su cabina, y eligieron un auto. Al principio Shuichi corría ventaja, gritando victoria anticipadamente, ya que Yuki lo pasó velozmente, haciendo una extraña maniobra y causando que el auto del chico se estrelle en una curva.

 

-Que fácil –murmuró, mirando con triunfo a su adversario- y eso que me duelen los dedos.

 

-¿Cómo hiciste eso?, ¡nunca logré una curva como esa!, enséñame por favor –pidió de rodillas- Hiro hace lo mismo y por eso me vence.

 

-¿No que eras bueno en esto?

 

-Emm... cuando compito con mi hermana...

 

-Ven, te enseñare baka –suspiró con paciencia. Palmeó sus piernas para que Shuichi se siente en ellas, y el cantante, obviamente, aceptó más que encantado. Volvió a elegir las opciones, sólo que esta vez en campeonato, y eligió un auto que combinara correctamente velocidad y manejo.

 

-Es muy simple... –pronunció bajo, ladeando la cabeza hacia una oreja del joven- debes ir despacio al principio... baja la velocidad en las curvas o te estrellarás.

 

-S-si... –difícilmente respondió, intentando apartarse de la boca del rubio. Ni siquiera sabía lo que hacía en el juego, perdía el control del vehículo cada vez que Yuki le susurraba algo. En un momento cerró los ojos, dejándose llevar por la voz varonil del otro y por el delicioso aliento que liberaba.

 -Jamás creí que me excitara una explicación sobre cómo no estrellarme en los videojuegos... ah, se siente tan bien que me hable así, tan de cerca... como se nota que lo hace a propósito... esto es demasiado sensual. 

Abrió los ojos con lentitud, hace rato había dejado de presionar los botones y manejar el volante del juego. Pero Yuki aún le hablaba al oído sobre cómo pasar una curva difícil, aunque lo decía de manera muy provocativa para tratarse de algo tan fácil como una explicación de ese tipo.

 

-Yu-Yuki... por tu culpa me he estrellado...

 

-Es porque no prestas atención, te decía que uses el Nitro y no lo hacías...

 

-Lo siento –balbuceó débilmente. Con suavidad se volteó, quedando cara a cara con el novelista, rodeó su níveo cuello con gracia y su cintura con las piernas, sonriendo a la vez. Se arrimó más, moviendo las caderas sujetas por las manos del rubio.

 

-Soñé tantas veces con este momento...

 

-¿Se...?, ¿y qué pasaba luego?

 

-¿Hace falta que lo diga?

 

Unieron sus frentes y luego sus narices, intercambiándose las respiraciones paulatinamente, tomándose todo el tiempo del mundo para concretar esa unión. Con algo de cautela, y miedo, Shuichi acarició la oreja de Yuki, entreteniéndose con el aro dorado que pendía de su lóbulo... hasta que aproximaron más sus bocas, uniéndolas definitivamente.

 

-Umn... nn... Yuki... –gimoteaba con dulzura, a cada momento que se separaban para tomar aire. Las caricias continuaron, haciendo que sus cuerpos vibren y suban de temperatura, respondiendo agradablemente a los mimos recibidos. El beso también prosiguió, tan fogoso y excitante como el primero que se dieron aquella noche lluviosa, explorándose insistentemente, entrelazando sus lenguas con pasión; y esa unión siguió extendiéndose locamente, entregándose calor mutuamente a través de los roces.

 

-Ah, Yuki... que beso más rico... –susurró con los ojos cerrados, aferrado a la camisa del mayor en cuanto el beso acabó.

 

-¿Aprendiste a pasar esas curvas?

 

-No... ¡Jajajaja!, creo que sólo puedo ganarle a mi hermana.

 

Comenzaron a recorrer el salón nuevamente, en busca de algún videojuego interesante. Pero fue muy grande su decepción cuando sólo hallaron los típicos y clásicos, a pesar de que el pelirosa se divertía como loco, y obviando que Yuki tenía que pasar todos los niveles porque él no podía.

 

-¡Eres genial!, te conoces todos los trucos... ¡incluso pasaste el Pac-man!

 

-Sólo queda una ficha, úsala en un juego que sepas manejar –ordenó frío, entregando la ficha al chico.

 

-Bueno, hay un juego en donde soy todo un experto.

 

-Lo mismo dijiste en los demás.

 

-No, no, este es distinto –dijo alejándose, dirigiéndose a uno de los tantos “Pump it up” que se encontraban. Subió a una baja tarima cuadrada, con cinco círculos de diferentes colores con flechas dibujadas que indicaban diferentes direcciones, cuatro colocados en cada esquina y otro en el centro. Se sostuvo con fuerza de las barras que tenía a su espalda. Colocó la ficha en su lugar y eligió el nivel más alto.

 

-¿Seguro que sabes usar eso?

 

-Por supuesto que si, sólo observa.

 

El rubio se paró en un costado del aparato, mirando al joven que mantenía la vista clavada en la pantalla. De un pisotón al círculo del centro, Shuichi dio inició al juego. Y en menos de un segundo, decenas de flechas bajaban con velocidad en la pantalla, con música electrónica de fondo que era muy veloz también. El pelirosa empezó a pisar cada círculo que el juego le indicaba, moviendo con suma destreza las piernas a una alta velocidad, aferrado a la barra mientras. Yuki lo observaba expectante junto a otro montoncito de personas que se habían reunido alrededor de la máquina, asombrados por la habilidad del adolescente. Cuando el juego acabó, la gente aplaudió contenta.

 

-¿Has... has visto que bien lo hago...? –pronunció casi sin voz, con las manos apoyadas en las rodillas y la cabeza hacia arriba mirando al escritor.

 

-Morirás del cansancio si lo haces tan seguido.

 

-Es que es un juego fantástico, nadie pudo vencerme hasta ahora.

 

-Me imagino... creí que caerías muerto en cualquier momento.

 

-Oh... que cruel...

 

-Ahora si que ya no quedan fichas.

 

-Entonces sigamos paseando, estuvimos mucho tiempo aquí y tengo mucha sed.

 

Después de una hora de estar encerrados en aquel salón, salieron nuevamente a la calle. Pararon en un quiosco a comprar bebidas y discutieron sobre quién las pagaría, debido a que Shuichi no paraba de chillar, rogando por pagar los gastos... aunque Yuki terminó ganando.

 

-Te dije que el dinero me sobra, deja de armar escenas en medio de la calle.

 

-S-snif... lo siento Yuki...

 

-¿Qué quieres hacer ahora?

 

-¿Vamos al... al... aaachiiiiis... snif... acuario?

 

-De acuerdo... ¿no has traído un abrigo acaso?

 

-Uh... no, no creí que fuera a refrescar tanto, sólo traje un gorro y una bufanda.

 

-Estamos en invierno, ¿sabías?

 

-Si, lo sé... creo que vine algo desabrigado.

 

-Ya lo creo.

 

-Aguárdame un momento –en mitad de la calle se arrodilló y empezó a buscar los abrigos en la mochila. Se puso el gorro negro y la bufanda negra y blanca- listo... pero aún tengo frío...

 

-Baka...

 

Anduvieron unas cuantas cuadras hasta que llegaron a un enorme edificio azul, con un gran letrero que indicaba que aquel sitio era el acuario. Yuki pagó las entradas, sin recibir quejas del chico, y simplemente ingresaron al lugar.

 

-¡Wow!, ¡mira ese pescado Yuki! -dijo exaltado Shuichi, pegándose a uno de los vidrios.

 

-Pez, idiota... y creo que se parece a ti.

 

-¡¿Qué?!, ¡que malo eres!, ¡se parece más a ti con esa cara de amargado!

 

-Deja de gritar.

 

-... ¡jajaja!, ¡mira ese!, ¡es horrible!, parece que tiene un pico o algo, ¡jajaja!

 

-Se, se...

 

-Y-y mira ese otro, ¡es precioso!

 

-Ahá...

 

-¡Waaaa!, ¡ese da miedo!, ¡es un monstruo!

 

-Que dejes de gritar...

 

-Lo siento, no volveré a hacerlo... –avergonzado continuó mirando los peces, encantándose con algunos y asustándose con otros. Yuki lo seguía, caminando de punta a punta ya que Shuichi no se quedaba quieto, no paraba de brincar de un lado a otro.

 

-Ese es muy...

 

-¡KYAAAAAA!, ¡ES HERMOOOSO!

 

-...

 

-¡Mi-mira que colores Yukiii!, ¡quítate los anteojos así lo ves mejor! –el rubio obedeció desganado, mirando atentamente los colores brillantes del pez- ¿verdad que es hermoso?

 

-Si, pero no es para tanto baka...

 

-¡Pero que amargado!

 

-Eres la primera persona que conozco que se emociona como un niño en un acuario... es como gritar de emoción en una biblioteca.

 

-¿Qué quieres decir?, ¡¿te avergüenza salir conmigo acaso?!

 

-Nunca dije eso.

 

-¿Te molesta que esté contento?, ¿quieres que tenga la cara larga como tú todo el día?, ¡¿eso quieres imbecil?!

 

-Cállate idiota...

 

-...

 

-¿Quieres ir al piso de arriba?

 

-¿Hay otro piso?, ¡claro que quiero!, ¡¡que emoción!! –corrió escaleras arriba, revoleando la bufanda en el camino.

 

-Vaya...


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