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Chat = ¿amor? por ale-chan

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Notas del capitulo:

holas! tanto tiempo n.n

perdon por el horrible retraso u.u pero es q estoy a full con el terciario y con la depre q tengo encima.

***Gravitation no me pertenece, es de la diosa Maki Murakami-sensei y lalala.

espero q les guste, es un eirixshu tierno ^^ subido en dos partes, no se porq la pagina no me deja subir el capi de una, no es muy largo despues de todo .

enjoy!!

Otra vez subieron al auto, pero no permanecieron allí por mucho tiempo, ya que la residencia de Yuki estaba muy cerca.

 

-Aquí es... –estacionó el auto frente al gran edificio que se alzaba majestuosamente, a simple vista se notaba que era un lugar costoso. Caminaron hasta el ascensor, que los llevó rápidamente hacia el piso indicado. Shuichi miraba expectante todo el recorrido, percibía lujo en cada rincón, en especial cuando andaban por el largo pasillo.

 

-Todo está muy limpio.

 

-¿Y cómo crees? –buscó en su bolsillo la llave. Abrió la puerta y le dio paso al joven.

 

           -Waa... que casa más grande... 

 

-Aquí no hace nada de frío, jejeje... –dijo fregándose las manos. Se deshizo del gorro, la bufanda y la mochila, mientras miraba a su alrededor admirado. Pero su atención pronto se centró en el rubio que caminaba vagamente hacia la cocina, quitándose el sobretodo mientras. Shuichi encontró aquello como una milagrosa exhibición, deleitándose con la figura de Yuki que ahora se encontraba sin su largo abrigo.

 

-¿Quieres beber algo? –preguntó, fregándose la nuca.

 

-N-no, gracias.

 

-Está bien, al menos siéntate si quieres.

 

Y se sentaron juntos en el sillón negro de la sala, separados por las pertenencias del pelirosa. La incomodidad en Shuichi aumentó en un cien por cien, le temblaban las piernas, tenía hambre, pensaba en estupideces, se ruborizaba sin motivo alguno y sus manos sudaban... en fin, el pobre chico era un desastre, y era todo por culpa de un motivo que era comprensible y muy obvio.

 

          -Oh haditas... ¡esta noche mi Yuki y yo...! 

 

-¿Me pasas el cenicero, tarado? –dijo Yuki, codeándolo para hacerlo reaccionar. Shuichi pareció no sentir el golpe, por lo que simplemente asintió y le entregó el cenicero a su dueño, quien le dio un rápido uso.

 

-... –y otra vez el ambiente se sumió en un agobiante silencio, siendo el sonido del reloj y las caladas al cigarrillo lo único que se escuchaba.

 

           -Bien... esto no puede continuar así, de esta manera caeremos dormidos en cualquier momento, ¡y no puedo permitir que eso suceda!, mi misión es romper el hielo de una buena vez. 

 

-Emm... Yuki.

 

-¿Qué?

 

-¿N-no tendrías algo... dulce para comer?, es que necesito azúcar.

 

-Creo que sí, aguárdame un poco –se levantó con algo de molestia, apoyando una mano en la rodilla de Shuichi. Fue hasta la cocina arrastrando los pies y sin dejar de fumar. Abrió la heladera y no encontró algo dulce, sólo había una pizza, cerveza, leche y algún otro refresco o comida. Buscó en la alacena, donde tampoco encontró algo dulce.

 

-Justo ahora se le antoja algo dulce, mocoso estú...

 

-¿Yuki? –Shuichi se había aparecido en la cocina, y veía con atención como el rubio revisaba los cajones o muebles.

 

-Te dije que esperaras.

 

-Es que tardabas mucho, pensé que te había pasado algo.

 

-Pues... estoy bien sanito –dijo sorprendido, parándose en una pierna y tambaleándose.

 

-¡Jaja!, es la primera vez que eres gracioso... no tienes algo dulce ¿verdad?

 

-Se, ahora que lo recuerdo –miró hacia arriba, demostrando que estaba pensando. Recordó que esa misma tarde recibió pastelillos de Tohma, sin duda deliciosos. En un rincón de la mesada reconoció el paquete sin abrir, una cinta celeste lo rodeaba- ¿cómo no me di cuenta?

 

Shuichi apoyó sus brazos y cabeza en la mesa, estudiando lo que Yuki hacía. Desenvolvió el paquete y colocó algunos pastelitos en un plato.

 

-Eso se ve muy rico.

 

-Vamos –volvieron al living. Shuichi se sentó en el piso, a los pies del escritor. Empezaron a comer los pasteles en silencio.

 

-La pasé muy bien hoy, fue una cita bien linda –comentó sonriente, lamiéndose los dedos pegajosos por el merengue- ¿la pasaste bien también?

 

-Si, fue una tarde agradable, lamento el tener que haber firmado esos autógrafos.

 

-¿Bromeas?, ¡es genial que te pidan eso!, y no me molestó para nada.

 

-Oh, bien.

 

-Estemm, Yuki... ¿es normal que comas tanto?, ¡ya es el quinto pastel!

 

-La comida en ese basurero me supo horrible.

 

-Ah, lo siento.

 

-¿Y qué puedo decir?, me gustan las cosas dulces.

 

-Ya veo... entonces tengo algo bien dulce para ti.

 

-¿Si?, ¿qué es?

 

-Je –tomó el pastel que estaba comiendo el rubio, que era de crema pastelera y dulce de membrillo. Sonriendo, se arrodilló en el sillón, manteniendo el cuerpo del otro entre sus piernas. Sintió la gloria cuando Yuki empezó a acariciarle el abdomen, subiéndole un poco las prendas, todavía sosteniendo su cigarrillo.

 

-¿Qué quieres hacer?

 

-Quiero que pruebes algo más dulce, pero debes abrir la boca antes.

 

El escritor dudó, haciendo una mueca adorable, dio una última calada al cigarro antes de aplastarlo contra el cenicero. Shuichi aguardó unos segundos más, hasta que, sin apartar sus ojos de los dorados, se llevó el pastelillo a la boca. Sacó la lengua y la pasó por la mezcla de cremas, levantando cierta cantidad, de modo que la punta quedó totalmente cubierta de membrillo y crema pastelera. Sin pensarlo ni un momento, Yuki abrió la boca y dejó que el pelirosa introduzca la lengua, uniéndola con la suya, siendo eso el comienzo de un beso que parecía eterno. Las caricias en Shuichi ascendieron, las manos de Yuki lograron quitarle la chaqueta y empezar a ocuparse de su cintura.

 

-Ah Yuki, besas tan bien... es tan rico ♥

 

-Y tú lo haces horrible, tal vez debería darte algunas clases.

 

-Ji... me encantaría –y en los siguientes minutos, sólo se dedicaron a besarse, a perfeccionar cada vez más esa unión adictiva.

 

-Mmm... Ya me cansé, pasemos a algo mejor.

 

-Ah... ¿c-como... cómo qué...?

 

-Shh, tu sólo... quietito.

 

            -Dios... lo va a hacer, ¡lo va a hacer en verdad! 

 

-Yuki, e-estoy nervioso, no sé qué hacer.

 

-Tranquilo, no haré nada que no te guste –murmuró calmado. Tomó al chico de los hombros e hizo que invirtieran posiciones, así que Yuki quedó sobre Shuichi. Lo acostó dócilmente, separando las piernas para atraparlo más.

 

-T-tengo miedo.

 

-Tranquilo baka, no voy a asesinarte.

 

Quitó la remera y la musculosa que cubrían al joven, arrojándolas a un costado del sofá. Acarició con ambas manos el pecho desnudo, pero se detuvo cuando Shuichi soltó un grito.

 

-E-estás helado.

 

-Ya se calentarán, y deja de chillar.

 

-¡Kyaaa!, ¡tienes las manos heladas! –Gritó cuando Yuki volvió a tocarlo, pero aún así no detenía lo que el otro hacía- ¿por qué no estás caliente?

 

-¿Eh...?

 

-D-digo... se supone que tienes que estar caliente ¿no?

 

-Es que tus gritos horribles no me prenden para nada, y lo único que haces es quejarte.

 

-Uh, ¡eso es injusto!, entonces déjame que te caliente ¿sip?

 

-No deberías decir eso, apuesto a que eres pésimo.

 

-Jooo, y yo que iba a darte uno de esos shows privados –rezongó fingiendo enojo. Mientras hablaban, no paraba de acariciar la espalda de Yuki y mover sus caderas para tener un poco más de contacto- déjame que haga eso que te dije que quiero hacerte –continuó, ruborizándose de repente.

 

-Mmm, está bien, pero más te vale que lo hagas bien.

 

-No seas malo, es mi primera vez.

 

Entonces Yuki se sentó, flexionando las piernas. El chico se aproximó con mirada curiosa, al instante se arrojó al cuello, besándolo repetidas veces.

 

            -Incluso huele tan bien... espero estar excitándolo al menos un poquito. 

 

Mientras seguía con los besos, empezó a desabotonar presuroso la camisa, quitándola luego, bajando la mirada y hallando un pecho ancho y un abdomen bien formado. Bajó con sus besos lentamente, repasando con sus tibias manos el cuerpo de Yuki... pero no sentía nada, ni siquiera un gemido de su parte, o un movimiento para juntarse más.

 

-¿T-te gusta Yuki?

 

-Sigo tan frío como antes.

 

            -Mierda... es momento de llevar a cabo mis horas de práctica. 

 

Coquetamente descendió su contacto, desajustando el cinto y bajando el cierre del pantalón. Tiró de los costados para quitárselo, el rubio lo ayudó levantando un poco el trasero. Dejó por las rodillas la prenda. Acercó su rostro a la entrepierna, notando que no había ningún bulto o indicio de excitación.

          -¡¿Este tipo es de piedra o qué?! 

 

Pero decidió redoblar sus esfuerzos. Comenzó con un tierno y agradable masajeo en los muslos, lo que deseaba era estimularlo, así que seguiría los consejos de sus compañeros. Continuó apretando la cara interna de las piernas, uniendo su boca y lengua a la tarea. Yuki sintió un tic en la nariz cuando la lengua de Shuichi tocó esa zona, la humedad de ese roce y el aliento caliente le produjo placer, y le empezaba a gustar lo que el chico hacia. Apoyó una mano en la cabeza rosada, mimando a veces la nuca o la oreja.

 

Y Shuichi redobló más sus esfuerzos. Delicadamente bajó la prenda que cubría el sexo del rubio, lo hizo de la manera más sensual posible. Se desilusionó un poco cuando notó que mucho no había causado en ese lugar, pero no se rindió de todas formas. Empezó a besar la ingle, a presionar una y otra vez ese lugar. Bajó a los testículos, y sintió que los músculos del rubio se tensaban. Sonrió bien gustoso.

 

Subió a la altura del perfecto rostro del mayor. Le besó las mejillas y el mentón; corrió unos mechones del cabello para descubrir la oreja, mientras su otra mano se encargaba de seguir manoseando los testículos. Acercó su lengua al lóbulo, donde de nuevo se entretuvo con el aro.

 

-Ah Yuki... no sabes cuanto me gusta esto –susurró eróticamente, lamiendo todo el pabellón de la oreja. Yuki cerró con fuerza los ojos, su punto débil estaba terriblemente expuesto y eso lo excitaba demasiado, agregando que el estado de su entrepierna lo delataba muy bien.

 

-Pídeme que te la chupe –volvió a susurrar en un ruego, sin parar de mover las manos.

 

-E-eres... un pervertido.

 

-Lo sé, me lo dijiste miles de veces... pero pídemelo, dilo... onegai –miró de frente a Yuki, todavía masajeaba aquella zona, lo que al rubio le sabía a pura tortura- pídemelo y lo haré así –con su mano libre tomó una de Yuki, en donde el frío había desaparecido. Agarró el índice con dos dedos y se lo llevó a la boca, succionándolo y lamiéndolo al mismo tiempo.

 

            -Tanta práctica valió la pena... aw, el rostro de mi Yuki me dice que ya lo quiere. 

 

-Esto demuestra que tengo razón –exclamó el escritor, quitando el dedo con dulzura.

 

-Nhn, ¿en qué tienes razón?

 

-Eso no importa –se acercó más al rostro del chico, por lo que tuvo que moverse un poco, causando que su bajo vientre palpite más, y le murmuró al oído- chúpala de una buena vez.

 

Shuichi quedó estático, sólo su mano se movía.

 

-Que raro, pensé que te sangraría la nariz o algo.

 

-No seas tonto.

 

-Sería algo normal en un pajero como tú.

 

-¡Que cruel!... aunque, ya no me importa lo que digas, porque... –bajó otra vez, colocándose entre las pálidas piernas- logré excitarte, y mira que lo hice bien... es muy grande...

 

-Cállate y hazlo.

 

-Sip, gomenasai –tomó la dura extensión con una mano, apretándola con suavidad- está muy duro...

 

-Que te calles, si lo que quieres es hacerlo, hazlo y ya –el pelirosa le respondió con un puchero, empezando a masajear lo que tenía apretado entre los dedos, dando inicio a un vaivén rápido y sensual. Unió su otra mano a la tarea, moviéndolas velozmente y produciendo un sordo sonido de esa manera. Yuki ya no lo toleraba, necesitaba sentir la boca del chico cubriendo ese trozo, por lo que puso ambas manos sobre los cabellos cortos y empujó bruscamente para acercar el rostro a su sexo; Shuichi separó de inmediato sus labios, engullendo lo que apretaba.

 

-Te ahogarás idiota –exclamó risueño. Notó como los ojos violetas empezaban a lagrimear al instante- tiene que llegar hasta aquí –empujó al chico y metió dos dedos en su boca, presionando la garganta y haciéndolo toser- ¿entendiste?- Shuichi asintió asustado, se imaginaba a Yuki más delicado en una situación así, que lo trataría con amabilidad y le explicaría las cosas sin ser tan bruto o gruñón. Entonces recordó las palabras de su mejor amigo, debía hacerse respetar. Lamió la punta de la erección, mirando con ojos tristes al escritor.

 

-¿N-no puedes ser más amable?

 

-Oh, lo siento cariño –dijo con sarcasmo- pero yo no te obligué a que me la chupes.

 

-Pero no debes ser tan bruto, quiero hacer esto porque te amo.

 

-Vaya excusa estúpida.

 

-Mmm... Que malo eres –contestó fingiendo ofensa, subió la mirada mientras chupaba rápidamente, subiendo y bajando sus manos por el tronco del falo. Yuki echó la cabeza hacia atrás, apoyándola contra el respaldar, para evitar que Shuichi mire el rostro que ponía por el placer. Abrió la boca para respirar libremente, sosteniendo la cabeza del chico para apartarles los mechones que le hacían cosquillas en el abdomen; no dejó de mover las caderas cuando Shuichi aumentó la velocidad, subiendo y bajando con rapidez mientras ya jalaba de los cabellos rosados. El pelirosa cerró más la boca, apretando con más fuerza la extensión, cerrando también la garganta y tragando, moviendo su lengua o enrollándola en la erección. Ladeó la cabeza para dejar que Yuki acaricie su cuello, y todo aquello no hacía más que sorprender al escritor. Lo cierto es que Shuichi se estaba luciendo, sin importarle que se atragantara, porque disfrutaba de lo que hacía, sabía muy bien que estaba haciendo gozar a la persona que amaba.

 

Luego de unos minutos, dejó su boca libre, respirando forzosamente. Usó las manos, moviéndolas frenéticamente para liberar lo que ansiaba probar.

 

-¿Por qué no sale aún? –Preguntó preocupado, arrodillándose y mirando al novelista- deja que salga Yuki, ya no te resistas.

 

-I-idiota... cállate –dijo rendido, ya sin moverse y llegando al máximo punto de delirio. Con una velocidad increíble, Shuichi bajó y se metió la punta en la boca, bebiendo del blanquecino jugo de Yuki.

 

-Sabe rico –murmuró sonriente, abrazando al novelista- gracias por dejar que te lo haga.

 

-Eres la primera persona que me lo agradece... es de mal gusto que lo hagas –dijo relajado, suspirando con serenidad- ya tengo las manos calientes.

 

-Oh, entonces tócame más, por favor.

Notas finales:

continua ---->


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