Explosiones.
Explosiones, una tras otra. “RRRRR” llevaba toda la tarde así, que no sabía lo que era le silencio, la paz y la tranquilidad; bueno, era un asesino algo loco y psicópata, no es que pudiera esperar mucho de él. Si no fuera porque él es Uchiha Itachi ya hubiera ido a exterminar el problema -y no es que no pudiese hacerlo- que de hecho, no era ni más ni menos que un rubio artista de nombre deidara.
Itachi seguía sin explicarse cómo era posible que el artista, si se le podía llamar así, no se hartara del estruendoso ruido que ocasionaban sus explosiones, que acaso no podía salir afuera a volar algo y dejar la cueva en silencio. Para que se molestaba en preguntar, era obvio que no, después de todo, solo estaban ellos dos en la cueva, y por lo que sabía el rubio lo odiaba intensamente, ósea que, por más que se lo pidiera, dudaba firmemente que el rubio siquiera considerara parar o abandonar el lugar.
Hum… aguantar la jaqueca o enfrentar al problemático rubio; la solución era fácil, un rubio más un rubio menos, ¿Quién lo notaria?. Y con ese pensamiento Itachi se dirigió a poner a su jaqueca rubia en su lugar.
-Deidara-san, podrías dejar de hacer tanto escándalo- dijo el moreno educadamente mientras el rubio lo observaba fijamente.
Deidara frunció el seño – Itachi-san, estas tan consiente como yo de que, si yo quisiera tener consideración por ti, ya hubiera dejado mis explosiones o abría salido de lugar, pero, en vista de que te odio y me agrada tu sufrimiento por más leve o estúpido que sea, en especial si yo soy el causante, no… no puedo dejar de hacer tanto escándalo – finalizo con tono burlón.
Suspiró- Deidara-san, no me obligues a hacer algo que no quiero- dijo con su eterno rostro impasible y su forma educada de hablar.
-oh! Bueno, me das algo de lastima así que, dejare de hacer mis explosiones… con una condición.
Un notable tic apareció en el ojo izquierdo de Itachi – y esta seria….
-Muéstrame tu sharingan-
Mi… sharingan, es todo- algo no le olía bien al Uchiha- para que querrías ver el sharingan, si tanto dices odiarlo-
-¿Por qué?, el porqué es tan simple, que tu no podrías entenderlo con con esa rigides que tanto llena tus pensamiento-
-…-
-bien, ¿lo harás o no?-
-de acuerdo- dijo rendido el azabache, comenzaba a entender porque decían que los artistas eran tan temperamentales.
Sin más, el azabache solo activo su sharingan frente los eufóricos ojos del más pequeño. -¿Contento?- inquirió, mas el artista estaba anonadado a la vista de aquellos ojos que algunas ves maldijo.
-Tan hermosos, tan perfectos y mortales como siempre- dijo como ido mientras tocaba la mejilla del mayor. –tan hermosos como tu-
-¿Qué?-
-simplemente arte, puro y vivo arte en un ser que nunca lo comprenderá. Itachi-san, no se como pudiste ser bendecido con un arte ten poderoso que nunca comprenderás-
-No creo que bendecido sea la palabra, mi clan fue maldecido con estos ojos, espero que nunca nadie sepa porque- y así, el Uchia simplemente coloca su mano sobre la de Deidara y se retiro rompiendo el cálido contacto.
-“Uchiha-san, tan frívolo como siempre, que no entiendes que sin oscuridad no existe la luz- y así también Deidara se retiro maldiciéndose por haber hecho ese trato, ahora, ¿con que se divertiría?