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Afición por el café por ale-chan

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Notas del fanfic:

holas! aqui les traigo este fic que tenia guardado también n.n

nacio de mi amor por uno de los olores mas deliciosos del mundo! *4* café...

mejor dejo q lean n.nU

btw: gravitation no me pertenece, es de la genial maki murakami-sensei... y too eso que ya saben

Ya estaba gruñendo a primeras horas de la mañana, típico del exitoso y frío escritor Yuki Eiri. Se encontraba muy molesto, maldiciendo al mecánico que en vez de arreglar su auto lo empeoró; pero más le molestaba el hecho de tener que llamar a un nuevo mecánico para que deje reluciente su BMW.

 

-Maldita gente idiota, maldita confianza... ¡malditos mecánicos! -rugió furioso tratando de tomar su habitual cerveza en medio de quejas- ¿cómo se supone que vaya hasta la editorial? No toleraré viajar en subte... -tomó su celular y releyó el mensaje de su editora “Si no me trae el borrador ahora mismo...” ni se atrevió a acabar de leer el texto, conocía a aquella mujer y sabía lo psicótica que podía llegar a ser. Suspiró profundamente a la vez que encendía un cigarrillo.

 

-No tengo otra opción, deberá ser en subte -se resignó a murmurar, así que guardó una pila de papeles recién impresos en un bolso negro, se colocó un ligero sobretodo, ya que según el pronóstico el clima se volvería un poco más frío; y como toque final unos anteojos marrón claro que hacían un juego perfecto con su traje clásico negro y una camisa rojo opaco. Se miró al espejo antes de salir y se arregló el cabello.

 

-¡Carajo! Tan sólo espero que no me fastidien en la calle -y dicho eso, emprendió su camino a la editorial. Anduvo lentamente, mirando fijamente a la nada, evitando toda mirada o comentario ajeno. Cargaba con pesadez su bolso, haciendo reposar su mano sobre el hombro; un cigarrillo se mantenía firme entre sus labios. Por su mente divagaban cosas de todo tipo, intentaba no pensar, por lo que dejaba que los pensamientos surjan con total libertad, si... eso lo ayudaba un poco para olvidar lo que hacía, el tener que caminar esas interminables cuadras sólo para llegar hasta la estación del subte.

 

Continuaba sumergido en sus pensamientos, comenzaba a sentirse gustoso con algunas ideas que aparecieron, pero...

 

-¡Tonto mocoso! -rugió en voz baja cuando un chico pasó corriendo a su lado haciendo que se choquen los brazos.

 

-¡Lo siento señor! -respondió gritando un pelirosa mientras seguía corriendo y se volteaba para disculparse.

 

-Ah!, la verdad es que no entiendo por qué todo el mundo tiene prisa -y observó como se alejaba ágilmente ese cuerpo provocativamente destapado, centrándose en la bajaespalda de ese joven que se destacaba por un corto short- en fin... a veces vale la pena tener que caminar.

 

 

 

Llegó a la editorial luego de unos cuantos minutos, teniendo que lidiar con el sofocante calor del subte y con el amontonamiento de gente.

 

-Y decir que tengo auto... -se lamentaba fastidiado en el momento en que se cerraban las puertas del subterráneo y todos quedaban, literalmente, aplastados.

 

Entró al gran edificio y directamente subió al ascensor hasta el piso correspondiente, apagó el cigarrillo número... mmm... ya había perdido la cuenta, la cuestión es que al llegar, su editora lo recibió entre abrazos y lágrimas.

-¡Eiri-sensei! ¡Sabía que no me fallaría!

 

-Bueno, tranquilícese -abrió el bolso y extrajo el montón de papeles- aquí lo tienes.

 

-Muy bien Eiri-sensei, lo leeré ahora mismo, si quieres puedes irte... te llamaré en cuanto acabe.

 

-De acuerdo -se despidió con una reverencia y salió con prisa del edificio, apenas cerró las puertas, una ola de calor se apoderó de su cuerpo... el pronóstico se había equivocado de nuevo. Se quitó el sobretodo y desabrochó un poco la camisa para dejar entrar un poco de aire a su pecho. Suspiró por enésima vez en la mañana al ver un restaurante lujoso y aparentemente muy caro.

 

-Tal vez necesito un café -entró por una adornada puerta de vidrio, en cuanto el personal se enteró de quién era el recién llegado, se encargaron de brindarle el mejor y más cómodo servicio. Le ofrecieron una mesa con vista a la calle y le entregaron el menú.

 

-Sólo quiero un café, bien cargado y con dos cucharadas de azúcar.

 

-Como ordene señor -respondió un fino mozo mientras hacía una reverencia. En menos de 5 minutos ya tenía su intento de almuerzo frente a sus ojos, algo inusual, pero al tratarse de Yuki Eiri sabían que las cosas debían hacerse rápido y sobre todo ¡bien!

 

Se quedó mirando la taza, como hipnotizado por la aburrida imagen, observando el humeante café que despedía ese delicioso y adictivo aroma que lo hechizaba; amaba esa bebida no sólo porque lo ayudaba a acabar sus novelas, sino por su sabor semi-amargo y, mas que nada, por su olor. Si... se había vuelto un aficionado al café y su aroma, le resultaba provocativo y placentero... ah! Su amado y eterno café, el compañero de las noches en vela y de las mañanas malhumoradas.

 

Acercó la taza a su boca y aspiró más profundo ese olor, lo que lo llevó a cerrar los ojos ante tal gratificante sensación; al fin tomó su ansiada bebida recargada de cafeína.

 

-Dulce... pero exquisito... -suspiró sonriente, dejando la taza vacía sobre la mesa. Limpió sus labios lánguidamente, y de nuevo se quedó observando la nada... pero...

 

-¡Muchas gracias jefe! En verdad que recompensaré este favor -esa voz chillona ya la conocía, pronto se dibujó en su mente ese cuerpo exquisito y unos cabellos rosados. Observó como el joven que lo chocó salía contento del restaurante, con una mochila pendiendo de su mano. Lo siguió con la mirada hasta que desapareció.

 

-Su nombre es Shuichi -dijo una voz detrás de él, lo que hizo que se volteé y se encontrara con... Seguchi Tohma.

 

-¿Qué haces aquí? -preguntó fríamente el novelista, algo molesto ya que justo iba a salir tras el chico.

 

-Me di cuenta de cómo lo mirabas, debes disimular un poco Eiri.

 

-No digas idioteces, ¿y cómo se supone que sabes su nombre?

 

-Es que soy amigo del dueño de este lugar, y a veces lo ayudo a seleccionar su personal.

 

-Vaya personal eligen...

 

-Este muchacho necesitaba trabajo con urgencia, nos dejó bien claras sus razones y las consideramos justas... y que no te engañe, es excelente en su trabajo.

 

-¿Y qué hace... limpia baños? -dijo riendo el menor de ambos.

 

-Es mozo y prepara el café,  justamente el que acabas de beber.

 

-Mmm... Un poco dulce, pero uno de los mejores que he bebido.

 

-Lo sé, además si a ti te parece uno de los mejores... para mi es formidable.

 

-Ya cállate -exclamó tranquilamente el escritor poniéndose de pie- ya me voy, hasta pronto.

 

-Toma el mismo subte que tú, si te apresuras lo alcanzarás -Yuki bufó fastidiado y salió presuroso del sitio, Seguchi continuaba sonriendo serenamente.

 

 

 

No sabía por qué caminaba con tanta prisa (tal vez...), por suerte se había librado de la carga de su bolso, el cual dejó en la editorial también. Seguía caminando apurado, el subte ya saldría en unos minutos, apuró su paso aún más hasta llegar a la estación.

 

-Al fin... -murmuró, ahora mirando hacia todos lados y... ¡allí estaba! Esa inusual belleza pelirosada esperando también la llegada del subte. Disimuladamente se aproximó a él hasta quedar detrás. Por suerte, y milagrosamente, no subiría mucha gente en esa estación. Se acercó un poco más y ¡por Kami! Ese aroma que desprendía lo enloqueció, esa exquisita esencia que emanaba aquella piel morena lo hechizó, y sólo un olor puede encantarlo así: café.

 

“Claro, si Tohma dijo que él los prepara”, pensó gustoso, enviciado por ese detalle singular y sabroso, el cual lograba que su mente divague utilizando como protagonista al joven. Pero llego el transporte y se vio obligado a volver a la realidad.

 

Se sentó velozmente del lado de la ventanilla, perdiendo de vista al chiquillo rosado. Y así pasaban las estaciones, y cada vez el subte se llenaba más y más, haciendo que el aire se vuelva pesado y que el carácter de Yuki empeore, se sentía incómodo sentado, por lo que ofreció su asiento a una mujer embaraza en cuanto subió. Ahora se encontraba entre el montón de gente, pero gracias a ello pudo encontrar al joven que lo embrujó. Se aproximó como pudo pidiendo permiso cortésmente, hasta quedar nuevamente tras el chico. Aspiró otra vez el aroma que liberaba ese cuerpo apetitoso, el cual tenía muy cerca debido al amontonamiento de personas. Ladeó un poco la cabeza en dirección del cuello ajeno y sintió otro perfume, más profundo pero opacado: fresas. Se apreciaba de manera natural y refrescante, en verdad se sentía maravillado por ese Shuichi hasta que llegó al punto de excitarse. Se sostuvo con fuerza del pasamano al igual que su “víctima”.

 

-Que delicia... -susurró al oído de Shuichi, quien se estremeció totalmente, incluso se asustó- no tengas miedo, no te haré daño -continuó diciendo de manera sensual con su ronca y bien masculina voz.

 

-¿Q-qué quiere? -preguntó con temor sin saber qué hacer, sin poder voltearse.

 

-Eres hermoso Shuichi.

 

“¡¿Cómo sabe mi nombre?!” se cuestionó asustado el cantante.

 

-En verdad no te lastimaré, no soy un secuestrador o ese tipo de cosas.

 

-¿Q-qué quiere... entonces? -respondió ahora más nervioso.

 

-Te quiero a ti... -soltó roncamente, sin apartar su boca del oído- eres joven y perfecto, tan deseable y provocativo -mientras hablaba rozaba su nariz con el fresco cuello, joven y apetecible- por ti vale la pena viajar en subte...

 

-O-onegai... yo...

 

-Shh, tranquilo... cuanto te deseo Shuichi...

 

-S-señor, yo... ahhh! -liberó un ahogado gemido para, claro está, no llamar la atención de otras personas, al sentir como el extraño apoyaba su miembro contra su trasero- aww...

 

-Hum... ¿ves que te gusta?

 

-Onegai...

 

-¿Te vienes conmigo ahora?, no desconfíes, créeme que no te haré daño.

 

-P-pero...

 

-Y así te haré mío Shu-chan -Shuichi no pudo evitar seguir excitándose, el comportamiento de ese tipo le fascinaba en verdad, aunque podría tratarse de un violador o algo así; pero más le encantaba esa voz, ese aliento tan sensual a tabaco que liberaba y le llegaba a producir divinas sensaciones. Pero ¿qué hacer? ¿Debía confiar en ese extraño? En toda su vida muchas veces se le acercaron pervertidos, pero siempre se ocupaban de toquetearlo atrevidamente o a decirle groserías de todo tipo relacionados con los deseos carnales- ¿Y... qué dices?

 

El menor quedó estático sin saber qué contestar, pero para todo eso, el subte ya había llegado a su destino. Salió apresuradamente tratando de perder al acosador, pero una voz lo detuvo.

 

-Shuichi... -se volteó tambaleante, temiendo por si mismo... encontrarse con la peor cara de pervertido o con un cincuentón necesitado sería su perdición... pero eso no sucedió. Cuando se dio vuelta se encontró con un rostro hermoso, perfecto para su gusto, con facciones elegantemente delineadas haciendo que sus ojos felonamente dorados resalten con esplendor. Pero, a todo eso, esa cara le era familiar, lo conocía de dos lugares diferentes.

 

1ero: lo vio más de mil veces por televisión, recordó que su hermana y madre desfallecían por él... el escritor de novelas románticas.

 

2do: lo cruzó en la mañana, cuando lo golpeó accidentalmente mientras corría hacia el trabajo.

 

-Yuki... Eiri? -cuestionó perplejo, ¿por qué una persona como él haría semejante cosa?... tal vez estaba aburrido, pensó.

 

El rubio asintió levemente, el menor no puedo evitar sonrojarse y agachar la cabeza al recordar la propuesta que le había hecho ese apuesto hombre. “No es un pervertido (creo...) es Yuki Eiri, el hombre más exitoso actualmente, mi mamá y Maiko están locas por él y... ¿me propone eso?... aunque, jamás creí que fuera tan atractivo”, y perdido en ese hombre y la excitación, llegó a una respuesta.

 

-Va-vamos... yo... q- quiero... -tartamudeó tímido, pensando en aquello como una simple aventura, y sin saber por qué, sintiendo mucha confianza en aquel hombre. El novelista sonrió gustoso, indicó con la cabeza a que lo siga.

 

Caminaron juntos, Shuichi algo presuroso, peor bajando la velocidad para no mostrarse ansioso. Se presentaron formalmente de paso.

 

-Mi nombre es Yuki... por lo visto ya me conoces...

 

-S-si, Yuki Eiri, 22 años, escritor de novelas románticas... naciste el 23 de febrero, eres amante de los cigarrillos, la cerveza y el café, manejas un BMW color negro -exclamó velozmente, totalmente sonrojado.

 

-Vaya que me conoces...

 

-Mi madre y mi hermana te admiran, leen todas tus novelas y saber mucho de ti, podría decirse... que te aman.

 

-Mmm... Ya veo -lo miró provocativamente, sonriendo de lado.

 

-Y-yo soy Shindou Shuichi, tengo 19 años, trabajo en un restaurante y son vocalista de una banda...

 

-Que interesante, cantante...

 

-S-si, busco una disquera con mi amigo.

 

-Hum...

 

-D-dime Yuki... ¿cómo sabes mi nombre?

 

-Hoy fui al restaurante donde trabajas y pedí que me dijeran tu nombre.

 

-¿Para qué? -preguntó sorprendido el chico.

 

-Para nada, tenía ganas de preguntar... ya llegamos -entraron al edificio que indicó Yuki. Shuichi estaba cada vez más nervioso, observando al rubio cuando podía. Se dirigieron al ascensor y esperaron hasta llegar al piso correcto, el silencio era molesto, el corazón del pelirosa latía con más fuerza mientras más se aproximaban a su destino. Finalmente caminaron por un largo pasillo que los condujo al departamento indicado.

 

-Aquí es -murmuró el ojidorado abriendo la puerta y dejando pasar al joven.

 

-Oh! Es un departamento hermoso -sonrió contento el pelirosa, mirando cada rincón de los ambientes.

 

-Gracias, ¿quieres beber algo? -preguntó el escritor, quitándose el saco y desabrochando un poco más la camisa, Shuichi se sonrojó más.

 

-Si, un jugo estaría b-bien... emm... ¿puedo pasar al baño?

 

-No, haz ahí.

 

-¡¿Eh?!

 

-El pasillo, a la derecha - y se internó en la cocina a preparar el refresco. Shuichi se entretenía frente al espejo, arreglándose el cabello y la ropa, tratando e recordar a la vez los consejos de la profesora de sexología de último año. Al fin abandonó el lugar, encontrándose con el mayor en el living.

 

-Aquí tienes -y le extendió el vaso con jugo y dos cubitos de hielo flotando en el, él simplemente bebió una cerveza bien fría.

 

-Muchas gracias Yuki -dijo el cantante, devolviendo el vaso vacío que acabó reposando en el piso. Y otra vez el silencio y el corazón palpitante del pequeño, lleno de ansias y nervios. La excitación ya le ganaba, Yuki le encantaba por lo poco que lo había conocido, además le resultaba irresistible dejando de lado el hecho de que se trataba de un hombre... “¿cómo resistirme? Me mira de esa manera tan fija y profunda... me hace estremecer de pies a cabeza”

 

-Y-Yuki... yo... -no lo dejó hablar fácilmente, se arrojó encima del joven haciendo que caigan sobre el sofá abrazados y comenzando a acariciarse. Lo atrapó en un beso primero casto y seco, pero luego se volvió una pelea entre ambas lenguas, entrelazándose bruscamente, explorándose la húmeda cavidad con deleite y locura, ahogando sus gemidos en la boca del otro... pero la siempre presente falta de aire los obligó a separarse, logrando que sus miradas se encuentren de una manera llena de deseo y éxtasis. El cuerpo del más joven estaba desesperado, ardiendo desde antes de llegar al departamento, demostrando toda su calentura por medio de alaridos involuntarios, besos y caricias desesperadas.

 

-Oh Yuki... que rico se siente... -llegó a exclamar, sintiendo como la lengua del rubio recorría su ya desnudo pecho, centrando su atención en los duros pezones- mmm... muérdelos... así!!! -comenzó a gritar en el momento en que su torso fue víctima de mordidas y placenteros chupones. Se retorcía lascivamente, acariciando la espalda del rubio frenéticamente, bajando lentamente hasta sus nalgas. Lentamente desprendió el pantalón del mayor, teniendo problemas debido a sus manitas temblorosas, hasta que los bajó lo suficiente como para liberar el exasperante pene.

 

-Parece que estás ansioso... -susurró Yuki quitando el short al pelirosa, deleitándose con la perfecta figura desnuda que se le presentaba- te ves exquisito Shuichi...

 

-Ah... devórame... Y-Yuki...

 

-Ah! Pero mira las cosas atrevidas que dices, ¿qué tan pervert eres pequeño? -continuaba Yuki, apoderándose ahora de la erección pronunciada que tenía ante sus labios.

 

-Tanto como tú quieras... - en realidad ese chico lo había sorprendido, lo creía más inocente, incluso virgen, pero sin duda alguna las apariencias lo habían engañado, tenía a su disposición a un joven hermoso, delicioso y provocativo sobre todo. Pero dejó sus pensamientos y se enfocó en los pedidos de Shuichi, así que sin más comenzó con su tarea de succionar, lamer, y hacer todo lo posible con esa extensión, porque después de todo era su invitado y debía ofrecerle un buen servicio; aún así, el cantante no se quedó atrás, en un movimiento fugaz que no dejó reaccionar al escritor, se colocó en la entrepierna del rubio, sin dejar que este se detenga en lo que hacía. Rápidamente imitó a Yuki, disfrutando de ese miembro grande y duro que casi lo atraganta. Era muy excitante lo que ocurría, Yuki no paraba de sorprenderse, la actitud de Shuichi le fascinaba cada vez más, al igual que su maestría en lo que hacía. Ambos continuaron con su trabajo, gozando plenamente, sintiéndose acabar en cualquier momento, extasiándose con los gemidos que escuchaban... y luego de un buen rato de subir y bajar la cabeza con locura, esa sensación vibratoria y enloquecedora los asaltó en el mismo momento ocasionando que se derramen bruscamente en la boca del otro; Shuichi no toleró el no gritar de placer, por lo que el semen de Yuki manchó todo su rostro tratando apenas de apuntar el chorro a su boca, el escritor bebió del todo el líquido del chico sofocando todas sus ansías de gemir. Se quedaron un rato quietos, intentando normalizarse para continuar con lo tan anhelado.

 

Al fin Yuki se volteó y quedó nuevamente sobre Shuichi, empezando a besar de nuevo su desnudez e intimidad, se entretenía con su boca, su cuello y su ronroneante “nuez” teniendo la única intención de hacer liberar alaridos del pelirosa; pero sus ganas de penetrarlo fueron más fuertes, y sin más se colocó entre las delgadas piernas apoyándolas previamente sobre sus hombros para mayor comodidad. Acercó su miembro, acariciándolo antes, rozando la punta contra la entrada que pronto invadiría. Shuichi se aferraba a los brazos del rubio, tratando de no sentir dolor en su cuerpo.

 

-Tranquilo, sólo estaré tan adentro como quieres, y te cogeré hasta desmayarte niño travieso -dijo con maldad el mayor, metiendo con crudeza su sexo en el joven ser que acababa de conocer. Lentamente empezó a moverse para asegurarse estar bien dentro.

 

-Ahhh... Yuki!!!... si! Más... más adentro!!!

 

-Se... hasta el fondo... -y se echó sobre Shuichi para hacer más profunda su intromisión, la cual empezó a salir y entrar despavoridamente.

 

-¡Por Dios!... esto es... es... ¡el cielooooo! -gritaba abruptamente, entrecortando las palabras debido a las estocadas rudas del otro, el cual parecía insaciable. Se aferró a las sábanas ahora, tomando una almohada para morderla con locura mientras sus caderas se movían al compás de Yuki.

 

-Te voy... a partir en dos...

 

-¡¡¿Y qué esperas... ahhhh... p-para ha-hacerloo?!! -gemía, chillaba, rugía, incluso lloraba... se sentía tocar el cielo con esas emociones, sintiendo claramente como el rubio tocaba con frenesí su punto de éxtasis. Y las estocadas seguían volviendo loco al joven, causándole espasmos, llevándolo a fantasías infinitas.

 

-¿Qué sientes...? -apenas pronunció el novelista preso del agotamiento que empezaba a sentir.

 

-No puedo... describirlo... oh... eres único Yukiiii!! - y ese momento fue el crucial para derramarse en abundancia, salpicando el abdomen del rubio y el suyo propio- eres... fantástico... por Dios que lo eres...

 

-Lo soy? -preguntó distante, alejándose un poco y tomando algo del cajón de su mesita de luz.

 

-Si... increíble... -susurró cerrando los ojos tranquilamente.

 

-Bueno, pero aún no acabamos -y le obligó a abrir los ojos para enseñarle el objeto que tenía en su mano- sigamos jugando...

 

-Pero... ¿con eso? Yo no quiero eso!! -chilló graciosamente al ver un consolador de gran tamaño- ¿¡quién sabe con quien lo utilizaste?!

 

-Es nuevo baka... sabía que un momento así llegaría y lo guardé exclusivamente para ello.

 

-P-pero... yo nunca...

 

-Hay una primera vez para todo, verás que te agradará -lo besó dulcemente, echándolo boca abajo y separando sus nalgas con fuerza- en cuatro, ¡ahora! -ordenó fingiendo enojo, el pelirosa asintió inocentemente, cerrando los ojos con nervios. Lentamente metió ese objeto en la intimidad del cantante, haciéndolo gemir levemente, pero ese gemido se transformó en un grito cuando sintió todo el consolador dentro.

 

-Kyaaaaaa!!! Despacio!!! -gritó dejándose caer en la cama.

 

-Dije que en cuatro! -ordenó de nuevo, ahora enfadado de verdad. Shuichi se tambaleó un poco, aún con esa cosa en su ano causándole un gran dolor, a duras penas se incorporó- muy bien perrito... y ahora... -y encendió el consolador directamente en el nivel más alto.

 

-Ay Yuuukiiiii!!! S-sigue! Más... por Dios!!!!! -el rubio obedeció, metiendo y sacando el vibrador en la entrada con rudeza y prisa, excitándose con lo que veía... pero el cantante decidió no quedarse atrás otra vez. Se zafó de lo que Yuki le hacía y se colocó frente al miembro del mismo.

 

-Ahora dale... de nuevo... -y mientras Shuichi gozaba de nuevo del sexo del mayor, Yuki metía y sacaba el vibrador del ano ya engrandecido. El pelirosa intentaba controlarse, pero se sentía loco en ese estado, ese objeto le provocaba un placer inigualable. Yuki invadido por el éxtasis, a veces bajaba el ritmo de las estocadas sin notarlo, pero los movimientos de las caderas ajenas lo recompensaban.

 

-Al carajo! -rugió el rubio, empujando a Shuichi y tirando el consolador al piso. Fugazmente penetró al pelirosa y con unas pocas estocadas llegó al ansiado orgasmo, librando gemidos roncos y poco disimulados, loco de placer y locura. El vocalista cayó de nueva cuenta en una nube de delicia y enloquecimiento.

 

-Siiii!!! Cuanto jugo... tienes Yuki!! Ahhhh... ammm... -se tiró rendido sobre las sábanas manchadas, escurriendo una gran cantidad de semen por su ano- oh... que rico... rico... -Yuki se acostó a su lado, respirando velozmente, cerrando los ojos con fuerza. Bastaron unos minutos para que sus cuerpos recobraras fuerzas y sus pulmones aire. Shuichi se volteó, moviendo delicadamente el trasero debido al dolor, se quejó un ratito y después quedó en silencio.

 

-Y?... -dijo finalmente el rubio, mirando al pelirosa y encendiendo un cigarrillo para tranquilizarse un poco más.

 

-Asombroso Yuki... definitivamente eres el Dios del Sexo! -sonrió, colocándose sobre el pecho cálido y palpitante del mayor- tan duro... y dentro... -continuó diciendo mirando al techo, perdido en fantasías y acariciando el abdomen del otro.

 

-Mmm... Tú estuviste bien...

 

-Eh? Cómo que bien?! -berreó enojado el joven, haciendo énfasis en la palabra “bien”- hice lo que pude, recién comienzo en estas cosas!!

 

-No te enfades, estuviste muy bien... lleno de pasión y entrega -el rosado se sonrojó, ahora haciendo formitas en el pecho del ojidorado, apoyando suavemente su cabeza.

 

-Yuki...

 

-Dime...

 

-Tú y yo... aquí acaba verdad?

 

-Jamás empezó algo -Shuichi bajó la mirada tristemente, en realidad quería seguir viéndose con ese escritor- aunque...

 

-S-si?

 

-Podríamos salir un par de veces... ¿qué te parece?

 

-Así nos conocemos más ne? -el rubio asintió sonriente, acariciando el hombro del chiquillo- entonces seguiremos juntos?

 

-Ahá... cada tarde iré a buscarte a tu trabajo, ¿está bien? -el pelirosa poco más y salta de alegría, había conquistado a un hombre hermoso e increíble, el cual había atrapado su corazón sin notarlo desde que lo vio a esos ojos felinos.

 

-Gracias Yuki...

 

-No digas idioteces

 

Se abrazaron tiernamente, sus narices rozaban con dulzura haciendo que sus respiraciones choquen... lentamente los labios fueron aproximándose, sellándose en un beso largo y lujurioso. Al final juntaron sus cuerpos, pegándose el pecho de uno contra el otro, de modo que sintieran sus palpitaciones cada vez más serenas.

 

-Y lograré conquistarte... -susurró Shuichi antes de cerrar los ojos, mirando la expresión tranquila y dulce de Yuki al dormir. Se acomodó moviendo su cabecita en el cuello del rubio, cerrando los ojos lánguidamente y dejándose llevar por el pacífico sueño.

 
Notas finales:

que les parecio? n.n

bueno... sera hasta el finde que actualizare mi nuevo fic n.n

suerte y beshos de miel!! ^^


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