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Verdaderamete Problemático... por chibiichigo

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Notas del fanfic:

Disclaimer: Los personajes de Naruto no me pertenecen. Son propiedad de Masashi Kishimoto...

Nota: este fic lo había subido ayer pero...cof cof accidentalmente lo borré cuando quería cambiar el resumen. El botón EDITAR está peligrosamente cerca de ELIMINAR... y yo no me fijo mucho en eso y sólo doy click a lo imbecil. Lo peor es que no es la primera vez que me ocurre T___T

Bueno en fin

Notas del capitulo: Hola, veamos este es mi primer ShikaGaa y espero que les guste.

Y… ¿Dónde quedaba él?

Seguramente en un limbo emocional del cual no podría salir ni con ayuda de un profesional en la materia. Eso era lo que más le molestaba… que Gaara ni siquiera se diera por enterado de la cantidad de cosas que le pasaban por la cabeza hacía varios días. Que lo siguiera tratando igual que el año y medio que llevaban de conocerse, sin interesarse siquiera un poco en todos esos sentimientos que despertaba en él con un simple mirada.

Sabía que ni siquiera era culpa del pelirrojo su estado actual. Comprendía que no habían existido intenciones de revolver toda su vida y de ponerla boca arriba de un momento a otro pero… eso era verdaderamente problemático.

Se despertó. Podía escuchar el cantar de los grillos y el claro resplandor que le ofrecía la luna. Mismo brillo que evidenciaba todavía más la erección que tenía y esa “mancha” que teñía de un color blanquecino las sábanas de la cama y sus pantalones de pijama.

-Maldita sea…- murmuró ligeramente irritado, mientras observaba del otro lado del pequeño dormitorio la silueta del motivo de sus angustias. Intentaba no concentrarse en la respiración tranquila y pausada de su compañero pero tampoco quería dejar de escucharlo.

Se levantó con parsimonia, intentando causar el menor ruido posible. Lo último que necesitaba era despertar a Gaara y atenerse al sinfín de preguntas que le haría en caso de ver las sábanas y la ropa manchadas.

Se desnudó rápidamente, el tiempo que revolvía el cajón de la ropa interior para conseguir unos bóxers.  Cuando miró los que sus descuidadas manos habían tomado en la oscuridad, no pudo reprimir un bufido prácticamente sordo.

Rojos.

Los devolvió de inmediato al cajón. No quería ponerse ropa interior del único color que le recordaba tan fuertemente su “problema” de las noches que no se atrevía a mirarlo por mucho tiempo.

Sacó otros y se los colocó raudamente, cubriendo esa erección que poco a poco comenzaba a desaparecer. Se dirigió a la cama de nuevo, procurando guardar la calma a pesar de que la respiración del pelirrojo se había turbado un poco a causa del sonido del cajón deslizándose. Cambió las sábanas con cuidado, enredándolas unas con otras antes de dejarlas en el suelo, y salir con discreción de la habitación para depositarlas en la lavandería y tomar otras del estante.

Caminaba a paso lento mientras intentaba ordenar sus ideas. Eso era lo único positivo que tenían sus recientes incursiones nocturnas al área de lavado de los dormitorios, le otorgaban un momento para recordar la situación con el pelirrojo que se encontraba durmiendo plácidamente a su lado en la habitación.

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Cuando entró en el internado no tenía más de trece años. Justamente la edad mínima de ingreso. Nunca había mostrado un interés pronunciado  en hombres o en mujeres y, como bien decía, prefería guardar distancias y concentrarse en sus estudios para poder mantener la beca escolar.

El primer año no fue diferente al desarrollo de cualquier chico de su edad. No tenía muchos amigos y en ocasiones sus profesores le reclamaban un poco el no poner atención o cumplir con actividades, pero al momento de los exámenes se convertían de la manera más normal en halagos. Gustaba de salir a caminar o de observar las nubes, tirado en una de las camas de su habitación, que hasta ese momento no compartía con nadie.

Asistía a clases, salía de ellas y se dedicaba más que nada a contemplar a las demás personas, jamás mostrando interés por entablar relaciones con ellos ni por siquiera recordar las caras de sus objetos de distracción. Los alumnos lo consideraban un sujeto extraño, demasiado metido en su mundo como para ser bien recibido y eso a él, sinceramente le venía importando muy poco.

Incluso lo llegaron a enviar al psicólogo, alegando que se trataba de un chico socialmente inepto. Pero para Shikamaru Nara, sencillamente resultaba muy problemático charlar con la gente… totalmente inútil si lo que buscaba era concentrarse en sus estudios y jugar con su profesor favorito una o dos partidas de shouji o de Go.

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Y así, mientras caminaba se dedicaba únicamente a recordar esa vida anterior a su compañero de cuarto. Las alegrías pasadas y toda esa rutina que ahora se le antojaba un sinsentido pasaban cual película en su cabeza.

Suspiró de forma inconsciente mientras giraba la perilla y entraba al cuarto, que se hallaba sumergido en una oscuridad total. No recordaba en qué momento el pelirrojo se había vuelto tan importante para él como para desear cambiar esas pocas satisfacciones que le ofrecía estar lejos de sus familiares, pero  había ocurrido.

Se quedó mirando obnubilado al chico que continuaba dormido y se revolvía entre las sábanas ocasionalmente, simplemente recapitulando en ese día…

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Iba a poco más de la mitad de su segundo año en el colegio. Ocasionalmente los chicos mayores le buscaban bronca, pero no era algo que le alterara mucho. Sus actividades continuaban siendo las mismas, y de ser considerado una molestia por parte de sus compañeros había conseguido pasar desapercibido por la mayoría.

Cumplía como estudiante y su única aspiración era lograr salir un día de ahí para tener la vida que llevaban sus padres. Casarse con alguna chica, tener hijos y tener algún trabajo sin grandes aspiraciones. Esa era la vida que soñaba, y la finalizaba refiriéndose a la pensión donde viviría junto con su esposa cuando fueran lo suficientemente mayores para ser una molestia para sus hijos.

Se encaminó desperezado a la habitación que le correspondía, por el pasillo lleno de arboles que daba casi al final de campus. Un lugar apacible y alejado de la mayoría de las personas escandalosas que desmerecían por completo el lugar. Lo único que quería era recostarse a mirar el cielo y quedarse dormido el resto de la tarde. Quería pensar en muchas cosas, aun sin tener nada en que fijar su atención por mucho tiempo.

Al llegar al dormitorio, lo primero que notó fueron unas cajas que se encontraban en la entrada, y a los chicos que vivían en el mismo sitio observar embobados la llegada de quien sería el nuevo inquilino.

Se abrió paso entre ellos, con el mismo desinterés que le caracterizaba. A él poco le importaba que clase de persona fuera el nuevo residente en los dormitorios y tenía cosas, si no más importantes por lo menos más entretenidas, que hacer además de observar unas cajas y esperar a que el dueño se acercara para poder observarlo. Era demasiado problemático ver esa clase de cosas.

Subió las estrechas y lúgubres escaleras hasta el tercer piso, donde se encontraba su cuarto. Era el último piso y por tanto el más tranquilo, pero ese día a diferencia de los otros, se podían escuchar pisadas y el movimiento de cajas por el suelo. Por primera vez le entró un poco de curiosidad.

Apresuró un poco el paso, guardando la compostura y se acercó al umbral. No se veía a nadie.

“Que problemático sitio… hasta el ruido de otros pisos se escucha” pensó, relajándose un poco por no haber perdido la privacidad de su habitación.

Giró el pomo de la puerta, esperando liberarse por completo de esa sensación de intrusión que le causaba haber escuchado el desplazamiento de las cajas y, para su desconcierto se encontró con unos ojos claros que lo miraban penetrantemente.

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Sonrió con un poco de sorna, mientras comenzaba a poner las sábanas limpias en la cama. Más valdría que ésas se mantuvieran limpias por lo menos una semana… de otra forma el servicio de mantenimiento se quejaría de la carga extra de trabajo que les estaba imponiendo a causa de esos sueños húmedos.

Se acostó de nuevo en la cama, mirando el techo y poniendo sus manos detrás de la castaña y revuelta melena. Intentó, infructuosamente, conciliar de nuevo el sueño. Posiblemente estaba aterrorizado de tener de nuevo algún sueño erótico que involucrara a Gaara.

Escuchó las sábanas de la cama contigua moverse de manera brusca, y volteó para ver la causa del alboroto.

Gaara se levantó, todavía medio dormido de la cama y a tientas intentaba encontrar las pantuflas. El Nara sonrió a medio lado.

-Las dejaste frente al escritorio…- le recordó. Gaara se acercó al sitio y se colocó, ahora un poco más despierto los zapatos.

-Shikamaru… ¿Qué haces despierto?- preguntó reprimiendo un bostezo y estirándose un poco.

-Nada… es problemático explicarlo- agradeció que la oscuridad de la noche ocultara un poco el sonrojo que se dibujaba en sus mejillas, y la aparente incapacidad de enfoque de Gaara.

-Todo es problemático para ti, Nara…- dijo desinteresado, pero sin poder reprimir esa nota de molestia que tan frecuente se había vuelto entre ellos. Y aparentemente el único que sabía producir Gaara desde que “él” había decidido cortar su relación. El aludido simplemente le dedicó un gruñido y regresó a su posición de observador del techo.

Escuchó la puerta cerrarse detrás de él.

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Al ver a ese joven  se sobresaltó.

-¿Qué haces aquí?

-Es mi habitación…- esa fue la parca respuesta del joven antes de salir de la habitación, repleta de cajas vacías y de montones de libros.

No podía creerlo. No era que le importara mucho pero le habría parecido agradable que alguien le hubiera dicho algo acerca de su nuevo compañero de habitación… sería una forma de hacerlo menos problemático.

Tomó el tablero de Shouji que se encontraba encima de su escritorio, dejando la mochila y los libros aventados sobre la cama y salió rápidamente de la habitación. Quería encontrar a Asuma y comentarle su sentir al respecto.

De camino con su profesor, lo único que llenaba sus pensamientos eran los aspectos negativos que había percibido de su compañero de habitación. Que si era un grosero por o haberse presentado. Que si era hostil. Que si era desordenado… Ni siquiera sabía el nombre de ese desagradable sujeto y ya no soportaba el verlo siquiera.

Entró a uno de los  jardines centrales del colegio, donde seguramente encontraría a su profesor. Casi era la hora en que jugaban todos los días.  Estaba hecho una furia en ese momento, pero procuraba no mostrarlo. Sería un verdadero problema el estar dando explicaciones sobre su estado de ánimo.

-Vaya… Shikamaru. Llegas temprano- saludó su profesor al tiempo que encendía un cigarrillo. Fumar en terrenos de la escuela estaba terminantemente prohibido, pero para Asuma Sarutobi era permitido.

-Hmpf…- gruñó, totalmente cabreado después de ver la sonrisa en cara del mayor.

-Vaya… ¿Qué ocurre?- Asuma se escuchaba preocupado por esa actitud no indiferente de su alumno favorito.

-Nada…- dijo hostil, mientras aventaba el tablero a la mesa.

Comenzaron a jugar, en completo silencio. El castaño no podía dejar en esos ojos claros que tanto lo irritaban. ¿Por qué en SU habitación?

-Gané…- anunció el moreno triunfal. Shikamaru elevó la vista. -¿Qué te ocurre chico? Nuca antes te había ganado. ¿Qué tienes en la cabeza?

El Nara sonrió desganado y tras considerarlo un poco, comentó aquello que lo molestaba.

 

-Vaya… así que era eso- Asuma lo miraba extrañado.-Escuché que un chico nuevo llegaría, pero no sabía en qué habitación lo colocarían. Y me sorprende que no te hayan notificado antes.

-Maldita persona problemática…

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Por momentos le costaba aceptar que esa impresión tan fuerte que le había provocado el Sabaku se hubiera desvanecido tan rápido. Era extraño ver cómo daba vueltas la vida…

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Si bien el carácter de Gaara era bastante frío e inaccesible, la relación que ambos mantenían se había vuelto buena. Era diferente a cualquier otro muchacho de instituto que hubiese conocido. Incluso se podía decir que ese pelirrojo despertaba su curiosidad…

Iba un curso más abajo que él, sin embargo su madurez era impresionante. Las escasas pláticas que llegaban a mantener ambos se caracterizaban por la firmeza de las opiniones. Era sencillo charlar con el pelirrojo incluso de las cosas más triviales que se les pudieran ocurrir.

Y se convirtieron en amigos antes siquiera de darse tiempo a reaccionar.

Y con eso, llegó la revelación…

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Un poco de incomodidad en la cara del Nara se dibujó, mientras escuchaba los pasos apagados de Gaara regresar a la cama.

Cuando el chico le había comentado que era homosexual, las cosas habían cambiado dentro de él. No era que sintiera desprecio ni ninguna clase de sentimiento adverso por él, pero a decir verdad no se lo esperaba. 

Siempre había tenido una imagen de los gays como chicos vestidos de rosa, bastante amanerados y rechazados por michas personas… sin embargo Gaara no era así. Y eso había sembrado la duda en él también.

Comenzó a preguntarse por qué no se interesaba en las chicas y no se podía imaginar al lado de nadie… pero en su mente no había respuesta.

 

Suspiró de nuevo, mientras volvía a ser consciente de los ruidillos apagados que provocaba Gaara al dormir. No podía encontrar el momento preciso en que su vida dio un giro inesperado…

Era como si de la manera más simple y espontanea las cosas hubieran ocurrido. Pero… eso no era posible. O al menos en su universo esa clase de cosas no deberían ocurrir. Era un verdadero problema…

Cerró los ojos y buscó mentalmente ese momento en el tiempo en que ni siquiera el Shouji lo hacía feliz. La revelación de Gaara lo había cimbrado y no encontraba una manera de quitarse la idea de la homosexualidad de la cabeza. Por más que lo pensaba no daba con aquello que se había activado dentro de él.

Y la pregunta concisa de todo aquello que se agolpaba en su cabeza impidiéndole dormir siquiera se había hecho presente un par de días después. ¿Sería gay?

Prefería no pensar mucho en eso, pero tampoco podía hacer ese cuestionamiento de lado. Era terriblemente problemático sentir que todos sus prejuicios y formas de pensar se rompían de un momento a otro y daban paso a más preguntas cuya respuesta parecía nunca encontrar.

Decidió que no podía ser gay. Que aquello que sentía por el Sabaku no era más que una amistad muy sólida pero… entonces ¿Por qué sentía cosas diferentes cuando estaba con él?

Y así comenzó su suplicio emocional.

*-_-*-_-*

 

Sentía los rayos del sol darle por completo en la cara. No recordaba siquiera haberse quedado dormido de nueva cuenta. Se talló un poco los ojos y dirigió la mirada a la cama de Gaara, que se encontraba pulcramente tendida.

“Que problemático…últimamente parece que esa cama tiene un imán”

Se incorporó lentamente, agradeciendo que fuera sábado. Tendría todo el día para si mismo, sin tener que acudir a clases ni hacer molestas tareas.

Se colocó unos desgarrados pantalones de mezclilla y una holgada playera café mientras pensaba en el lugar donde podría estar su compañero. Era todavía muy temprano como para salir a algún sitio, por lo que la evidencia indicaba que había salido a verlo.

Como fuera… intentaba convencerse que no era asunto suyo.

 

Salió de la habitación descuidadamente, procurando no despertar a los demás residentes y comenzó a vagar. Quería alejar a Gaara de su mente y recuperar un poco esa cordura y control de sus sentimientos.

Maldita la hora en que se había dado cuenta que estaba enamorado de ese chico… el amor era demasiado problemático como para ser agradable.

Y así, caminando inmerso en sus cavilaciones alcanzó a atisbar a lo lejos una mata de cabello negro que se acercaba rápidamente a él. Se detuvo… lo último que le faltaba era toparse de frente con ese malnacido.

Se preparaba para cambiar la dirección de sus pasos cuando ambos jóvenes estuvieron lo suficientemente cerca como para dedicarse una odiosa mirada de repudio. Y el moreno siguió su camino…

Shikamaru cerró los puños con recelo. Odiaba a ese sujeto por sobre todas las cosas. Sasuke Uchiha era un compañero de su clase, y el ex novio de Gaara.

Evidentemente, el odio se debía más a lo segundo que a lo primero.

---

Meses después de que el menor le confesara sus preferencias sexuales, había logrado poner en orden sus ideas. Por fin había entendido que quería a Gaara, y estaba, por primera vez, dispuesto a correr el riesgo de comentarle su forma de sentir.

Se había convencido a si mismo que no había nada más problemático que hacer eso, pero deseaba de igual manera hacerlo. Es más… planeaba decirle al pelirrojo esa misma noche.

 

Volvió al dormitorio después de una partida de Shouji con Asuma, quien ahora se encontraba preocupado sobremanera por poder ganarle con relativa facilidad al Nara. No podía contener esa sensación de vacío en el estómago y la ansiedad que le provocaba decirle algo a Gaara.

Intentó calmarse, y se detuvo unos momentos a observar el cielo que poco a poco iba pasando de matices azulados a morados, rosados y anaranjados antes de oscurecerse por completo, dando paso a la estrellada noche que habría de ser testigo de su primer acto de agallas.

 

Entró a la habitación, sólo para ver como el pelirrojo miraba obnubilado a las estrellas. Se veía apacible y daba un aire de ternura y de tranquilidad.

El castaño se acercó despacio. No quería arruinar el momento de felicidad de Gaara y, dentro de sus ensoñaciones deseaba que de ese modo pudiera ligar las estrellas con lo que le diría.

-Gaara…- llamó despacio.

El pelirrojo volteó distraído. Aparentemente había estado soñando despierto, cuando de pronto el entusiasmo volvió.

-Shikamaru… ¿adivina que pasó hoy?- a pesar de su aire de seriedad se podía percibir un leve matiz de entusiasmo.

-¿Qué ocurrió?- preguntó un poco desencajado. No era normal sentir ninguna clase de expresión por parte de su amigo.

-Sasuke Uchiha…

-¿Qué con él?...-no hubo respuesta- ¡vaya sujeto problemático que eres!

-Es mi novio. – esas palabras abruptas le cayeron como un balde de agua fría al castaño, que no supo cómo reaccionar. Intentó ocultarse nuevamente tras la careta de amigo que no había perdido todavía ante los ojos claros de Gaara.

-Vaya… genial. Felicidades… sólo espero que no te conviertas en alguien problemático.

-Todo es problemático para ti, Nara- contestó con el esbozo de una sonrisa. Misma sonrisa que causó que el corazón se le rompiera en mil pedazos.

 

Los meses siguientes intentó concentrarse en ser el amigo de Gaara. Escuchaba pacientemente las cosas que tenía que decirle acerca de su relación con Sasuke, de lo feliz que lo hacía y demás. Aconsejaba y ayudaba en cualquier cosa que el menor requiriera pero… cada día le resultaba más difícil no aullar del dolor. Quería a Gaara para él, no para el Uchiha pero había tardado demasiado en darse cuenta.

Era verdaderamente problemático actuar como el mejor amigo de la persona que poco a poco se internaba más en sus pensamientos y en su cotidianeidad. 

Incluso en sus momentos de ocio, donde se sentaba a observar las nubes se encontraba pensando en los ojos de Gaara, en su mirada profunda y en todas las cosas que habían compartido a lo largo del año que habían sido amigos.

Y el odio irracional que sentía por el Uchiha se acrecentaba por cada beso que le daba a Gaara, por cada caricia a escondidas o por cada salida  que tenían. ¿Qué tenía él para que el pelirrojo deseara estar a su lado?

 

La relación de su amigo y el Uchiha duró casi un año. Mismo tiempo que duró el suplicio y la condena auto-impuesta por el joven castaño. Sabía que era algo demasiado problemático pero tampoco podía evitarlo. Prefería estar al lado del chico aunque fuera simplemente como un entrañable amigo.

El día que entró temprano al dormitorio, preparado para depositar sus cosas en la cama y salir a dar una vuelta, miró con sorpresa las cosas de Gaara revueltas y en el suelo. Una fotografía que habían tomado del Uchiha y suya en el suelo, yacía destrozada.

Paseó la mirada por la habitación y se encontró con el pelirrojo contemplando de nueva cuenta la ventana desde su cama, con la mirada perdida sintió como su corazón se encogía. Se veía… mal.

-¿Qué ocurrió?- preguntó cauteloso. Pero Gaara no contestó, ni siquiera se dignó en mirarlo.

Pasados unos momentos de silencio, donde Shikamaru observaba cansinamente a Gaara y éste contemplaba el cielo, respondió por lo bajo.

-Se acabó…

No le costó trabajo al castaño hilar las cosas. Desde hacía unos días había notado que la frivolidad del Uchiha, en conjunto con su presunción se acentuaban.

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Había llegado a un lugar cómodo para descansar. Le molestaba la idea que, desde hacía casi un mes, cuando la relación de Gaara con Sasuke había terminado, el pelirrojo parecía dispuesto a todo con tal de darle celos y convencerlo de regresar a su lado.

Posiblemente él fuera el único que notara que Gaara merecía una persona mejor que aquel presumido y arrogante moreno. Pero… era una situación lo suficientemente complicada como  para no desear inmiscuirse…

Y sus pensamientos se dispersaron al sentir el pasto rozándole los brazos, y la suave brisa mecerle el cabello.

Deseaba desentenderse de todo aquello que le molestaba pero… justo hacía un par de semanas que se encontraba en ese confuso complejo emocional. Y Gaara no se daba por enterado…

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Contrario a todas las cosas en las que creía, incluyendo esa necesidad prácticamente patológica de aislarse de los demás miembros del alumnado, acompañó a Gaara a una fiesta. Lo notaba tan deprimido tras su separación que le resultaba imposible decirle que no. Sabía que su amigo había estado llorando, no por haberlo visto, sino por la desaparición de muchas cajas de pañuelos y el tono rojizo de sus ojos.

 

Acudieron al sitio de la fiesta, que se encontraba tan lleno de ruido como de personas. Eso le incomodaba un poco, pero si hacía sentir mejor a Gaara estaba dispuesto a todo. Se mezclaron entre la multitud y el castaño alcanzó a ver compañeros de su clase bailando y bebiendo.

Se preguntó si el Uchiha estaría en el sitio en cuestión. Sería bastante lógico, dado que sus amigos comían y charlaban frente a él y al empeño del pelirrojo por acudir. Decidió alejar esos pensamientos de su mente.

Comenzaron a beber. El pelirrojo bebía a mil por hora, intentando ponerse lo más ebrio que se pudiera, y el castaño no sabía cómo evitar que el alcohol hiciera estragos en su acompañante. Decidió que si Gaara quería beber, lo dejaría hacerlo y después le daría algo de comer. Pero el pelirrojo se soltó a llorar en sus brazos, lo suficientemente ebrio como para no recordar nada por la mañana.

Se encontraba platicando con Gaara e intentando hacerlo sentir mejor, queriendo jurarle que su ex estaría todavía llorando, sintiéndose un imbécil por haber dado por terminada la relación cuando lo vieron pasar. Se encontraba abrazado de un castaño de cabello largo, mientras lo besaba apasionadamente.

Vio como el menor, a su lado, frunció el seño y se acercó toscamente a él, asegurándose que la mirada de Sasuke lo siguiera en todo momento. Y sin previo aviso, le plantó un apasionado beso que denotaba la experiencia que tenía el Sabaku.

Shikamaru sintió como el corazón le daba un vuelco. Estaba siendo besado por los hermosos y carnosos labios de Gaara. Lo tomó por la cintura y siguió con los besos, recorriendo su espalda suavemente. E intentando darle todo el amor que tenía para él.

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Gruñó ante aquel recuerdo. Ese, su primer beso, que había causado estragos en su persona. Lo había llevado a la luna inmediatamente antes de romperle el corazón en mil pedazos.

Fue por culpa de esa fiesta, de ese eso y de ese Uchiha que ahora tenía sueños húmedos todas las noches, deseando hacer suyo al pelirrojo. Amándolo en sueños y fingiendo cordura al estar despiertos.

Lo peor era que Gaara no lo recordaba. Había olvidado todo lo que ocurrió en esa fiesta con la misma facilidad que pasar una goma por algo escrito a lápiz. Se había obsesionado con la nueva pareja de Sasuke, sintiéndose cambiado.

Y eso lo molestaba todavía más. Lo cabreaba total y completamente el hecho de que Gaara no se diera cuenta que él lo adoraba y que, por muy problemático que fuese, deseaba estar a su lado  ¿Acaso era el único que notaba que el pelirrojo merecía algo mil veces mejor que al patán que lo había cambiado por otro hombre?

-Hola…- escuchó la grave voz que conocía tan bien. Se volteó un poco, lo suficiente como para encontrar esos ojos que lo enloquecían y lo lastimaban tanto.

-Hmpf…

El menor se sentó junto a él, sobre la hierba y dirigió su mirada al cielo.

-¿sabes? Hoy estuve pensando…

-Que milagro…- estaba demasiado hostil como para fingir ser el mejor amigo de Gaara. Éste simplemente le dio un suave golpe en el brazo.

-Pensé en Sasuke…

El Nara sólo arqueó las cejas y rodó los ojos, lo suficientemente notorio para que el pelirrojo lo mirara con enfado.

-dejame preguntarte algo… ¿Qué piensas al respecto?

-Prefiero no opinar sobre cosas de ese estilo. Es problemático y no me atañe…

-Pero, quiero saber tu opinión…-insistió un poco.

Shikamaru se quedó callado. En verdad deseaba, por primera vez, que Gaara se marchara y lo dejara tranquilo. Tenía que poner sus pensamientos en orden antes de decir algo estúpido.

Sólo sintió como, a su lado, el pelirrojo se levantaba y se marchaba sin decir nada.

*-_-*-_-*

Regresó tarde al cuarto, intentando postergar lo más posible el encuentro con Sabaku. Esperaba que hubiera comprendido la molestia que le provocaba contestar esa clase de cosas…

Entró y desgarbadamente se lanzó sobre su cama, dispuesto a dormir de nuevo, aun sabiendo los “problemas” que ello podría acarrear a media noche.

-Oye…- lo escuchó de nuevo

-¿Qué?

-¿Estás molesto conmigo?- Diablos… esa pregunta era la gota que había colmado el vaso. El castaño se incorporó y se dirigió a su compañero de cuarto.

-No estoy molesto. Me frustra que no te des cuenta que hay algo mejor que Sasuke Uchiha. Que no te des tu lugar y que sigas llorándole a ese idiota en vez de seguir adelante. Me causa conflicto que seas tan problemático. Además de que me besaste y ni siquiera lo recuerdas, ya que estabas tan ebrio que te moriste.

Sintió como la mirada de Gaara se fijaba en el piso. Se tapó instantáneamente la boca, dándose cuenta de la soberana idiotez que había cometido… las palabras habían salido instantáneamente de su boca sin darle tiempo a pensar antes de hablar. Se sentía de lo más estúpido en la tierra.

Estaba atento en Gaara. Necesitaba saber su reacción, aunque lo más probable fuera que lo odiara… y vio para su espanto como una lágrima caía al suelo.

Sin darse tiempo a pensar en nada, levantó la cara del pelirrojo, tomándolo por la mandíbula. Era como si su cuerpo estuviera actuando por si mismo.

Lo besó, delicada y suavemente, esperando obtener respuesta pero sin importarle nada más que el mero acto de hacerlo.  Se separó unos instantes, estudiando la expresión de Gaara que hasta ese momento continuaba inmóvil.

-Te mereces algo mucho mejor que ese infeliz de Uchiha… sólo espero que lo puedas ver algún día…- se alejó un par de pasos, antes de que Gaara lo tomara por la mano y se acercara de nuevo a él… buscando sus labios.

Se fundieron en un tierno beso, que poco a poco se cargó de pasión. Shikamaru no sabía que sentir… Gaara lo estaba besando.

-Gracias…- se separó el pelirrojo antes de abrazarlo.

-¿Por qué gracias?

-Por estar ahí… por quererme tanto. Por ser mi amigo ese tiempo, aunque te doliera.- lo miró a los ojos. ¿Cómo es que Gaara sabía eso?

-No…no entiendo…

-Por la forma en que me besaste… él nunca me besó así. De eso estaba pensando en la mañana. Ya tengo que seguir adelante y dejar de lamentarme por lo que ocurrió con ese sujeto que me utilizó… es momento de comenzar de nuevo.

-Eres… eres verdaderamente problemático Gaara…- dijo el Nara, apretando todavía más el abrazo y depositando un casto beso en el kanji que tenía el menor en la frente.

-Para ti todo es problemático, Nara…- sonrió discretamente Gaara, mientras se concentraba en percibir el olor de su compañero de cuarto… de su mejor amigo…del chico que amaba y que lo amaba. 

Notas finales: Ojalá les haya gustado. Agradecería sus comentarios

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