His Legs
Era una situación incomoda, toshiya sentado en una de las sillas de su departamento y kyo, inclinado hacia él, de pie, con ambas manos apoyadas en la pared azul oscura en que la silla ya mencionada se respaldaba.
La cabeza del azabache estaba levemente agachada, con los ojos fijos pero tímidos chocando con la oscura e indescriptible mirada del rubio, que comenzaba a bajar, analizando el cuerpo que se mantenía levemente y casi imperceptiblemente trémulo, bajo el suyo. Siempre le había gustado el cuerpo de su compañero, no consideraba que fuera el más lindo del mundo ni ese tipo de cosas, pero le parecía sumamente atractivo, más bien exótico, tenia cuerpo de maniquí, esbelto, delgado y alto, no tenia proporciones exactas, no llegaba a ser masculino, demasiado frágil, pero tampoco era femenino, era demasiado recto y pecaba de una falta de curvas que, sin embargo, en algún tiempo supo recompensar perfectamente con aquellos extravagantes vestidos visual kei.
Una de las cosas que más fascinaba al mayor era el cuello largo de Toshiya, le hacia ver elegante, refinado, sexy e incluso más superior de lo que normalmente lucía. ese cuello que se movía de un lado a otro cuando interpretaban hydra o alguna de sus canciones de sonido más pesado, el que ensañaba con elegancia en los photobooks mientras sonreía coqueto a la cámara, y él que descolocaba al rubio y le hacia desear besarlo hasta que sus labios sangraran.
Observó el pecho plano, que no se podía distinguir demasiado por la holgada playera que traía puesta el bajista. Su clavícula sobresaliente y algunos centímetros de suave y blanca piel, eran lo único que lograba disfrutar.
De pronto su mirada bajo más, y encontró su parte preferida del cuerpo de Toshiya… las piernas. Si no fuera por ése par de perfectas y bonitas extremidades inferiores, kyo podría actuar mejor en sus conciertos, dormir por las noches y, seguramente, estar más concentrado. Pero aún así no quería que toshiya dejara de enseñarlas (aún cuando eso significara que otros gozaran su placer de observarlas), quería mirarlas por siempre, idealizar como se sentiría esa piel calida bajo sus manos, necesitaba sentirlas, besarlas y adorarlas, pero tampoco quería asustar al azabache.
- kyo-chan, si quieres tocarlas… solo debes pedirlo… - habló de pronto la voz del bajista sacándolo de sus pensamientos
Guardo silencio, no porque no supiera que debía o quería responder, la respuesta estaba clara. Más bien porque sus labios no podían articular respuesta, estaba sorprendido y levemente complacido por la pregunta realizada por su compañero. Su mano derecha dejó su posición en la muralla, y comenzó a descender con lentitud, rozando con sus dedos flacos las suaves y perfectas piernas.
- vamos, con confianza … - jadeó el azabache
Entonces el rubio coloco su mano totalmente extendida en la extremidad inferoir izquierda del bajista, acariciando con lentitud, disfrutando de la calidez que esa tersa piel le proporcionaba, tal como muchas veces soñó e imagino, la linda y rosada boca del bajista comenzó a soltar gemidos exagerados, cada vez más fuerte, entonces el rubio lo soltó.
- …p..porqué? – preguntó la acelerada voz del más alto
- Porque no quiero que creas que esto que siento, es tan solo una asquerosa y superficial atracción física.
Se giró, a veces esas piernas le hacían olvidar sus sentimientos por el azabache, pero ahora lo tenia más que claro, lo amaba. Con más fuerza aún que con la que amaba sus lindas extremidades inferiores, sonrió para si, abandonando el cuarto, mientras un muy agitado toshiya lo llamaba a gritos, para corresponder ese sentimiento que iba mucho más allá de lo corporal.
Fin.