“Sí solo lo supieras”
Dentro de una habitación que intentaba acunarlo, mantenerlo atado y distante de todo lo malo de lo que lo rodeaba; se encontraba interno en su mente. Divagando y persiguiendo algo que lo iba acosando a menudo.
Pensar demasiado lo agotaba y lo deprimía a medida del correr de los minutos y las horas.
Tendido sobre la cubrecama, aspirando sueños tontos y deseos que no podía realizarse debido a que eran demasiado obscenos o anormales. Comprendía lo que significaba. Entendía muy bien lo que la sociedad tachaba como impropio y raro, pero no podía negar lo que había comenzado a florecer en su pecho. No lo podía ocultar, ni menos dejarlo pasar por un mero recuerdo, porque cada vez que lo veía salía sin ningún permiso y lo devoraba con locura.
“Si supieras,
Que es lo que te oculto,
No callarías en palabras sin sentido”
Se acaloraba, sus manos comenzaban a sudar y su corazón palpitaba con ferocidad e intentaba ocultarlo de todos aquellos que lo observaban, se mantenía alejado y distante. No podía delatarse, pero era notorio su cambio, aunque nadie se daba cuenta el porque.
Aquella noche, como tantas otras, no durmió, no comió, ni pensó en otra cosa que no fuera él.
Pero como mentirse, sabia qué había algo más entre ellos, pero no lo iba a demostrar; era algo que solo debía tratar de esconder…Solo eso.
“Si supieras,
Cuanto voy a dar a cambio de realidad,
No me perseguirías…
Dejarías de ser mi astro.”
Y los días venideros fueron una tortura que lo cegaba y lo mantenía despierto. No podía hablar con Soubi, le era extraño y lo peor es que él no deseaba buscarlo y conversar…
“Si supieras,
Que no tengo salida,
Solo intento regalar mis sentimientos,
A cambio de algo banal.
Si supieras,
Que ya no puedo esconderme,
Ni caminar a la vista del sol…
La vergüenza, me consumé.”
Los días en el colegio eran aburridos y carecían de sentido alguno. Ya ni
sus amigos le parecían importantes; el mundo era otro, él ya no pertenecía allí.
Y nadie se daba cuenta de ese pequeño cambio; era mínimo y casi imperceptible, pero ahí estaba. Lo devoraba y se comía su juicio…
“Si supieras,
Que paso noches en vela;
Tú todo me persigue.
Sueño contigo y conmigo.”
Y repetía mil veces ese nombre:
—Soubi—
“Si supieras,
Que tu nombre no puedo escuchar,
Me sofoco y me altero.
Tú estas presente.”
Ese nombre se robaba sus noches y su mente. Le veía y luego le besaba y le daba paso mas toques, pero al despertaba todo rojo y con vergüenza, prefería no dormir para no perturbar su mente con imágenes indecorosas.
“Si supieras,
El calor se me sube con solo verte,
Se me esconde el alma,
Se me esconde mi orgullo,
Y tú no haces nada.”
Y suspiraba millones de veces, esperando acallar el sentimiento que le arremolinaba el alma. Se ocultaba de su madre que le miraba con preocupación, cada vez que se insertaba en un mundo de ensueño, despierto.
Recordaba a cada instante el contacto de esos labios maduros, posados sobre su inocente boca. Para recibir la caricia, para sentir que es uno con ese hombre.
— ¿Qué sucede, hijo?
—eh
—No me contestas…
—Lo siento, mamá— y se metió la comida en la boca.
–Ritsuka, ¿Estas bien?— se acerco y le puso la mano en la frente—No tienes fiebre, ¿Qué extraño?
—Mm—le respondió. Esa situación estaba cambiando su vida, no le dejaba pensar, ni vivir, ni atinar a nada…
“Si supieras,
Que mi mundo se desmorona,
Se rompe con solo no verte;
Tú voz no la escucho,
Pierdo la cordura.”
Luego de la cena se fue a su pieza y prendió el ordenador. Entro al juego online y fue adentrándose en lugares que jamás había entrado, saco ítems que costaban una fortuna y las cartas que eran la envidia de muchos, pero no se entusiasmo en lo absoluto.
Dejo el juego y se fue a tomar un baño. Horas en el baño con una mente perdida en el vació de su propio corazón. Salio fresco, un poco mejor de ánimo. Mañana vería a sus amigos y seguro que se podía olvidar por un rato de Soubi.
“Si supieras,
Que no soporto el tenerte
En mi mente…
Me acosas en sueños
Y en la realidad.”
— ¡Hola!—grito la pelirosa.
–Hola— respondió sin ánimos, sabiendo que preocuparía a Yuiko.
— ¿Qué pasa?
—Nada— volvía a mentir.
Las clases normales, sin ánimo, la atmósfera somnolienta y pesada. Poco a poco cerró los ojos…
— ¡Aoyagi-kun!
—Ah
—ve a la enfermería
—JAJAJA—todo el curso comenzó a reírse.
—Si— se levanto y salio del cuarto.
“Si supieras,
Que el ánimo se me va…
Se me corta la respiración
Y no encuentro la salida.”
Su teléfono sonó y contestó:
—Si
—Ritsuka
—Ahora no, tengo que cortarte—corto el llamado. Le dolió hacerlo, pero no quería que su voz temblará. No deseaba que soubi escuchase sus latidos, que lo delataban cuando lo sentía cercano.
“Si supieras,
Cuanto duele cortarte;
No saber de ti.
Pero no tengo el valor,
De revelarte el secreto.”
Y más días. El tiempo le iba curando el sentimiento que había nacido en él por Soubi. Ya no andaba nervioso todo el tiempo, pero comenzaba a sentirse vació y abandonado.
Desde que le corto a Soubi, esté no había vuelto a llamar, nisiquiera hacer algún tipo de contacto.
“Si supieras,
Que puedo ocultarlo
Y no mostrártelo,
No te darías cuenta.”
Daba una y otra vez vuelta en la cama, hace en días que no dormía bien. Sudaba y su garganta se secaba; sentía escalofríos y las continuas pesadillas que le carcomían la mente, lo atormentaban. Y si ¿fuera verdad? Soubi nunca lo dejaría, estaría con él para siempre…Nunca lo abandonaría, pero ahora no lo había visto ni escuchado su voz.¿Le habría sucedido algo? No, nadie podía lastimarlo…nadie o ¿si?
“Si supieras,
Cuanto odio no saber de ti,
Que me escondo entre las sabanas
Y rezo por ti.
Por tu llamado…”
Por más que lo pensara o dejara de hacerlo, no lo soportaba. Había pasado demasiado semanas sin verlo. Aún necesitaba oír su voz.
Contó tendido en su cama y llama:
—Soubi
—Si
—Ven al parque, por favor—dijo sin darse cuenta.
—Si, enseguida.
Había oído al rubio, pero algo en su voz no se notaba que todo iba bien. Algo le estaba sucediendo, debía de saberlo. No podía permitir que algo le pasara…eso nunca…
“Si supieras,
Te daría mi vida
Para ver tu sonrisa
Y sentir tu candor
De muchacho encantador.”
Llego al parque. Espero. Y su corazón empezó a latir al verlo llegar.
—Ritsuka
—Soubi…yo...—no pudo terminar lo que tenia que decir. Sintió el abrazo del hombre alrededor de él y calló.
No podía negarlo, realmente amaba a ese hombre, aunque no pudiese dececirlo claramente.
—No importa, te amo—salio de esos labios maduros.
Sintió que le tomaba de la barbilla y le daba un suave beso. Sentir sus bocas juntas, después de tanto le alegro el alma. Así que le correspondió; mostrándole que lo amaba…
“Si supieras,
Que soy torpe y bobo
Por no saber de mis sentimientos,
Pero estoy contento de que estés,
Tú aquí….
Por eso…
Gracias por amarme…
Gracias…”
Luego de separase, ambos comenzaron a caminar juntos unidos de la mano. Mostrando un único vinculo.
—Gracias.
“Si solo lo supieras,
Cuanto e amo….”