En ocasiones cuando duermes eres transportado aun mundo donde puedes encontrarte con tu media naranja, con aquél ser que te complementa, que sabes que es para ti y que eres para él, ese espacio se puede convertir en cómplice de sus mas grandes deseos, donde sus pasiones despiertan y no hay freno donde puedes expresar tus más íntimos sentimientos al ser amado…
La mañana es fría y David no tenía muchos ánimos de levantarse, pero el contante sonar del despertador lo obligó a sacar uno de sus brazos debajo de las cobijas y apagar a ciegas el aparato.
Se volvió a acorrucar, haciendo caso omiso de la alarma, de pronto como un rayo recordó que era lunes y tenía que ir a la universidad, de un brinco se levanto de la cama y se dirigió al baño, abrió la llave del lavamanos y zambulló la cabeza en el chorro de agua, se lavó la cara y se secó con una toalla que tenía a un lado.
En cuestión de minutos el muchacho era un caos, realmente parecía show de circo iba de un lado a otro buscando que ropa ponerse y preparando un liguero desayuno, ya listo y con una rebanada de pan con mermelada en la boca baja las escaleras a toda prisa y corretea al camión para que le haga la parada una vez arriba del camión se toma un respiro a la vez que toma asiento (experiencia personal n_n).
Después de media hora de trayecto llegó a la universidad, en cuanto bajo del camión escucha una risa burlona a su costado.
- Otra vez te quedaste dormido -
- ¡Hola Laura, buenos días! -
- Ya ni la muelas, y eso que te lo advertí, date prisa o llegaremos tarde a clase –
- Si pero no me regañes, pareces mi mamá –le dice con cierta burla
Laura lo agarra de la oreja y lo lleva prácticamente a rastras al salón.
En las clases de teoría David siempre se dormía, pero en las clases de práctica, ni parecía que se había dormido. David es un virtuoso en el violín, todos estaban encantados con su talento nato para la música, hasta los profesores, el único pero que le ponían era que llegaba tarde y que se quedaba dormido en clase.
La universidad no era muy prestigiosa, pero tenía clases y maestros de calidad, la escuela juntaba varios géneros de las bellas artes, como eran pintura, música, ballet, teatro, entre otros así que se disfrutaba de un ambiente bohemio, perfecto para que cada quien explorara y explotara su talento, y vaya que si David sabía como hacerlo.
Llego la hora de tomar la clase de práctica con el violín, esa era en la única clase que llegaba a tiempo, en ella se sentía como pez en el agua, después de que el profesor les hizo repasar unos ejercicios sencillos para calentar, paso uno a uno al frente para tocar una estrofa de unas partituras que tenía, a nadie le gustaba pues siempre les marcaba sus errores pero a David le encantaba y cuando cometía un error escuchaba con atención y mejoraba sabía que así lograría su meta, un consertista.
Así era cada día, pero el sentía que algo le faltaba, que hacía falta algo a su vida, algo que lo complementara, ¿pero que? ¿que deseaba con tantas ansias? ¿que es lo que hace falta a su vida?, con esas preguntas siempre termina el día y se iba a la cama.
Con la esperanza de que en sus sueños pudiera encontrar las respuestas a sus preguntas, para así sentirse completo y alcanzar una felicidad que creía que solo era una ilusión que nunca podría alcanzar.