Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Seres de la oscuridad por devil may cry

[Reviews - 58]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Bueno, siento mucho haber tardado tantísimo, pero si la inspiración no llega no se le puede hacer nada XD

Lo dicho, ¡espero que disfrutéis de la lectura!

 

 

 

– ¿Querías algo Deidara? –preguntó rápidamente Naruto para cambiar de tema.

 

– Ah sí, perdona. Ha llegado esto para ti. –le entregó un sobre –No tiene remitente, así que no sé quién te lo habrá enviado.

 

– Gracias Deidara. –Naruto abrió el sobre, y sólo constaba de cuatro palabras:

 

 

“Empezaré por tu hermano.“

 

 

 

Capítulo 3: Itachi

 

 

            – Naruto, tranquilízate…

 

            – ¿Cómo coño quieres que me relaje? –gritó colérico–. Me he metido en un… un… un sitio muy oscuro… ¡¡mierda!! Ni siquiera sé hablar…

 

 

            Deidara se había marchado ya, no sin antes ser tranquilizado por su hermano menor, diciendo que se habían equivocado. No se lo creyó, pero pensó que lo más indicado era marcharse de allí. Desde entonces, Naruto estaba nervioso y asustado. Jiraiya intentaba tranquilizarle, pero no lo lograba. El rubio daba vueltas por la habitación con los brazos cruzados y despotricando.

 

 

            – Escúchame, Naruto. –el mayor le cogió de los hombros y le miró a los ojos–. Podemos poner talismanes hechizados en el interior de tu casa y          así no podrá entrar sin el permiso de alguien de dentro. –Naruto se relajó un poco.

 

            – Eso no arreglará nada, mi hermano sale de casa y yo también… lo mejor será que nos mudemos…

 

            – ¡Naruto Uzumaki! –gritó el mayor. El rubio se calló rápidamente–. No me obligues a recordarte que tu deber es acabar con ellos. Debes quedarte y luchar, por ti, por tu hermano, por el bien de todos.

 

 

            El rubio se sentó en la cama y se abrazó las rodillas, apoyando la cabeza entre éstas. Miró a su maestro y no pudo evitar empezar a llorar como un niño.

 

 

            – Oh, Naruto… –Jiraiya se sentó a su lado y le abrazó–. No llores, no… no debes… no debes derrumbarte ahora.

 

            – No puedo… no puedo continuar –lloraba– No soy el adecuado, tengo miedo. –miró al mayor– Jiraiya, estoy asustado, quiero irme de aquí… tiene… tiene una fuerza tan grande, y… y una mirada aterradora… ¡quiere matarme! Hacerme sufrir… no puedo.

 

            – Chico… –el mayor le miró a los ojos.

 

            – No quiero continuar…

 

            – ¡Basta! –le calló Jiraiya–. Naruto, tú eres especial. Eres fuerte, y muy bueno luchando, tú vales para esto, ¿vale? Eres el chico, mi chico. –se miraron a los ojos y Naruto esbozó una pequeña sonrisa.

 

            – Gracias…

 

            – ¡Manos a la obra! Vamos a empezar por proteger la casa, y tengo que contarte varias cosas sobre los vampiros pura sangre…

 

 

 

 

 

 

Era ya por la mañana, y Naruto se dirigía hacia el instituto, seguro pero temeroso. Llevaba estacas en la mochila y agua bendita, además de su colgante puesto por fuera de la camisa. Llevaba unos tejanos claros, unas bambas blancas y negras y una camisa blanca con un botón desabrochado en la parte de arriba. Caminaba con la mochila en el hombro izquierdo. Intentaba caminar derecho, pero no podía evitar mirar hacia todas partes; no quería encontrarse con Sasuke.

 

            Entró en clase y se sentó en su respectivo lugar y esperó a que viniera el profesor. Kiba entró en la clase y se dirigió hacia el rubio. Éste se giró asustado al notar que  alguien se le acercaba por detrás. El castaño rió y le preguntó:

 

 

            – ¿Por qué estás tan asustado? Parece que le temes a alguien.

 

            – N-no, qué va –rió nervioso.

 

            – Hace mucho que no nos vemos –se sentó en el pupitre de enfrente.

 

            – Sí, bueno, hace dos o tres días –contestó bruscamente.

 

            – Naruto… –hizo una pausa– te… ¿te encuentras bien?

 

            – Perfectamente, grac… –pero no pudo acabar su frase, pues había alguien apoyado en el marco de la puerta de clase, de brazos cruzados, mirando fijamente al rubio.

 

            – ¿Qué pasa? –Kiba se giró para mirar a la puerta.

 

            – N-nada –el rubio se puso tenso y miró a los ojos al chico que se acercaba.

 

            – Rubito –dijo a modo de saludo.

 

            – Largo Uchiha –le miró Kiba rabioso.

 

            – No estaba hablando contigo, perrito –le miró mal.

 

            – ¡A mí no me hables así, Uchiha! –se levantó y se acercó a él de manera amenazante.

 

            – Apártate si no quieres que te haga daño, Inuzuka –se acercó más al otro.

 

            – Eh –intervino el rubio que se puso entre los dos– Quietos, ¿vale?

 

            – Naruto –empezó Kiba– ¿sois amigos?

 

            – En absoluto –contestó Sasuke–. Sólo somos… extraños que se atraen.

 

 

            Ambos se miraron durante unos segundos, incómodamente. Kiba no comprendía qué estaba pasando entre ellos, pero decidió hacer algo antes de que alguno de los dos se matara con la mirada. Así pues cogió a Naruto del brazo y ambos reaccionaron. Desviaron sus miradas y Sasuke sonrió.

 

 

            – Bueno rubito, –dijo empezando a marcharse– puesto que no hemos tenido ocasión de hablar –miró a Kiba– ya nos veremos más tarde.

 

 

            Sasuke desanduvo sus pasos hacia la puerta, y todas las miradas de la clase le siguieron. Cuando desapareció por ésta, todos miraron a Naruto y a Kiba, sorprendidos. Era la primera vez que veían a un Uchiha hablando con alguien que no fuera de su familia. Sakura y sus amigas miraron mal a Naruto. Era hora de darle una lección a ese cretino.

 

            Cuando sonó la alarma que indicaba la hora del patio, todos los alumnos salieron escopeteados, pero el rubio se tomó su tiempo en recoger las cosas. Se asustó al escuchar que alguien abría la puerta de clase, pero se calmó al ver que era Kiba. El castaño se acercó y le ayudó a recoger sus cosas.

 

 

            – Es una pena que no vayamos a la misma clase, ¿no? –empezó Kiba la conversación.

 

            – Sí, –Naruto le sonrió– la verdad es que sí.

 

            – Ya… –se calló Kiba mientras se sentaba en la mesa–. Oye, Naruto –éste le prestó atención– no es que yo tenga que decirte qué amistades puedes tener o no, pero…

 

            – Sasuke no es mi amigo, Kiba –el moreno miró a Naruto mientras éste se colgaba la mochila del hombro–. No tienes por qué preocuparte.

 

 

 

            Ambos salieron de la clase y se dirigieron al patio. Aquel día estaba nublado, parecía que iba a llover, pero no se decidía el tiempo. Pasaron callados la puerta del instituto para dirigirse hacia un banco. Bajo un árbol estaba Sasuke. Ninguno de los dos lo vio, pero el moreno no dejó de mirar a Naruto en ningún momento. Pensaba en cómo podría torturarle, hacérselo pasar mal.

 

 

            – Sasuke –apareció un moreno detrás de él.

 

            – ¿Qué quieres Itachi? –no se molestó en mirarle, se dedicó a seguir observando al rubio.

 

            – ¿Te gusta? –más bien afirmó.

 

            – Huele bien –comentó.

 

            – Ya… claro –hizo una pausa y se apoyó en el árbol cruzando los brazos–. Pues yo creo que te gusta, y vas a cagarla otra vez –se miraron a los ojos por fin.

 

            – Déjame en paz –se giró para seguir mirando al rubio.

 

            – Escúchame –Itachi le giró para mirarle a la cara–. No la cagues otra vez, o tendremos que mudarnos de nuevo.

 

            – Déjame en paz –le dijo remarcando cada palabra.

 

            – Escúchame bien, porque no lo volveré a repetir –Sasuke le miró enfadado–. Sasuke, si lo fastidias todo, esta vez te irás tú solo, o con Sai si quiere, pero a mí no me metáis en líos.

 

            – No voy a meter la pata– le miró y le sonrió socarronamente.

 

            – Te gusta de veras –le devolvió la sonrisa.

 

            – Es diferente; no ha huido, es temerario, atractivo, divertido… engancha –volvió a mirar a Naruto con Kiba–. Oh, vaya…

 

            – ¿Qué… qué pasa? –Itachi se había quedado muy sorprendido con lo que había dicho su hermano menor de aquel rubio desconocido.

 

            – Ya le dan la bienvenida.

 

 

            Itachi no comprendió lo que quería decir, por lo que miró al rubio de nuevo. No vio nada extraño, pero comprendió lo que quería decir cuando miró hacia arriba y vio a unas chicas en una ventana del primer piso que se asomaban con un cubo en las manos. Sasuke e Itachi se dieron cuenta de que Naruto ya se había percatado de las intenciones de las chicas, pero no se apartó en ningún momento.

 

 

            – ¿Qué pasa Naruto? –preguntó Kiba al ver que su compañero se tensaba.

 

 

            Pero a Naruto no le dio tiempo a responder, pues le cayó encima un gran cubo de agua en la cabeza. Kiba se apartó asustado y Naruto maldijo por todo lo alto. Se quitó la mochila del hombro y la alejó de la zona mojada mientras se oían risas estridentes desde lo alto. Ambos muchachos alzaron la vista. Mientras Kiba les gritaba improperios, Naruto las miró con rabia, intentando comprender qué había hecho para merecerse eso.

 

 

            –  ¡Vaya Naruto, te veo muy bien! –gritó Sakura mientras las demás reían.

 

            –  ¡Zorras! –gritó Kiba.

 

 

            Se giró para preguntarle a Naruto si estaba bien, y cuando lo hizo se quedó sin palabras porque el rubio se estaba quitando la camisa empapada botón por botón. Como el pelo le molestaba al estar enganchado en su frente, se lo sacudió como los perros y luego se lo tiró para atrás con la mano derecha. Al ver que Kiba no le quitaba la vista de encima, le miró y le preguntó con la mirada. El castaño se sonrojó y dijo entre tartamudeos:

 

 

            –  Voy… voy a la lavandería a ver si tienen camisetas limpias –bajó la mirada avergonzado y entró en el colegio.

 

 

            Naruto con la camiseta en la mano le siguió con la mirada, y cuando le perdió de vista bajó la mirada y escurrió la camisa mojada. Sasuke, desde el árbol, le miraba con los ojos rojos, sedientos. Decidido, empezó a caminar hacia Naruto y, sin previo aviso, vio que Itachi hacía lo mismo. Se miraron pero no dijeron nada. Cuando llegaron donde estaba el rubio, Sasuke cogió la camisa, previamente doblada, de encima de la mochila del rubio y la olió. Naruto, arrodillado en el suelo sacudiéndose mejor el pelo, se giró y les miró sin levantarse, por lo que la impresión fue mayor. Se quedó petrificado al ver a los dos Uchiha más peligrosos enfrente de él, con los ojos rojos y riendo. Se levantó rápidamente y le quitó la camisa de las manos a Sasuke.

 

 

            – Hola –a Naruto no se le ocurrió otra cosa que decir.

 

            – No te has id… –pero a Sasuke no le dio tiempo de acabar la frase, puesto que Itachi le interrumpió.

 

            – Hola –saludó el mayor–. Soy Itachi Uchiha, encantado de conocerte. Ya tenía ganas –le ofreció la mano.

 

 

            Naruto le miró y se alejó de los dos. Itachi le miró y sonrió. Sus ojos se volvieron rojos y Naruto se asustó, pero no se lo dejó ver. Recordó lo que su maestro Jiraiya le contó sobre el mayor de los Uchiha…

 

 

 

___________Flash Back___________

 

 

 

– … Y recuerda esto, Naruto; Sasuke no te matará, jugará contigo y tus allegados, pero si te encuentras con Itachi Uchiha… –le miró a los ojos con temor– Corre.

 

– ¿Por qué? –preguntó Naruto asombrado. Nunca había visto a su maestro tan asustado.

 

– Uchiha Itachi… ¿recuerdas que te dije que Sasuke tortura lentamente a sus víctimas tanto física como psicológicamente?

 

– Sí…

 

– Pues Itachi es un monstruo, literalmente. No siente compasión alguna por sus enemigos. Es frío, calculador, agresivo y muy elocuente. Las primeras impresiones escritas sobre él son completamente diferentes a su verdadera personalidad; amable, sensible, caballeroso, simpático e inofensivo. Bueno… y sexy, atractivo y un Casanova… pero el caso –dijo mirándole atentamente– es que nunca, nunca te fíes de él, por muy bueno que te parezca. Mató a toda su familia excepto a sus hermanos, porque no aceptaban su modo de vida; libertinaje, juego, alcohol… bueno, ya te imaginas.

 

 

Naruto le miró sorprendido. ¿Mató a su familia porque no aceptaban su modo de vida? Uff… no le gustaría encontrarse con él. Por la cara que ponía su maestro, no era lo único que tenía que contarle del tal Itachi. Le prestó atención de nuevo y Jiraiya continuó diciéndole lo peligroso que era.

 

 

– Él seduce a sus víctimas –siguió su maestro– y cuando lo hace… bueno…

 

– Se los tira, ¿no? –rió el rubio.

 

– No es gracioso –le miró seriamente y se calló.

 

– Lo siento –bajó la mirada avergonzado.

 

– Bien… sí, “se los tira”, como tú dices, y luego los tortura durante días físicamente porque, al fin y al cabo, es un sádico al que le gusta ver sufrir a la gente, y le encanta la sangre. Cuando hay alguien que le gusta mucho, le convierte.

 

 

Naruto se calló. No sabía que decir.

 

 

– La diferencia entre Sasuke e Itachi, es que el primero no toca a sus víctimas directamente, y el segundo pasa rápidamente a las manos. Te lo repito, Naruto, si ves a Itachi, corre. Se han dado casos en que no ha esperado a seducir a nadie y ha violado y convertido a víctimas en vampiros. Le gustan las personas con carácter, sobre todo los chicos jóvenes… y no es que quiera meter cizaña, pero tú eres así…

 

 

­_________End of Flash Back_________

 

 

 

            – Vamos –rió Itachi– no seas así, empecemos con buen pie –le dio dos palmadas en el hombro izquierdo.

 

            – No me toques –le apartó la mano con desprecio.

 

            – Vaya –rió de nuevo– ¡qué carácter! –le miró sensualmente. Naruto se echó para atrás.

 

            – Itachi –intervino Sasuke– lárgate.

 

            – Pero bueno, ¿es que hoy es el día en que todos estáis contra mí? –rió.

 

            – ¡Largo! –gritó Sasuke.

 

            – Siento decirte esto –se encaró a su hermano– pero Sasuke, me iré cuando yo quiera.

 

            – Bueno –rió el rubio– me encantaría seguir charlando con vosotros, pero –ambos le miraron– tengo que ir a secarme.

 

            – A mí me gustas así –sonrió Itachi.

 

            – Ya –se sonrojó como un tomate– pero a mí no.

 

 

Naruto cogió sus cosas y se puso la mochila al hombro. Ambos le miraron extrañados, y él sonrió. Justo cuando iba a entrar en el colegio, alguien le llamó desde atrás.

 

 

 

            – ¡Narutoo! –gritaba un rubio emocionado.

 

            – ¿Qué…? –se giró repentinamente.

 

            – ¿Qué haces sin camisa? –preguntó Deidara.

 

            – ¿Y tú qué haces aquí? –preguntó intentando taparse con la camisa.

 

            – ¡Sorpresa! –gritó eufórico– Desde hoy trabajo aquí.

 

            – ¡¿Que trabajas… que-que trabajas aquí?! ¿Por qué? ¡¿Cómo?! –se puso muy nervioso al ver a los Uchiha mirando a su hermano.

 

            – Vaya –Deidara cambió su cara– Creía que te gustaría… voy a ser el profesor de visual y plástica…

 

            – Oh, no… –Naruto sonrió forzadamente–. Me encanta, en serio –Deidara le miró–. Me… ¡Me encanta! ¡Genial!

 

            – ¿En serio? –sonrió de nuevo–. Genial, ¡pues nos vemos en clase!

 

            – ¡Bien! –dijo confuso– Hasta luego, pues –sonrió. Deidara le dio un beso en la mejilla y se despidió.

 

            – Oh, vaya –volvió sobre sus pasos–. Lo siento, no me he presentado a tus amigos –Naruto se tensó–. Soy Deidara, el hermano mayor de Naruto, encantado.

 

            – Igualmente –respondió Itachi.

 

 

 

            Cuando Deidara fue a darle la mano a Itachi, Naruto se interpuso en su camino. Deidara se sorprendió e Itachi rió.

 

 

            – No es mi amigo –dijo secamente–. Ninguno de los dos.

 

            – Oh –Deidara se sorprendió, nunca había visto a su hermano tan serio.

 

            – Bueno Deidara, nos vemos en clase –le instó a que se fuera.

 

            – Está bien, está bien… nos vemos luego –se fue extrañado.

 

 

            Naruto vio a Deidara marcharse lentamente, girándose de vez en cuando. Ambos morenos intercalaban sus miradas entre ambos hermanos. Kiba salió del instituto y se sorprendió de ver a Deidara allí. Se despidió y fue directo hacia Naruto. Llevaba en la mano derecha una toalla, y en la izquierda una sudadera blanca. Le ofreció la toalla y miró a los morenos, para volver a mirar al rubio.

 

 

            – Oh, ellos ya se iban –sonrió nervioso Naruto.

 

            – Adiós –dijo Kiba.

 

            – Nos vemos, rubito –sonrió el mayor.

 

 

            Sasuke le miró a los ojos, y luego se fueron. Kiba le miró extrañado, y Naruto tuvo que repetirle varias veces que no eran amigos. El castaño se preocupó por su amigo, pero no dijo nada. Cuando sonó la campana que indicaba el fin del patio, todos los alumnos volvieron a sus respectivas clases, y Naruto y Kiba no fueron ninguna excepción.

 

 

 

 

Las clases terminaron sin ningún incidente. Los alumnos se marchaban de clase rápidamente, pues técnicamente ya era fin de semana. El rubio se quedó hablando con el profesor sobre un trabajo de la asignatura. Después de eso, el profesor se fue, pidiéndole que cerrara la puerta al marcharse. Naruto asintió amablemente y se puso a recoger sus cosas.

 

 

– ¡Buh! –rió un chico desde la puerta.

 

 

Naruto se asustó y se giró hacia la puerta, y no había escuchado a nadie acercarse, supuso que sería el sangre pura. Se dio cuenta de que no era Sasuke, como él esperaba, sino Itachi, su hermano mayor. El rubio cogió la mochila con fuerza y le miró desconfiado. Antes su conversación no había dado a entender nada fuera de lo común, pero las advertencias de su maestro las tenía gravadas con fuego.

 

 

– Ja, te has asustado –rió.

 

– ¿Qué es lo que quieres? –aunque intentaba que no se viera su temor en sus ojos, le temblaba la voz, y estaba seguro de que el mayor lo había notado.

 

– Iré al grano –hizo una breve pausa­–. Me gustas, y como no tengo esperanzas de que el sentimiento sea mutuo, quiero acelerar el proceso.

 

– ¿Qué? –Naruto retrocedió.

 

– Oh, venga ya, lo habrás leído –rió maliciosamente.

 

– No sé de qué me hablas –dijo introduciendo su mano en la mochila para coger una estaca.

 

– No creas que soy estúpido, rubito –el mayor se iba acercando lentamente– no intentes matarme, no conseguirás nada.

 

– Ganar tiempo –dijo sacando lo que buscaba.

 

– Bueno, bueno, bueno –dijo riendo–. El gatito saca las uñas, ¿eh?

 

– No exactamente… –dijo mirando la estaca– bueno, es algo parecido. –Itachi le miró divertido.

 

 

 

Naruto estaba muy asustado, pero no quería dejarlo ver, no se amedrentaría bajo ningún concepto, tenía su orgullo. El moreno empezó a hacer círculos alrededor del rubio, como un depredador acosando a su presa. El otro le seguía con la mirada, se notaba la presión en el ambiente, ninguno de los dos hablaba, sobraban las palabras. El momento de tensión se cortó por el ataque súbito del mayor; se abalanzó sobre el pequeño y éste le esquivó a duras penas. La lucha empezó y las mesas empezaban a desperdigarse por la clase, tiradas por el suelo y contra las paredes. Itachi intentaba atraparle sin importarle el daño que le causaba, Naruto en cambio esquivaba sus ataques como podía, intentando contraatacar sin éxito.

 

Itachi era incluso mejor que su hermano menor luchando, y a Naruto no le hacía ninguna gracia, únicamente recibía golpes intentando esquivar a su rival. Justo cuando iba a intentar asestarle un puñetazo en la boca del estómago, Itachi le cogió por la muñeca y lo tiró al suelo, provocándole a Naruto un fuerte dolor de espalda. Gritó fuertemente por el golpe que además había provocado una lesión en la muñeca y un fuerte mareo.

 

 

– Te tengo, gatito –sonrió Itachi poniéndose entre sus piernas.

 

– Uh… –gimoteó el rubio tapándose la frente con la mano izquierda.

 

– Sí, –sonrió ampliamente– vuelve a hacerlo.

 

– Hijo de puta –balbuceaba Naruto.

 

– Me pones mucho –dijo lamiéndole la oreja– Vaya… ¿Qué tenemos aquí? –dijo quitándole la venda del cuello–. Oh, mi hermano…

 

– Quita… quítate –intentó apartarle, pero no le venían fuerzas suficientes para hacerlo. Itachi rió y le cogió ambas manos con la derecha. Naruto soltó un gritito de dolor– mi muñeca…

 

– ¿Te duele? –rió maliciosamente apretando cada vez más su muñeca.

 

– Noo… ¡para! –gritó.

 

– No. Me gusta.

 

 

Itachi le lamió la cicatriz que le provocó Sasuke con su mordedura. Naruto sentía que le ardía. Se removía e intentaba librarse del agarre del mayor, pero no lo conseguía, el golpe le había dejado aturdido. El moreno aprovechó e introdujo la mano que le quedaba libre por dentro de la camiseta, acariciando su torso lentamente. Naruto quería llorar, estaba mareado, la herida del cuello le ardía y aunque Itachi acababa de romper su muñeca, seguía apretándola. Éste sonrió ampliamente y le arañó en el abdomen, provocando un quejido del rubio.

 

 

– Mmnh –Itachi estaba extasiado, cada vez se excitaba más y más, hasta que se descontroló y le mordió en el hombro izquierdo.

 

 

Naruto gritó, pero fue interrumpido por Itachi, que le metió tres dedos en la boca. Al rubio le dieron arcadas, pero Itachi seguía chupándole sangre. Naruto intentaba librarse de él, pero Itachi era muy fuerte. A causa del insoportable dolor, al rubio se le escapó una lágrima. Itachi dejó su tarea para lamerle la lágrima. Rió y le besó agresivamente. La mano que tenía en el abdomen pasó rápidamente a agarrarle fuertemente el trasero, y justo cuando iba a quitarle los pantalones, se oyó un portazo.

 

Itachi se giró y miró a Sasuke entrar furiosamente. Ambos se miraron, e Itachi se levantó dejando a Naruto tirado en el suelo, con los brazos tras su cabeza, sangrando, con la camiseta levantada y con el cinturón y la bragueta desabrochados, estaba medio aturdido. Sasuke miró a Itachi y luego a Naruto, que encogía los brazos y se encogía en posición fetal.

 

 

– ¿Qué mierda estás haciendo, Itachi? ¡TE DIJE QUE NARUTO ES MÍO!

 

– Tranquilízate, hermanito –rió socarronamente.

 

– ¿Cómo te atreves? ¿Quién coño te crees que eres? –sus ojos se volvieron rojos.

 

– Oh, vamos Sasuke, no es para tanto.

 

– Ah, vale, no es para tanto –se acercaba lentamente a su hermano.

 

– Tranquilízate, ¿vale? –dijo enfadándose. Sus ojos fueron colorándose lentamente.

 

– ¡Eres un cabrón! –saltó sobre su hermano mayor.

 

 

Ambos se enzarzaron en una encarnizada lucha. Se atacaban como salvajes, y Naruto se incorporó apoyándose en la pared. Logró quedar de pie durante unos minutos, pero sus piernas le fallaron y cayó, quedando sentado. Se cogió la muñeca rota y miró a ambos vampiros. Seguían luchando, dándose puñetazos, patadas y demás. El rubio cada vez estaba mareado, suponía que por la extracción de sangre, apenas podía mantener sus ojos abiertos, hasta que finalmente cayó desmayado, pensando que ésa sería su última visión del mundo.

 

 CONTINUARÁ

Notas finales:

Nos vemos en el siguienteeeeeeeeeeeeeeeee ^o^


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).