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Seres de la oscuridad por devil may cry

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Notas del capitulo:

Bueeeeeeeeeeeeeeno, has sido algo extraño este capítulo... espero que os guste, y a partir de ahora ctualizaré más a menudo porque............................................... ¡¡YA LLEGA VERANOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO!!

 

 

Seguían luchando, dándose puñetazos, patadas y demás. El rubio cada vez estaba más mareado, suponía que por la extracción de sangre, apenas podía mantener sus ojos abiertos, hasta que finalmente cayó desmayado, pensando que ésa sería su última visión del mundo.

 

                                               

Capítulo 4: el miedo inmoviliza tu cuerpo

 

Cuando Naruto abrió los ojos no reconoció la estancia. Estaba estirado en una cama con sábanas blancas y la habitación tenía olor a desinfectante. Su vista se nublaba y sus fuerzas se desvanecían; el cuello y el hombro le ardían y tenía la muñeca enyesada. Un catéter suspendido sobre él le introducía en vena un suero que no pudo reconocer. Intentó incorporarse, pero al hacerlo se mareó. Distinguió, entonces, a una mujer vestida de blanco que iba hacia él, preocupada.

 

 

– No deberías intentar incorporarte, aún estás muy débil –le arropó de nuevo.

 

– ¿Dónde…? –le costaba hablar, pues tenía la boca seca– ¿…dónde estoy?

 

– En la enfermería del colegio –le dijo la mujer amablemente–. Voy a dejar que entre tu hermano, está muy preocupado. Ahora nos contarás qué ha pasado, ¿de acuerdo? –dijo dirigiéndose hacia la puerta.

 

– Genial –murmuró– tengo unos segundos para pensar qué excusa poner…

 

– ¡Naruto! –Deidara entró corriendo a la sala, interrumpiéndole.

 

– No grites –dijo molesto–, me duele la cabeza.

 

– Perdona –dijo cogiéndole la mano que no estaba enyesada–. La enfermera me ha dicho que te caíste por las escaleras, ¿cómo pasó?

 

– Me caí… ¿por las escaleras? –preguntó el rubio confundido.

 

– Eso dijo el chico que te trajo aquí –dijo la enfermera poniéndose al otro lado de la camilla–. ¿No es cierto?

 

– Oh, sí, sí, lo recuerdo –dijo fingiendo recordar lo sucedido en las escaleras–. Creo que iba corriendo porque quería llegar a casa cuanto antes –miró a su hermano–, pero con lo torpe que soy me caí escaleras abajo –rió intentando quitarle importancia al asunto.

 

– De todas formas –le miró la enfermera–, creo que eso no justifica las mordeduras que tienes en el cuello y en el hombro. Y los arañazos en el abdomen tampoco. ¿Qué te ha pasado? –preguntó extrañada y desconfiada.

 

– La verdad… –miró para al frente fingiendo que intentaba recordar– No consigo recordar cómo me hice eso –bajó la cabeza fingiendo un fuerte dolor en la misma.

 

– Oh, no pasa nada –dijo Deidara cogiéndole por los hombros–. No te esfuerces, ya lo recordarás, ahora descansa –le dio un beso en la frente.

 

– Sería bueno que se quedara unas horas aquí, en observación –la enfermera miró al hermano mayor–. Le haremos análisis de sangre  por si algún animal le ha mordido e infectado.

 

– Claro –Deidara miró a la enfermera y luego al rubio–. Ahora me iré a casa a prepararte la cena y luego vengo a por ti, ¿de acuerdo? –le afirmó a su hermano.

 

– De acuerdo, y no te preocupes por mí, estoy mucho mejor.

 

– Está bien. Enfermera –se dirigió a la mujer–, en cuanto sepa qué ha pasado, ¿podría llamarme? –le entregó una tarjeta de presentación–. Llamaré en un rato para saber cómo está.

 

– Por supuesto –sonrió la enfermera aceptando su tarjeta–. Si hay cualquier problema no dudaré en llamarle.

 

– Muchísimas gracias –hizo una pequeña reverencia y la mujer le devolvió el gesto–. Naruto, nos vemos en unas horas, descansa.

 

– Claro Dei, nos vemos –sonrió todo lo que pudo.

 

 

El rubio salió de la sala asegurándose de que su hermano estaba bien, y una vez fuera, Naruto suspiró y se echó hacia atrás. La enfermera le miró y le sonrió educadamente. Le dijo que estaría en la sala contigua porque tenía trabajo, y que si tenía algún problema únicamente debía llamarla. Tras marcharse ella también de la sala Naruto cerró los ojos. “Eso dijo el chico que te trajo aquí”, recordaba vagamente las palabras de la enfermera. ¿Qué chico?

 

 

– No existen más palabras para definirte que “estúpido” e “insensato” –se oyó una voz en el alféizar de la ventana. Naruto se incorporó bruscamente y se sentó al borde de la camilla. Le miró extrañado y avergonzado.

 

– ¿Me has traído tú, cierto?

 

– Cierto –se bajó de la ventana en la que estaba sentado y se acercó con pasos felinos al rubio–. Humano insensato –le miró con rabia–. ¡Sólo te ha hecho falta ponerte de rodillas para dejar que te degollara!

 

– ¿Crees que lo he hecho a propósito? –preguntó el rubio rabioso– Porque estás muy equivocado si eso es lo que crees.

 

– Estaba equivocado, sí –el moreno bajó la voz–, pero estaba equivocado contigo. No eres más que un humano corriente, estúpido y loco. Me has decepcionado –le miró con asco–. Debo aprender a no tener expectativas…

 

– Siento no ser como tú esperabas –se molestó aunque no quisiera aparentarlo–, pero creo que realmente eso es un halago –intentó sonar contundente e hiriente, pero lo único que consiguió fue que Sasuke riera.

 

– Sabes que no es cierto –se acercó a él, lenta y tortuosamente–. Sé que en lo más profundo de tu ser me deseas –le miró a los ojos y Naruto se tensó–, sé también que te decepciona que te diga esto –sus ojos se tornaron rojos y Naruto agarró las sábanas con fuerza, con ambas manos–. Pero es lógico –le cogió por la barbilla–, porque nosotros, los vampiros, desprendemos una substancia que es imperceptible a la nariz humana, aunque no para el cerebro –acercó sus labios a los del rubio y él, aunque no lo dijera estaba deseando que cortara de una vez la distancia que los separaba.

 

– Y… –Naruto se estaba excitando– ¿Y por qué me cuentas esto? –no podía apartar la vista de Sasuke.

 

– La desprendemos cuando queremos –se acercó más al rubio–. Así es como atraemos a nuestras presas –cortó, al fin, la distancia entre ambos con un profundo y sediento beso al que Naruto correspondió con gusto.

 

 

Sasuke abrazó al rubio, pasándole una mano por la espalda y posando la otra en la nuca. El rubio rodeó con su brazo bueno la espalda del mayor. Cada vez quería más y más, no quería irse nunca de su lado, quería sentirlo siempre allí, con él. El moreno estaba realmente disfrutando de su presa, pues era apasionada y sabía besar muy bien. Dándose cuenta de que se estaba desmadrando, porque también se estaba excitando, se alejó de él como pudo. Sonrió sinceramente al ver que el rubio no quería soltarle. Una vez que estuvo a un metro de él y pudo ver al rubio sonrojado y excitado, con una mirada sensual y atrayente, sonrió de medio lado. Se veía la necesidad en el rubio por la expresión de su rostro y su tensión corporal. Sasuke se dio la vuelta y empezó a caminar de nuevo hacia la ventana.

 

 

– Espera –se paró el moreno–. Si es cierto lo que acabas de contarme estamos en iguales condiciones –el moreno se giró curioso–. Aunque yo no lo controle, desprendo un olor imperceptible para los humanos, pero no para los vampiros, porque es la manera que tiene el cazador de que sus presas se acerquen a él –se bajó de la cama–. Por eso decís que tengo un “olor especial” –sonrió traviesamente.

 

– Vaya –se medio giró–, eso sí que no lo sabía –sonrió de medio lado–. A ver qué olor predomina sobre el otro –se fue antes de que Naruto pudiera responderle.

 

 

El rubio miró la ventana con soslayo y volvió a sentarse en su camilla con la cabeza gacha. Estuvo un buen rato estirado en la cama, mirando la nada y pensando en Sasuke. Pero algo perturbó sus pensamientos. Escuchó un ruido tras él y se giró rápidamente. Jiraiya acababa de abrir la puerta de la enfermería.

 

 

– ¿Estás bien, muchacho? –se acercó preocupado.

 

– Sí, tranquilo…

 

– Es extraño –le miró la muñeca–, Sasuke no suele atacar así a sus víctimas.

 

– No ha sido Sasuke –se sonrojó y desvió su mirada de la de su maestro, avergonzado por lo ocurrido.

 

– ¿Cómo que no ha sido Sasuke? –el rubio no le miraba a los ojos por el bochorno– Naruto Uzumaki –le cogió de la barbilla, forzándole a mirarlo– ¿Quién demonios…? –hizo una pausa– No me digas que ha sido Itachi –se alejó de él para mirarle mejor y Naruto, de la rabia, empezó a llorar.

 

– ¡Soy tan débil! –dio un golpe en la cama con la mano buena– ¡Por qué demonios me pasa esto!

 

– Naruto, no desesperes –Jiraiya se sentó a su lado y le pasó un brazo por el hombro, intentando parecer calmado–. Es lógico que no puedas contra un pura sangre. Apenas llevas un año en el negocio, no puedes esperar más.

 

– No, tú no lo entiendes –le miró, rojo por su llorera y por su rabia–. Cuando lucho contra ellos el cuerpo se me inmoviliza, las extremidades de me agarrotan, los huesos se me entumecen y mi mente se paraliza, no sé reaccionar… ¡y eso nunca me pasa contra un vampiro normal!

 

– Naruto… ¿qué piensas cuando luchas contra ellos? –le miró serio.

 

– No sé…

 

– Piénsalo.

 

– Que voy a morir –le miró atemorizado.

 

– ¿Y qué piensas cuando luchas contra un vampiro normal y corriente?

 

– Que va a morir –Naruto se miró las manos.

 

– Exacto.

 

– ¿Qué? –le miró extrañado.

 

– Naruto, ¿cuáles son los consejos que te di para luchar? –se levantó de la camilla y se puso enfrente de él, dándole la espalda y cruzando sus brazos en la misma.

 

– Confía en tu instinto, no dudes, sé paciente; espera que ataquen primero, no huyas y…

 

– Y bajo ningún concepto, –le interrumpió, se giró y le miró a los ojos. Le puso las manos en los hombros y dijo–; nunca, nunca, debes temerles, o estás perdido.

 

 

El rubio le miró sorprendido. De todos los consejos que le dio, aquél le pareció el más nimio, un consejo sin importancia, para rellenar. Le miró con cara de duda, dando a entender lo que pesaba sobre aquel consejo a su maestro. Éste suspiró y se puso una mano en la frente, pensando lo inteligente que era su alumno.

 

 

 – ¿Acaso crees que te di ese consejo porque sí? –preguntó enfadándose.

 

– Bueno, yo… –miraba a su maestro, que cada vez se ponía más rojo de la ira– Yo… yo creí –balbuceaba– que, bueno, que era para rellenar…

 

– ¡Naruto Uzumaki! –gritó su maestro– ¡¿Es que no me ha podido tocar un chico menos zoquete?! –preguntó al aire.

 

– Lo siento –bajó la cabeza rápidamente, muy avergonzado, aunque no sabía por qué.

 

– Quizás debería habértelo explicado mejor… –se tranquilizó y se sentó en una silla que cogió de su derecha– A ver, Naruto, para un cazador, la mente está tan altamente ligada al cuerpo que, si tu mente siente miedo, tu cuerpo también. Es decir; si tu mente se paraliza, tu cuerpo también, y aunque estés en plenas facultades mentales, tu cuerpo seguirá sintiendo miedo, no debes dejar que el miedo te domine o estás muerto, literalmente.

 

– ¿Y por qué si estoy alegre mi cuerpo no salta de alegría? –Jiraiya le miró como si fuera tonto.

 

– No me entiendes. A todo el mundo le pasa que si está triste, también está cansado, y si está contento está también activo o, si tiene miedo, el cuerpo se le paraliza. Pero cuando estas personas vuelven a estar “normales”, su mente y su cuerpo se regulan de manera que todo vuelve también a la normalidad –miró a Naruto para ver si lo entendía y el rubio asintió–. Pero –enfatizó– un cazador es distinto, los cazadores son cultivadores de cuerpo y mente, contra más fuerte es tu mente, lo es tu cuerpo, contra más débil sea tu mente, tu cuerpo doblará ese estado, aunque ya no estés pensando que no estás triste.

 

– ¿Quieres decir que si tengo miedo pierdo mi fuerza? –se sorprendió el rubio.

 

– Exacto. Antiguamente los cazadores no empezaban a trabajar primero el cuerpo. Ejercitaban la mente, y el cuerpo era una extensión de la misma. Pero en estos tiempos es mucho más complicado, porque ahora los vampiros son más sanguinarios y matan a los cazadores antes, incluso, de que se les anuncie su destino.

 

– O sea, que si ejercito mi mente, ejercitaré mi cuerpo también, ¿no? –dijo más animado.

 

– Sí, pero no te hagas ilusiones –a Naruto se le fue el brillo de los ojos–. Si bien es cierto que la mente es más poderosa, no debes dejar de ejercitar tu cuerpo pero, con mucha diferencia, te será más difícil entrenar tu mente que tu cuerpo. No debes sentir miedo, ni lástima, ni rabia, ni duda, o esos sentimientos se apoderarán de tu cuerpo.

 

– ¡Pero eso es imposible! –exclamó el rubio– Soy humano, es inevitable que sienta todo eso.

 

– No en una lucha. No te estoy diciendo que te conviertas en una máquina, te pido que te conviertas en un cazador que no siente pena por sus presas, que no duda en matarlas, que no les tiene miedo y que no las odia, pues eso hace que te descoordines.  

 

– Enséñame –dijo convencidísimo–. ¡Quiero ser Terminator! –Jiraiya volvió a darse un manotazo en la frente.

 

 

OoOoOoOoOoOoOoO

 

 

– ¡Naruto! –gritaba Deidara desde la cocina– ¡La mesa ya está puesta, lávate las manos!

 

– ¡Vale! –le respondió desde su habitación. Bajó las escaleras hambriento, le rugía el estómago. Cuando se sentó en la mesa puso mala cara.

 

– Te vas a comer la coliflor –dijo firme Deidara al ver que su hermano iba a reprocharle la cena. Se sentó enfrente de él y puso una ensalada en medio de lechuga, tomate, pimiento, cebolla y atún.

 

– ¿Crees que soy un conejo? –le miró enfadado.

 

– Comer verdura de vez en cuando no es malo –le puso ensalada en su plato–. Es más; alimentarte a base de ramen, carne y cereales es perjudicial para la salud.

 

– Pero…

 

– Nada de peros –no le dejó acabar–. Naruto estás herido, y quiero que comas esto para recuperarte, sino no podrás irte a Tokio.

 

– ¿A Tokio? –preguntó dejando de remover la verdura– ¿A qué te refieres? –le miró atento.

 

– ¿No te leíste la circular del instituto que te dejé en tu escritorio? –Naruto no respondió y Deidara siguió hablando– El jueves de la semana que viene tu curso, y uno superior, se irá de viaje a Tokio durante diez días de visita turística.

 

– ¡No lo sabía! –dijo sorprendido. Podría quedar con sus amigos y salir de fiesta; estaba emocionado.

 

– Pues si no te comes lo que te preparo para comer y cenar no irás.

 

– No puedes hacer eso –dijo enfadado.

 

– Claro que puedo –se llevó el tenedor a la boca para seguir comiendo la ensalada–. Ahora soy tu tutor.

 

– Maldito seas –refunfuñó entre dientes.

 

– ¿Qué dices, perdona? –le miró serio, pero Naruto siguió removiendo la ensalada– ¡Ah! ¿Que quieres más coliflor? –el menor le miró sin comprender– Muy bien, pues aquí tienes –dijo dándole de su plato–. Cómetela toda, ¿eh?

 

– ¡Deidara! –se molestó.

 

– ¿Alguna objeción? –le miró amenazante con el tenedor.

 

– No… ninguna –se llevó el primer trozo de coliflor ya frío a la boca.

 

 

OoOoOoOoOoOoOoO

 

 

– Ahá… –el rubio hablaba por teléfono con Jiraiya– ¿Pero cómo lo haré sin levantar sospechas? –ante la respuesta arrugó la nariz y el entrecejo– Claro, como no eres tú al que castigarán… –apartó el teléfono de su oído, molesto por los gritos de su sensei– ¡Vale, vale! No te preocupes, hombre, lo haré… –relajó sus facciones notablemente y asintió con fuerza– ¡Por supuesto! Nos vemos mañana –sonrió y colgó.

 

 

Naruto se tiró en su cama y cerró los ojos. Sonrió. Estaba contento porque su maestro iría a Tokio con él, y allí le entrenaría. Se estiró lo máximo que pudo, haciendo que su camisa subiera y dejara su abdomen al descubierto. Bostezó y se levantó de la cama. Cuando se dirigía a su escritorio llamaron al timbre. Se extrañó, pues era ya muy tarde para visitas. Escuchó los pasos de su hermano que se dirigían a la entrada y se sentó en la silla de su escritorio. Encendió el ordenador y se quitó los pantalones y la camiseta para ponerse el pijama. Tras una larga y silenciosa espera, la voz de Deidara se escuchó en el piso inferior. Reía nervioso, escandalosamente, y Naruto supuso que sería Mike. Los pasos de dos personas subiendo las escaleras alarmaron al rubio, rompiendo su hipótesis. Apagó la pantalla del ordenador y cuando se dispuso a levantarse para averiguar de quién se trataba llamaron a la puerta. Naruto, con un mal presentimiento, emitió un débil “adelante”. La puerta se abrió y Deidara estaba tras ella.

 

 

– Naruto, viene a verte un amigo –dijo alegre–. Puedes pasar –un moreno de pelo negro entró sonriente en la habitación del rubio. Éste, asustado, se levantó de golpe tirando la silla al suelo –. ¿Pasa algo? –preguntó su hermano mayor extrañado.

 

– Absolutamente nada –dijo serio–. ¿Puedes dejarnos solos, Deidara? –le miró muy seriamente. El mayor, captando la indirecta se fue sin nada que decir. El moreno cerró la puerta tras Deidara.

 

– Hola –sonreía falsamente–. Creía que debía valer la pena venir a verte –empezó a pasearse por la habitación, observando el desorden–. No puedo creer que hayas causado este alboroto entre mis hermanos…

 

– ¿Qué haces aquí, Uchiha? ­–se pegó al escritorio.

 

– Oh, por favor no me llames Uchiha –dijo amistosamente–. Llámame Sai, mis hermanos me llaman así.

 

– Repito; ¿qué estás haciendo aquí, Uchiha? –Sai se paró en seco y se giró para mirarle a la cara.

 

– Veo que has estado estudiando a mis hermanos –dijo señalando los antiguos libros sobre la mesa. Naruto los cerró con un golpe seco –. Apuesto a que ahora lo sabes todo sobre ellos –rió.

 

 

Naruto no decía nada, sólo lo miraba con desprecio y con ira. Había engañado a su hermano, y como le había invitado tendría que renovar el hechizo que él y su maestro le pusieron a la casa.

 

 

– Apuesto a que no has leído nada sobre mí –sonrió. Esto descolocó a Naruto.

 

– No –dijo secamente–, no consigo encontrar nada.

 

– Es lógico –rió cogiendo la camisa del rubio de encima de la cama y oliéndola–. No consigo entender por qué tu olor es tan placentero –caviló un rato y luego le miró con los ojos rojos–. Verás, yo no soy muy impulsivo, pero es lógico que cuando me sienta atacado, ataque yo, ¿no crees?

 

– Entonces entenderás por qué voy a hacer esto –dijo cogiendo una estaca de detrás del ordenador.

 

– Si yo fuera tú no haría eso –le frenó sonriendo.

 

– ¿Por qué no?

 

– Oh, no querrás que tu hermano se alarme –se sentó en la cama del rubio. Él le miró enfadado–. Únicamente he venido a hablar contigo, no te haré daño, lo prometo –sonrió de nuevo.

 

– Está bien –se sentó en la silla con la estaca en la mano–. Pero no esperes que deje esto.

 

– No lo espero –sonrió más ampliamente.

 

– Dime ahora qué quieres –le miró amenazante.

 

– Verás –pensó cómo continuar–… Mis hermanos, que ya conoces–Naruto hizo una mueca de odio y Sai rió–, están un poco revolucionados con tu llegada. Pensábamos que los cazadores ya se habían extinguido… y tu olor…

 

 

Naruto le miró fijamente, pero Sai no le devolvió la mirada, se dedicó a cerrar los ojos y aspirar fuerte por la nariz para sentir más el olor del rubio. Éste le miraba asqueado. De algún modo se sentía violado.

 

 

– No tengo todo el día, Uchiha.

 

– Perdona, tu olor me desorienta –sonrió pacíficamente–. A lo que iba –se levantó de la cama–… quiero que te marches y nos dejes en paz –Naruto no contestó, le miró y se cruzó de brazos–. Supongo que no soy el primero, ni seré el último –puntualizó– que te dice esto, pero es realmente necesario –le miró seriamente–. No quiero que te ocurra nada malo –sonrió falsamente.

 

– Sabes que puedo con vosotros, y me temes por ello –dijo sonriendo el rubio.

 

– Te equivocas –se acercó a él–. Podemos derrotarte en un santiamén.

 

 

La tensión se notaba en el ambiente. El vampiro parecía tranquilo y molesto a la vez, y Naruto estaba intranquilo y furioso. Los nervios le dominaban y, aunque recordaba el consejo de su sensei no podía controlar lo que sentía.

 

 

– Mira Uzumaki –se acercó más al rubio– … mis hermanos son algo impulsivos, y no suelen soltar una presa una vez que le han echado el ojo –Naruto se tensó–. Pero nunca en toda nuestra vida se habían interesado los dos por la misma persona –siguió paseando por la habitación–. Como comprenderás hay mucha tensión entre ellos.

 

– ¿Y? –se levantó de la silla– ¿Tengo que irme porque están enchochados conmigo? ¿Tengo que dejaros matar tranquilamente a todos los humanos que queráis por miedo a lo que puedan hacerme?

 

– ¿Tienes miedo? –Sai se giró y le miró con sus rojos ojos. Se relamió los labios y sacó sus colmillos. Naruto se sintió extremadamente atraído por él en aquel momento. Se asustó y recordó las palabras de Sasuke “[…] los vampiros, desprendemos una substancia que es imperceptible a la nariz humana, aunque no para el cerebro”.

 

– Conozco ese truco –dijo el rubio agarrando el borde del escritorio con ambas manos–.

 

– Oh, ¿te refieres al olor? –sonrió sin dejar de acercarse.

 

– Sí –Sai ya le rozaba el pecho contra el suyo.

 

– Pero no haces nada para evitarlo –le cogió de las mejillas delicadamente con ambas manos.

 

– ¿Acaso puedo hacer algo? ­–Naruto estaba muy excitado y su voz le temblaba, su cuerpo estaba muy caliente y tenía unas ganas horrorosas de empotrar a Sai contra la pared y besarlo hasta que se gastaran sus labios.

 

– Jaja –rió Sai dándole un beso en la mejilla–. Te resistes mucho. Un humano normal ya estaría suplicándome que le follara –le lamió el cuello.

 

– Ya, bueno ­–intentó apartarle pero no funcionó–. Sabes que no soy un humano normal y corriente…

 

– Sí, lo sé… ¿sabes que los vampiros pura sangre no tenemos un límite de dicha substancia? Puedo segregar tanta como quiera, y caerás –sonrió y acercó sus labios a los del rubio.

 

– Los Uchiha sois unos cerdos cabrones –el rubio estaba hiperventilando de lo cachondo que estaba, sudando y rojo por el esfuerzo de no lanzarse encima de Sai.

 

– Eso dicen –cogió al rubio de la muñeca derecha y lo tiró en la cama. Naruto le miró desde ésta y no hizo nada por levantarse. Sai se puso entre sus piernas y le cogió de las muñecas–. Vaya gatito –sonrió el moreno– ¿ya no te resistes?

 

– Cá-callate –cerró los ojos y lo único que venía a su mente era la imagen de él mismo practicando el sexo con Sai. El moreno volvió a lamerle el cuello y, esta vez, le ardía la piel al rubio.

 

– Sé que estás cachondo tanto o más que yo– dijo Sai­–. En un principio no tenía pensado esto, pero tu olor me vuelve más que loco, comprendo a mis hermanos –sonrió pícaramente. Naruto se moría de calor, quería follar con él de una vez, pero nunca lo admitiría–. Como venía a advertirte de que te fueras te daré dos opciones, porque no quiero problemas con mis hermanos.

 

– ¿Qué… por qué? ­–quería gemir y suplicar, pero nunca lo haría.

 

– Bueno, no quiero problemas con ellos, son muy celosos… –apretó más las muñecas del rubio y, aunque tenía una rota no sentía el dolor de lo cegado que estaba por el placer del contacto con el moreno.

 

– ¿Cuáles son… las… las dos opciones? –tragó su saliva pues su boca estaba seca de respirar tan fuerte. Sai sonrió complacido.

 

– O bien me dices “Sai fóllame aquí y ahora” –Naruto abrió los ojos sorprendido–, o te follo de verdad.

 

– ¿Qué? –Naruto soltó un gemido por la sexy voz de su contrincante–. Eso no tiene sentido, yo…

 

– Escoge; o te lo oigo decir o lo hago. Si no lo dices me lo tomaré muy en serio –sonrió.

 

– ¿Por qué… me haces esto? –respiraba cada vez más fuertemente.

 

– Escoge –rozó su entrepierna con la del rubio.

 

– Ah –gimió fuertemente. Sai cortó su gemido con un beso con lengua para que Deidara no los escuchara.

 

– ¿Entonces de verdad quieres follar conmigo? –sonrió satisfecho.

 

– No, yo….

 

– Cinco, cuatro ­–empezó una marcha atrás–, tres, dos, uno…

 

– ¡Sai fóllame aquí y ahora! –le gritó extasiado.

 

– Oh, joder –se apartó del rubio–. Creía que de verdad mojaría esta noche –sonrió ocultando de nuevo sus colmillos. Los ojos volvieron a tener su color original y se levantó de la cama. Se acomodó las ropas y miró al rubio encima de la cama. El moreno estaba tan cachondo que la imagen que veía no le ayudaba en nada a dejar de estarlo. El rubio seguía con las muñecas a la altura de su cabeza, la camisa la tenía por encima del abdomen, las piernas abiertas y algo dobladas y su respiración era tan fuerte que estaba rojo, sudado y absorbía y desprendía el aire por la boca.

 

– Vete de mi casa –el rubio miró a Sai, ladeando un poco la cabeza. Su pecho se movía al compás de la agitada respiración y su erección era más que evidente.

 

– La verdad es que tú y tu voz no me invitáis a ello –sonrió de nuevo y Naruto se retorció de placer, gimiendo.

 

– Creo que debería parar de desprender mi preciado olor o te correrás –rió con fuerza. Tras decir eso Naruto fue volviendo lentamente a su respiración normal–. Bueno Naruto, yo iré tirando… pero creo que la próxima vez que nos veamos –se acercó el rubio tirado en la cama–, lo de “Sai fóllame aquí y ahora” me lo dirás de rodillas y con intención –le guiñó un ojo–. Así que piénsate lo de salir de este pueblo por patas –abrió la puerta y se fue.

 

 

Naruto se quedó en la cama tirado durante diez minutos, respirando aún rápidamente. Mirando el techo se puso rojísimo y se maldijo a sí mismo.

 

 

– ¡¿Por qué me habrá hecho decirle esoooo?! –gritó con desesperación. Miró su entrepierna y suspiró. Su erección seguía latiendo con fuerza a pesar de que Sai ya no estuviera ni siquiera en la casa. Tenía ganas de llorar de la vergüenza.

 

 

Sin esperárselo llamaron a la puerta. Naruto se sentó en la cama intentando disimular su elección y dejó pasar al que llamaba.

 

 

– ¿Naruto estás bien? –preguntó Deidara sin entrar en la habitación.

 

– Ah, Dei –se puso rojo–. Sí, no es nada.

 

– ¿Necesitas algo? –Deidara se puso rojo.

 

– No, ¿por qué lo dices? –dijo cogiendo la almohada y abrazándola para tapar sus partes.

 

– No, bueno, yo… –se puso más rojo–. Naruto… ¿era tu novio? ­–le preguntó a su hermano menor sin mirarle a los ojos.

 

– ¡No, no! ¡Para nada! –se puso tan rojo que competiría con el color de un tomate–. ¿Por… por qué lo dices? –Deidara se miró las manos y se puso igual de rojo que su hermano menor–. Oh –el rubio saltó de la cama–. ¿¿Lo dices porque has… has… has escuchado algo??

 

– Bueno, yo… quizás haya escuchado algo –cerró los ojos–. No sabía que te gustaran los chicos… lo siento, te dejaré solo en tu habitación –dijo el ver a su hermano en shock–. Buenas noches –cerró la puerta tras de sí.

 

– Lo ha escuchado –se repetía una y otra vez–. ¡¡Mierda Sai, me las pagarás!!

 

 

<<¡Sai fóllame aquí y ahora!>>

 

 

CONTINUARÁ

Notas finales:

¡¡Espero que os haya gustadoooooooooooooooooo!! Ya sabéis, quejas y críticas por review ^__^


Muchas gracias por leer, hasta la próxima ><


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