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Seres de la oscuridad por devil may cry

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Notas del capitulo:

Bueeeeeeeeeeeeeeeeeeno. Vale, es más corto. Vale, está mal escrito y vale, puede considerarse lento y aburrido, pero espero que aún así le deis una oportunidad. Graciaaaaaaaaaas -w-

 

 

-   Los Uchiha. –dijo en un murmuro Mark.

 

 

Capítulo 2: Los Uchiha

 

 

- Se creen los mejores. Bueno… de hecho tienen motivos, pero no tienen por qué hacerlo ver, y además… ¿Naruto? ¿Me estás escuchando? –se molestó Mark.

 

No. Naruto no escuchaba. Estaba más ocupado deseando que no fueran los Uchiha de los que él había escuchado hablar. No podía ser. Creía que como mínimo, se habría alejado de ellos. ¡Cómo no! Estaba equivocado.

 

El rubio se levantó alegando que tenía que ir al lavabo. Los Uchiha le siguieron. El pasillo estaba desierto. Naruto se paró en su taquilla e hizo ver que sacaba algo de ella. Uno de ellos se paró justo detrás de él mientras los otros dos siguieron caminando, desapareciendo así del pasillo. El chico que se paró tenía el pelo corto y siempre dedicaba sonrisas falsas a todo el mundo

 

 

- No nos gusta que nos mires así. –le dijo sonriendo falsamente de nuevo.

 

- ¿Qué vas a hacer? –dijo cerrando la taquilla- ¿Morderme? –se giró y le miró directamente a los ojos con mucha seguridad en sí mismo.

 

- Yo no lo habría dicho mejor –sonrió ampliamente el moreno.

 

 

El moreno se lanzó literalmente sobre él y le aplastó contra la taquilla. El rubio profirió un grito ahogado por el dolor. Inmediatamente cogió el colgante que llevaba en el cuello y  lo puso en la mejilla izquierda del moreno. Éste se apartó rápidamente y se tapó la cara con dolor. Le miró. Naruto tenía en la mano una cruz  de metal como colgante. El rubio aprovechó para sacarse una estaca de la mochila de la taquilla. El moreno retrocedió, y Naruto le profirió una patada en el estómago. Cuando el otro cayó al suelo, Naruto le dijo;

 

 

-  No te aconsejo que te metas conmigo, o te mataré como a muchos de los tuyos. –Cerró la taquilla con fuerza y volvió a mirarle.-  Avisa a los otros dos antes de que te mate.

 

 

El rubio se alejó lentamente guardándose de nuevo la estaca. Sai le miró atónito. Sintió miedo. Se levantó y se fue caminando lentamente. ¿Era real? ¿Podría ser que fuera “el cazador”? ¿Realmente había regresado? Pensaba que solamente era un mito, un estúpido cuento para asustar a los vampiros. Como esa serie de Buffy Cazavampiros. Tenía que avisarles. Lo fuera o no, ese chico tenía la fuerza de mil demonios, la agilidad de una gacela y los reflejos de un mismísimo vampiro. Era peligroso, muy peligroso.

 

_______________________________________________________________________

 

Naruto caminaba con el corazón a mil por hora. Estaba muy asustado. ¿Es que había vampiros hasta en la sopa? ¡Maldita sea! ¿Por qué? ¿Por qué a él? Tenía que avisar a su maestro, era de vital importancia que supiera que allí se encontraban nada más y nada menos que los mismísimos Uchiha, los vampiros de pura sangre.

 

Caminaba cada vez más deprisa, y tan ensimismado en sus pensamientos que se dio de bruces contra un chico y cayó al suelo. Se puso la mano en la cara con expresión de dolor. ¡Mierda! ¡Ahora se mordía el labio! Notó cómo el líquido de sabor metálico resbalaba entre su mano y su cara.

 

Miró hacia arriba para pedir disculpas cuando lo vio. Se quedó petrificado. “¡Huye Naruto, huye!” le decía su propio instinto. Pero no hizo caso. Se quedó extrañamente  sentado en el suelo, con la mano tapándose la boca, con las pupilas contraídas por el miedo del momento. El chico moreno le miró con unos grandiosos y brillantes ojos rojos. Naruto abrió los suyos. Reaccionó.

 

Se levantó lo más aprisa que pudo y empezó a correr sin mirar atrás dejando tras de sí su mochila con sus armas. Sabía que ellos eran rápidos, pero él podía igualarles en velocidad, agilidad y fuerza. Aún recordaba el día en que se encontró por primera vez a su maestro y le contó quién era él en realidad…

 

 

___________Flash Back___________

 

Naruto caminaba tranquilamente por Tokio, ciudad en la que residía con sus padres. Deidara, su hermano mayor, se había ido de casa por una discusión con sus padres. No había avisado a Naruto, simplemente un día llegó el menor a su casa y sus padres le informaron de que su hermano mayor se había ido de allí.

 

Caminaba por las calles de Shibuya, y era ya bastante tarde. Se sentó en un banco a esperar. Su padre tenía que venir a recogerle hacía ya media hora, pero ni rastro de él. Seguramente estaría trabajando y se habría olvidado de que tenía que ir a buscarle.

 

Estaba pensando en los exámenes de la semana próxima, cuando de repente sintió como si una especie de energía cálida le traspasara el cuerpo. Se extrañó. Esa sensación vino seguida de un intenso dolor de cabeza y un escalofrío. Se aguantó la cabeza con ambas manos y cerró los ojos encogiéndose. Se estaba mareando.

 

Un hombre se acercó al ver el estado del rubio y le preguntó si se encontraba bien. Al ver que no respondía se sentó en el banco y le agarró ambas manos con las suyas. De repente se sintió muchísimo mejor. Le miró aún sin levantar la cabeza, y empezó a entablar una conversación;

 

 

-  ¿Quién es usted? –preguntó extrañado.

 

- Me alegra que me preguntes eso muchacho. –le dijo el hombre sonriendo. –Soy Jiraiya, y voy a ser tu futuro mentor chavalín. –sin razón, se puso a reír como un loco.

 

-  ¿Mi qué? –dijo alarmado apartándose las manos de la cabeza  mirándole extrañado. -¿Por qué? ¿De qué? ¡No se Acerque a mí! –acabó gritando y levantándose del banco asustado.

 

-  Jajajaja –rió el hombre –me gusta tu actitud muchacho, desconfiado y con muchas preguntas. –le dedicó una gran sonrisa.

 

-  No… no entiendo…

 

-  Ya lo entenderás muchacho, ya lo entenderás…

 

 

Naruto pensaba que sólo era un abuelo pervertido, y no le extrañaba nada. Entonces le dijo que tenía prisa e hizo ademán de irse cuando el mayor le agarró por el hombro. El rubio se giró asustado y Jiraiya sonrió de nuevo.

 

 

-  ¿Por qué demonios sonríes tanto? –preguntó con preocupación el menor.

 

-  No sonrío por mil demonios hijo, sino por todo lo contrario. Por ti.

 

-  De acuerdo; escúcheme, si no deja que me vaya ahora mismo a mi casa llamaré a la policía, o… o mejor gritaré. Puedo gritar, y no lo dude; lo haré. –dijo apartándose de él e intentando sonreír para engañarle.

 

-  No lo dudo. Simplemente… deja que te cuente una historia, luego podrás irte. Pero te lo digo ahora chavalín, ésta no será la última vez que nos veamos…

 

 

___________End of Flash Back___________

 

 

Aquella vez, su maestro le dijo algo muy importante, algo que nunca olvidaría: “Si no confías en tu instinto en el campo de batalla, estás muerto”. Simple y directa, una frase que no logró quitarse de la cabeza cuando su mentor le dijo que él, el mismo Naruto, era uno de los pocos elegidos para poder salvar al mundo de la plaga más mortal sobre la faz de la tierra; los vampiros.

 

Se escondió en una clase con las luces apagadas. Supo que no serviría de nada, los vampiros huelen la sangre. Pero así le daría tiempo a provisionarse de armas. ¿Dónde podía haber madera? Vio un armario. Se escuchaban los pasos. Lo rompió y cogió un fragmento de madera para poder matarlo.

 

Se escondió bajo el pupitre del profesor y esperó con la respiración agitada a que apareciera el vampiro. No pasaron muchos segundos más cuando el vampiro entró en la clase. Naruto se tensó. Se escuchó un portazo y los pasos del moreno dentro del aula. Miró por debajo de la mesa y vio cómo, con mucha parsimonia, se iba acercando el muchacho. Se paró en seco.

 

 

-  Sal de una maldita vez, gusano. –el moreno se cruzó de brazos.

 

 

El rubio cerró los ojos y se armó de valor. Cuando por fin salió de debajo del pupitre, se puso en frente sin perder el contacto visual con el extraño. El moreno afianzó su mirada y Naruto tuvo miedo. Nunca había peleado contra un vampiro de pura sangre, y no quería que aquella fuera la primera vez.

 

 

-  Escoria, -empezó el moreno- te aconsejo que te alejes de este pueblo tan tranquilo. Aquí nadie te necesita.

 

-  Dirás que unos vampiros como vosotros no me necesitáis –dijo avanzando un paso- pero te aseguro que la pobre gente que vive aquí me pediría de rodillas que me quedara.

 

-  Escúchame rubio, no le importas a nadie, ni tú ni tu estúpida presencia, ¡así que te aconsejo que te marches ahora! –dijo poniendo los ojos rojos.

 

-  Ni lo sueñes –dijo colocándose en posición de ataque- un cazador nunca se retira ante un combate.

 

 

El moreno abrió los ojos con sorpresa. Mierda, otro cazador. Aunque… éste no parecía muy mayor. Seguramente no llevaba más de dos años en activo. Era demasiado descuidado y poco profesional.

 

 

-  No intentes sorprenderme con tus palabras –imitó la postura de ataque del rubio- no me das ningún miedo.

 

 

Sin más, Naruto atacó al moreno con un puñetazo directo a la cara, pero el otro lo esquivó y le devolvió el golpe con una patada en el estómago. No pudo evitarla y el rubio cayó al suelo. La estaca salió rodando hacia la otra punta del aula. El moreno sonrió de medio lado. Se acercó al rubio, que aún no podía levantarse del dolor producido por el golpe, y le cogió del cabello.

 

 

-  Escúchame bien “cazador” –dijo con sorna- ninguno de nosotros te quiere aquí. Si mañana sigues en este pueblo te mataremos.

 

 

Le profirió un puñetazo en la mejilla derecha y se levantó. Le miró con asco y sus ojos volvieron a la normalidad. Cazadores, qué asco. La última cazadora que vio fue devorada por decenas de vampiros sedientos de sangre. Los cazadores no tenían ni idea de cómo podían llegar a ser de duros esos monstruos babosos. Abrió la puerta y le miró. El rubio estaba intentando levantarse sin mucho éxito. Sonrió. Estúpido…

 

____________________________________________________________

 

Naruto consiguió levantarse con mucho dolor, y poco después sonó el timbre. Salió del aula y volvió por el pasillo por donde había huido de aquel monstruo y vio su cartera tirada delante de su taquilla. Los alumnos empezaban a entrar en sus clases y a caminar por los pasillos intentando perder tiempo. El rubio se colgó la mochila en el hombro derecho y salió de la escuela intentando no ser visto. Entró en su Chevy y dejó la mochila en el asiento del copiloto. Cerró las puertas con el cerrojo y sacó su móvil. Marcó un número de teléfono haciendo muecas y se puso el aparato en la oreja.

 

 

-  Sí… ¿Maestro? –hizo una pausa dolorido- Tengo problemas… No. Por favor, es urgente, … los Uchiha.

 

 

Colgó el teléfono aliviado. Su maestro cogería el primer vuelo, y alrededor de las diez de la noche estaría en ese pequeño pueblecito. Estaba salvado.

 

Puso el coche en marcha y se fue hacia casa. Esperaba no tener que hablar con Deidara, seguramente estaría trabajando. Si estuviera en casa tendría que darle explicaciones, y no tenía ningunas ganas.

 

Cuando llegó, no había nadie. Dejó las llaves en el bol de la entrada y se sentó en el sofá. Tenía mucha suerte. La curación de sus heridas era más rápida que la de las personas normales. La herida del labio estaba cerrada, y los golpes ya no le dolían tanto.

 

De repente se oyeron unos ruidos en la puerta trasera de la cocina y se asustó. Cogió una estaca de su mochila y se acercó lentamente al lugar de donde se había escuchado el ruido. Se paró en seco al escuchar otro golpe.

 

 

A ver, vampiros no pueden ser. No pueden entrar en una propiedad privada si no se les invita, así que debe de ser un ladrón normal… o un gato. -pensaba seguro de sí mismo.

 

 

Pero los ruidos cesaron. Eso le asustó aún más. ¿Qué demonios…?

 

Los ruidos empezaron, entonces, en su habitación. Giró asustado la cabeza en dirección al comedor y decidió subir por las escaleras. Una vez en el piso de arriba miró disimuladamente en su habitación. Nadie. No había nadie. Quizás sólo eran paranoias suyas. El ruido podía provenir de la calle, o de los árboles rozando contra la fachada… había muchas otras razones. Cerró la puerta de su habitación y tiró la estaca bajo la ventana. Tenía que descansar.

 

Se quitó la camisa y los pantalones y se puso el pijama. Ya eran las 17:39 p.m., y era de noche. No le gustaba. En esa zona oscurecía demasiado deprisa. Con tan sólo la camisa, se metió en su cama y se dispuso a dormir…

 

_____________________________________________________

 

Dormía plácidamente cuando algo frío le rozó la cara. Volvió a despertarse y encendió la luz rápidamente. El segundo vampiro que se había encontrado en el instituto estaba de pie frente a él, con esos ojos rojos que le hipnotizaban, con esa cara de enfado que le asustaba y con el cuerpo totalmente relajado apoyado en la pared, de brazos cruzados.

 

 

-  ¡¡Ah!! –el rubio saltó de la cama del susto y se pegó en la pared.

 

-  No me has hecho caso… y no podía esperar hasta mañana. –dijo cerrando los ojos.

 

-  ¿Por… por qué debería? –dijo ignorando el último comentario- No os tengo miedo. –dijo haciéndose el valiente.

 

-  ¿A no? –el moreno se acercó a él. –Eso tengo que verlo.

 

-  ¿Cómo has entrado? –fue lo único que se le ocurrió decir.

 

-  Por la ventana.

 

-  Eso ya lo sé estúpido. Me refiero a que yo no te he invitado. –dijo asustándose. El moreno estaba cada vez más cerca de él.

 

-  ¿Nunca has tratado con pura sangre? –dijo burlándose de él –esa mierda de norma no funciona con nosotros.

 

-  … Estúpido ero-sennin -maldijo el rubio.

 

 

Sin darle tiempo a reaccionar, el moreno lo cogió y lo tiró en la cama. El rubio se asustó e intentó huir, pero no pudo. El mayor le cogió de las muñecas y lo mantuvo firme en la cama. El moreno volvió a poner sus ojos rojos sobre él. Naruto no pudo hacer nada cuando se le abalanzó y le mordió en el lado derecho del cuello. Se puso a gritar e intentó resistirse, pero iba perdiendo sus fuerzas lentamente.

 

 

-  Así que no nos tienes miedo… -dijo apartándose de su cuello.

 

-  …

 

-  Lo suponía. –el moreno rió y se apartó de encima suyo. – Mi nombre es Sasuke, creo que no lo vas a olvidar, ¿no es cierto? –le preguntó mirándole a los ojos.

 

-  … -Naruto seguía sin responder. Sentía cómo su cuerpo iba perdiendo fuerzas.

 

-  Eso creía. –Dijo girándose hacia la ventana- Un placer conocerte, Naruto. Tu sangre ha sido la más exquisita que he probado en mi vida. Si mañana te veo por el instituto, no dudaré en probarte de nuevo…

 

 

El moreno salió de la habitación en un abrir y cerrar de ojos. ¿Qué demonios acababa de pasar? El otro Uchiha no era tan fuerte como éste. ¿Qué pretendía? ¡Estaba jugando con él!

 

Naruto se levantó muy lentamente. Eso ya pasaba de castaño oscuro. Se tocó la mordedura. Escocía… fue al lavabo y se puso agua y jabón. De buena mano sabía que la mordedura de un vampiro era la única herida que no podía cicatrizar en un día, y le dejaría marca. Se puso una venda en el cuello y volvió a su habitación. Miró su reloj y eran las 21:47 p.m.. Suspiró. Su maestro le mataría. ¡Se había dejado morder! Pero no había sido culpa suya. Esa mirada tan atrayente…

 

La melodía de llamada de su móvil cortó el hilo de sus pensamientos. Lo cogió y contestó. Era su maestro.

 

 

-  ¡¡Ero-sennin!! ¡¡Maldito seas!! ¿Es que se te olvidó decirme que los pura sangre se pasan las normas por el forro de las narices? ¿¡O es que sólo pretendías matarme!? –preguntó colérico.

 

-  … Naruto, estoy bajo tu casa…

 

-  Ah… ahora te abro.

 

 

El rubio colgó el teléfono y bajó corriendo las escaleras. Abrió la puerta y en efecto, ahí estaba su sensei con su maleta de viaje en la mano y con cara de espanto. Naruto le cogió la maleta, y antes de que el mayor empezara a hablar el rubio le invitó a pasar. Una vez dentro, Naruto le señaló las escaleras y el mayor obedeció. Entraron en su habitación y el chico cerró la puerta tras de sí.

 

 

-  Naruto, ¡¡muchacho!! ¿Qué demonios te ha pasado?

 

-  Uno, uno me ha pasado y repasado dos veces el mismo día, sensei.

 

-  ¿Pero cómo…? –se preguntó.

 

-  ¡¡No me lo contaste!! ¿¡Por qué estúpida y lógica razón los pura sangre pueden entrar en mi casa sin ser invitados!? –preguntó furioso.

 

-  ¿Han entrado en tu casa? Vaya, no sabía que pudieran, la verdad…

 

-  Pues pueden. –dijo señalándose la mordedura vendada del cuello.

 

-  ¡¡Cielo santo!! ¡¡Naruto!! ¿Cómo…?

 

-  Se divierte conmigo. –dijo rojo de ira.

 

- ¿A qué te refieres? ¿Quién? –preguntó poniéndole su mano derecha sobre el hombro izquierdo del rubio.

 

-  ¡A Sasuke, por supuesto! Pudo haberme matado, pero no lo hizo. ¡Se divierte conmigo! ¡Y no lo soporto! ¿Quién coño se ha creído que es ese estúpido? –dijo empezando a dar vueltas por la habitación. –Como le pille le mato, ¿entiendes? Le mato… a ostias si hace falta, pero le mato…

 

-  ¡Naruto basta! –el rubio se paró y miró a su mentor. Jiraiya se puso serio. –Escúchame; lleva siempre contigo agua vendita y un collar de cruz. Una estaca no iría nada mal… ¿Entiendes?

 

-  Pero eso lo llevo siempre…

 

-  ¡Escúchame! –le cortó – A los pura sangre sólo les afecta el sol si les da directamente en la piel. Si están en una habitación a plena luz del día no les afecta a no ser que estén al lado de la ventana. El agua vendita, la cruz y la estaca en el corazón siempre funciona, y…

 

-  Espera, espera. –le cortó el rubio –¿Por qué te alteras tanto? ¿Qué pasa? –preguntó preocupado. Su sensei no se alteraba por nada, debía de ser importante.

 

-  Naruto… has tenido muy mala suerte. Sasuke es más conocido como Gomon o Sasuke o Sasuke el torturador. Antes de matar a sus víctimas las tortura tanto física como psicológicamente. Es muy peligroso, y quiero que te mantengas alejado de él. –se puso ambas manos en la cabeza y respiró hondo –A ver… dices que ha entrado en tu casa sin ser invitado, ¿no? Bien pues, bendeciremos tu casa y echaremos algún conjuro o algo para que no pueda traspasar las puertas… me he traído algunos libros que podrían serte de utilidad.

 

-  … Gracias Jiraiya sensei. Pero… no creo que sea para tanto.

 

-  Yo creo que sí.

 

 

 

-  Permiso Naruto, ¿se puede? –llamó a la puerta Deidara.

 

-  ¡Oh! Po-por supuesto Dei, pasa. –dijo alarmado. ¿Y ahora cómo le explicaba lo de Jiraiya?

 

-  Gracias. –Deidara pasó a la habitación y cuando fue a hablar se encontró con Jiraiya. -¿Quién es usted? ¿Naruto, qué hace este hombre aquí? –preguntó asustado.

 

-  Es… un profesor del colegio…  -dijo el rubio sobre la marcha- …Nuevo. Es nuevo en el colegio, un profesor nuevo…

 

-  Oh, encantado. –saludó Deidara –Soy el hermano mayor de Naruto.

 

-  El gusto es mío Deidara-san. –saludó con educación.

 

-  ¿Y qué hace aquí el profesor nuevo…?

 

-  ¿Querías algo Deidara? –preguntó rápidamente Naruto para cambiar de tema.

 

-  Ah sí, perdona. Ha llegado esto para ti. –le entregó un sobre –No tiene remitente, así que no sé quién te lo habrá enviado.

 

-  Gracias Deidara. –Naruto abrió el sobre, y sólo constaba de cuatro palabras:

 

 

“Empezaré por tu hermano.“

 

 

 

CONTINUARÁ

 

 

 

 

Notas finales:

Bué', pues eso. Espero que os haya gustado. Cualquier tipo de sugerencias (que no sean "quiero lemon"), comentarios, críticas CONSTRUCTIVAS por favor, no me gusta que me digan "es una bazofia" y opiniones son aceptadas ^^

Graciass n_n


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