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Ponta de Pomelo por Kurenai Mido

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Notas del capitulo: Si, todo lo bueno se termina… el cap final de Ponta de Pomelo, dedicado a mi adorada Dirty Pair de mi alma, en donde celebran su primer mes de novios.
El pequeño reloj de la mesita de luz dio las doce, sobresaltando a Mukahi. El pelicereza se había quedado despierto hasta tan tarde actualizando su blog con dos artículos nuevos: “El Segundo Mejor Romance de Hyoutei” y “Por que Yuushi es tan hermoso”. Se separó de su PC con un enorme bostezo y se fue al baño a hacer un pichín y a lavarse los dientes, emocionado como nunca en la vida.

Tomando en cuenta que ya era martes, al día siguiente, miércoles, cumplía un mes de novio con Yuushi, y esa perspectiva lo hacia sumamente feliz. Su hermoso peliazul le había prometido una gran sorpresa y el no quería ser menos, tenia que hacerle un regalo tan espectacular que lo dejara sin aliento. El único problema era que todavía no sabía muy bien que; decidió ir de compras con Ootori (si Ryou le daba permiso) por la tarde y escoger lo más bonito y romántico que encontrara.

Se asomó a la ventana por un instante y lanzó un beso al aire con la mano.- Buenas noches, Yuushi-chan.

Curiosamente, Oshitari se despertó de repente y se tocó la mejilla, convencido que algo lo había rozado ahí. Murmuró el nombre de su novio y luego volvió a dormirse, mas tranquilo.

A la mañana siguiente, a la hora del desayuno, Mukahi fue abordado por su madre.

-Cariño, tu padre y yo tenemos que irnos a Hokkaido hoy; nuestro vuelo sale a las cinco, así que me temo que te quedarás solo cuando regreses del colegio…

-¿A Hokkaido? ¿Y que es lo que harán allí?

-Tu papá está en trataciones muy importantes con las Empresas Miyama, y es imprescindible que estemos allí para cerrar los negocios. Nos tardaremos como una semana.

Mukahi abrió la boca para protestar, pero se calló a tiempo. “Piensa, piensa en como te beneficia esto. Si ellos están fuera la casa queda para mi solo… así que podré traer a Yuushi aquí y darle su regalo especial. ¡Kyaaaaaa, va a ser fabuloso!”.

-Está bien, entiendo. Que tengan un buen viaje.

Cinco minutos después se oyó que llamaban a la puerta y Mukahi salió disparado con el corazón en la boca. Vio un elegante muchacho montado en una reluciente moto negra y corrió hacia el.

-¡Buenos días, Oshitari!- el peliazul lo agarró por la nuca y le dio un beso en la comisura de los labios.

-Buenos días, mi amor. Súbete, que así llegaremos enseguida al club.

-¡Ja! Por eso Ryou y Ootori nunca van a llegar primeros.- El pelicereza se subió a la moto y abrazó a su novio con fuerza, deleitándose una vez mas al estrechar ese cuerpazo bien formado. Yuushi a su vez deslizó una mano para acariciar las de Mukahi, quien suspiró y apoyó su cabecita contra la espalda del peliazul.

-Agárrate fuerte, amor.- Yuushi aceleró, con el viento azotándole el pelo y silbándole en los oídos, y casi enseguida avistaron Hyoutei Gakuen. Al momento de bajarse de la moto Mukahi protestó levemente, pero Yuushi lo consoló dándole un beso de verdad en su pequeña y delicada boquita.

-Mañana es nuestro día especial, lindo… ¿estás contento? ¿Nervioso?

-Estoy muy ansioso, quiero que sea YA para que podamos festejar los dos… ¡Ah, casi lo olvidaba! Mis papás se van de viaje a Hokkaido por una semana, así que pensé que tal vez te gustaría venir mañana en la noche. ¿No seria romántico, Yuushi-chan? ¿No te gusta mi idea?

-¡Ey, es perfecto! Justo lo que necesito para darte tu sorpresa. Te gustará mucho.

Mukahi sonrió y se puso a calentar, dando saltitos y cabriolas. Más tarde llegó la Silver y se fue todo emocionado hacia ellos, y arrastró a Ootori ante la celosa mirada de Ryou.

-Ootori, necesito que me hagas un favor enorme.

-Tu dime, Mukahi-senpai.

-Tengo que comprar un regalo perfecto para Yuushi- le susurró al oído- mañana cumplimos un mes y yo, de puro idiota, lo dejé para ultimo momento. Te lo pido a ti porque eres el único en quien puedo confiar: Jirou se olvidaría, Atobe se lo contaría y no creo que Ryou tenga el gusto necesario.

-Voy a pasar por alto eso ultimo- dijo Ootori fingiendo enfado- y te ayudaré. Después de las prácticas iremos al centro comercial, ¿está bien?

-Está perfecto, muchas gracias, Ootori-san.- Los muchachos se separaron y volvieron a sus prácticas, incluso Ryou, que ya estaba repuesto de la paliza dada por Jin. Mientras tomaban un poco de agua y se cambiaban con el uniforme del colegio, Mukahi tomó a su novio y lo llevó a un lado para avisarle que mas tarde tenia que ir con Ootori al centro, aunque no dijo específicamente a que. A Yuushi no le gustó mucho el plan pero lo disimuló bastante, e incluso se ofreció a alcanzarlos con la moto, a lo que el pelicereza se negó.

-Mi amor, en la moto solos tu y yo, no te pienso compartir con nadie.

Eso le levantó un poco el animo al guapo tensai, así que cuando Mukahi y Ootori estuvieron listos el no dijo nada y lo despidió con un beso bien dulce. Mukahi se quedó belicosamente atontado, tanto que el menor tuvo que recordarle a que habían ido. Una vez que tuvo la cabeza en su lugar, el acróbata de Hyoutei empezó a prestar atención a cada negocio que veían, convencido que reconocería el regalo perfecto enseguida. Entonces, por una de esas graciosas casualidades de la vida, se equivocaron de calle y se metieron en un callejón de negocios insólitos, entre los que de destacaba un enorme sex-shop con una serie de indecentes maniquíes en la vidriera. Ootori se ruborizó al ver ciertos juguetitos, pero Mukahi no se cuidó ni poco ni mucho de defender la inocencia de su kohai. Se acercó como hipnotizado a ver un sexy disfraz de conejita playboy.

-Mukahi-senpai, ¿no estarás pensado en…?

-El cartel dice que hay disfraces para hombres y mujeres… ¡Ootori, es perfecto! ¡Ven, vamos a entrar!

-¿Qué? No, por favor, eso si que no, me muero de vergüenza…- Mukahi lo arrastró del brazo y se metieron al negocio, donde ya había un grupo de clientes desperdigados por las diversas secciones. Un muchacho alto y rubio, delgadísimo, se les acercó a atenderlos con una mirada cómplice.

-¿En que los puedo ayudar, chicos?

-Eh… yo quería preguntar…- Mukahi bajó la voz- por el disfraz de conejita playboy…- la mirada del vendedor terminó de disminuir su arrogancia al nivel del subsuelo (o sea, dicho en argentino, se comió los mocos).

-¿Para ti, o para tu amigo?- la última palabra fue pronunciada con énfasis, poniéndolo mas nervioso.

-No, no, para mí, es que…- el rubio soltó una risita y le puso una mano en el hombro.

-Escucha, pequeño, relájate, si ya entraste aquí solo te queda salir con lo que hayas venido a buscar, ¿o no?

-Tienes razón.- Respiró profundo.- Quiero hacer algo especial para mi pareja, porque mañana cumplimos un mes. Y no, el- señaló a Ootori- es solo un amigo que me está ayudando. Mi novio es otro.

-¡Ah! Le prepararás una sorpresa sexy a tu novio. Muy bien, síganme y les mostraré los modelos que tenemos de ese disfraz.

Los chicos de Hyoutei se adentraron en los oscuros pasillos del sex-shop, viendo cosas y personas de toda clase a su paso. El rubio le aconsejó a Mukahi el mejor modelo cuando mencionó que a Yuushi lo que mas le gustaba era la inocencia.

-Con esto lo volverás loco, ya verás, mas tú que eres de cuerpo chiquito, no tendrás ningún problema.

Mukahi pagó lo suyo con una sonrisa de satisfacción y se despidió alegremente del rubio, pero Ootori salió casi corriendo, con evidente alivio. No habían dado ni dos pasos cuando se toparon con Kikumaru y Syusuke de la Seigaku. Fue una situación demasiado bizarra, porque Mukahi llevaba la bolsa con el logo de Ebata Sex-Shop bien a la vista.

-Vaya, Hyoutei- exclamó Eiji alegremente- ¿De compras?

-…l, yo no- acusó Ootori inmediatamente- Mukahi-senpai, perdóname pero esto ya fue demasiado, me iré a la casa de Ryou. Buena suerte- dijo, antes de desaparecer como por arte de magia del callejón.

-Ustedes nunca me vieron. Si dicen algo- amenazó- me vengaré.

-Oh, Gakuto, no sabemos de que hablas- dijo Syusuke- nosotros solo estábamos paseando, ¿no, Eiji?

Mukahi salió rápido de allí, sin ver como la Dream Pair entraba en el mismo negocio del cual el acababa de salir (apuesto a que esa no se la esperaban, ¿eh?). Tras caminar dos cuadras encontró a Ootori en la parada de taxis y lo obligó a seguir recorriendo tiendas. Esta vez compró velas de colores, un CD con música clásica instrumental que fascinaba a Yuushi, y un suéter negro precioso y elegantísimo que hizo envolver para regalo.

Al llegar a su casa lo primero que hizo fue llamarlo, y su cara se le iluminó al oír su voz. Yuushi le dijo que pasaría a buscarlo para ir a la escuela, y que estuviera listo para vivir el mejor día de su vida. Mukahi hizo un fuerte sonido de beso antes de colgar y arrojarse a la cama.

El pelicereza aun estaba abrazado a la almohada cuando un fuerte timbrazo resonó por toda la casa. Se irguió un poco y recuperó la lucidez en un segundo. Bajó las escaleras casi volando y abrió la puerta de un golpe.

-¡Yuushi, viniste!- gritó. Pero lo primero que vio no fue a Yuushi sino un enorme ramo de flores de todos los colores del arcoiris, que parecía ocupar todo el marco de la puerta. Oshitari se asomó por detrás del ramo con una sonrisa.

-Buenos días, mi adorable Mukahi-san- dijo- feliz primer mes.

-Oshitari, ¡me trajiste flores! ¡Son hermosas!- Mukahi aceptó el arreglo y se estiró en puntas de pie para besar a su novio, aun algo shockeado por esa aparición divina. Lo hizo pasar con confianza y, tras depositar el ramo sobre una mesita, se le colgó del cuello y empezó a besarlo de tal manera que parecía que no lo fuera a soltar nunca. Oshitari lo acarició con delicadeza y lo miró con ternura, diciéndole que se cambiara mientras le preparaba el desayuno, cosa que hizo. Se sentó a su lado y lo observó comer, encantado hasta con el mas mínimo gesto suyo; si, ese hermoso pelicereza valía todo lo que pensaba hacer por el.

-¿Sucede algo, Yuushi? ¿Quieres comer un poco? Está muy bueno, en serio.

-¿Eh? No, gracias, lo hice solo para ti. Come rico, pero no te tardes mucho, que aun no acaba el día.

Mukahi tomó un lirio y dejó el ramo en su cuarto. Se lo enganchó en la ropa y se subió a la moto, nervioso ante la espera del momento que le daría sus regalos a Yuushi. Este hizo un enorme rodeo antes de llegar a la escuela, porque sabía que a Mukahi le gustaba pasear por la ciudad pegado a su cintura. Estacionó, lo agarró de la mano y lo llevó a las canchas con tranquilidad, sin importarle lo tarde que era. Al carajo el entrenamiento.

-Vaya, hoy están muy felices, ¿no, Atobe?- preguntó Jirou, observando a la Dirty Pair. Mukahi estaba mas enérgico que nunca, saltaba, reía por todo, mientras que Yuushi hacia gala de todos sus refinados modales, le alcanzaba su toalla y le daba de beber agua cuando mostraba señales de cansancio. Cuando el acróbata le hacia sus caritas de cachorro y sus caídas de ojos el peliazul se sentía recompensado por todo. (…)

-Oshitari, ¿a que tanto apuro por ir al salón?

-Ya lo verás, mi amor.- Mukahi entró como un tornado y ahogó un grito: sobre su pupitre había un gatito de peluche de un blanco inmaculado, con un collarcito azul oscuro, y al lado suyo una caja de terciopelo negro con bordes rojos fuego. Se abalanzó sobre el gatito y lo abrazó con fuerza.

-¡Kyaaaaaaaa! ¡¡Es muy lindoooooooo!! ¡Yuushi-chan, muchas, muchas gracias!- gritó, tirándose sobre su hermoso novio con una sonrisa de lado a lado de la cara. Oshitari lo abrazó sin importarle las miradas de los curiosos.

-Sabía que te gustaría y le pedí a Ryou que lo dejara sobre tu pupitre para sorprenderte.

Mukahi se sentó y apoyó el gatito en su regazo, abriendo la caja y probando los exquisitos bombones que contenía.

-Chocolate relleno de cereza… muchas gracias, mi amor…- tomó uno y se lo dio en la boca a Yuushi, que no parecía en absoluto avergonzado. Al entrar el profesor Mukahi guardó la caja de chocolates, pero conservó al gatito a la vista.- Si Ootori tiene a Osito siempre, yo no voy a ser menos.

-¿Por qué no le pones nombre?- sugirió.

-Ya tiene nombre. Se llama Yuu.

Oshitari se derritió por dentro y observó con satisfacción que Mukahi no se separaba de Yuu en ningún momento: el gatito los acompañó en su almuerzo bajo el árbol antiguo, lo mismo que los dulces, que Yuushi insistió en darle de comer en la boca. Si por el fuera, se hubiera quedado bajo ese árbol el resto de la vida, abrazado a Mukahi, sin importarle si el resto del mundo seguía andando o no…

-Al fin se dignan llegar, los señores- dijo Atobe con ironía- ¿Qué les parece si dejan los mimos para la noche y ahora se ponen a practicar? Digo, si no es mucha molestia.

La Dirty no quiso seguir tentando a la suerte y obedeció al capitán, quien de todos modos se olvidó de ellos pronto para ir con Jirou. El buen humor de Mukahi dio paso a una especie de nerviosismo que Yuushi no asoció hasta que terminaron las prácticas y se fue a duchar. Cuando se acercó a su casillero para buscar un uniforme limpio encontró un paquete azul súper mono con una linda cinta de un azul mas oscuro, del tono de su propio pelo. Se dio vuelta y Mukahi lo miraba con timidez.

-Feliz primer mes, Yuushi-chan. Espero que te guste.

-Cerecita… que tierno de tu parte…- Yuushi abrió el paquete con emoción y encontró el suéter negro que había contemplado en el centro dos días atrás.- ¡Ay, Mukahi! ¿No me digas que tu…?

-La otra vez no lo pudiste comprar porque gastaste toda la plata en mi- explicó- no me pareció justo, así que ayer fui por el y decidí regalártelo. Le pedí a Ootori que lo dejara por mí para que no sospecharas.

-Mukahi, muchas, pero muchas gracias, mi amor- dijo Yuushi, poniéndose el suéter. Le quedaba perfectamente bien, hacia resaltar su cabello azul y le daba un aire de intelectual elegante. Se acercó y agarró a su novio por la cintura con aire mimoso.- ¿Cómo me veo?

-Te ves tan sexy que quisiera comerte a besos aquí mismo.

-Hecho.

El mayor (en altura, no en edad) procedió a complacer a su novio; cada vez que posaba sus labios sobre la piel de Mukahi sentía como se estremecía de gusto, y como soltaba débiles gemiditos para mostrar lo mucho que le gustaba. Tuvieron que interrumpir cuando llegó el resto del equipo, pero eso no cambiaba lo que sentían y lo que estaban disfrutando. Mukahi agarró su bolso y a Yuu y luego se subió a la moto con Oshitari, con una tremenda expectativa.

El peliazul le acaricio la mejilla y lo llevó a una exclusiva cafetería de la Avenida, Tiffany´s. Mukahi le agarró las manos sobre la mesa, para dejar bien el claro que ese precioso era suyo (porque lo miraban bastante allí, todas las mujeres y un tercio de los hombres para ser exacta). Durante toda la tarde se sintió sumamente orgulloso de Yuushi, que tenia clase para todo, hasta para tomar café y verse lindo en el intento, y le ofrecía de todas las cosas ricas del menú. Yuushi hacia que todo fuera maravilloso. Era un tesoro.

Después de la cafetería aun les quedaba tiempo para una vuelta en moto por toda la ciudad. Yuushi estacionó en el mirador y abrazó a su novio, hundiendo su rostro en esos hermosos cabellos color cereza.

-¿Pasa algo, Yuushi-chan?

-Mukahi, te amo- dijo Oshitari con suavidad- te amo con toda la fuerza de mi corazón, ya lo sabes. Creo que hoy pasamos un día fantástico, y desearía que fuera así para siempre.

-Ay, Yuushi, ¡yo también quiero estar contigo para siempre!- Mukahi dejó que su lindo seme de pelo azul le pusiera un dedo sobre los labios y se los separara despacito, para luego besarlo y terminar cubriéndole la boca y enlazándolo por la cintura para acercarlo mas a el.

Después de lo que podrían haber sido minutos, horas o días, se separaron y emprendieron la última fase de su viaje, que los dejaría en casa de Mukahi. Este sonrió misteriosamente cuando cruzaron las puertas y se adentraron en el espacioso living. Yuushi se quedó con la boca abierta.

-¿Tu hiciste esto, amor?- preguntó sonriendo. Las cortinas estaban echadas, y toda la iluminación provenía de unas velas de colores cubiertas con globos de vidrio a tono, logrando un bello efecto general. Mukahi se acercó al equipo de música y el ambiente se llenó con la melodía clásica y ligera que Yuushi adoraba.

-Di ordenes precisas de cómo quería todo, y les di el día libre a los empleados. ¿Te gusta?

-Eres un encanto por poner esa música, Mukahi. Ven, para que te agradezca- pidió con voz insinuante.

Mukahi obedeció y el mayor le devoró la boca una vez más, llevándolo de a poquito hacia el sofá. Una vez que lo tuvo allí se le acostó encima, con toda la intención de hacerlo suyo, pero al pelicereza le entró una risita tonta y lo apartó con suavidad pero con firmeza.

-Espera, no seas tan impaciente, cariño…- el peliazul le apoyó la mano en el muslo y el tuvo que hacer un enorme esfuerzo para continuar.- Tengo que subir a mi cuarto un momento para dejar a Yuu y hacer pichín. Si me esperas tranquilo, te prometo que te dejaré hacerme lo que quieras.

-Confío en ti, lindo- respondió Yuushi mordiéndole la oreja. El acróbata se levantó del sofá y le tiró un beso antes de salir disparado a su cuarto con el corazón palpitante. Dejó a Yuu sobre la cama y examinó la bolsa del Ebata Sex-Shop. Su disfraz lo aguardaba allí. Respiró profundo.

-Mukahiiii…- llamó Oshitari con voz cantarina- baja pronto, que ya no quiero esperar mas…

-Oh, si… ya voy, solo un minuto…

Yuushi se desperezó sobre el sofá y cerró los ojos, en ansiosa expectativa. Tal vez su pequeño tenia otro regalo para el, y no iba a arruinarle las cosas. Cuando oyó pasos por las escaleras se hizo un poco el dormido, hasta que Mukahi carraspeó. Al verlo se quedó literalmente mudo de asombro.

-Hola, Oshitari- dijo el pelicereza con una voz sumamente seductora.

El peliazul estaba como paralizado ante aquella visión tan perfecta. Mukahi tenia puestas unas simpáticas orejas de conejito, y también una colita de conejo como un pompon, por lo demás, solo llevaba una remera sin mangas de seda rosa, con un conejito playboy negro blasonado sobre el pecho, y unas medias rosas a juego. Avanzó hacia el con un aire pícaro y juguetón que le erizó la piel en un segundo. Mukahi se detuvo muy cerca y le hizo una pose, se agachó un poquito para mostrarle como la cola esponjosa le levantaba el camisón (o lo que sea) unos centímetros. Yuushi gimió de placer ante ese espectáculo tan placentero.

-¿Te gusto?- preguntó el acróbata con coquetería.

-Siéntate sobre mi y verás como me gustas- respondió Yuushi con otro gemido. Efectivamente, el conejito (que por cierto, llevaba ropa interior sospechosamente femenina) lo había excitado de una forma harto notoria. Mukahi se le sentó encima enlazándolo por el cuello y se dio cuenta que su novio tenia una erección enorme. Yuushi lo agarró por la cintura y lo estrechó contra si, moviéndose para atrás y para adelante en un intento por rozarse mas con el y aumentar la placentera sensación que lo consumía. Mukahi se dio cuenta y lo ayudó, restregándose contra su cuerpo varonil como un gatito mimoso.

-Este es el mejor regalo que podrías haberme hecho- musitó el mayor.

Mukahi rió encantado y le dio un beso en la mejilla, momento que Yuushi aprovechó para tocarle el sedoso pompon que tenia por cola; luego fue bajando la mano para acariciarle los muslos, cada vez más fascinado con el. Mukahi, siempre inocente, deslizó una de sus manitas hacia el pantalón de Oshitari y se lo desabrochó, ante lo cual este perdió el control. Se irguió un poco y se sacó el suéter, todo en un solo movimiento, para luego abrazar y acariciar a Mukahi, a quien acostó sobre el sofá enseguida.

-Si me miras así estas pidiéndome que te haga de todo- dijo. Y era cierto. El conejito se tocaba provocativamente las orejas mientras le hacia caídas de ojos.

-Mmm… podría ser. ¿Quieres jugar conmigo un rato, Yuushi-chan?- preguntó, relamiéndose.

-Oh Dios mío… ¿Cómo puedes… ser tan sexy? ¿Cómo puedes hacerme esto?

Oshitari se quedó solo con los boxers puestos y tomó a Mukahi entre sus brazos; besó su cuello con todo el amor del mundo mientras posaba las manos en esas hermosas caderitas de uke que tenia, acariciándolo y jugueteando con su ropa interior. EL conejito se liberó del abrazo y se dio vuelta, rozándole la mejilla al peliazul con su pompon. Yuushi se sintió provocado y se le tiró encima, rozando con su bulto la parte trasera del menor. Nuevamente se dedicó a lamerle el cuello mientras forcejeaba para sacarle el camisón, ansioso por dejarlo todo desnudito.

-Oh, Yuushi-chan, no seas tan impulsivo. Venga, vamos a jugar un poco.

-No… ¿que jugar? ¿Qué haces?- Mukahi se levantó y se arrodilló sobre la alfombra, jugueteando con sus orejas falsas, sin dejar de lanzarle miradas calientes. Yuushi se sacó sus lentes y los dejó por ahí, y luego se sentó junto a el. El pelicereza lo besó y reclinó contra la alfombra, dispuesto a darle tanto placer como pudiera. Le revolvió el cabello mientras sus labios se posaban sobre su pecho: sus besos se hicieron más atrevidos, dejando al prodigio de Hyoutei lleno de marcas rojas.

-Muka… Mukahi, por favor…- rogó Yuushi. La erección le dolía con cada caricia que le daba su novio, y si este no se apuraba iba a colapsarse. Estiró una mano para poder aliviarse aunque sea un poco, pero Mukahi se lo impidió, atrapándole los brazos.- Mukahi, haz algo…

El acróbata decidió que ya había estado bien de preliminares y se inclinó sobre el bóxer de Yuushi para bajárselo con su propia boca, riendo divertido ante la cara extasiada que le mostraba. Cuando lo vio en toda su espléndida desnudez no lo pudo creer: otras veces le había visto el miembro erecto y lo había ayudado a satisfacerlo, pero nunca como ahora. Ahora era sencillamente enorme y hasta un poco aterrador.

-Te lo ruego, cerecita, hazme algo, lo que sea, ¡pero házmelo ya!

-Si, si…- dijo Mukahi tratando de recuperarse de la impresión.- Haré algo lindo contigo, Yuushi-chan.

Mukahi le separó un poco las piernas y se agachó para rozar con su nariz la masculinidad de Yuushi, e inmediatamente abrió su dulce boquita para lamerla. Continuó como quien se come un helado, chupando aquí y allá, saboreándolo, oyendo sus gemidos. Volvió a lamer la punta y le dio un mordisco, haciéndolo gritar y arquearse. Esta vez se la metió toda en la boca, con dificultad, y la recorrió centímetro a centímetro con su lengua. Menos de cinco minutos después el peliazul se le corrió encima, con una sonrisa de satisfacción.

-Oh, mira lo que me hiciste hacer, cerecita. Te ensucié la cara, ¿por que no me dejas limpiarte?

Mukahi negó y se relamió el semen que tenia encima. Yuushi decidió que ahora era su turno para comer y se echó sobre el pelicereza. Le metió las manos bajó el camisón y le bajó la bombacha (o lo que haya sido) mientras le lamía la oreja, deseando pode comérselo vivo. Le quitó la sedosa cola y metió su cabeza bajo el citado camisón para chuparlo todo, cosa que hizo; se esforzó para que Mukahi llegara al orgasmo mas explosivo de toda su vida.

-¡Yuushi-chan, te amo!- gritó el pelicereza, llenándole la boca al mayor con un fluido pegajoso y caliente. Oshitari no le hizo asco y se lo tragó, y ahí si lo dio vuelta y revoleó la remera playboy al diablo.

-Ahora vas a ser mío, conejito travieso- dijo Yuushi con una sonrisa un tanto perversa.

Mukahi estaba acostumbrado a que Oshitari le hiciera el amor entre la ternura y la desesperación, pero esta vez era algo diferente. El peliazul se había vuelto completamente loco al verlo bajar disfrazado de conejito, y ahora solo quería hundirse en el y marcarlo de por vida. Humedeció su dedo índice y se lo metió sin miramientos, luego un segundo y un tercero, para luego dar paso a su (nuevamente) hinchado y endurecido pene. Mukahi gritó, realmente Yuushi estaba siendo un poco salvaje, y lo peor de todo era que le estaba gustando. Sus gritos se sintieron cada vez más altos, reverberaban en las paredes como un gong, pues no podía controlar el dolor.

-Tranquilo, Mukahi, si te pones tenso no lo disfrutarás…

-Yuu… Yuushi… ¡Tu me estás… matando, por Dios, me vas a matar!

-La culpa es tuya por excitarme tanto, preciosura de cereza… te voy a hacer absolutamente mío y no lo puedes impedir.

El prodigio hizo honor a su apodo y se acabó prodigiosamente en el interior del tierno y lindo Mukahi, cuyos ojos estaban anegados en lágrimas. Yuushi se salió de el y se desplomó sobre la alfombra, jadeando, enormemente satisfecho. El cuanto pudo abrazó a su conejito, que seguía shockeado.

-Con esa cara que tienes voy a pensar que no te gustó, cerecita. ¿Te siente bien?

Mukahi se arrebujó contra su pecho.- estoy bien; solo que si este fue el primer mes no quiero ni pensar en lo que me harás cuando cumplamos un año.- Yuushi rió, encantado con el comentario.

-Ryou me dio una idea para celebrar mi primer aniversario contigo. Creo que lo haré.

-¿Qué idea?- preguntó el pelicereza con curiosidad.

Yuushi gateó hasta sus pantalones y rebuscó en los bolsillos, hasta sacar una cajita forrada de azul. Volvió juntó a Mukahi (cuyo corazón estaba paralizado, si ESO era lo que pensaba…)

-Ábrelo y entenderás mi idea. Que espero tu compartas.

-¡Kyaaaaa!- el grito salió antes que pudiera abrir la cajita, y cuando lo hizo y vio el regio anillo con un pequeño zafiro incrustado gritó más alto todavía.- ¡KYAAAAAAAAAAAAAAAAA!

-Mukahi-san, si en un año no te has hartado de mi, ¿te gustaría casarte conm…?

El menor se lanzó sobre el y lo besó apasionadamente con un visible temblor que lo recorría de pies a cabeza, hasta que ya no supo donde terminaba su cuerpo y empezaba el de Yuushi. Largo rato después todavía no lo soltaba, y no lo hubiera hecho más si el peliazul no se habría soltado un poco para susurrarle al oído:

-Tomaré eso como un si…

-¿Qué te parece? ¿Qué yo… ah… Yuushi?

-Vamos a celebrar que aceptaste, ¿ne? Vamos, que yo aun no he acabado contigo, Usa-chan. Todavía puedo complacerte varias veces más. ¿No quieres?

Y durante el resto de la noche, Yuushi y Mukahi estuvieron haciendo el amor de todas las formas posibles, para de esa forma sellar el pacto de amor que acababan de declararse.

Notas finales: A ver si tengo algo que aclarar… y la moto de Yuushi es la razón que ellos lleguen primero al club para manosearse en el vestuario: a comprarse una si querés intimar con Ootori, Ryou!

.La escena final es un cliché total a la novela rosa, la acabo de imaginar, xq no se me ocurrió otro regalo tan especial como ese para Mukahi. ¿Pero a que no me quedó súper romántico?

.Ebata Sex-Shop es un juego q hago con un fic original mío; hice dos personajes, los mellizos Ashley y Lira Ebata, que tienen doce años y son los chicos mas calientes del Universo; tienen mas sexo que dos actores porno en plena filmación. Me pareció gracioso hacerles un auto-homenaje poniéndole su nombre a una tienda sexual. En poco tiempo lo voy a subir y van a ver porque lo digo. Aguante el Shota!

Y como no se me ocurre nada mas que decir y no quiero estirarla (xq me largo a llorar) cortamos acá, y solo me queda decir, hasta el próximo fic!!

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