Capítulo único...
ORDEN OSCURA...
Dejé una vida anterior en el pasado, y todavía me recuerdan... antes mi nombre era Allen Walker, un exorcista de la Orden Oscura, hoy, me llamo Kamui Kurosaki, un hombre, un niño que ocupa este cuerpo, como un recipiente donde reside el alma de mi atormentado yo...
Estoy mintiendo, lo sé, pero si él sabe que soy yo, desapareceré... por más que desee que estuviese a mi lado, a pesar de todo el daño que nos hicimos, ¿podríamos vivir un amor así?, este amor que es capaz de destrozar todo cuanto tiene enfrente de sus ojos... si es capaz de dañar tanto, ¿no sería mejor dejarlo?... tengo el corazón más que roto... este, es mi hogar, esta es mi habitación, la misma en la cual me quedé cuando pisé por primera vez este lugar... tantas historias de odio, tantas muertes...
Tomé el mismo hábito que Ayaka-chan, iba a la biblioteca y me llevaba un montón de libros... les pegaba las hojas sueltas, las tapas las arreglaba, como si eso pudiese de alguna forma expíar todos mis pecados...
Sé que él me sigue viendo, por todas partes, sus ojos fríos, impenetrables, inescrutables, se fijan aún en mí, presiento que cualquier día esta máscara va a caer de mi cara y reflejará mi verdadera identidad... un chico que todavía lo ama.
Todo había sido como un sueño, con momentos alegres, otros poco agraciados y otros dramáticos, pero, mantenía mis ojos cerrados y me aferraba a ese abrazo que daba calor a este cuerpo... que ahora está muy frío y desolado, sin su compañía...
Una mañana, salí de mi espacio, caminé por los pasillos vacíos, creyendo que nadie me veía, que de pronto, me volví invisible... una punzada, muy fuerte, se apoderó de mi pecho... me había convertido en un cobarde... podría ir ahora mismo en su búsqueda y gritarle que era su moyashi, que lo seguía amando, como siempre, que podría cambiar mil veces de cuerpo, pero mi alma continua intacta...
Yuu Kanda, un samurai, muy fuerte, él es a quien amo, por desgracia o casualidad, trabajamos en el mismo lugar... no me haré el inocente, yo pedí que me llevaran donde él, porque no puedo estar lejos de ti...
¿Acaso no sientes mi presencia?, ¿tienes miedo de descubrirme en mi mentira?, ¿podrías arrancar la máscara que me cubre?...
Esto es lo que soy, este es quien seré de ahora en adelante... si te amo, como Allen Walker, ¿podría amarte como Kamui Kurosaki?
Tú, me esperabas a la salida de tu habitación... intenté ignorarte, más tú, tomaste mi brazo con fuerza y me atrajiste hacia tu cuerpo...
-Sé que eres tú... moyashi, tú no puedes engañarme- me dices al oído, esperando mi reacción.
-No soy yo... lo siento- intento calmar a mi corazón que se desbocó y a la vez, zafarme de ese abrazo.
-Lo eres, ¿cuánto crees que puedes mentirme?, esta es una farsa, ¡tú eres el moyashi!... tú eres...
-No lo digas- pone un dedo sobre sus labios- sería mejor que jamás hubiese estado nuevamente frente a ti- dice con un lamento.
-¿Tienes miedo?, ¿miedo a que vuelva a aniquilarte?- preguntas con una expresión cargada de dolor.
-Kanda...
Tengo miedo, miedo de perderte,
cómo tenerte después de haberte perdido,
que más pruebas necesito...
-Jamás fuiste un buen mentiroso- dices como un reproche.
-Lamento decepcionarte, no soy quien crees que soy.
-¡Lo eres!- me estampas en la pared- ¡así lo siento!... no pueden existir dos personas en el mundo que sean perfectamente iguales, tanto en apariencia, como en personalidad o acciones.
-Para que veas que es sorprendente este universo, no conoces todo lo que existe.
-Sólo de algo estoy completamente seguro- tomas mi mano y la pones sobre el lado de tu corazón- por nadie mi corazón ha latido de esta manera.
Me sonrojo y la aparto, como si quemase... intenté mil veces engañarme, creyendo mis mentiras, sobre el irrefutable hecho de que no puedo vivir sin ti... por primera vez, te miro a los ojos, aunque el temor me invade, me mantengo firme sacando fuerzas de flaqueza...
Te fuiste acercando, lentamente hacia mis labios, sin dejar mi mirarme, eso es lo que más me gusta de ti... que no escondes tus ojos a nadie.
Nos besamos, con furia contenida, es lo que tanto había añorado cada noche desde que volví a nacer...
Sentí que podía fundirme dentro de ese cuerpo, era algo tan cálido, explosivo y romántico... unas emociones indescriptibles... mis manos fueron a su cuello y las de él, a mi cintura... no sacaba nada con negarlo...
Cuando la máscara se cae,
cuando rompes el disfraz,
destruyes esa careta,
sabrás entonces...
que debajo de tanta oscuridad,
no hay más que luz adormecida...
Aún así, sin pronunciar mi nombre, sólo dentro de sus pensamientos, le costaba llamarme por mi otra identidad... Kamui Kurosaki, es sólo una fachada, mi recipiente...
-¿Esta vez... te quedarás?- me preguntas al oído, después de separarnos a la falta de aire.
-Si- respondo algo sonrojado.
Reparar libros, te restaura tu corazón... había olvidado lo fuerte que podía latir dentro de mi pecho, como si fuese a salir de mi cuerpo, tan sólo, quise ser humano, volver a ser yo mismo... dejar de mentir...
¿Cómo tenerte sin perderte?
si apenas te rozo, te desvaneces,
eres un aroma, un cuerpo vacío,
eres un disfraz, una máscara,
la cual no me atrevo a quitar...
Eso creí, eso pensé,
pero ambos nos equivocamos,
ya que ahora me doy cuenta,
del fuerte lazo que nos une...
Una noche, pensé en desaparecer,
¿para qué seguir si tú no estás?
aferré mi mano a mi espada,
y me dio el valor,
de que no querrías verme morir,
ya que contigo, era más que suficiente.
Y aquí estás nuevamente entre mis brazos,
puedo tocar otra vez tu cuerpo,
llevarte hasta el más alto de los éxtasis,
ahora me doy cuenta,
de que siempre fuiste tú,
y aquella máscara que cayó lentamente,
fue la que terminó por delatarte...
-Ahora puedo decir que estoy en mi hogar- digo y sonrío.
-Bienvenido- me respondes apartando un mechón de mi cabello.
Ya no voy a seguir huyendo...
no tengo fuerzas,
he luchado bastante contra ti,
ahora, déjame libre,
ahora, déjame amarte,
y no permitas,
que esta máscara vuelva a cubrir mi rostro frente a ti.
Por primera vez, dormí, y soñé con ese hombre al cual seguía, esa sombra que me protegía... no podía ver su rostro, hasta ahora, que te he alcanzado, luego de tanto correr... te tomé por el hombro, te giraste, eras tú... Kanda... siempre fuiste tú... y toda esa oscuridad, ese paisaje cubierto de tinieblas, no era nada más que un prado... que tonto había sido... estaba a punto de perder el paraíso y cambiarlo por el infierno, uno que al fin, ha terminado.
Al abrir mis ojos, por la mañana, ver que tu cuerpo, no era una ilusión, fue como un regalo...
-Bienvenido, Allen- pensaste y me despertabas con el más dulce de los besos.
fin.