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Sturm Und Drang por Sabaku No Inocenzu

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Notas del capitulo: ara ara!Sabaku No Inocenzu esta de regreso!^0^vayan ocupando sus lugares,que les cuento las nuevas.
Epa!parece que hay futuros saqueadores por aca,muchos se acercaron bastante en el juego,demo nadie acertó n.ñ asi que a ver que pasa en la proxima.Por cierto,este capitulo es el doble de largo o.o asi que espero que hayan traido dulces n_n diviertanse mucho!!

Capitulo 3; Sangre

Un calor abrazador y desconocido trepó por su espalda, deslizándose bajo su piel. Sentía la respiración del muchacho tan cerca, sus latidos, y aquellos imponentes ojos aguamarina que se clavaban en los suyos, haciéndole temblar. Y aún así, aún desconfiando de las intenciones del menor, accedió a su petición.

Gaara pasó la palma de su mano frente al otro, comprobando que realmente no estuviese mirando. Una vez se hubo cerciorado, se alejó unos cuantos pasos y, viendo decidido la placa de roca, corrió en dirección a su amigo.

Lo siguiente que Orochimaru sintió, fue un gran peso que se recargaba en su cuerpo de repente.

-Gaara! Qué diablos estas haciendo!? – gritó molesto,  levantando la vista comprobando que, efectivamente, el pelirrojo se hallaba parado sobre sus hombros, tras haber efectuado un salto que le obligaba a resistir para no caer el, peso de los dos.

-Intenta no moverte, lo hare rápido- indicó el Sabaku, a la vez que golpeaba la inscripción con la culata de su escopeta. Dio varios golpes sobre la superficie de piedra, hasta que esta comenzó a quebrarse.

-Qué se supone que haces? – murmuró el ojidorado, aún concentrándose en la fuerza de sus piernas y notando como algo de arena y polvo le caía sobre el cabello.

-Solo un poco más… - el ojiaqua asestó otros golpes sobre los restos de la placa, hasta que esta se rompió por completo y develó un pasadizo oscuro y estrecho. El menor se dispuso a entrar, aprovechando la oportunidad para pisar ‘’accidentalmente’’ la cabeza de Orochimaru.

-Encontraste algo? – consultó el mayor, frotándose la coronilla y tambaleándose un poco.

-Orochimaru!!Tienes una linterna!?-

-Si!-

-Crees poder prestármela!?-

-Primero dime que encontraste!?-

- Esta bien, ven- unos segundos después, una soga cayó desde el hueco. El mayor se sujetó de ella hasta ingresar al pequeño pasadizo, el cual, dado a su cuerpo delgado, pudo cruzar sin problemas.

-Ya decía yo que eres una serpiente- Oyó la burla de su compañero, el cual observaba como el moreno  se arrastraba por el suelo para salir del agujero. Se puso de pie lentamente, elevando su mirada brillante a la silueta oscura del pelirrojo el cual, a pesar de la falta de luz, distinguía perfectamente la piel pálida y los ojos viperinos, la silueta de aquel ser que rechazaba la oscuridad sobre su persona.

-Y tu eres un mapache bruto- bufó el otro, entre que iluminaba la sala con su linterna. Hizo caer el fino rayo de luz sobre cada figura que distinguía, sin moverse de su sitio, hasta que noto que algo lo reflejaba. Avanzó unos pasos  con cautela hasta aquel objeto, el  cual identificó como una piedra mineral de tono azulado.

-Intenta girarla- le dijo la voz del menor en las tinieblas.

-De acuerdo- sin levantar la gema, la giró en varias direcciones, hasta que en determinada posición emitió una hila luminaria, la cual golpeó de lleno sobre otra piedra, a una distancia algo considerable.

Este acto se repitió varias veces, durante las cuales el hilillo resplandeciente atravesó unas piedras más, iluminando finalmente la sala.

Tanto Gaara como Orochimaru contemplaron sorprendidos el lugar en donde se encontraban: un habitáculo de grandes proporciones se revelaba ante ambos, destacando por sobre los otros no solo en su gran tamaño, sino también en su decoración. Desde la entrada que se presentaba como un simple hueco, había un par de escalones que descendían al suelo de la cámara principal, sobre el cual también descansaban un total de doce pilares de oro macizo. Las gemas que alumbraban el salón se encontraban sobre los susodichos, formando en conjuntos de seis, un camino a cada lado de este. Acumulados en los rincones había gran cantidad de objetos, todos y cada uno pequeñas obras de arte acumuladas, emitiendo el brillo característico de los metales preciosos. Y aún así, pese a todas estas maravillas únicas, el tesoro principal reposaba imponente al final del camino.

-La luna…de cristal- la voz  fina y ligera del pelinegro rasgó delicadamente el silencio, contrastando melodiosa con el destello azul. El pelirrojo por su parte, permitió que en sus labios se posara una sonrisa. Conocía muy bien aquel silbido excitado de su camarada, y la agitación que le producía el alcance de sus metas.

Inconscientemente se dividieron, ya que el mayor inició su camino para aproximarse a la joya, llevando consigo una expresión ilusionada y feliz, cual si fuera un niño, entre que el ojiaqua extraía de otro de sus bolsillos una cámara, dispuesto a llevarse su propio tesoro; un buen archivo fotográfico.

El moreno caminó a paso rápido, casi un trote, percatándose a medida que se acercaba, de una escalinata que separaba el pilar principal del suelo. La analizó con cuidado, procurando asegurarse de que no hubiese más trampas. Sin que lo supiera, Gaara le observaba fijamente, con una expresión de cariño.

-Joder! -rugió molesto al haber tropezado en los escalones, victima de su alegría mal disimulada.

-Orochimaru!-el pelirrojo llamó su atención y le enseñó el aparato en sus manos, todavía riendo por el pequeño accidente.

El mayor comprendió de inmediato el mensaje, y se recargó sobre la columna principal. El flash de la maquina brilló unas cuantas veces, haciendo que por cada una el modelo cambiara de pose, cerrando la sesión con su postura típica de conquistador, pisando sobre la nada con altanería.

-Okey idol, necesitare el resto del rollo así que vamos a trabajar-

-Tu mandas mapache!-

-Condenada víbora-

-Serpiente mapachito, serpiente- decía Orochimaru, levantando el dedo índice. Gaara negó con la cabeza un par de veces y siguió analizando los pilares. Cada uno de ellos poseía grabada una constelación del zodíaco al frente,  representadas por pequeños cristales que imitaban a escala las ubicaciones de las estrellas.-Deben ser del mismo mineral que las que están sobre esto- murmuró mientras que deslizaba las yemas de sus dedos sobre las incrustaciones. Luego, comenzó a fotografiar con precisión los ángulos más importantes.

En ese momento, el ojidorado observaba de cerca el fragmento de la luna de cristal.

-No creo que haya trampas, pero…- su mirada ambarina recorría en detalle el mineral y su mástil, sin notarle nada llamativo o peligroso. Buscó dentro de su bolsa y extrajo un pequeño paquete de tela.-Aquí vamos…- tomando con su mano izquierda la gema de unos tres palmos de altura, acercó con su mano libre el bulto. A medida que movía la piedra de lugar, el paquete ocupaba el espacio libre. Una vez finalizado, contemplo satisfecho el fruto de su logro.

-Ya la tienes?- preguntó el ojiaqua, acerándose.

-Jeje! Al fin!-

-Pareces un crio con juguete nuevo-

-Digamos que ahora solo quiero regresar a casa a jugar-canturreaba, feliz de la vida.

-Salgamos de aquí-

Y así, tesoros en mano, ambos saqueadores  abandonaron las ruinas de Tikal.

-Maldita escalera…ah, estoy cansado…- suspiraba el mayor, una vez que llegaron a la selva.

-Hum…Orochimaru, creo que hay un problema-

-Qué? Ahora qué pasa?-

-Mira- el mencionado se acercó hasta donde se hallaba su compañero, junto al shep que los había llevado hasta allí.-Le han quitado las llaves-

-Podríamos cortar los…-

-Y los neumáticos están pinchados.-

-Qué!?-  la expresión de piedra del saqueador revelaba lo tensa de la situación, dada la distancia del único pueblo a varios kilómetros de la selva.-Debieron haber sido esos desgraciados, bien merecida se tienen la muerte!-

-Muertos o no, nosotros tenemos problemas-

-Hum…-Orochimaru se arrodilló junto al vehículo y observó con tristeza los cortes en las llantas, a la vez que pensaba en alguna manera de resolver la situación, ya que para colmo, había empezado a oscurecer.

Entre tanto, Gaara se había alejado de él, puesto que algo entre las plantas le había llamado poderosamente la atención.

-Jeje, Orochimaru, deja de pensar quieres? Quien es el planificador de este equipo?-

-Tú, y qué con eso?- contestó el mencionado, aún en el suelo.

-Levanta esa cabecita de víbora y mírame-

-Joder, mapache! Que es ser…!-

 -Jeje…- una vez más el Sabaku sorprendía a su amigo, recargándose cómodamente en una enorme motocicleta.

-De donde la sacaste?- fue lo único que atinó a decir.

-Estaba entre los arbustos, debe ser de nuestros difuntos rivales.-

-Nuestra fortuna es indecisa eh?- reía el moreno, viendo su nuevo medio de transporte.-Qué modelo es?-

-Harly, creo-

-Como lo sabes?-

-Por la marca-

-Y yo que te creía más listo- dijo fingiendo decepción, entre que sacaba unos pocos bolsos del auto y los pasaba al otro móvil.

-Yo creía que tú no eras un pervertido y te recuerdo tu actuación dentro de las tumbas-

-Pervertido? Tú eres el de la cara de abusador-

-Y tú el de la actitud- contraatacó el ojiaqua, montándose en la moto.

-Hum…- Orochimaru se sentó detrás de él, aferrándose con algo de pena a la cintura del Sabaku.

-Cuidado donde tocas eh? Tienes hambre?-

-Como si hubiera que tocar, además como sabes que tengo hambre?-

-Porque espero que ese gruñido sea tu estomago-

-No estoy gruñendo!-en ese momento, los quejidos del vientre del ojidorado volvieron a hacer eco.

-Tú no, pero tus tripas si- rió animado, dando marcha al vehículo.

-Entonces vámonos antes de que me decida a comerte- silbó molesto, mordiendo levemente el hombro de Gaara.

-Okey.- finalmente arrancó, y desaparecieron entre la oscuridad de la jungla.

++++++++++++++++++++++++++++++

Dos días después del robo del fragmento de la luna de cristal, Orochimaru y Gaara lograron llegar, sobornos de por medio, a la Mansión Laberinto.

Dicho hogar, de apariencia soberbia rasguñaba los orles de un cielo plomizo con la torre de su campanario,  un agregado algo extraño que acentuaba aún más el aura lúgubre de la casona, la cual se encontraba rodeada por unos inmensos jardines verdes, predominando entre las múltiples plantas las rosas más grandes que pudieran existir, semejante a corazones jóvenes, repletos de sangre pura y roja pasión.

La puerta principal, de oscura madera lustrada, era lo bastante grande como para que por ella pudiera pasar una gran cantidad de personas, y lucia al estar cerrada, el grabado de una serpiente de metal.

Por dentro, la morada era capaz de albergar bajo su techo a una familia en extremo numerosa, sin que los integrantes de esta se estorbasen entre sí.

Las múltiples habitaciones se encontraban perfectamente amobladas y decoradas en un estilo ligeramente gótico, rozando lo vampirista. Mas en el aire, en lugar de sentirse un olor frio y dificultoso de respirar, se percibía claramente el perfume de una flor.

En el segundo piso de la casa, más específicamente en la biblioteca, el saqueador dueño de aquellos terrenos se encontraba meditando serenamente, sentado en un sillón de roble que hacia juego con el escritorio frente a él.

Su pecho se hallaba descubierto, siendo su única prenda unos pantalones negros ajustados, combinándose con su cabello suelto.

Contemplaba con inusitada tranquilidad y calma una rosa que había extraído del jarrón sobre la mesa, aquella magnifica flor que reinaba en todos los cuartos, formando la parte principal del decorado.

Su mirada, serena y apacible, se dejaba llevar por aquel sangriento carmín, a la vez que inhalaba profundamente la delicada esencia. Y así su mente, en un repentino torrente de convicción y adrenalina, dio la orden de agitar sus latidos, redoblando la marcha de su corazón. Cerró los ojos, y dirigió la mano libre a su pecho,  sintiendo por tacto lo incontrolable que se había vuelto el pulso de su cuerpo, descendió el rose despacio, deteniéndose sobre su vientre ya satisfecho del apetito del día, entre que su otra mano acercaba la rosa a su torso desnudo, sintiendo el deslizar de los pétalos.

Mas su estado de inconsciente fiebre fue interrumpido por un sonido ya familiar para él, obligándolo a fijar su vista ahora activa, en el origen de la ruptura del silencio.

-Te has quedado dormido?- indagó el Sabaku, entrando en la biblioteca. Traía puesta una camiseta larga de mangas cortas y rasgadas, en un tono rojo oscuro, y bajo esta seguramente unos bóxers, ya que dejaba al descubierto sus suaves y níveas piernas. Al igual que el mayor, iba descalzo.

-No, solo…estaba distraído- murmuro algo avergonzado, viendo en las manos del otro la máquina fotográfica.

-Nh?- el muchacho reparo en la mirada molesta del pelinegro, y luego en su cámara.-Perdona, es que quedaba una foto en el rollo, y había que desperdiciarlo en algo-se disculpó, sonriendo nervioso y rascándose la nuca.

-Ya has revelado las otras?-

-Si-confirmó Gaara, acercándose y depositando sobre el escritorio una buena cantidad de fotografías, a la vez que se sentaba sobre el mismo. -También hice algunas copias, en caso de que las necesitemos-

-Vamos a ver…-Tomando las imágenes y ordenándolas a modo de mazo, se dedicó a observarlas fijamente y en detalle, admirando silenciosamente la habilidad fotográfica del pelirrojo. Entre los múltiples ángulos de las piedras, sonrió al encontrar los retratos de si mismo junto a la renombrada joya, la cual en aquellos instantes abandonaba su reposo sobre la mesa y era cargada por su amigo.

-Otro tesoro que añades a tu colección- le dijo el muchacho de ojos aqua, mientras levantaba la gema para examinarla en la luz. Era bastante grande aunque no muy pesada, de un tono azul claro y cortes imperfectos, albergando dentro de ella gotas fosilizadas de un mineral de un azul más claro.-Los del museo se enfadaran-

-Tú los consientes demasiado, no crees?- contestó en simpleza el mayor, regresando las fotos-Les llevas muy buenas fotografías, pero jamás pides un centavo por ellas-

-El hecho de que me den acceso a las obras del museo me es suficiente-comentó con una sonrisa-Además, las fotos no son nada comparadas con el premio original-Luego dejo el tesoro sobre su sitio, junto a su propietario-Rebelare el resto, y luego iré al museo-

-Ten cuidado…-

Al salir de la biblioteca, el pelirrojo descendió los dos pisos subterráneos hasta llegar al cuarto oscuro, una pequeña habitación iluminada por una luz rojiza y equipada con todos los elementos que le pudieran ser necesarios a su dueño.

-Okey! a trabajar!- y así, tronándose los dedos, inició su labor de revelar el último rollo de película.

+++++++++++++++++++++++++++++

Unas pocas horas después, Gaara se puso unos pantalones azules, un calzado cómodo, y partió rumbo al museo.

-Estoy seguro de que le gustaran-se decía a sí mismo, llevando alegre el sobre en sus brazos.

Ya en la entrada del edificio, un joven alto, de tez y cabellos blancos, lo estaba esperando.

-Buenas tardes, Hidan- saludó el pelirrojo, subiendo las escalinatas y viendo las orbes amatistas del otro.

-Gaara-kun! Que bueno verte por aquí!-saludó el mencionado, sonriendo y dando unas palmadas excesivamente fuertes en el hombro del chico-Qué me traes eh?-

-Pues…- el Sabaku habló intentando sonar calmado, pese al dolor de los golpes.-Son las fotos que tomé en las runas de Tikal-le dijo, entregándole el sobre.

-Así que fueron allá…-susurró el albino-encontraron algo importante?-

-Algo así…-el ojiaqua evitó mirar fijamente las orbes violáceas del peliblanco, conociendo bien su extraña capacidad de adivinación a través de los ojos-Ya debo irme, saluda a tu hermano de mi parte!-finalizó, mientras echaba a correr.

Hidan dejó ir un lánguido suspiro-Nunca cambiara-se dijo a sí mismo, entrando de nuevo al museo. Anduvo tranquilamente por las grandes salas, quebrando el silencioso ambiente solo con el sonido de sus pasos, que hacían eco contra el suelo de mármol frio. Subió por unas escaleras de acero negro, e instintivamente sujetó el rosario que guardaba entre los pliegues de su camisa blanca al sentir la música que invadía el ambiente.

-‘’Mitternach’’-subió los últimos escalones, notando como las luces del atardeces se apegaban en sus zapatos y pantalones negros.

-Nisan, Gaara-kun te trajo algo!-canturreó con alegría, entrando en la gran habitación que utilizaban como estudio. Aquel habitáculo estaba ocupado en su mayor parte por largas mesas de trabajo, sobre las cuales reposaban varias herramientas arqueológicas, microscopios, dos computadoras y gran cantidad de papeles.

La luz fuego del ocaso traspasaba el cristal de las amplias ventanas que ocupaban toda una pared en su extensión, proyectando la sombra de sus rejas. Solo una persona se hallaba en aquel sitio, develándose a si misma como la sombra más negra del mismo, y destacando de su cuerpo, solo sus brillantes ojos negros.

 

Continuara…

Notas finales:

okey!les tengo otro juego! a ver quien puede decirme a que cuento de Julio Cortazar se hizo una pequeña parodia en una de las frases de este capi eh?muy dificil?otra; que famoso escritor estadounidense escribio un relato en el que hablaba de una casa?pista: se hizo una pelicula.
Vamos vamos!a ver quien quiere ocupar el lugar de Orochimaru o Gaara y acompañar al que quede solito eh?

Valen reviews,saqueadores!!

                                     ¡¡Riot!!


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