Hola, soy Tom, lo mas seguro es que ya sepas quien soy.
Bueno, hoy los tengo aquí reunidos para contarles una historia de miedo, que hasta la fecha me sigue dando.
Faltaba una semana para Halloween, y mis amigos, mi hermano y yo, teníamos que pensar como pasaríamos la noche.
Tenia que ser algo bueno y divertido ya que seria nuestro ultimo año para salir disfrazados. Gustav y Georg nos esperaron a Bill y a mi por que dentro de un año cumpliríamos 15 y ya sería ridículo salir a la calle a nuestra edad y en esas fachas.
-Y…. ¿Cuál es el plan? – Pregunta Gustav viendo que todos estábamos pensativos mirando el piso
- ¿Cuál plan? – Pregunté distraído con los ojos abiertos como platos
-Tom, por favor reacciona – Pidió mi hermano
-Pues el plan es el de siempre, saldremos a pedir dulces y de regreso hacemos fiesta. Este año toca en nuestra casa, pero en mi habitación no, en la de Bill.
-Este año hay que agregar algo diferente ¿Qué tal si nos emborrachamos?
-Cool, resultará algo interesante. Por mi parte, traeré algunas películas porno – Dijo Gustav. Se nota que me conoce mucho
-Nosotros arreglaremos mi cuarto para estar perfectamente cómodos. Por si las dudas, en el baño pondré lubricante que encontré en un cajón de Gordon.
-Eres un pervertido ¿Para que el lubricante? – Menuda pregunta la de Georg, a veces podía ser tan inocente…
-Más de alguno terminará muy caliente con esas películas y necesitará el baño para consolarse.
Que orgullo daba mi hermano en aquel momento. Su inocencia se vino abajo después de que dijeron lo de las cervezas. Valla que si lo pervierto, el era un ángel, hasta que lo bajé de la nube.
Todo organizado, Georg y Gustav se fueron de casa. Esa noche mamá y Gordon salieron a una fiesta, si, una de esas reuniones aburridas a las que siempre intentaban llevarnos a Bill y a mí. Nosotros dos estábamos solos.
Subí a mi habitación y me puse el ipod, ignorando lo que pasaba a mi alrededor, perdiéndome y olvidando que Bill estaba en la casa conmigo.
Sin darme cuenta ya eran las 11:30 y Bill, sabrá Dios cuanto tiempo llevaría recargado en la puerta.
-¿Qué pasa? – Pregunté. El estaba callado mirándome inmóvil, de brazos y piernas cruzados con un hombro en el marco.
-Nada, solo que, será algo divertido el halloween este año – Y se retiró de la puerta sin decir nada más.
Muy bien, si. Bill podía ser bastante raro en algunas ocasiones, y este momento no era la excepción. A veces hasta me daba miedo su comportamiento. Pero que va, es mi hermano y debería estar acostumbrado a esas cosas.
Para cuando salí de mi cuarto en busca de Bill, ya no estaba en el pasillo. Ya todo estaba apagado y él, encerrado como de costumbre.
Pasó la semana y era el momento de divertirnos. Eran las 5:30 y ya se empezaba a oscurecer. Era hora que Bill no salía de su cuarto. Todos habíamos hablado de nuestros disfraces menos mi hermano y estábamos que moríamos por ver de qué saldría mi loco gemelo.
Gustav era un zombie, yo no le veía diferencia por que cuando se levanta por las mañanas, parece zombie. Georg era un pirata fantasma y yo, bueno, yo quería ir de bombero streeptease pero no… mi madre no quiso asi que, soy un bombero asesino y muy muy guapo.
Cuándo Bill salió de su habitación, ninguno podíamos creer que ese fuera mi hermano.
Era tan, diferente. Sus ojos marrones resaltaban con esa sombra negra. Su peinado, el fleco planchado y sellado con laca. El disfraz era perfecto y lo hacía verse hermoso.
-¿Qué eres? – La pregunta de Gustav hizo terminar con nuestro silencio.
-Soy un vampiro – Dijo. Al pronunciar esas palabras, unos blancos colmillos se asomaron entre sus labios carmín.
Yo seguía callado y decidí no hacer comentarios de ese disfraz tan extraño. Y salimos a la calle. Valla vergüenza, jamás me había sentido tan ridículo en mi vida como en ese momento. Pero no me importó nada al ver a Bill divirtiéndose.
Parecía que yo era el zombie. Callado y siguiendo a los demás, ni si quiera pedía truco o trato, solo, dejaba que los dulces cayeran dentro de la calabaza.
Para cuando regresamos a mi casa, estábamos inundados en dulces y encontramos a mis ridículos padres, vestidos de Peter Pan y Tinker Bell, asi que salimos disparados al cuarto de Bill que estaba para morirse.
Con razón no encontrábamos el microondas y pensábamos que nos habían robado. Mi gemelo raro lo tenia.
Estaba el DVD con una película de muertos dentro, 4 tazones llenos de palomitas de maíz y 4 puffs como asientos.
¿En que momento Bill arregló todo eso? Su cuarto permaneció raramente abierto toda esa semana y solo se encerró para ponerse si disfraz, una hora.
No importaba, ya estábamos viendo la cinta y no me di cuenta cuando Georg colocaba otra en su lugar y Gustav cerraba la puerta con el cerrojo. Increíblemente, eran las 12:17 AM y no supe de que trató la película.
15 minutos después ya estábamos muy muy ebrios y la primera víctima de los efectos del alcohol fue Gustav, quien se desmayó al instante. A Georg se le fue de las manos y ya no sabía quien era, asi que lo pasamos de largo. El menos ebrio era yo, hasta Bill estaba algo demás.
Después de esa película porno se fueron las luces y me quedé estático. Tenia miedo y no me quería mover hasta que sentí una mano posada ligeramente en mi hombro que se deslizaba por mi espalda y rodeaba todo mi ser para al fin llegar a abrazar mi pecho.
-¿Quién eres? – Pregunté después de unos segundos, pero nadie me contestó.
Por el momento no pensé nada fuera de lo normal hasta que miré hacia atrás y vi unos ojos brillantes y colmillos. Fue entonces cuando grité.
Pero su mirada me penetró y me dejó inmóvil al instante, y me besó, me besó como nunca nadie lo ha hecho, sus manos me descubrieron. ¡Me volvía loco al contacto! Y que más decir, no sabía quien era, o en todo caso, lo que era, pero qué más da, si me gustaba todo lo que hacía…
Y me mordió, sus fríos labios encerraron mi cuello y me mordió, por un segundo me dolió hasta que lo sentí bajando su mano por mis jeans y me tumbaba contra el piso.
Me sentí extraño luego de la mordida que me obligó a abrir los ojos de golpe, y entonces, veía todo mas claro a pesar de la oscuridad y le vi el rostro a esa criatura que me había hecho disfrutar tanto.
-¡¡¡Bill!!! – Grité sentándome cuando miré que ese vampiro era mi propio gemelo.
-Buenos días – Me dijo levantándose de un lado de mi, en el suelo - ¿Estás bien?
-Me siento algo mareado por lo de anoche – Dije viéndolo con extrañeza – iré a baño
Gustav y Georg seguían dormidos y dejé a Bill en donde lo encontré. Llegué a mi destino y abrí el grifo de agua fría, me amarré las rastas en una coleta y me mojé para refrescarme un poco después de ese sueño tan raro y cuando me miré al espejo, ahí estaban, esas marcas, la muestra de que no había sido un sueño y me pasé dos dedos por ellas, me dolía.
Me di la vuelta y Bill estaba justo detrás de mi.
-¿Qué ases aquí? – Tomé una toalla y me sequé la cara.
-Vine a ver si estabas bien – Dijo con una leve sonrisa.
De nuevo miré el espejo para verificar las marcas en mi cuello y Bill ya no estaba atrás de mi.
-¿Estás bien? – Preguntó. Me asusté volviéndome a él y seguía parado donde mismo, pero no se veía su reflejo y mis ojos se abrieron a más no poder.
Sentí un escalofrío recorrerme y Bill solo sonrió, sus ojos tomaron un color rojo que pronto recobró su tono marrón, y salió del baño dejándome ahí.
Quedé parado exactamente donde estaba con una mano en la mordida, marcas que todavía tengo. En ese momento estaba confundido pero ahora, se que mi gemelo es un vampiro, y que yo también…