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MANSAKA por arcasdrea

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Notas del capitulo:

¡¡Agáchate Semana Santa, que de esta escritora no te salvas!!

Disculpen la demora, pero ando escasa de tiempo, además de tener una tendinitis en la mano derecha, pero ya heme aquí. Con más inspiración que nunca. He actualizado un fic olvidado, subido otro en tiempo flash y ahora actualizado este.

Respecto a Nací para amarte, están las ideas, pero no me satisfacen, así que estoy arreglandolo mejor para subir algo decente. Es el fic más complicado que tengo hasta el instante, por eso quiero hacerlo bien. Espero puedan tenerme paciencia.

Con respecto a MANSAKA, aviso que el próximo será el final, haciendo desaparecer por fin todos los misterios en torno a los personajes.

Un placer verlas nuevamente.  

MANSAKA

Día cinco

Todos se apartaban rápido para déjarle pasar y no ser atropeyados por su loca carrera. Era insólito verlo en esa actitud tan fuera de si, cuando era el ejemplo viviente y andante de buen comportamiento y autocontrol. Siempre un caballero en el más mínimo aspecto de su vida, incluso cuando peleaba acérrimamente en una duela de basquetball.

- ¡Akagi! ¡Akagi! – casi sin aire por la carrera se avalanzo sobre la puerta del salón, atrayendo la mirada sorprendida de todos los presentes en el interior.

- ¿Qué pasa Kogure?

- Mitsui y Ryota han peleado. Están en dirección. Ayako fue por el entrenador Anzai – habló atropeyadamente, mientras ya al lado del capitán lo jalaba de un brazo hacia afuera.

- Par de... – su enojo fue inmediato, mas su vicecapitán lo interrumpió.

- ¡Los quieren suspender del equipo! ¡Debes ir!

Ante la perpectiva de la situación Akagi salió como alma que arranca del diablo, con Kogure pisándole los talones, pero chocaron en la boca de la escalera con Yazuda que venía cuán o más histérico que el cuatro ojos.

- ¡Capitán! ¡Gracias a Kami es usted!

- ¿Qué sucede ahora? – ya nada podía ser peor.

- Rukawa se peleó con unos chicos en el gimnasio. Mandó a dos de segundo al Hospital – Akagi rodó los ojos.

Después de todo si podía haber algo peor. En sólo una hora tres de los chicos problemáticos de Shohoku habían armado dos peleas apocalípticas.

- ¡Diablos! – exclamó Kogure con alarma.

- Se lo llevarón a dirección. ¡Lo quieren suspender! – Yazuda desesperado manoteaba en todas direcciones.

- Esos tres me las pagarán –gruño con rabia antes de salir disparado hacia la dirección a sortear la suerte de sus jugadores titulares.

ooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo

- ¡Hanamichi! – la puerta de metal golpeó estruendosamente la pared al ser abierta de manera abrupta por Takamiya.

- ¡Cállate gordo, estoy tratando de dormir! – le alegó éste sin moverse ni un centimetro de su cómoda posición. Recostado de espalda al suelo cuan largo era, con los brazos bajo la cabeza haciéndole de almohada..

- ¡Hanamichi! – cayó sentado sobre él, dejándolo prácticamente sin aire. Pero antes de que pudiera reclamar y sacarse al gordo de encima, éste le agarró la cara poniéndolo frente a la misma para verificar tener toda su atención – Rukawa, Mitsui y Ryota han peleado. Mandarón a varios al hospital. Ahora están en Dirección. Toda la escuela está allá. Los quieren suspender. ¡Es el fin del equipo de basquet!

- ¡Mansaka! – exclamó Hanamichi poniéndose pie y botando al gordo de culo al suelo.

Iban ingresando al interior del edificio, cuando a media escalera se encontraron con Yohei y los demás que iban en el mismo plan de Takamiya: Contarle la malanueva.

Llegó rápido hasta la dirección, seguido a duras penas de su fiel tropel y a gritos, empujones y miradas asesinas se hizo camino entre la muchedumbre de estudiantes que querían nutrirse del chisme.

- ¿Por qué se han peleado sin mi? – vociferó por todo lo alto cuando ya estuvo dentro.

Los tres gamberros en cuestión estaban sentados en frías sillas metálicas a un lado de la puerta que llevaba a la oficina principal. Los tres con huellas claras en sus caras de sus disputas. Rukawa fingía dormir, pues el pelirrojo vio claramente como éste le miró de reojo cuando entró en el lugar. Ryota parecía perro apaleado, cabisbajo y con aura arrepentida, a causa de la mirada reprochadora que le lanzaba su novia parada de brazos cruzados frente a él. Mitsui al parecer recordaba guiños sabrosos de su pelea porque sonreia divertido sin una causa aparente; todo lo contrario al nervioso de Kogure, que afirmado en la muralla del frente, estaba ensimismado en morderse la uña de uno de sus pulgares. Sakuragi supo de inmediato que Akagi con el profesor Anzai hablaban con el director en su oficina, al escuchar sus voces amortiguadas tras la puerta del principal.

- Cállate Sakuragi, tu comentario está fuera de lugar – le reclamó Ayako, lanzándole una rápida mirada de recriminación.

- ¡Auch! Parece que andamos sensibles – la mujer frunció más el entrecejo de ser posible al tiempo que le advertía con un gesto de que con sus propias manos lo asesinaría – ok, ok... no diré nada más... pero ¿Qué paso?

- No nos quieren decir – señaló Kogure mirando a los tres jugadores.

- Deja de joder, Kogure – le advirtió Mitsui.

- ¡Entonces diganos por qué pelearon! - exclamó la manager indignada.

- En resumen: Ellos nos molestaron, nosotros nos defendimos - dijo Mitsui con desdén.

- Puedes explayarte más. Necesito más información para poder entender la estupidez de ustedes tres.

- Lo de Rukawa es cuento aparte – le recordó Ryota con algo de miedo.

- Lo sé, ya nos dirá él después – la mujer miro al pelinegro en cuestión – ¡Y sé que estás fingiendo dormir, Rukawa!.

- No pienso... – murmuró el aludido al tiempo que sólo abría un ojo para enfrentar a Ayako.

- ¡Tropa de im...! - la mujer se mordió los labios para no soltar la pachorra de insultos y maldiciones que se le agolparon en la mente – ¿acaso no se dan cuenta en la situación que están?. Si no colaboran, los suspenderán del equipo por simple necedad de ustedes. No sé cuándo les bajó el orgullo del peleador que no quieren decir nada. ¡Háganme juicio, maldita sea!

- ¡Uyyy! Será mejor huir – le dijo por lo bajo Hanamichi a Kogure, quien sólo se limitó a asentir con un gesto de cabeza.

- ¡Te dije que te callarás, Sakuragi! – explotó la muchacha lanzándole una mirada de odio al pelirrojo que se escondió tras el cuatro ojos.

- Si... si, señor – balbuceó bajito como inocente y miedoso borregito ante el hambriento y sádico lobo.

- Pueden ya decir de una vez... – comenzó a amenazar Ayako en voz muy baja, mientras frotaba sus sienes para poder amilanar el dolor de cabeza – por qué armaron gresca.

El pelirrojo no entendió por qué tembló de pies a cabeza cuando la mirada seria y fría de Mitsui se posó en él.

- Es culpa de Sakuragi – masculló éste luego de unos minutos de silencio.

El pelirrojo abrió la boca enormente, sorprendido de la acusación de algo en lo que no había participado.

- Y de Rukawa – agregó Ryota mirando de soslayo al pelinegro, que aunque ya no fingía dormir, escondía su mirada bajo el flequillo.

- ¡Yo no hice nada! – grito el pelirrojo armando berrinche.

- Rukawa armó pelea aparte. Y Sakuragi no estaba en el lugar de su pelea, Ryota.

- Mira, Kogure – exclamó Mitsui totalmente falto de paciencia - Es su culpa, por que si ellos no hubieran gritado a los cuatro vientos que salieron del closet, no toda la escuela andaría murmurando a espalda de nosotros que el Equipo de Basquetball es un equipo de maricones.

Ayako, Kogure y Sakuragi abrieron la boca impresionados, pero ninguno emitió palabras.

- Nos cruzamos con unos chicos de primero en el pasillo que da al laboratorio de Química. Mitsui escucho un comentario mal intencionado y se paró a encararlos.

- ¿Qué dijeron? – gesticuló Ayako.

- Que él era el uke que ofrecía el culo – susurró entre dientes, con rabia contenida el jugador de tres puntos mientras señalaba a Miyagi – mientras que yo me lo mamaba.

Hanamichi masculló algo inaudible, más que seguro alguna maldición; Ayako se tapó la boca impresionada y Kogure apretó los puños.

- Cuando Mitsui los encaró, ellos en vez de retractarse subieron de tono su burlas. Incluso uno se acerco a Mitsui y trató de...

- ... manosearme... – murmuró Mitsui, cerrando sus puños hasta blanquecer sus nudillos – por eso le golpee en la boca del estómago y sus amigos quisieron defenderle. Y así se armó la gresca.

- ¡Esos malditos hijos de...!

- ¡Sakuragi! – le advirtió Ayako para que callará.

- Pero...

- ¡Lo sé... también tengo ganas de matarlos, pero no es el lugar ni el momento!.

Enojado se apoyo de espalda a la murallla y se dejó caer hasta sentarse en el suelo.

- Rukawa ¿A ti te paso algo similar? – pregunto Kogure rompiendo el tenso silencio y atrayendo la mirada de todos en el pelinegro.

- Unos chicos intentaban colgar un lienzo en el gimnasio y Rukawa quizo detenerlos – dijo Yazuda apareciendo recién por la puerta, acompañado con el resto del equipo.

- El lienzo decía: “Aquí te convierten en Gay, no en basquetbolista” – habló Rukawa con la vista fija en el suelo.

Sakuragi se paró como un resorte para salir corriendo de la oficina, pasando por encima de los del equipo. Ayako trató de detenerlo a gritos, pero él no le hizo caso. Ryota y Mitsui se miraron entre si y fue más que suficiente para pararse y salir corriendo tras su compañero. Rukawa hizo lo mismo, pero de un modo más relajado y lento.

- Quédate sentado – le dijo la mujer atrapándolo por el brazo.

Rukawa sólo la miro de medio lado. Y deshaciéndose el agarre de manera brusca, pero sin ser violenta se largo de ahí.

- ¿Qué pretenden? – dijo Ayako con desespero en la voz.

- Ayudar a Sakuragi – murmuró Kogure plantado a su lado.

- ¡Vamos! – voltearón rápido, para entrar aparatosamente en la oficina del director y poner de sobreaviso a su capitán y entrenador.

ooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo

Iba a la vanguardia de la formación con cara de pocos amigos, asesinando con la mirada como alguna vez le dijo el Gori; seguido de Miyagi y Mitsui, que querían desquitarse con los mal hablados que les provocaron; y de su fiel Gundam, que a cada paso que daban más se hinchaban de la dicha ante la pelea inminente.

Apenas Yohei y compañia le vió salir raudo de las oficinas administrativas, simplemente le siguieron hasta alcanzarle y así posicionarse y caminar a su lado, pues lo conocian los suficientes años y habían peleado juntos muchas veces como para saber que cuando Hanamichi traía esa mirada es que quería camorra y hacer correr ríos de sangre.

Tan pronto como estuvo a su lado, Sakuragi lo interrogó sobre quiénes eran los provocadores y dónde se reunían estos y Yohei como buen mano derecha, le indico con lujos de detalles que eran un grupo de desadaptados e impopulares que por rencor habían formado un grupo que atacaba a todo y a todos lo que ellos odiaban y que siempre se reunían en el Templo Kiyomizu-dera, antes del atardecer.

- Es como si hablaras de nosotros Yohei – fue el inoportuno (por no decir “estúpido”) comentario de Takamiya que le hizo acreedor de tres golpes y un cabezazo mortal. Miyagi y Hisashi se rieron hasta el cansancio del infortunio del gordo.

Subieron la escalera que los llevaría a la cúspide sin apuro, todos acompasados al paso mesurado del pelirrojo, que desde que habían cruzado la puerta principal de Shohoku no había abierto la boca. No creían encontrarlos inmediatamente, pero allí una docena de muchachos estaban reunidos y sentados en las áreas verdes circundantes al templo como si le estuvieran esperando, aunque en apariencia parecía que estaban más entretenidos en teclear en sus computadores personales.

- ¡Genial! – habló alto Miyagi con sárcasmo, para hacerse notar – golpearemos a un grupo de Pasokon Otaku – utilizó el despectivo termino que caracteriza a un fanático enfermizo por los ordenadores.

- Es como pretender golpear a una mujer – le secundó Noma en broma.

- Y nuestras madres nos enseñaron que no se les puede tocar ni con el pétalo de una rosa.

- ¿A los Pasokon Otaku o a las mujeres? – le pregunto dramáticamente Takamiya a Okus para seguirle el juego.

- ¡A ambos! – concluyeron a coro todos, menos Hanamichi que se mantenía serio, para después largarse a reir.

Inmediatamente uno de los Nerd se puso en pie quien evidentemente era el líder, pues todo los demás le imitarón después.

- Por fin muestra la cara el maricón en jefe – vociferó con sorna, mirando despreciativamente a Sakuragi.

- Disculpa la demora – contestó el pelirrojo dando algunos pasos al frente – si nos hacen el favor, pueden ponerse en fila para recibir la golpiza.

- ¡¿Nos amenazan?! – la voz de alarma del lider llevó a todo el grupete de Snobs a ponerse en posición de pelea.

- No estoy amenazándote – el pelirrojo, mostrando una sonrisa de arrogancia, se irguió a todo lo que daba haciéndolo ver más intimidante de lo que comúnmente era – sólo constato un hecho...

- ... que ahora pagarán – terminó la frase Mitsui tronando sus nudillos.

- ¡JA! – soltó una risa con desdén otro del grupito de desadaptados, y que tenía cara de sicótico – ustedes lo único que buscan aquí es que le den “del bueno por detrás” – dijo al tiempo que gesticulaba obscenamente meneando la pelvis. Todo el grupete se tronchó de la risa ante el chiste.

En menos de un segundo el muchacho tuvo al pelirrojo frente a frente y en menos de otro segundo, voló por los aires cual muñeco de trapo. Hanamichi simplemente lo atrapó por la solapa de su chaqueta escolar y lo elevó por los aires dibujando una parábola sobre su cabeza con el cuerpo flácido del desdichado, que finalmente estampó en el suelo sin la más mínima consideración.

- ¿Alguien más quiere que YO le “dé del bueno”? – indicó Hanamichi con autosuficiencia.

Y para cerrar con broche de oro, Noma acertó unas cuantas patadas en las costillas del chiquillo que yacía inconciente a los pies de Sakuragi.

El grupito aunque en primera instancia retrocedió un paso, a la orden de su líder se avalanzó contra ellos gritando como desaforados para darse brio. Ellos simplemente los recibieron como si la ineludible pelea fuera un común y feliz paseo por el parque, una soleada mañana de Domingo.

Y bueno... así se armó la riña.

Como los desadaptados sociales eran más, Hanamichi, Mitsui y Ryota se vieron atacados por dos cada uno. La gundam se las enfrascaron con uno cada quién, y aunque aparentemente estaban en clara ventaja por su basta experiencia pujilista, los desadaptados eran tan raros y dementes que les atacaban en extrañas poses sacadas de películas de pelea chinas.

- ¡¡Son una tropa de Bruces Lees al peo!! – exclamo ofuscado y desesperado Takamiya cuando a su disputa no le hallaba ni pie ni cabeza.

El lider de los desadaptados miraba todo a cierta distancia, gritando de vez en cuando animos y consejos a sus dirigidos.

Hanamichi no la estaba pasando mejor y a pesar de acestar más que recibir, vio por el rabillo del ojo como su gundam estaba verdaderamente complicada, cercada por una mala imitación de los Power Ranger y como Ryota con Mitsui estaban complicados tratando de acestarle a sus correspondientes oponentes que eran verdaderos monos danzando y chillando a su alrededor.

- ¡¡Ya basta!! – grito sacando fuerza de su furia y en cosa de segundos, sus dos contricantes estaban en el suelo, sangrando hasta por los ojos.

Yohei y los demás imitaron a su lider y también gritando como soldados a la batalla, acabaron con los “Power Ranger” en un dos por tres. Felices observaban su proeza cuando un sonido hueco, seguido de un alarido llamó su atención. Tras ellos Mitsui estaba arrodillado en el suelo, vomitando sangre a cada quejido que emitia y frente a él un nerd con bate de acero en mano pretendia acestarle otro golpe. Ryota lo detuvo a ratos cuando se le lanzo encima, pero el lider de los freak siendo hombre de deshonor lo atacó con otro bate salido de la nada, por suerte pudo esquivar el golpe que iba directo a su cabeza, pero no pudo evitar recibir daño en su brazo que antepuso para protegerse.

- ¡¡Maldito!! – grito Hana al tiempo que se lanzaba encontra de él.

- ¡¡Muere Maricón!! – le respondió el freak ya alzando el bate para recibirlo, y Hana tan enajenado como estaba no preveía el ataque que recibiría por atacar de manera tan descuidada.

Iba a recibir doble descarga, pues el otro freak con bate también iba a su encuentro, pero ninguno de los dos pudo acertar ni un solo golpe contra el pelirrojo, pues de doble patada Rukawa – apareciendo de no se sabe donde – los tumbo en el suelo. Yohei y Noma actuaron rápido y se lanzaron encima de ellos quitándole los bates, amenazándolos después con desfigurarles las caras.

Los freak que aun quedaban de pie no intentarón nada encontra de los muchachos, al ver a su lider gimoteando de dolor y retorciendose en el suelo pidiendo clemencia ante el demonio pelirrojo que lo hacia del cuello de su camisa.

- ¡¡Te basto con esto o quieres más, imbecil!! – y le atuso un golpe en plena nariz. Un sonido de huesos resquebrajándose bajo su puño hizo que a todos se les cruzara un claro gesto en la cara ante el dolor ajeno.

- ¡¡No me hagas nada, te lo suplico!! – la voz suplicante le salió deformada debido al lloriqueo y la gangosidad.

- Cobarde – y con desprecio le azotó la cabeza en el suelo, dejándolo inconciente.

- Recuerdame nunca hacerte enojar – comentó como si nada Mitsui, siendo ayudado por Okus para mantenerse en pie.

Hanamichi le hecho una mirada significativa de enojo, para luego mirar al zorro de igual manera, pero musitando un "Gracias", que el pelinegro correspondio con una venia de cabeza.

- Y qué hacemos con estos – pregunto Yohei que tenia al resto de los freak en hilera y arrodillados como si esperaran su condena.

- Déjalos ir – gruño Sakuragi sin mirarlos.

- Pero...

- ¡¡Déjalos ir!! – ordenó tajante dejando a todos en una sola pieza.

Los desadaptados sobrevivientes no lo pensaron ni dos veces antes de abandonar el lugar corriendo como posesos por sus vidas. Tenian verdadero terror del “demonio rojo”, sin embargo, un ruido particular los espanto aún más.

- ¡¡La policia!! – grito alarmado el gordo Takamiya ante el ruido de la sirena.

- ¡¡Pronto!! – les apuró Yohei - ¡Ayuden a Ryota con su brazo!

Noma pretendió ayudar a correr a Miyagi, que se sostenía el brazo ya amoratado y sangrante; sin duda tendría una fractura de proporciones, porque ya le dolían hasta los cojones. Takamiya ayudo a Okus con la carga de Mitsui, quien de todos era el más mal herido. Hanamichi se colocó a la retaguardia de la formación para cubrirle las espaldas en el arranque, en caso de ser necesario, no obstante fue Rukawa quien lo protegio a él, pues, preocupado por ir mirando hacia atrás, trastrabillo con una rama cayendo al suelo.

- ¡Alto ahí los dos! – una linterna les ilumino cuando el zorro le ayudaba a pararse.

Hanamichi gruño una maldición por lo bajo cuando alzo sus manos en alto, después de la orden de uno de los policias. Rukawa también hizo lo mismo, con la vista clavada en la tierra.

ooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooooo

- ¡Maldito sacerdote fisgón! – su puño se estampó en el duro cemento, sin más resultado que provocarle un gran dolor.

- Do’aho

- Zorro de mierda – siseó mirándolo con desprecio mientras agitaba la mano en el aire para aliviar el dolor.

No podía tener más mala suerte que ésta. Encerrado en una celda hasta sabe Dios qué hora, incomunicado, abandonado por sus amigos y con el zorro como única compañia sentado en la solitaria banqueta del lugar. Por lo menos sentía satisfacción y alegría de haberle dado su lección a esos imbeciles que en ambulancias se los habían llevado. Tal vez estaba preso, pero por lo menos se retiro del templo con estilo, se retiro siendo el malo y no el idiota a quien le habían destrozado la cara y pateado el trasero.

Aunque su mal humor volvió cuando al serle cedida la llamada que tenía por derecho de ley, le contesto el buzón de voz de Taiyo, desperdiciando así la oportunidad de poder salir de ahí lo antes posible. Ni un policia quizo escuchar razones y sin más fue devuelto a la celda, donde le esperaba el autista del zorro.

- Tendré una noche de gran diversion... yi-ja – comentó a si mismo con sárcasmo y mirando por el rabillo del ojo al zorro.

Durante bastantes minutos no se dirigieron palabras. Rukawa meditabundo, con la vista fija, sentado e inclinado hacia delante en la banqueta de la celda. Y Hanamichi, apoyado en la reja, mirando a la nada con cara de fastidio, por lo mismo y para no aburrirse fue que comenzó a silbar una tonadita improvisada.

- Llámaste a Sendoh – pregunto Hanamichi sin voltear y que ya no tenía nada que improvisar en su cantado silbido.

- Sí – contesto con la monotonía típica en la voz el zorro.

Tuvo que recordarse Sakuragi que estaba cansado y aburrido, por lo que no tenía ánimos de golpear al pelinegro por ser tan pasote.

- Yo llamé a Taiyo, pero me contesto su buzón de voz. Espero llegué rápido – Rukawa no contesto ni mucho menos comento.

- Y... – dudo unos instantes hacer la siguiente pregunta. Mas con el ánimo que se gastaba el zorro para comunicarse mejor era ahorrarse palabras y seguir con su silbido, pero la curiosidad pudo más - ¿Cuánto tiempo llevan juntos? – volteó levemente el rostro para mirarle y se sintió incómodo, entrando su cuerpo en estado de alerta general, cuando se percató que los ojos del zorro estaban fijos en él.

- No mucho

Hanamichi rodó los ojos con impaciencia. El ser más monótono y rutinario del planeta estaba encerrado con él en una celda de dos por dos y pensando que ante esa pregunta le atacaría sin más, éste le salía con una aburrida y borde respuesta. Odiaba que el zorro fuera tan impredescible.

- ¿Y tú? – lo afirmaba una y mil veces, odiaba que el zorro fuera tan impredescible.

- Lo conocí en la clínica, así que ya llebamos juntos unos cuatro meses.

- ¿Cómo lo conociste? – Hana giro completamente hacia el pelinegro al escuchar esa pregunta. Le miro de hito a hito con una ceja alzada y con la suspicacia marcada en la cara. Pero espantándose las malas ideas de la cabeza, se encaminó hacia la banqueta, en donde el zorro le hizo espacio para que se sentará.

- Taiyo había llegado dos semanas antes que yo a la clínica, por el corte de su tendón de Aquíles de la pierna derecha – se recargo hacia atrás, amurallando su nuca y metiendo las manos en los bolsillos de su pantalón – nos conocimos durante una sesión con el fisiologo, estabamos en la misma sala y él comenzó a hablarme o mejor dicho a gritarme – sonrio ante el recuerdo de cómo le gritaba desde la otra esquina de la sala de rehabilitación – por obviedad le conteste porque el tipo era muy divertido y así buscabamos cada ocasión para poder conversar o reirnos... y así se fue dando la cosa. Un día él se me declaró, nos besamos y... eso – Rukawa frunció los labios ante el final tan apresurado o eso pensó Hanamichi al verle el gesto.

- ¿Cómo aceptaste...?

- ¿... que me gustaban los hombres? – Rukawa asintió con la cabeza – pues creo que Taiyo me encanto poco a poco, no soy homosexual completamente, a lo mejor soy bisexual, por eso me pude liar con Taiyo. Por lo menos, ahora sé que estoy feliz con él y que lo quiero mucho.
Rukawa fijo su vista en el cielo razo, Hanamichi comenzó a sentirse incómodo por el silencio tenso. Tenía la sensación de que la celda cada vez se hacía más pequeña.

- Y tú con Sendoh... cómo terminarón liándose.

- Me persiguió por un tiempo para pedirme una cita, hasta que se la dí.

- ¿Eso es todo? – exclamó el pelirrojo en parte desepcionado por lo poco e impresionado por la carente de emoción con la que hablaba Rukawa. El zorro se recogio de hombros.

- Eres un borde. Sendoh se aburrirá pronto de ti – el pelirrojo pegó un leve brinco cuando su compañero de celda de paró de improviso luego de decirle eso – oye, tampoco es para que te enojes – trato de bajarle el perfil a su comentario.

- ¿Soy aburrido?

- ¿eh? – no es que no hubiera entendido la pregunta, es que simplemente le pilló de sorpresa el que al zorro le afectará su comentario y se cuestionará de esa manera.

- ¿Tú te aburrirías de mi?

Dirigió su mirada confundida en todas direcciones, mientras su mente se hundía en la reflexión. Reviso rápidamente cada uno de los episodios vividos con el zorro: la pelea en la azotea donde se conocieron; guiños de sus múltiples peleas en el gimnasio, como la vez que el Gori terminó con la cesta de los balones sobre su cabeza; la vez que quedaron colgados juntos del aro, cuando casi logran una perfecta jugada entre los dos para pasar a Mitsui; la vez que sin pretenderlo jugaron juntos y vencieron al Sannoh.

- Nunca me aburriría de ti – sentenció finalmente con una sonrisa sincera dirigida al zorro – aunque peleemos 20 horas al día, se me hace divertido. Le das un poco de diversión a mi vida – e inconcientemente agacho la cabeza avergonzado por lo dicho.

Rukawa iba adelantando un paso hacia el pelirrojo, cuando un sonido al final del pasillo les alertó. Hana se puso de pie inmediatamente, apegando su cara entre dos barrotes.

- ¡Taiyo! – exclamó alegre cuando diviso al hombre que venía acompañado por un policia.

- ¡Pelirrojo pendenciero! ¡Estás castigado hasta fin de año! – le espetó con fingido enojo.

- A mi también me alegra verte – su cara de niño travieso era de apología.

- Pueden irse – sentenció el policia abriendo la celda y viendo gravemente a los dos ocupantes.

Rukawa alzo la vista confundido y la clavó en Hanamichi; éste le miro de igual manera y luego ambos miraron a Taiyo.

- Pague la fianza de los dos. Vamos – y girando sobre sus talones, comenzó a caminar en dirección a la salida.

- Andas generoso – el pelirrojo apresuró el paso, hasta ponerse a su lado.

- Según me contó Yohei te defendió de unos bates, así que le devuelvo el favor.

- ¿Cómo están los chicos?

- Cada quien en su casa a salvo. Mitsui con dos costillas rotas y Ryota con escayola en el brazo. En sus casas debierón castigarlos hasta que salgan de preparatoria.

- Que alivio – exhaló un honguito de aire – estaba preocupado por ellos, no sabía nada de ellos.

- La Gundam los llevó directo a un centro asistencial... de allí me llamó Yohei y ahí recién me percate de tu mensaje de voz. Vine lo más rápido que pude.

- Gracias – ya estaban afuera de la comisaria, frente al auto de Taiyo.

- ¿Quiére que le lleve a casa, Rukawa? – pregunto Taiyo al chico pelinegro que les había seguido en estricto silencio.

- No se preocupe, él se va conmigo – de la nada apareció Sendoh, abrazando posesivo por los hombros al pelinegro.

- Hola, Sendoh – le saludo Hanamichi. Sendoh respondió al saludo con una venia de cabeza – te presentó a Taiyo

- El famoso novio de Sakuragi. Un honor.

- Mucho gusto – saludo Taiyo con respeto y caballerosidad.

- Igualmente – concedio Sendoh, para comentar después – Tienen buen aspecto – primero miró al pelirrojo y luego, tomándolo del mentón, observo a sus anchas la faz de Rukawa.

- Gracias a Dios – comentó Taiyo con alegría – mi pelirrojo sigue con su cara tan bonita – y tomándolo del mentón le dio un beso ligero, pero dedicado y profundo.

Sendoh sonrió ante la muestra de cariño, y pretendió hacer lo mismo con Rukawa, pero éste le corrió la cara. El pelopincho lo miró de mala manera, más el pelinegro bajo la vista musitando un “estoy cansado”.

- Bien, nosotros nos vamos – anunció Taiyo mientras se separaba de Hanamichi. No habían visto el extraño desplante del zorro – debo castigar a este peleonero – y rió por todo lo alto acompañado por Sendoh de igual modo y con una risa nerviosa por parte del pelirrojo.

- Buenas noches – se despidió el puercoespin extendiéndole la mano y que fue recibida en un estrecho apretón – tal vez un día podamos salir en cita doble.

- No es mala idea – concedio el castaño, mientras asia la cintura del pelirrojo – pero un partido de basquetball no por favor, que soy nulo en ese deporte. Además aun estoy en recuperación.

- Igual Sakuragi, supongo – conjeturó Sendoh.

- Sí, no podemos hacer mucho esfuerzo – y lanzándole una mirada evidentemente depredadora a Hanamichi agregó - aunque eso no quita el que nos divirtamos de vez en cuando.

- ¡Taiyo! – le reclamó éste irritado por el comentario indirecto, pero ilustrativo.

- Bueno, no retenemos más a la parejita. Hasta luego – dijo Sendoh con su eterna sonrisa de poker. Y tomando la mano de Rukawa, giró para encaminarse en dirección contraria.

- Vamos Hanamichi – le susurro Taiyo al oido, haciendo que éste pegara un brinco por el susto.

- Sí, vamos – contesto más o menos repuesto.

Como le dio la espalda a la pareja pelinegra, y que ya llevaba bastante distancia, no vio como uno de ellos se soltaba de la mano del otro con un movimiento brusco; tampoco vio como éste no hizo caso a los reclamos de su pareja; ni mucho menos vio como éste corría hacia ellos.

Sólo sintió cuando su mentón fue tomado con agresividad, siendo obligado a voltear el rostro del mismo modo, recibiendo los labios de Rukawa tomándolo por total sorpresa. Esos labios le acapararón todo, le insitaron con posesividad y sintió que le iban robando la conciencia, pues su cuerpo poco a poco comenzó a sentirse ligero como una pluma. Sólo fue conciente de sí cuando el pelinegro se separó de él apenas unos milimetros para decirle algo en un susurro, y que le trajó a la realidad de golpe.

- Por favor, Hanamichi, no te vayas con él.

 

 

 

Notas finales:

Wow! Hasta yo me sorprendo de lo emocionante que me quedo el capítulo. Simplemente me encanta.Espero que les haya pasado tres cuartos de lo mismo.

Cariños, Andre. 


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