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CREI QUE TE PERDI por Arwen Diosa

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Notas del capitulo:

Perdon por no actualizar pronto y dejen sus reviews ^^ pasen

Nowaki estaba detrás de un escritorio, atento a los papeles que tenía sobre esa superficie, escribiendo algo.

Levantó la mirada cuando escuchó la puerta de esa oficina cerrarse pausadamente.

En los ojos de Hiroki muchas emociones se reflejaban, nerviosismo era la más notoria, luego indecisión y un poco de furia.

- Nowaki – dijo, sin saber que tipo de respuesta esperar. Apretó los puños sintiendo esas ganas de lanzarle lo primero que agarren sus manos cuando vio a Nowaki cruzándose de brazos y apoyarse completamente en el espaldar de su asiento.

- ¿Qué desea? – preguntó con tono indiferente. El que utiliza con cualquier paciente.

Por unos instantes Hiroki se sintió extremadamente mal, pésimo… nunca fue receptor de esa reacción por parte de Nowaki, en esos milisegundos en silencio muchos pensamientos golpearon su mente… cosas que le obligaron a bajar la cabeza:

“Cuando deje de ser importante para él”

- Vine a hablar contigo – dijo intentando que su tono de voz no delate sus emociones y mantener su orgullo intacto, sano e invulnerable a sus sentimientos.

- Si no es relacionado con mi trabajo, te pedí por favor que no me buscarás – hablo Nowaki, en verdad él no tenía intensiones de hablar con el castaño, al menos hasta estar menos molesto como ahora.

- Nowaki ¿Qué es lo que te sucede? – habló aún seguro de sí.

El pelinegro se puso de pie, y bordeo su escritorio y se acercó a Hiroki. Por unos instantes tuvo intensiones de acercarse y abrazarlo, sentirlo. Tocarlo de la manera que sólo él sabía hacer… pero ese nombre resonó en sus recuerdos:
“Aki… hiko…”

La rabia, el dolor propio, la amargura, los celos se apoderaron de él nuevamente y habló de nuevo guiado por esas emociones.

- Si no tiene nada que ver con mi trabajo, salga.

No se movió. Era como si estuviera pegado al suelo, con la respiración nula y todo en su mente se mantenía saturado. La respuesta que dio cuando Nowaki lo agarró del brazo con intensiones de moverlo fue.

- Nowaki ¡¡¡Estoy embarazado!!!

Los colores al rostro por parte del castaño, la boca hasta el suelo por parte del pelinegro y hasta las señoras que esperaban su turno estaban en la sala de espera se encontraban en shock al escuchar lo último.

Nowaki esbozó una sonrisa cálida y se acercó a Hiroki que mantenía todo el cráneo inclinado hacia el suelo, arrepintiéndose de esas palabras.
Lo abrazo inclinándose para que su voz resuene en los tímpanos de Hiroki.

- Hiro san, estoy tan feliz.

- ¿Qué? No te habrás creído lo del embarazo ¿No? Soy hombre, eso es imposible – dijo sintiéndose un poco tonto - ¿Nowaki? – le llamó al pelinegro al no recibir respuesta.

Lo sostuvo un tiempo más, por supuesto que no se lo había creído, lo del embarazo fue un recurso que utilizó su Hiro san para callarlo, pero el que el propio Hiroki diga algo como eso, que se juegue por él de esa manera, lo hacía feliz, por que comprendía que tan especial era él para Hiroki.

- ¿Nowaki? – volvió a llamarlo.

- Tengamos un bebé – le dijo y sonrió más al ver la reacción de Hiro, primero confuso y luego molesto.

- ¡¡¡Idota!!! En que estupideces piensas – le grito empujando al más alto - ¡¡¡¿Qué significa eso de que tengamos un bebé?!!! Somos hombres.

- Lo se, pero podemos intentarlo – dijo Nowaki, manteniendo la calma y sonriendo aún.

- ¡¿Qué?!... Ni se te ocurra – calló por unos segundos, ofendido, pero recordó el motivo de su presencia ahí y continuó hablando - ¡Qué te has creído para no llegar a casa a dormir, no contestar tu teléfono, colgarme las llamadas… tratarme de esa manera… no soy tu juguete! – grito apartándose un poco. Unió la mirada con la de Nowaki, en esa orbes cielo una tristeza se reflejaba, tanta que dejaron confundo a Hiroki –
Vamos, di algo Nowaki.

- En verdad ¿No sabes lo que sucede? – dijo manteniendo la calma, ante el silencio del castaño él siguió hablando – La noche que me fui de casa, fue porque mencionaste a una persona en sueños.

- ¿En sueños?

- Mencionaste a Usami san.

Hiroki desvió la mirada a otra parte, lejos de esas orbes que se fijaban en él… recordó esa noche, el sabor de ese sueño y de sus recuerdos:

“- Imagina que soy tu amado Takahiro y tómame – su propia voz resonó en su mente, materializando en sueños los sucesos de ese día: Las manos grandes de Akihiko frías se sentían en su piel, los labios que siempre deseo acariciando algo ausentes sus propios labios, la unión de sus cuerpos desnudos… pensó que sus sentimientos alcanzarían a Akihiko, que él lograría captarlos por los latidos rápidos y resonantes de su corazón, pero el ser llamado “Takahiro” se dio cuenta que era el único que estaba presente , el único que hacia el amor. Ser confundido de esa manera… Amargo. El dolor de su primer amor no correspondido”

- Esa noche soñé con algo muy triste – confesó – Algo realmente amargo. Supongo que llamé a Akihiko algunas veces…

Nowaki sintió que su corazón se apretaba en su pecho al escuchar diciendo a Hiroki algo así de fresco.

- Pero – continuó el castaño – Si te hubieras quedado un poco más a mi lado, hubieras escuchado que te llamé como más de 50 veces Nowaki.

La presión en su pecho se hizo nula, sonriendo con sinceridad. Y se volvió a acercar a su Hiro san, para abrazarlo y dejar que la cabeza del castaño se apoye cómodamente en su pecho.

“No voy a decirle, mi orgullo no me deja decirte que esa noche Nowaki soñé con el día que nos conocimos. La vez que me sacaste de la tristeza y rompiste las barreras del dolor que me acogían tan infernalmente. Perdón que no pueda decirlo, toda esa cascada de sentimientos que me llena de ti”

Hiroki fue sacado de sus pensamientos por un beso demandante, que le robó el aire y jugó con su lengua por toda la extensión de su boca.

- Nowaki – dijo en cuanto pudo.

No obtuvo respuesta, pero empezó a avanzar provocando que Hiroki retroceda, hasta que chocaron con el concreto del escritorio.

Las manos tibias de Nowaki se deslizaron traviesas por debajo de esa ropa, sintiendo como la piel de Hiroki se erizaba por el contacto.

Sus dedos largos recorrieron sin límites, mientras su boca no soltaba sus labios tersos. Con la agilidad de siempre empezó a deshacerse de los botones anidados en la camisa de Hiroki.

No hacía caso a la voz del profesor que le decía que parara, estaba entretenido en su labor, besándole el cuello, mordiéndole el lóbulo de la oreja, pellizcándole la punta de los pezones con los dedos. Rozando su entrepierna con el sexo de Hiroki.

- No… waki – dijo intentando alejar al aludido, poniendo sobre los hombros sus propias manos y empujándolo. Pero el más alto, con una sola de sus manos logró atrapar las dos de él y las apretó como siempre hacía para tener en su poder a su Hiro san.

Mordió la región de la base del cuello, degustando de los sonidos exquisitos que producía Hiroki ante las sensaciones y con la mano libre logró deshacerse de la hebilla del cinturón y le bajó la cremallera del pantalón.

- Nowaki, aquí no – dijo apenas, las únicas palabras coherentes que lograron salir de su boca.

El más alto soltándole las manos a Hiroki, lo tomó por la barbilla y ambas miradas se fundieron, tan expresivas que se ensamblaron en un beso.

- Si lo hicimos antes en una biblioteca, porqué no en una oficina.

Ante esas palabras sujetó el trasero de Hiroki entre sus manos y lo apretó con lujuria elevándolo un poco y colocándolo sobre la superficie del escritorio. Utilizó un brazo apartar los objetos que le estorbaban para colocar en mejor posición a Hiroki, que apoyó ambas palmas en la superficie sintiendo los espasmos de su cuerpo que reaccionaban ante las caricias de Nowaki, de su legua, de los caminos hechos con su boca, que descendió desde sus labios pasando por sus pezones, endureciéndolos a ambos, llegando a su ombligo en el cual le hundió la lengua disfrutando al sentir que la espalda del profesor se arqueaba y descendió más.

La entrecortada respiración de Hiroki le exigía que no lo torture más, que no prolongue ese efecto de la húmeda boca de Nowaki en la extensión de su sexo, que tan lentamente había marcado un ritmo de subir y bajar, jugar con su lengua, sacándoselo por completo para sostenerlo entre sus manos a apretarlo.

- Nowaki – rogó.

…l escaló hasta llegar a la altura de Hiroki, que tenía las mejillas sonrojadas, los labios entreabiertos cubiertos de saliva y los ojos a medio cerrar.

Poseyó una vez más esos labios, hambriento.

No supo en que momento apareció desnudo ante la mirada azul de Nowaki, sin nada con que cubrirse ante esa incertidumbre que sentía, y más aún cuando Nowaki seguía con toda la ropa en su lugar, sin señales de querer sacarse nada.

- Nowaki, vamos tu también sácate algo – dijo llevando sus manos para sacarle la bata blanca médica, pero fue sujeto de nuevo por el pelinegro que solo dijo estas palabras.

- Eres mi paciente hoy, yo soy el doctor y tengo que aplicarte una inyección – dijo y le mordió el labio inferior – No necesito sacarme nada.

No tuvo tiempo de reclamos. Nowaki siguió avanzando sin prestar atención a los intentos que hacía Hiroki por ahogar sus gemidos, de todas maneras se le escapaban pedacitos de su voz excitada a modo de suspiros.

Agarró su propio miembro y lo guió por la entrada de Hiroki, esa anhelada cavidad que le extasiaba de placer. Profundizo un beso en los labios del castaño para arremeterlo de una solo embestida ahondando el contacto sin darle tiempo para que recupere el aliento, el mismo que se le escapó cuando sintió el hierro duro y caliente de Nowaki frotarse en sus paredes internas, llegando hasta golpear el punto máximo de placer. Se aferró con los diez dedos de las manos a la espalda de Nowaki, mordiéndole el hombro para mitigar sus gemidos mientras las cuantías embestidas se impulsaban desde atrás para penetrarlo de nuevo.

El crujir del escritorio daba una atmósfera de lujuria para Nowaki, que poco a poco con la fuerza de sus acometidas hacía retroceder el mueble. Sostuvo las caderas de hiroki con ambas manos, para presionarlas.
Dedicó a su Hiro san una mirada que no se supo interpretar pero le advertía de alguna manera algo en eso momentos.

- Nowaki – dijo - ¿Qué piensas hacer?

El que se lo pregunte le excitaba más, tomo impulso para saciarse de esa piel que le volvía insaciable y lo embistió con toda la fuerza permitida de sus caderas. Se escuchó sonidos mezclados: el chocar de dos piles, las caderas de Nowaki contra las de Hiroki. El crujir del escritorio de madera que apareció contra la pared aplastando la silla de oficina y el gemido combinado de dolor y placer al recibir tan gustoso ataque por parte de Nowaki.

- Quiero borrar todas las marcas que no sean mías Hiro san. Quiero que sobre tu piel sólo queden mis marcas, que sólo yo sea el dueño de tus sueños, que nadie más que yo sea el centro de los latidos de tu corazón.
Qué nadie más que yo sea capaz de provocarte estas sensaciones y sólo yo pueda ponerte feliz y alegre, sólo yo pueda revolver tus pensamientos… tal y como haces tú conmigo Hiro san.

Cayeron como un trueno en los tímpanos Hiroki la pausada voz de Nowaki, que resonó en su corazón e hizo eco en cada extremo de su cuerpo que sentía que pronto explotaría de placer, ante tanto amor materializado. Flaqueó al momento en que Nowaki volvía a apretarle las nalgas y se corrió entre ambos. Se dejó caer de espaldas en el escritorio, para recibir la culminación de las embestidas de Nowaki que terminó en su interior y pronto esos fluidos se escurrieron por sus muslos.

Mientras salía del interior de su Hiro san observaba lo lindo que se veía, todo bañado en sudor, con la piel perlada expuesta a sus ojos, los ojos completamente cerrados e intentaba recuperar el aliento mientras su pecho subía y bajaba pausadamente.

- Te amo Hiro san.

El profesor abrió los ojos con lentitud viendo que era observado por los ojos que amaba, esa mirada tan expresiva, los labios tan amables le sonreían. Tenía el cabello azabache un tanto desordenado, con la respiración agitada. Expulsando amor por los poros… realmente estaba enamorado.

- Yo también te amo - dijo correspondiendo el abrazo que se cerraba en torno a su cuerpo.

Llegaron a casa un poco tarde esa noche. Hiroki le ayudó a ordenar el desorden de la oficina provocada por ambos. Tenían hambre así que compraron algo de comida en el camino.

Había un aire romántica entre ambos, caminado con parcimonia entre la gente alborotada de las calles, hablando con calma y de temas sin importancia, reían ante los chistes del otro y a veces se hundían en un silencio cómodo, disfrutando únicamente ese amor que se profesaban tan egoístamente.

Sabían que cuando llegarían a casa su amor se expresaría de nuevo con el movimiento de sus cuerpos, llegando hasta la cumbre del éxtasis. Pero en esos instantes querían solamente pensar en la compañía del otro a su lado, caminando juntos sin tomarse de la mano pero con los corazones atados por un único amor.


- FIN -
Notas finales: Gracias por haber leído... ahora dejen sus reviews!!!

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