I
Apenas entre abrió los ojos mientras iba caminando por aquel prado, contemplo a los seres divinos que la escoltaban durante su caminata. Dos en frente de ella y dos detrás suyo. Todos seres hermosos y perfectos, vistiendo unas igual de bellas armaduras de plata. Apenas levanto la mirada para contemplar el camino, un corto sendero marcado son flores y pétalos de rosas. Contemplo a su alrededor. Del lado derecho del camino, hombres y mujeres igual de hermosos contemplaban todo en silencio, vestían capas negras y la veían caminar con un extraño brillo en sus ojos.
<Los demonios son seres extraños>
Recordó las palabras de su amiga Axiel, y los miro fijamente.
<No, son iguales a nosotros>
Pensó ella mientras miraba el horizonte, notando el gran portal de piedra y mármol, donde esperaban dos personas: Una mujer de cabello rubio muy largo y ojos azules que bestia una toga ceremonial color perla, y a su lado un hombre de aspecto joven de cabello negro y penetrantes ojos rojos.
Suspiro nerviosa, sentía la mirada de ángeles y demonios sobre ella...No era para menos, después de ese dia las constantes luchas entre ambos bandos iban a cesar por el importante anuncio que se daría ese dia.
Llego en silencio al portal, los ángeles guardianes la dejaron posicionándose los cuatro detrás de la mujer rubia. Ella bajo la mirada, al ver como el hombre de cabello negro le sonreía...
-¿Nerviosa, Anabell?- Le pregunto la mujer rubia por lo bajo.
-Si, un poco- Admitió ella jugando apenada con sus manos.
-No es para menos- Admitió la angelical mujer con una sonrisa en su rostro- Cualquier chica lo estaría el dia de su compromiso-
Anabell se sintió reconfortada por la dulce mirada de su superior. Levanto la mirada, y noto como las legiones de ángeles y demonios estaban reunidos allí, totalmente separados los unos de los otros, tomando como limite el pequeño sendero por el cual ella acababa de pasar. Cada quienes estaban en su respectivo lado con los suyos, totalmente desconfiados de la presencia de los otros...
<<No es para menos, después de estar centurias en guerra, no es posible que se acepten entre si y confíen los unos en los otros de un momento al otro>>
Pensó ella mirándolos con pena. Cuando un silencio se apodero del lugar, ella levanto la mirada y lo vio caminando por aquel sendero, con 6 escoltas siguiéndole el paso, detrás de el. Estos a diferencia de los suyos vestían capas negras con capuchas que ocultaban sus rostros, por debajo de estas se veía perfectamente sus armaduras color ébano, y las lanzas que portaban en sus manos los hacia ver claramente amenazadores.
Anabell suspiro mientras miraba quien los encabezaba...Era el, el era Samael hijo del señor del inframundo y...próximamente su esposo. Su mirada era seria, su cabello negro al igual que sus ojos y su piel era tan blanca.
Sintió que sus mejillas comenzaban a arder, cuando contemplo su elegante atuendo color negro, no era como un traje de gala, era algo mas que no podría describirse...Sin embargo le sentaba tan bien...
El ascendió hasta quedar al lado del otro hombre pelinegro, justo en frente de Anabell. Uno de los guardias se coloco una rodilla en el suelo, dejando su lanza de lado al igual que el resto de sus camaradas. El hombre pelinegro que acompañaba a Samaell, se puso en frente de ellos. La persona que fue la primera en arrodillarse se quito la capucha dejando que su cabello negro y largo cayera elegantemente sobre su hombros.
-Mi señor Dante- Llamo ella clavando la mirada en el piso.
-Capitana Astrid, retírese- Ordeno el otro con voz grabe y seria.
-Si mi señor Dante- Emitió ella y de la misma manera en que llegaron se retiraron.
Luego el mirando fijamente a la rubia que los miraba algo sorprendidos por haber despachado a sus escoltas emitió con una galante sonrisa.
-Ya no han necesidad de ellos-
La rubia arqueo una ceja y una sonrisa plagada de sensualidad se dibujo en sus labios.
-Lo mismo digo, señor Dante- Y con una seña de su manos mando a despachar a sus guardias.
Anabell apenas levanto la mirada, se encontró con los negros y fríos ojos de Samael sobre ella. El rubor asalto sus mejillas de manera vergonzosa, cosa que se acentuó mas al ver como Samael le sonreía.
-Nosotros los ángeles y ustedes hermanos los demonios hemos sido enemigos desde el inicio de las eras. Mucha sangre suya y nuestra ha sido derramada, y las preciosas vidas de nuestros camaradas se perdieron en inútiles batallas sin sentido- Emitió la Rubia de repente poniéndose al frente, comenzando con el discurso del inicio de ceremonia.
-Hoy se inicia una nueva era mis hermanos, tratemos de olvidar nuestras diferencias, para llevar a esta tierra a una nueva era de equilibrio perfecto. Donde el bien y el mal, ya no este enfrentados, sino conviviendo en armonía...-Continuo Dante.
Lastima que ninguno de ellos estaba escuchando. Mientras sus camaradas prestaban una meticulosa atención a lo que sus superiores dictaban Anabell y Samael, estaban perdidos el uno en el otro.
El estaba enternecido, mirándola a ella mover sus manos nerviosas y sus mejillas sonrojadas. Anabell estaba ocupada pensando que estaba pasando la peor vergüenza de su vida, se preguntaba si se veía tan mal, y que tratara de controlarse, de lo contrario...
-Yo Elion general del ejercito imperial de arcángeles guerreros, y hoy representante de dios en la tierra...entrego la vida de mi hermana- Emitió de repente Elion tomando a Anabell de la mano para hacerle dar un paso al frente.
-Yo Dante señor y rey de las legiones de demonios, y hoy representante de mi señor Lucifer en la tierra hoy entrego a mi hermano Samael- Dijo Dante mientras que de manera simultanea Samael daba un paso al frente.
Ambas acciones la de Elion con Anabell y la de Dante con Samael, fueron casi simultaneas. La joven pareja terminaron frente a frente, Elion tubo el honor de tomar las manos de ambos para juntarlas, mientras que Dante las unía envolviéndolas con un collar que tenia el símbolo del sol entrelazado con el de la luna, para después ambos terminar emitiendo a coro...
-...Para que ambos se pertenezcan el uno al otro, a partir de ahora y para siempre,- Finalizaron ambos con una sonrisa en el rostro.
-La ceremonia de compromiso, ha concluido exitosamente- Finalizo de verdad Elion sonriéndole a Dante.
Para la sorpresa de todos, el incomodo silencio que se establecía fue roto de repente, por las ovaciones de los demonios y de los ángeles, por el recien celebrado compromiso de los herederos de sus respectivos reinos.
Anabell contemplaba a sus hermanos que por fin se habían atrevido a traspasar ese limite invisible impuesto por ellos mismo para ir a saludar a sus nuevos hermanos. La mayoría de ellos aun desconfiados lentamente se fueron quitando las capuchas que ocultaban sus rostros. Alegres sonrisas se dibujaron en los rostros muchos mientras, entrelazaban sus manos momentáneamente saludándose y comenzando a hablar. Ella giro su rostro para contemplar a su ahora oficial prometido. El también estaba contemplando a sus hermanos, algo sorprendido por su reacción noto la manera tan inocente he infantil con la cual Anabell la mirada, la miro de reojo y esbozo una sonrisa leve, causándole que ella también se sonrojada. Ella solo bajo la mirada apenada con una tímida sonrisa en su rostro...
Lastima que ocultos entre la multitud de demonios, había un pequeño grupo de ellos que no estaba del todo conforme con la unión. Se trataba de la escolta del príncipe Samael.
Astrid, miro con ira contenida como aquellos ilusos ángeles osaban traspasar sus fronteras he incluso mezclarse con los suyos. Miro como estaban Samael y Anabell y no pudo evitar que unos terribles y ciegos celos la carcomieran por dentro. No le importaba lo que pasase, ella misma junto con sus compañeros verían la manera que aniquilar a sus enemigos, utilizando el pacto de paz a su favor...Una sonrisa llena de maldad se dibujo en su rostro mientras miraba el cielo...
<<Anabell juro que tú serás la primera en morir>>