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Obsesión por selene2000

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Notas del fanfic:

Título: Obsesión
Autor: Selene2000
Pairing: Fuji/Tezuka
Disclaimer: Los personajes pertenecen a Konomi.
Resumen: Aquello era una obsesión, una enfermedad que debía llevar su nombre tatuado, una enfermedad para la cual esperaba que no hubiera cura.
Palabras: 840
Advertencia: Yaoi.
Nota: Esto fue hecho con motivo de una serie de retos en el LJ por Halloween (se supone que de 100 palabras). La cuestión era retar y ser retado. Este mini one-shot es la respuesta al reto que allalabeth_san me propuso: Algo fácil y sencillo. Atobe, alabada sea su grandeza, quiere culturizar al resto de jugadores de tenis japoneses, y decide celebrar una fiesta de Halloween. Desgraciadamente uno no obtiene siempre lo que quiere, pero espero que a pesar de todo te guste guapa ^^. Siento la tardanza.

Fuji lo había estado observando desde la ventana del aula desde el mismo momento que la pelota se puso en juego. No le importó qué lección estaban dando, ni si el profesor se podía dar cuenta de su ensimismamiento, porque aquello requería su total atención. Desgraciadamente, ése fue siempre el efecto que Tezuka tuvo en él. Quizás esa fue la razón por la que se apuntó al Seigaku sin siquiera pararse a pensarlo. Quizás por ello ponía un trozo de su alma en cada partido, deseando llegar más, más lejos, más cerca de Tezuka, deseando siempre ser el mejor.

Obsesión. Miró brevemente al profesor escribir en la pizarra algo que seguramente debía ser importante; todos sus compañeros estaban tomando nota. No le importó. Volvió a dirigir su mirada hacia el culpable de aquella enfermedad incurable. Al menos esperaba que así fuera. Kunimitsu golpeó la pelota suavemente, sus pies apenas separándose de su posición inicial, su vista siempre al frente, atento, con todos sus sentidos concentrados en ello.

Quizás su enfermedad fuera contagiosa, quizás el mismo Tezuka fuera el culpable de ello. Quizás el modo de golpear la pelota, la trayectoria en aquel ángulo casi imposible, quizás, quizás… todo fuera una simple obsesión.

Eiji le dijo algo, casi no lo entendió, pero sin embargo le sonrió de vuelta de aquella forma que hacía que Kikumaru se fuera también sonriendo, tranquilo y quizás un tanto confundido. El aula no tardó en quedarse vacía y él siguió ahí, observando como Tezuka recogía sus cosas dispuesto a irse. No se lo pensó, sus pies se pusieron en movimiento mucho antes de tomar conciencia de lo que estaba haciendo. Dio unos cuantos saludos, unos breves “hola” mientras descendía las escaleras, unas cuantas sonrisas y la ansiedad invadiéndolo por momentos.

La puerta de los vestuarios estaba cerrada, pero no con pestillo. Fuji lo supo incluso antes de probarlo. Conocía todos y cada uno de los movimientos de Tezuka. Cómo abría el grifo del agua caliente y casi a continuación el de la fría hasta poder regular la temperatura. El agua estaba caliente, pero no mucha, lo justo para que el baño se empapara de vapor y sus gafas se nublaran del mismo modo que su raciocinio. Primero metía una mano tentativamente y después se introducía bajo aquel chorro de tibia agua. Giraba la cabeza hacia atrás, dejando que el agua se llevara todas sus preocupaciones y después dejaba que esta cayera sobre sus hombros, llevándose la presión que estos soportaban. Podía incluso predecir el momento exacto en que agarraría el bote de champú, en que el jabón se deslizaría por su cuerpo y el momento justo en que su obsesión traspasaría todas las barreras habidas y por haber, porque él; Fuji Syusuke, necesitaba modelar con sus manos aquella obra maestra. Todo y cuanto fuera necesario para hacer de Tezuka arcilla en sus manos.

—Fuji —Tezuka no se sobresaltó. El cuerpo de Syusuke estaba pegado al suyo, pecho contra espalda, en aquella íntima desnudez que dejaba todo formalismo fuera de razón.

Fuji no respondió, tan sólo le quitó la pastilla de jabón de las manos para acto seguido pasársela por el pecho. El agua estaba un poco más tibia de lo que recordaba, no tan caliente como a Tezuka le gustaba, pero sí en el punto que él siempre se la preparaba. De pronto lo entendió. El jugar a deshoras, justo frente a su ventana, la des habitual poca luz del lugar. El cálido Fuji. Quizás aquella enfermedad fuera altamente contagiosa, quizás Tezuka escondía bajo aquella capa de dignidad toda la inmoralidad que su propia sonrisa escondía… quizás, esto fuera demasiado impúdico.

Fuji se dio la vuelta al tiempo que lo atraía más hacía él. La pastilla de jabón entre sus cuerpos, sus respiraciones mezclándose.

—Creía que nunca te decidirías.

Fuji abrió los ojos, esta vez su sonrisa ladeada, sus manos deslizándose desde la espalda de Kunimitsu hasta donde la espalda pierde su casto nombre.

—¿Querías que viniera? ¿Para qué? —Tezuka sonrió ante aquellas preguntas, las manos de Fuji más osadas que nunca, las suyas una enredándose en el cabello de Syusuke, otra reteniéndolo a su lado.

—Una vez me dijiste que querías que te enseñara a jugar. Me pregunto si ha llegado el momento.

Fuji amplió su sonrisa —Me enseñaste ¿no?

—Ummm, nunca supe a qué clase de juego te referías.

—¿No lo dejé claro? —cuestionó Fuji al tiempo que mordía, no con demasiada suavidad, el labio inferior de Tezuka.

—Tú nunca dejas nada claro —le respondió Tezuka.

—Tú tampoco —replicó.

Tezuka sonrió. Quizás los dos eran más parecidos de lo que pensaban. —Pero esta vez viniste.

Fuji no replicó esta vez, deslizó su mano hacia el miembro de Tezuka lo apretó, consiguiendo que el aire de los pulmones de éste se le escapara junto con un ronco gemido.

—Kunimitsu —éste apenas le respondió con un breve “ummm”, los labios de Fuji sobre los suyos robando pequeños besos—, no hace falta que intentes atraparme en la zona Tezuka, estoy en ella. Siempre lo he estado.


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