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Vuestros anhelos, los de ellos... por Hearts

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Notas del capitulo:

¡Hola! Antes que nada mencionar que no es la primera vez que escribo un fanfic aquí pero por cuestiones de gusto, el otro lo quite. Pido perdón a todos aquellos que lo leyeron. Espero que acepten mis disculpas con esta historia narrada. Una historia que al final he cambiado un poco la narración porque no se entendía ni la mitad, espero que ahora se entienda mejor y agradezco a quien me ha comentado por decirmelo.

Sin nada más dejo el fanfic. 

 

 

Vuestras anhelos, las de ellos...

 

Vuestras diferencias, las de ellos

Es diferente, lo sabía desde el mismo instante en que se sentó en esa silla. En el mismo momento en que giró su rostro al mundo, y  clavó su mirada al exterior... haciéndose como siempre ajeno a lo que le envuelve. En este preciso presente, intenta pasar del profesor, de sus palabras. Intenta llenar su mente de algún recuerdo lejano que le llene, que haga que su vida no parezca tan desesperada como lo es ahora. Tan confusa y distinta a como la ha conocido antes.  

Le es difícil, pero es lo único que puede hacer... Intentar dejar volar la mente algún lugar remoto al que se encuentra.

Tan lejano...

    - Y bueno, así termina la clase, seáis libres alumnos míos...

Las palabras del profesor suenan como un alivio, una alegría momentánea para los demás. Es su liberación, la libertad salida por los labios de un hombre ya demasiado cansado que tan solo desea irse ya a su casa con su mujer y disfrutar de una tarde de relax, que a lo mejor nunca llegará. 

Maravillosa libertad para los demás, pero para el chico que mira al exterior...

Eleva la mirada, hacia el reloj colgado de la pared. Ha acabado la clase, una de aquellas cadenas que le atan a la silla en el cual permanece. Queda menos. Quizá es por eso que sonríe.

    - Eh, Nyo.

Le llaman, clava tus ojos oscuros, negros y profundos en la menuda figura que aparece por la figura. La figura delgada, encogida del pelirrojo, que con su vista rojiza le mira con timidez, con una voz que se escapa por unos labios finos y carnosos. Parece frágil, todo él lo parece. Abre los ojos sorprendido.

    - ¿Sho? - pregunta Nyo con voz extrañada.

Es una sorpresa, es la sorpresa de ver a su amigo hablarle algo que le profesa una terrible desconfianza para él, el chico llamado Nyo. Como un hecho que le pone en tensión. Sus hombros se ponen rígidos, estáticos. Son las facciones finas de su pálido rostro las que se tornan en una mueca inocentona. No sabe que hace el otro aquí, no sabe ni porque ha decidido hablarle después de dos días sin ni siquiera dirigirle la palabra...

    - Pensaba que te gustaría venir conmigo y los demás afuera o a nuestra aula para comer y organizar algo para esta tarde - dice, formula con voz entrecortada, con una sonrisa fingida que cada vez se hace más grande.

Le tiene miedo, Sho le tiene miedo, no quiere estar aquí, no quiere hablarle, es más desea con toda su alma que Nyo le diga que no, para poder marcharse e irse a hacer lo que verdaderamente le importa. Algo que poco tiene que ver con Nyo, el que se da cuenta, el que le ve reflejado en la mirada de Sho, de sus ojos, tan húmedos y cristalinos que dan la sensación que se romperán en cualquier instante.

Sonríe...

    - Lo siento, pero prefiero quedarme aquí - dice con voz educada y serena tan propia que parece tener sello propio.

Sho, el pelirrojo, le mira sorprendido por unos instantes.

    - ¿Estás seguro? De verdad que sería muy bueno que vinieras con nosotros un rato... - insiste el de cabello fuego con voz desesperada.

Tanta cortesía, o bendita que es para alguien como Nyo, alguien tan sensible a las emociones de los demás.

    - Gracias, pero sólo molestaría - dice con voz calmada.

Nyo entrecierra la mirada, pensando que aquel chico, ése que una vez fue su amigo, Sho es demasiado educado, quizá demasiado. Llegando al punto en que se engaña a sí mismo como si nada...

    - No lo harías... - dice él.

Se miran. Sho retrocede un poco y agacha la mirada a un lado, como si intentará ocultar la expresión de su rostro.

Nyo ensancha la sonrisa. Si tanto insiste, si tanto quiere engañarse a sí mismo le complacerá para darle una lección, para enseñarle la verdad que aquel chiquillo debe de admitir.

    - Iré, espérame un momento - contesta apartando la silla.

Sho no dice nada. Se queda callado, sellando sus labios.  Nyo ve como sus manos se vuelven puños.

Nyo coge sus cosas, su comida envuelta en aquella bolsa, y las llaves de su hogar por pura desconfianza. Lo demás lo deja ahí, sin mucho miramiento. Sabe bien que a nadie le interesa unos libros de texto, un estuche con un par de bolis, unas libretas y la agenda completamente rota. No es nada interesante. Nada de él, en un principio, lo es.

O...

_-_-_

 

Es como él, como el que también es su yo. Aquel que puede ser su otro ser en este mundo, aquel que hace lo mismo que él de distinta manera. Es diferente al otro, pero a la vez, sus ojos rojizos, completamente opuestos a sus oscuros le comunican con el alma de su cuerpo. Están conectados por nombre y por sangre.

    - Me han dicho que las cosas con aquel tipo no te han ido bien

Sonríe de forma perturbadora, curvando sus labios en una mueca pícara, tan diferente a la inocente del otro...

    - Sí, pero no te tienes que preocupar, tan solo fue una noche desdichada en que me encontraba demasiado borracho - dice con voz calmada.

El que está a su lado, su mejor amigo si es que se puede llamar así, le mira largamente, sorprendido de las palabras y la indiferencia del rostro del chico de mirada rojiza. Le observa, está mirando los largos cabellos negros, tan largos a comparación de los cortos de su semejante... Sus ojos rojizos sangre, que como espinas de una rosa, son afilados y hacen daño, turban y hacen no querer mirarlos, aunque son tan provocativos como todo su ser en sí.  Su piel ligeramente más bronceada, su cuerpo demasiado marcado para tu edad y la madurez, la experiencia de cosas inimaginables que inspira...

    - Tho...ryon - le llama, pronunciando plenamente aquel extraño nombre que le dio su madre.

Thoryon, el de la mirada rojiza, sonríe aún más.

La cara de su amigo, su boca entreabierta, y la expresión de tonto que tiene le profesa risa. Sobre todo la fascinación de sus ojos menudos, color miel, a comparación de su gigantesco cuerpo. Mike es tan palurdo que le da risa.

Pero es al fin y al cabo una diversión para él... Una dulce diversión.

Se acerca a él, levantándose del banco en el que estaba sentando, quedando a menos distancia del rostro de su amigo.

Un sonrojo.

Labios que se unen antes de empezar su mayor placer...

 

_-_-_

Le siguen turbando, los recuerdos de aquella noche desdichada en manos ajenas, está tan marcada que le hace daño ¿Cómo llegó aquella situación? ¿Cómo se dejó ganar por alguien tan menor comparado contigo?

¿Cómo?

¿Cómo pudo acostarse con alguien como él?

Sus manos se ponen mejor aquellas gafas, que tapan unos ojos azules semiocultos al mundo. Piensa en él, en el chico de ojos tan inusuales que le llevó a las puertas de un placer inconfesable. Seguirá pensando en él durante todo el día, desde que se siente en aquella silla, enfrente de su ordenador, hasta que coja su coche y se vaya a casa, donde seguramente ahogará sus penas con tu vano recuerdo.

Imágenes dolorosas, para una mente turbada como la es la de este oficinista. Sus dedos cogen la cerveza que tiene guardada en uno de sus cajones, la sujeta tembloroso. La mira impaciente. Deseoso.

No sabe ni el mismo cuánto desea que nadie entre en su oficina y le descubra haciendo lo que va a hacer. No lo sabe, ni siquiera puede llegar a imaginárselo. Y lo va a hacer pensando en él, soñando que quizás el chico lo hará algún día con sus propias manos, que sus expertas manos vuelvan a tocar esa parte del oficinista. Esa parte tan preciada y tan sensitiva para un hombre tan desdichado como es el pobre.

 

_-_-_

 

Ahora es Nyo, finalmente el que está pasándoselo bien con sus amigos, no su semejante, sino el de los ojos negros profundos que está sentado hablando con viejos compañeros de vida. Todos están animados, parecen diferentes a como Nyo los recordaba. Hacía tanto tiempo que no hablaba  y estaba con ellos que en parte se siente un extraño, pero...

    - Y dime Nyo, ¿cómo te van las cosas? - pregunta uno de ellos, el especial Sho, aquel que ha venido a buscarle y se aleja de la conversación para entablarla con Nyo.

Es lo mismo que antes, pero de igual forma Nyo sonríe a pesar de que todos le han preguntado cien veces lo mismo. Sigue sonriendo.

    - Bien, no me puedo quejar - dice mintiendo en parte.

Sho le mira largamente, curvando una sonrisa.

    - Me alegro, creía que las cosas en tú familia se habían complicado mucho y que por eso te distanciaste tanto de nosotros...

Su voz, un lamento que se pierde. Ha cambiado de tema de forma radical, ha tocado aquello que nadie ha tocado. Los tres amigos, los otros tres chicos que están sentados con Nyo, aparte de Sho, se giran y callan en silencio. A ellos también les ha pillado por sorpresa las palabras del pelirrojo. Nyo entrecierra la mirada, apoyándose aún más en la silla, en el respaldo.

    - No están bien... - murmura Nyo ligeramente.

Alex, Alejando Gómez, aquel chico que vino del extranjero no hace mucho, ese chico que se acercó a Nyo por propio interés, pero acabó siendo uno de sus más fieles amigo, le mira fijamente, resentido por algo que el de ojos negros desconoce. Al menos ahora. Los ojos amatista de Alex parpadean un par de veces, mientras apoya todo su peso en su mano derecha, su piel morena llama un tanto la atención, al igual que su cabello castaño revuelto. El uniforme negro, compuesto de una chaqueta negra, una camiseta blanca y una corbata conjuntada con el traje, se le ciñe mucho a su figura de crío, de niño que aún debe de desarollarse.

    - ¿No tendrá ése algo que ver? - pregunta Alex con descaro, con ese acento tan propio de él, alargando las eses como si nada, y acentuando con esmero las palabras.

Nyo sabe a quien se refiere... No puede evitar entristecerte un poco.

    - Sí - contesta él con voz apagada.

Todos se lo imaginan, incluso los otros dos, aquellos dos primos que parecen más hermanos que cualquier otra cosa. Con sus ojos azules grandes y vistosos por igual, con un color de piel, Souta más moreno que su primo Yoh. Tienen diferencias, como la forma en que miran  a Nyo cada uno, el primero Souta, quien fue el primer amigo de Nyo, lleva el pelo negro recogido en una coleta como Nyo lleva el suyo, pero mientras que los cabellos de Nyo son cortos, y sólo se pueden recoger en una coleta alta, los de Souta son largos y lacios, recogidos en una coleta baja, que cae por su espalda libremente. Es en cambio Yoh, el segundo amigo que el otro hizo, un chico de facciones marcadas como las de su primo, de cuerpo en vías de desarrollo como de Nyo y él de su primo, pero con el pelo suelto, cortado de sobremanera, haciéndole ver distinto.

Los amigos en sí, son aún unos críos, quizá ellos tres, Yoh, Souta y Nyo sean los que parecen más maduros...

Alex, que está sentado enfrente de Nyo sigue mirándole fijamente.

    - ¿Y ahora dónde está el elemento? - pregunta con voz grave. Un tono molesto que no pasa desapercibido por nadie.

    - No le llames así - dice Sho, frunciendo el ceño.

Es Nyo, con alguno de los primos quien mira de reojo al pelirrojo.

    - Le llamó como me dé la gana.

La grosería de Alex es algo normal para todos, sobre todo para Nyo, quien fue el primero en conocerle. Sho se encoge ligeramente, acercándose a su silla, el de ojos oscuros le sonríe. Alex se pasa, mucho... y lo malo es que no sabe cuándo parar, cuándo decir ya basta...

    - No lo sé, estará con su amigo, Mike, vete a saber qué hará... - dice Nyo con voz de desgana.

    - ¿Aún sigue yendo con ese tipo? - pregunta Souta, interviniendo con un tono tan agudo que da risa. El pobre tose dos veces dándose cuenta del problema.

    - Sí, el otro día le vi con Mike entrando en... - Yoh se calla.

Souta le ha dado un codazo a su primo, un fuerte codazo que provoca que él otro se agache un poco por el dolor. Yoh susurra bruto por lo bajo. Se miran.

   - ¿Dónde le viste entrar? - pregunta Sho, repentinamente interesado.

Algo que no pasa inadvertido, ni para Nyo, ni para Alex. Nyo entrecierra la mirada, pobre del pelirrojo... Aún siente lo que siente, aún tiene esperanza.

Nyo mira el reloj colgado en el aula, en el mismo lugar donde está el reloj que tanto mira en su propia clase. Falta poco para que acabe el receso, quizá es hora de que regrese al aula, que se despidas de sus amigos de forma momentánea.

Al final no han quedado para pasar la tarde, después si el tiempo lo quiere alguno se acercará y se lo comentará a Nyo. Sí, tan sólo si el tiempo lo quiere.

Las risas llenan el aula en que se encuentra, la claridad la llena.  Su mirada se clava en el exterior, mientras piensa que estará haciendo él...

Su semejante....

El otro yo...

 - ¿Qué estarás haciendo, Thoryon?

 


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