“Jugando a ser Dios”
Mi nombre es Asakura Akito y tengo 17 años… soy lo que las personas llaman un “vividor”, sí, disfruto de la vida y creo que ella de mí, como a mi parecer y forma de pensar, debería hacer todo el mundo.
También soy un científico; “ver, experimentar, comprobar”. Me gusta disfrutar cosas nuevas, cosas de las cuales nunca me arrepiento.
- Nee~ Akito-kun, ¿Vas a ir a verme hoy? Mi padre tiene una cena de negocios- me habló un joven rubio, su cabello llegaba hasta su cuello y era muy desordenado, de grandes ojos grises parándose frente a mi asiento, sonriéndome provocativamente.
- Claro, Yuki- respondí secamente, ¿y que más podría hacer? Si se te ofrece alguien de esa forma no hay más que aceptar, ¿no?
Sí, soy bisexual, y para mi suerte (muy buena) estudio en una academia de varones, lo que hace mas fácil mi dulce juego a ser Dios. Disfruto jugar con los cuerpos de lindos seres como el que tengo enfrente, ¿Qué puedo hacer? Es un vicio tan tentador como lo es el cigarrillo para algunos, dulces y chocolates para otros ó hasta alcohol… a mi me gusta combinar esas 3 cosas en sólo una: embriagarme, “comer” y por último un amigo cigarro para finalizar el juego.
Siento una mirada fulminante tras de mi, como si quisiera matarme en un solo pestañeo. Me volteo un poco para poder ver de reojo a quien mira, y suspiro al notar que es solo Teru.
Se podría decir que éramos amigos… pero… Me acosté con el.
Sí, es cierto, quizás pasamos juntos una noche ¿pero quien no comete errores cuando esta ebrio?
Quizás le jure el cielo, la tierra y los mares; un mundo perfecto “solos el y yo”, ¿pero quien cumple las cosas que dice cuando esta borracho?
¡El alcohol tiene la culpa! ¡No yo!
Suspiro hondamente para trasladar mi vista a la ventana, y no puedo evitar sonreír, pero no con lujuria o cinismo, sólo sonreír. ¿Y quien no lo hace al ver lo que yo? Sohma Fuji, 12 años, peligris y ojos de color azul.
Suspiré nuevamente viéndolo desde el segundo piso en donde se encontraba mi sala de clases. Era tan lindo, tan indefenso e inocente. Ah, como me gustaría oírlo gemir mi nombre.
El sonido del timbre desvía y desordena mis pensamientos. Es hora de partir. Paso a mi casillero para sacar unos cuadernos que sé que no estudiaré pero los llevo de todas formas en mi mochila. Camino con lentitud hasta la salida ignorando lo que me dice el prefecto acerca de mi “presentación personal indigna”, hasta que por fin salgo de la escuela y enciendo, casi con desesperación, un cigarrillo mentolado como los que me gustan.
- ¡Akito-kun!- me grita mi rubia victima por detrás y me volteo para verlo y caminar hacia donde está, sonriendo como siempre.
Bajo un poco la vista y veo a la devoción de mis ojos; el pequeño Fuji, y le sonrío en forma de saludo haciéndolo sonrojar; definitivamente encantador.
Sí, Yuki y Fuji tienen una relación un tanto fuerte; son hermanos… ¿acaso olvide decirlo?
- ¿Nos vamos Akito-kun~?- me preguntó Yuki en un noto meloso como siempre solía hablarme.
- Nos vamos- afirmé sonriéndole amablemente. Así solía hacerlo, engañarlos de a poco; ser amables con ellos, decir que son lindos y simpáticos… ah, que fácil es jugar con los sentimientos de los niños ingenuos.
Miro de reojo a Yuki mientras me habla de cosas que no puedo comprender bien, habla muy rápido. Sólo asiento de ves en cuando sonriéndole.
A veces me da miedo, Yuki es ese tipo de personas que cambia con otras y miente frecuentemente cosas tan pequeñas que son fáciles de creer. Pero trato de no complicarme la vida y seguir su juego…
¿Por qué me da miedo?...
- ¡Aki-kun! ¡Aki-kun!- me llamó el pequeño Fuji tirando un poco mi pantalón -¡mira! ¡Saqué 100 en la prueba de hoy de ciencias! – gritaba mientras me mostraba el papel con un gran 100 y un “felicidades”.
- ¡Wooh! ¡Vaya, te felicito!- dije acariciando su cabeza, haciendo sonrojar de nuevo al pequeño; ah… ¡su cabello era tan suave!
- ¡Si! Cuando sea grande…- pensó un poco para luego verme a la cara con una gran sonrisa- … ¡voy a ser doctor! –
- Claro que lo ser…- no pude acabar mi frase, Yuki me había empujado un poco para luego ver a su hermano menor con cierto celo.
- ¡Claro que no!- gritó tomándome el brazo con determinación.
– Jah… doctor… ni siquiera estudiando día y noche podrás serlo, ¡vamos Akito!- dijo arrastrándome como qué niño toma su juguete favorito para que los demás no lo usen.
…era muy posesivo.
Luego de esta “rutina” llegamos a su casa… una linda y grande casa donde vivían ellos dos y su padre, Yuki nunca me ha hablado de su madre aún, lo único que sé que su padre es abogado.
El pequeño Fuji había llegado a su casa muy deprimido y se fue directamente a su cuarto… seguramente a llorar. Su sueño es ser doctor. Desde que estoy con Yuki (aproximadamente 1 mes y medio) que habla de eso… bueno, las pocas veces que he podido hablar con él debido a los celos irreparables de su hermano mayor.
Solté un largo suspiro y me senté en un sillón donde Yuki me había llevado para descansar un rato.
- No te pongas así, estará bien… son solo sueños tontos de un niño tonto, ya te he dicho que es un bueno para n…- lo callé rápidamente con un beso. Odiaba de sobre manera que tratase a sí a su hermano menor… solo eran celos estúpidos que no sabía de donde sacaba, lo mas probable es por que a Fuji le iba muy bien en la escuela y a él no… Fuji era muy sociable y él no… pero sabe besar muy bien… pero de seguro Fuji lo hacía mejor.
Nos separamos luego de unos minutos por falta de aire, y Yuki me mira sonrojado como siempre solía hacerlo después de besar sus labios, pero no lo hace por mucho tiempo ya que se pone nervioso cuando me mira a los ojos.
- I-iré a preparar un poco de café- dijo levantándose rápidamente para luego ir a la cocina y hacer lo que dijo…
Me levanto aprovechando que esta encerrado y subo con lentitud las escaleras viejas para que el sonido no le llame la atención y me obligue nuevamente a sentarme con él. Llego al final de mi recorrido y me paro frente a una puerta de color azul. Sonrío algo nervioso, y decido tocar la puerta.
- Pase…- me dijeron en un pequeño hilo de voz y decidí entrar luego de arreglarme un poco el cabello como solía hacerlo cuando estaba ansioso. Abrí la puerta y vi al pequeño Fuji sentado en su cama, viendo el piso, y pude notar lagrimas secas en su pálida y linda cara.
- ¿Qué paso, Fuji-chan?- dije en un tono paternal, cerrando la puerta tras de mi con suavidad, para acercarme el niño y arrodillarme ante el para poder verlo mejor.
- No se por qué Yuki es así conmigo…- dijo haciendo un puchero, para verme a la cara y comenzar a llorar de nuevo – Yo no le he hecho nada…- dijo por ultimo en un sollozo que me costó lograr descifrar - ¿Le hice algo malo?- y rompió en llanto para lanzarse a mis brazos y aferrarse fuerte.
- Calma, Fuji-chan- dije lo mas compasivo que pude. A veces me pregunto… si realmente puedo seguir jugando a esto.
Al tener a Fuji en mis brazos me pude dar cuenta de eso, y ahora puedo dar al fin mi preciado veredicto y el camino de mi destino:
Me quedaré con Fuji, sé que lo haré… pero debo armar este rompecabezas para salir ileso y con victoria. No me importa Yuki… después de todo soy Dios, ¿no?, yo tengo la razón, él solo fue mi camino, mi atajo para acercarme a este lindo niño que tengo en mis brazos…
¿Qué? ¿Si soy un “Puto”?
No…
… yo no cobro.