-Anda, Gaara-Kun, solo hazlo una vez-
Ugh, estupido Sai.
No deja de molestar. Todo lo que quería era tomar una taza de té en un Café cerca de mi casa. Pero Kami-Sama no estaba de acuerdo conmigo el día de hoy, y decidió que Sai tuviera la misma idea que yo, justo en el mismo momento. Sus palabras no dejan de sonar en mi cabeza
“¡Gaara-Sama! Hace un milenio que no te veo. ¿Vas a ese Café? Oh, mira que yo pensaba lo mismo. Hay que relajarnos juntos. ¿Vale?”
Se lo que piensan ¿No hablaste nada? ¿Ni para saludar?
Pues debo decir que no. Apenas dejó de hablar y, prácticamente, me jaló hacia dentro del café y pidió dos tazas de té para nosotros.
El chico es rápido.
Y para que se le quite, le voy a ignorar. Espero que funcione.
Silencio y…
-Gaara-Kun, por favor, solo una vez-
Cree que me va a afectar, pero no. Acaba de cambiar –Sama por –Kun. Además. Mi táctica no funcionó. Así que, como es costumbre, solo dejo salir un monosílabo que, espero yo, lo deje todo en claro.
-No-
… ¿Qué si funciona?
Bueno, pues, ese ya es otro asunto. Además, yo no utilizaría la palabra funcionar.
Utilizaría, más bien, utilizaría…
Y justo en el momento en el que decido que mi té ya esta lo suficientemente tibio y le doy un sorbo. Él decide que es momento de soltar la bomba.
- Gaa-Chan – Dice con tono suplicante.
Y me atraganto con el té. Pero, es que es tan irresistible cuando hace eso.
Y él lo sabe.
Por eso cada jodida vez que se le pega la gana de verme hacer algo lindo (según el propio Sai) hace eso.
Y yo no puedo evitar cumplir sus caprichos.
Además, en mi defensa, el sí se ve adorable cuando pone esa cara de suplica, como un niño pequeño, y dice Gaa-Chan. Sabe que eso me mata.
Bien, lo entiendo. Un mal argumento. Pero, pero…
-Gaa-Chan- Dice haciendo berrinche en la silla, agitándose de arriba abajo y poniendo sus labios en un modo que me dan ganas de besarlo.
Suelto un suspiro forzado combinado con un gruñido de obvia inconformidad.Y cedo, como siempre que quiere, ante sus deseos.
Sonrío.
O, al menos, lo intento. Levanto un poco mi labio superior mostrando, así, mis dientes superiores, sin dejar de fruncir el seño. El acto hace que, por inercia, cierre un poco los ojos, no dejándome ver con claridad a quien tengo frente a mí. Aún así, no me es imposible notar el brillante flash de la cámara fotográfica de Sai.
Y escucho su infantil risa. Como la de niño pequeño, emocionado con una bici nueva, en navidad.
Y sonrío distraídamente, con la mirada perdida en mi té (ahora frío). Hasta que otro flash me deja, relativamente, ciego por milésimas de segundo.
Y cuando logro aclarar mi vista,
Lo veo.
Esta sonriendo.
Frunzo el seño.
Aún sonríe.
Lo veo con odio.
¿Qué no se cansa?
Y, finalmente, me rindo. Recibiendo como respuesta un par de pequeños aplausos y una suave sonrisa, cortesía de mi novio.
-Este será un lindo recuerdo, Gaa-Chan- Dice mientras saca de Dios sabe donde una libreta, que mas bien es un álbum, y coloca las fotografías instantáneas en un espacio en especial. Mientras sonríe de nuevo.
-Gracias- Repite con esa voz que tanto me gusta.
Entonces, en un impulso, decido que ya esperé demasiado para que ese idiota se decida a irse. Así que, con lo inteligente que soy, me apoyo sobre la mesa…
y le beso.
Él toma mi cara entre sus manos mientras me sigue la corriente.
Al cabo de unos segundos me separo de él, sin hacerlo por completo ya que dejo mi frente apoyada sobre la suya.
Y sonreímos.
-Ya puedes irte- Le hablo en un susurro, fallando ligeramente.
-¿Me corres, Gaa-Chan?- Ahora finge estar ofendido. Sí. Es tan lindo.
-Exactamente- termino cortante, mientras me separo completamente de él y dejo el dinero del té sobre la mesa. – Planeaba relajarme y solo me estresaste más- Le conteste secamente.
Aunque, debo admitir, obtuve más.Lo que conseguí fueron dos fotos (ridículas) de mí, un par de sonrisas de Sai (Sí, como no se obtienen nunca), un té… frío, dinero perdido y una ceguera (relativamente) momentánea.
Pero, viéndolo desde otro ángulo.
Hoy, besé a Sai.
Vale, es mi novio, pero siempre es Sai el que me besa a mí. Y terminamos en situaciones un tanto, comprometedoras.
Pero, bien, deseo salir de aquí. Ya.
-Sai, debo irme, la casa esta sola y debo hacer mis tareas- Miento O al menos en lo de las tareas. Mi casa esta sola y yo abierto a lo que sea, con tal de desaburrirme. Además, creo que me le acabo de insinuar a Sai. Wow, mucho por hoy.
Y se acerca, seductoramente, me toma la cintura, se acerca a mi oreja y con su aliento cálido me susurra – ¿Quieres qué te ayude? – Y yo me estremezco.
Y le beso de nuevo.
-Eso responde ¿no? – Y sonrío de nuevo.
Él lo hace también, pero solo de una manera que el sabe como.
Este día he aprendido que sonreír no es tan difícil… relajarse es lo complicado, o al menos, con un novio como Sai.