Estos lazos que formamos en nuestra infancia aún sujetan con firmeza mi muñeca impidiéndome empuñar la espada contra tí. Esos invisibles y rojizos hilos que aprisionan unos sentimientos que nunca podremos reconocer, de los que nunca podremos ser dueños. En mis noches solitarias aún puedo escuchar aquellos murmullos que tu llanto incesantemente repetía en mi oído. Incluso cuando el fragor de la batalla llega a su máximo esplendor y mi espíritu de lucha me suplica derramar tu sangre, soy incapaz de romper estas cadenas en las que se ha transformado aquello que durante tantos años, he tratado de renegar.
Tu zorruna sonrisa se clava en mi mirada devolviéndome aquella cordura que creí perder y solo durante ese instante, en que nuestros cuerpos chocan, volvemos convertirnos en los niños que una vez fuimos. Tu ojos azules brillan de nuevo como en aquellos años de entrenamiento cuando mediamos nuestras fuerzas en estúpidos combates sin sentido. Y la necesidad de superarme vuelve a ser la única razón de tu lucha.
La voz de Sakura te hacer recordar la promesa que ante las puertas de Konoha juraste y yo, río en silencio al ser consciente de que ya la has cumplido. Aseguraste que me traerías de vuelta y en cierto sentido lo has conseguido. Tú eres la razón por la que mis pies se han impregnado de nuevo con el polvo de esta maldita aldea.
-Sasuke.- Mi orgullo oculta la calidez que haces nacer en mi pecho y solo él me impide suplicar por un mísero contacto con tu piel.
-Naruto.- Contesto a tu llamada con gesto apático. La batalla debe comenzar, ambos lo sabemos pero ninguno lo deseamos.
La risa de aquel se hace llamar Madara resuena en el aire glorificando su victoria. A sus pies reposa el cuerpo inconsciente de un patético profesor de academia que ha tratado de hacerle frente. Tantos años en el destierro han sido necesarios para darme cuenta de que a mi regreso, no puedo más que sentir respeto por los habitantes de la hoja.
Alejados de nuestra lucha varios niños blanden sus kunais con la poca experiencia que las clases les han otorgado, sabedores de que se enfrentan a un reto que no pueden ganar, al igual que lo supo su sensei. Sus gargantas serán cortadas y sus vidas sesgadas; sin embargo ninguno dará un paso atrás. Como tú, ellos han elegido su camino de ninja; como tú ellos morirán esta noche.
Más de tres años han tenido que pasar para que nos volvamos a enfrentar. Tiempo en el que huyendo de ti he logrado convertirme en el más fuerte, y ahora al ver la destrucción que avanza a mi alrededor me pregunto, ¿para que? El odio no ha desaparecido y el dolor cada vez es mayor.
La voz de aquel que se ha nombrado fundador de mi clan me alienta para que acabe contigo. Pero yo ya no estoy dispuesto a seguir las órdenes de nadie, soy un traidor, soy un renegado pero para ti simplemente soy tu amigo. Y por ti, solo por ti, volveré a desenvainar mis armas a favor de la aldea que exterminó a mi clan. Porque aunque a ellos no les deba nada, a ti te debo lo que un día fuí, lo que pude haber sido.
Tras de mí Madara se acerca. El primer Uchiha coloca sobre mi hombro izquierdo su mandíbula y puedo sentir su aliento en mi oído cuando pronuncia las palabras que rasgan tu corazón. Te dice que soy suyo y tu aprietas tus puños tratando de contener la furia. Como ninja eres un desastre, tus movimientos son demasiado predecibles y ahora que Pein a cumplido con su misión serás incapaz de vencer.
En tu interior descansa nuevamente sellado el demonio de nueve colas que casi destroza la aldea por segunda vez. La batalla contra Nagato ha agotado sus fuerzas y ahor solo puede mirar desde tus entrañas. Dejo caer la katana, que Orochimaru me regalo, con la mano izquierda y tu rostro se contrae con una mueca de sorpresa ante mi acción.
-¿Porqué?-Gritas arrojándome tus brazos.- ¿Por qué lo has hecho?- Exiges una explicación demasiado simple para ser pronunciada.
Mi puño derecho cae descubriendo la herida que el chidori me ha producido. Tras de mí Madara sujeta su pecho tratando de reanimar su destrozado corazón. Esta hecho pedazos, igual que el mío y ambos sabemos que la salvación es imposible. Solo es cuestión de tiempo. Atrapas mi cuerpo antes de que llegue al suelo y no puedo evitar sorprenderme al comprobar la fuerza que has obtenido.
-Teme …- Estas llorando otra vez y de nuevo por mí; me haces sentir culpable de nuevo.- Debiste esperar, yo te habría salvado.- Acurrucas mi cabeza contra tu pecho y el colgante del primer Hokage golpea mi nariz.- Yo tenía que salvarte.- Ya ni siquiera puedes gritar solo susurras más frases inconexas bañadas en autocompasión.
-Por ti.- Mi mano, fría, trata de alzarse para acariciar tu empapada barbilla. Pero tu te niegas a mostrarme la razón por el que doy la vida, levantando al cielo la mirada. -Usoratonkachi …- Mi voz forzaba apenas logra escapar de mis labios.- ¿Esta lloviendo?- Pregunto a pesar de conocer la respuesta.
-Sí.- Mientes agachando la cabeza y permitiéndome verte antes de que tu rostro se transforme en una figura borrosa.- Tienes que resistir Sasuke, Tsunade-obachan llegará pronto. Solo aguanto un poco más.- La mano se Sakura lleva rato en mi pecho, su chakra arde en mi interior dándome la suficiente lucidez para comprender mi situación. Yo nunca pude ser salvado y sin embargo mi alma descansa serena al saber que tu siempre trataste de hacerlo.
-Dobe …- Te sonrió por última vez mientras la locura se apodera de tu ser. Siento sobre mi boca los húmedos besos que tu amor me deja. Se que solo es un instante, pero para mi esto es la eternidad.
Mi cuerpo se siente pesado y mi mente se nubla impidiéndome pensar. La calidez de mi pecho desaparece con lentitud y con ella todo lo demás, excepto tú. Tu recuerdo se niega a abandonarme e incluso aquí, a las puertas del infierno; siento como tu mano aferra con fuerza la mía prometiéndome que nunca más estaré solo. Porque aunque mi cuerpo se entierre esta noche, el lazo que nos unen jamás podrá ser cortado.
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