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Roce por vikokaoru

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Notas del fanfic:

Tercer prompt de la tabla amorosa de la comunidad musa_hetaliana

Disclaimer: La idea original de los personajes pertenece a Hidekaz Himaruya. Los países son de todos y de nadie.

Notas del capitulo:

Advertencia: Utilizo también los nombres "humanos" de los personajes. Si no los sabes, son los siguientes:

Alemania - Ludwig
Italia Veneciano - Feliciano Vargas
Austria - Roderich Edelstein

 

 

Tal vez había sido porque se había confiado demasiado con alguien como él, que había bajado la guardia de ese modo. Porque, ¿quién habría pensado que aquel delgaducho y despreocupado chico podría suponer un peligro tan potencial? Desde luego, Alemania, con lo que creía conocerle, nunca antes lo hubiera pensado.

 

Todo sucedió el día en que Austria le devolvió remendados tres calzoncillos y ocho calcetines que se deshacían con sólo soplar en ellos.

 

-Vamos, Ludwig -le regañó-, ¿pretendías tirar todo esto? ¿De veras puedes permitirte derrochar tanto, abusador de capital? ¡Si te viera el gran Franz Joseph I se moriría de indignación tres veces seguidas, y una cuarta por la vergüenza!

 

Zarandeó la ropa varias veces ante sus ojos, presa de un ataque de cólera. Casualmente, pasaba por allí Italia, que vio la penosa escena y se acercó con curiosidad.

 

-¿Qué pasa? -preguntó, mirando la ropa sorprendido-. ¿Qué son esos trapos?

 

Los ojos de Austria brillaron.

 

-Esa camisa no la había visto antes... -murmuró-. Se ve nueva y limpia...

 

Italia se encogió de hombros.

 

-Claro, me la he comprado esta mañana. ¿Por qué? ¿Me queda grande? ¿O pequeña? ¿O no te gusta?

 

-¡¡Oh, malditos derrochadores!! -gritó fuera de sí Roderich, acercándose peligrosamente a ellos-. ¡Gastáis y gastáis el dinero sin preocuparos por el futuro!

 

Italia, asustado por la cara espeluznante de Austria, se abrazó a Alemania y retrocedió rápidamente.

 

-¡No sabéis ahorrar!

 

El rubio lo protegió con su cuerpo, ya que se estaba poniendo nervioso y sabía que así lo tranquilizaría un poco. Sin embargo, él también se estaba asustando del austríaco, al que le faltaba poco por echar espuma de la boca. Una gota resbaló por su sien, dando él también varios pasos hacia atrás.

 

Roderich los estaba arrinconando contra la pared.

 

-¡Luego os quejáis si las crisis os acechan, cómo no! ¡Con esa camisa podrían vestirse once generaciones de reyes y después de ellos otras diez de pueblerinos! ¡Y tú la cambias cada año!

 

Las manos de Italia estaban fuertemente enganchadas a la espalda del uniforme de Alemania. El castaño temblaba de miedo y un pucherito asomaba a sus labios.

 

-Y... yo sólo... -intentó excusarse. Ya estaba pegado a la pared-. ¡Alemania! -chilló, pegando su cuerpo al de él.

 

Oh, sí, el germano estaba todavía espantado ante la situación, ante sus calzoncillos remendados por todas partes, ante sus calcetines que parecían erosionarse ellos solos, ante la baba de Austria, ante sus ojos de asesino, pero él era un hombre duro y podía sostener la situación con talante. Pero había algo para lo que no estaba preparado.

 

Y es que Italia estaba totalmente pegado a él. Totalmente.

 

Ludwig no tenía una sensibilidad especial en esa zona, además llevaba ropa, lo cual limitaba aún más la percepción se cualquier cosa.

 

Pero aquello era demasiado grande como para no sentirlo.

 

"La Torre de Pisa."

 

Su rostro palideció al sentir la protuberancia de aquella Torre contra sus puertas.

 

"Brandeburgo..."

 

-¡Malgastadores! -espetó Austria, lejanamente para sus oídos-. ¡Me voy a expresar mi frustración al piano!

 

Le tiró la ropa a Alemania a la cara, pero ni siquiera la sintió ni la vio caer, porque de pronto todos sus sentidos se habían concentrado en la Torre que tenía tras él.

 

-Alemania...

 

...Intentando acceder a él...

 

-Alemania... me aplastas contra la pared -dijo una vocecilla.

 

...Pisa...

 

Ludwig se separó rápidamente de Italia, con los ojos desorbitados y una mirada acusadora en ellos. El castaño, sin darse cuenta de ello, puso su sonrisa idiota característica y cogió al rubio por las manos.

 

-¿Vamos a bañarnos? -propuso, olvidando como siempre todo lo sucedido cinco minutos antes.

 

Al fondo, un desgarrador Do grave dio comienzo a una nueva sinfonía.

 

 

Notas finales: Cualquier review es bien recibida^^ Espero que os haya gustado

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