“No creas todo lo que oyes en las leyendas. Nosotros no nos asustamos con el ajo, ni con los crucifijos, no es cierto que nuestro reflejo no se observa en los espejos…la luz del Sol? Tampoco es un problema…la inmortalidad proviene del odio”
-Hermano…cuando volverás?- decía un joven vagando entre las luces de la inmensa ciudad.
“Esta sed por alimentarme, solo la ahuyentas tú”
Sumergido entre sus pensamientos, abandonaba un cadáver más, envuelto por la oscuridad.
“Solo la Luna llena, me devuelve tu recuerdo”
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-Hyde…Hyde…tienes que levantarte, es hora de trabajar- un joven de cabello y ojos oscuros instaba a otro a abandonar la cama.
-No tengo deseos de ir al trabajo- había respondido, el chico de piel pálida, ojos enormes y brillantes y el cabello semi largo totalmente negro.
-Vamos Hyde! No te pongas necio, yo no sé a donde sales todas las noches, el desvelo no es bueno.
“Solo trato de calmar mi instinto, mi propia naturaleza destructiva”
-Hyde? Al menos oyes lo que te digo?
-Sakura…tu crees que soy malo?- le dijo, mientras se levantaba de la cama, acercándose sensualmente, hasta provocar un sonrojo en el otro chico.
-Hyde, sencillamente tú eres el ser más bello y bueno que conozco- abrazándolo fuertemente, mientras la brisa entraba por la ventana.
-Aléjate! Tú sabes que espero por alguien- rechazándolo inmediatamente, se alejó de él, dándole la espalda.
-Lo sé, lo repites todos los días, pero, para serte honesto, si tanto le importaras ya habría regresado después de tantos años, ¿cómo saber si aún está vivo?
“Qué idiota, mi hermano no puede morir, el único que puede matarlo soy yo”
-Olvídalo, hoy no quiero llegar tarde al trabajo.
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“Todas las noches se repite la misma historia, saber que soy yo lo último que ven antes de consumirse en llamas y desaparecer. Saber que, cada día que pasa, mi corazón se envuelve en la soledad”
-Ya no deseo seguir…- corriendo sin ver hacia donde se dirigía, pronto se encontró con una sombra como él.
-Hakuei?...-estaba admirado, por su encuentro con alguien en su misma condición.
-Hyde…-y pasando uno de sus largos dedos por la comisura del pequeño agregó- debes limpiarte bien después de comer o alguien podría notarlo.
El chico visiblemente sonrojado contestó:
-Lo siento
-Está bien, será mejor ir a otro lugar.
Adentrándose entre los callejones sombríos, por fin llegaron a un pequeño bar, pidieron unos tragos y Hyde esperaba aclarar sus dudas.
-Hakuei, quiero que me digas, ¿dónde está mi hermano?, ¿por qué huyó?, sé muy bien que tu eres su mejor amigo, sé que a ti te dijo algo.
-Hyde, yo no sé nada, en verdad, a mí me dolió tanto la partida inesperada de tu hermano como a ti.
-Mientes! Sé muy bien que sabes algo!, ¿por qué no quieres decírmelo?!
-Tranquilízate, ya te lo dije, no se nada.
-Lo único que tengo de él, es esa carta tan extraña y el apenas fugaz recuerdo de su rostro.
“Sentía que algo me ocultaba, la impotencia, me invadía, mi vulnerabilidad me envolvía”
Hyde volteó su rostro al lado opuesto de Hakuei, intentando con todas sus fuerzas retener las lágrimas.
-Tengo el presentimiento, que tu hermano pronto volverá.
-Lo dices en serio?
-Me lo dice mi octavo sentido
-Je, je…eres el único que me ha hecho reír en mucho tiempo.
-Me alegro, pero, escúchame bien, no vuelvas a alimentarte, debes tratar de no hacerlo.
-Pero, ¿cómo?
“Cómo hacerlo, sintiéndome tan vacío y solo por dentro? Esa era mi única salida”.
-Debes ser fuerte, reprime aquellos sentimientos que te hagan daño.
-Tú, ¿lo haces?
-Desde luego, he llegado al punto en el que solo me alimento una sola vez cada seis meses.
-Increíble…no puedo prometerte nada, pero lo intentaré.
-Así es, ahora ve a casa.
“Las palabras de Hakuei, me reconfortaron, tan solo un poco”.
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Mientras la noche en la ciudad aún no acababa, dos hombres hablaban en el techo de un edificio abandonado.
-Hasta cuando piensas decirle, que ya estás aquí?
-Pronto, cuando la venganza se haya completado.-decía un hombre de ojos azules y mirada fría, mientras fumaba un cigarro.
-Sabes que sin él, no podrás lograrlo.-el otro hombre simplemente lo escuchaba, sin hacer movimiento alguno.
-No quiero involucrarlo.
-No quieres, pero es necesario.
-Ya habrá tiempo para decidirlo ¿no crees?
-Tiempo…el tiempo es lo que menos tienes ahora.-dirigiéndose hacia la salida, terminó de escuchar su última oración.
-Te recuerdo que somos inmortales…el tiempo simplemente se pone a mi favor.
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“El viento sopló en mi cara aquella noche, y mis ojos se perdían en la luz de la Luna, esperando, por el día en que por fin, volvería a ver a mi hermano.”