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Ideal Paradigm por TsukiDei

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Notas del fanfic:

Naruto no es Mio.

Notas del capitulo:

Por fin. Mi SasuDei publicado en esta pagina. Y si, Sasuke X Deidara (Odienme, fans del SasuNaru -.-U)

Esta capitulo con un poco de Accion/Adventure, necesario para plantear el pequeno plot de la historia. No sera largo. Tres-Cuatro capitulos, a lo mucho, bleh. 

 

Ideal Paradigm
(Las cosas tienden a dar giros inesperados, y tienes que ser fuerte para no marearte en esta vida)

--

El ambiente era húmedo, misterioso, y la brillante y plateada luna existía tan omnipotente y poderosa por sobre la cabeza del rubio, que por un momento el pensamiento de quedarse observándola y olvidarse de su misión recorrió su mente. Un tonto, fugaz pensamiento, que inmediatamente fue desechado por su sentido común.

Estaría loco si fuera a olvidarse de su misión-y menos a estas instancias, cuando le faltaba sólo un poco para completarla. Ya estaba a unos solos pasos para salir de esa aldea.

Justo hacia unos momentos había terminado de pelear con una buena cantidad de ANBUs, y no había sido nada fácil: Quitando la diferencia en número (veinticuatro, fueron los que contó Deidara), y las condiciones de batalla (el terreno estaba lleno de lodo, producto de la última lluvia en el lugar), Deidara aún pensaba muy injusta la pelea, y era sólo porque no había tenido tiempo para descansar su chakra en tres días seguidos.

Sí, Deidara estaba seguro que, con su chakra en cantidades normales, hubiera terminado más fácil y rápidamente con los ANBUs, y ahora ciertamente no estaría perdiendo tanto tiempo.

Oh, incluso casi podía escuchar la voz de su maestro, ladrándole con desesperación:- Si hubieras seguido mis instrucciones, niñato, no estuvieras así, y hubieras terminado la misión mucho antes.

Y es que Sasori-Danna lo estaba esperando a una aldea de distancia. Portando su característica sonrisa invertida, adivinaba Deidara, tamborileando sus dedos en alguna mesa, o en su brazo, pensando en que no debió de haber dejado al rubio solo.

Sasori le causaba molestia. Era tan difícil de tratar, y tenía un carácter insoportable de sabelotodo, y siempre, siempre estaba buscando nuevas formas de cómo humillarlo indirectamente, ya fuera con palabras, o con una mirada. (Oh, y no quería comenzar a pensar en lo que a las visiones artísticas se refiere.)

Además, siempre lo veía como si fuera un niño tonto, sin experiencia en la vida, y como si fuera inocente. Deidara sabía que si iba a describirse a sí mismo, Inocente, no iba a estar al principio de su lista, pero no encontraba forma de demostrarle a su maestro que no era un idiota. Era tan complicado-por eso Deidara le quería demostrar que era capaz de cumplir una misión sin apoyo externo. Y luego, se reiría de su maestro, con orgullo, mientras Sasori se tragaba sus palabras.

Y todo habría valido la pena, al final.

Sonriendo sin darse cuenta, dirigió una de sus manos al bolsillo interior de su abrigo, y sacó un pequeño rollo. Era el pergamino que le habían encomendado a conseguir, y por el cual Deidara había batallado ferozmente para poner sus manos encima. Lo miró con ojos críticos, mientras pensaba en lo ridículo que parecía todo; este pequeño, aparentemente-insignificante pedazo de papel viejo, había resultado ser escurridizo de localizar, y aún más difícil de conseguir y, probablemente, Deidara nunca iba a saber qué contenía, puesto que era entrega inmediata a su líder.

Lo pasó de mano a mano, mientras seguía su paso, y se dio cuenta que realmente estaba curioso por lo que sea que contuviera ese pergamino. No que lo fuera a abrir, claro. No sería capaz. Simplemente, era un algo molesto que le causaba desesperación e incomodidad. Como una comezón. O una mosca.

Cuando el rollo se hizo aburrido-Deidara se aburría rápidamente-lo guardó de nuevo en su abrigo, asegurándolo fielmente entre su ropa. Sería algo muy poco conveniente que se perdiera, después de todo.

Caminó un poco más, sorteando entre arbustos, ramas secas y árboles, mientras tallaba sus ojos cansadamente con la parte trasera de su mano, intentando descifrar cuánto tiempo le faltaba para salir de ese bosque y llegar a la siguiente aldea, dispuesto a descansar cuanto antes. Y es que estaba cansado. Tenía una muy baja cantidad de chakra, estaba adolorido, tenía hambre, y la humedad del ambiente le incomodaba.

Maldito pergamino. Maldita misión. Maldito Akatsuki. Maldito Sasori, que no quise detenerse a comprar suficientes provisiones para Deidara. ¡Maldito bosque! Parecía extenderse cada vez que avanzaba, y comenzaba a desesperarle el hecho de que aún le quedaban unas buenas horas, antes de llegar a la siguiente aldea.

La noche estaba fresca, y hubiera sido perfecta para volar, si no fuera porque Deidara no traía chakra.

Gruñendo bajo aliento, comenzó a rodear las enormes raíces del, aún más, enorme árbol que apareció en su camino. Sus dedos trazaron distraídamente la firme y rugosa textura que formaba la corteza, antes de parar en seco, y observar con admiración la preciosa visión que había aparecido frente a sus ojos.

Deidara sinceramente no recordaba que hubiera un lago en ese lugar.

El agua se veía cristalina, y era hermosa, porque la luz de la luna se reflejaba en su superficie, creando una apariencia etérea y mágica al cuadro. Parecían pequeñas y delicadas hebras plateadas, entrelazándose sobre el agua y haciendo redes infinitas.

La visión de ésta hizo que Deidara decidiera mandar al diablo a Sasori. Qué demonios-estaba seguro que iba a comprender, y si no lo hacía, oh, pues que pena. Lo único que vagaba por la mente del rubio era que debía descansar un poco. Además de recuperar un poco de chakra, iba a tener un momento de relajación, el cuál le iba a servir a sus tensos músculos.

Sonriendo ante su rebeldía, Deidara se acercó al cuerpo de agua. Observó su reflejo un segundo, pensando que el agua se veía demasiado prometedora. Pero Deidara no se metería. Además de ser un pésimo nadador-nunca hubo una verdadera razón para enseñarse, y no es que Iwagakure fuera un lugar con mucha agua, después de todo-no tenía ánimos de mojarse en esos momentos. A no ser que se estuviera duchando bajo un chorro de agua caliente, quitándose todo el sucio que seguramente tendría su cuerpo, a Deidara no le interesaba el agua.

Notó que su cabello dorado estaba manchado con sangre medio-seca, y automáticamente una expresión de fastidio cruzó por su rostro. Siempre tenía que manchar su cabello, ¿Verdad?

Suspirando ante su mala fortuna, el rubio comenzó a alejarse de la orilla. Buscó con la vista un lugar conveniente para descansar, y decidió utilizar el gran árbol que había rodeado no hace mucho. Se sentó frente a él, acomodándose convenientemente entre las prominentes raíces, descansado su espalda junto a la dura corteza. Suspiró, esta vez en alivio, y cerró los ojos, cuando sintió que su cuerpo prácticamente le agradecía el descanso.

Abrió los ojos, y desabrochó los asfixiadores botones superiores de su capa negra con nubes rojas. Sonrió en contento, cuando sintió un fresco viento acariciar la acalorada piel de su cuello, y por primera vez en esos días, se sintió en tranquilidad. A pesar de que la cercanía del lago hiciera que el ambiente estuviera cargado con humedad, Deidara no podía evitar tener calor.

Y es que, la adrenalina y la excitación de la batalla tan reciente seguían entre los poros de su pálida piel, calentándola, haciéndolo sudar, y justo hasta ese momento Deidara se había dado la oportunidad de respirar con tranquilidad, normalizar su corazón, y despreocuparse.

Suspiró entrecortadamente-se decepcionó de si mismo, al escuchar el pobre, enfermizo sonido salir de su boca. Se sentía tan débil, y odiaba sentirse así. Su cara se sentía caliente, estaba seguro que estaba sonrosado.

Cerró sus ojos, para descansar sus pesados parpados. No iba a dormirse, se decía a si mismo. No me dormiré, un. Porque si lo hacía, sabía que iba a ponerse en peligro. Así que no lo iba a hacer. No puedo hacerlo...

¿Qué era el sueño? ¡Deidara no lo conocía, ja!

----

Bueno, está bien.

Deidara durmió.

Fue un momento, realmente. Su conciencia simplemente voló, y Deidara se encontró descansando. No fue intencional, no iba a volver a suceder, de eso hizo una promesa.

De hecho, no hubiera realizado que estaba dormido si hubiera sido porque sintió esa fluctuación en el ambiente. Y más tarde, un breve segundo después de haberse despertado, se encontró preguntándose si había sido un sueño, o realmente había sentido ese cálido aliento en su mejilla, en su oreja. En su cuello.

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En un estado mucho más dormido que despierto, Deidara levantó una de sus manos, y la posó sobre el rostro que estaba tan cerca de él. Los ojos azules del rubio estaban entre-abiertos, adormilados, y así no podía distinguir las imágenes que mandaban.

Un rostro. Deidara estaba tocando una mejilla suave, tersa, estaba seguro de eso. Una nariz. Una boca. Bajó su mano, y gruñó un poco, mientras su visión borrosa absorbía un poco más. Logró captar con dificultad la forma de cabello azabache, destellos azules (¿Qué demonios?), y ojos muy, muy negros.

¿Y había sido su imaginación, o los ojos habían centellado rojo?

Ahí fue cuando despertó por completo.

Con un odio repentino recorriendo sus venas, y abriendo sus ojos de golpe, Deidara gritó el nombre del que aparentemente estaba junto a él, invadiendo el espacio personal que Deidara había decidido marcar con lo que se refería a esta persona.

-¡Itachi, un!

Deidara había estado seguro que era Itachi. Sus ojos habían sido la clave, lo que lo había delatado. Lamentablemente, un segundo después se dio cuenta de que había cometido una equivocación.

No de familia, de hecho. Sólo de persona.

Quién sabe si fue el fuerte agarre en su cuello, o el filo de la espada que estaba dirigida a su estómago lo que lo hizo salir de su error. Probablemente ambas. O tal vez fue el malicioso, demoníaco brillo en los ojos de la persona, que le dieron a entender que ése no era Itachi, porque el moreno difícilmente dejaba que alguna pizca de emoción escapara en su rostro.

Este rostro, sin embargo, derramaba odio puro.

-No soy ese bastardo. - la persona sobre Deidara le escupió las palabras, con un resentimiento tan profundo, que Deidara no estaba seguro si lo merecía. El artista, quién estaba despertando rápidamente, colocó ambas manos sobre la que el extraño tenía en su garganta, intentando que lo soltara.

-¡Si no me sueltas en este instante, vas a lamentarlo! ¡Un!- amenazó Deidara, mientras movía su cabeza de un lado a otro, pateando inútilmente sus piernas, las bocas en sus manos mordiendo la mano del extraño.

En medio de todo eso, en el fondo de su conciencia, Deidara se preguntaba si esta persona realmente era un extraño. Y es que la persona tenía un cierto aire de familiaridad rodeándolo, pero el rubio no podía decir exactamente el qué.

Sintió algo rasguñar su estómago, y recordó la katana que tenía apuntándolo amenazadoramente.

(¿Tenía la capa roji-negra abierta, por cierto? Qué extraño, porque recordaba no haberla abierto completamente.)

Su cuerpo se quedó quieto, mientras el filo de la espada presionaba un poco más fuerte sobre su piel. Contuvo su aliento, y miró con desafío, al extraño.

-Idiota, no sabes con quién te estás metiendo, un.- gruñó Deidara, su mirada puesta en forma amenazadora. La mano sobre su garganta se apretó por una fracción de segundo, y Deidara se regañó a si mismo cuando se escuchó emitiendo un patético, pequeño sonido de disconformidad.

-Sólo tengo que hacerte unas preguntas.- le dijo el extraño, todo el odio que derramaban sus ojos no hacia más de un minuto habiendo desaparecido, y ahora lo miraba con autoridad, dominación, y un no-se-qué más. Deidara estaba irritado.- Respóndelas, y probablemente te deje vivir.

Deidara no pudo aguantarlo: Dejó salir una carcajada. Una cargada de insulto e incredulidad. El chico lo miró con confusión.

¡Qué gracioso había sido este chico! Diciendo cosas como esas. "...probablemente te dejaré vivir." ¡Ja! era simplemente absurdo. Estúpido, si creía que Deidara necesitaba permiso (su permiso) para vivir.

Al extraño no le había gustado que se rieran de él, y Deidara se calló inmediatamente cuando la katana se movió hacia arriba, raspando la suave piel de su estómago, y llegando a la orilla de su camisa de red. Los ojos de Deidara buscaron a los del extraño.

Fue ahí cuando se dio cuenta de quién era.

Una leyenda, sí. Un cuento que no se veía tan cercano, pero ahora que lo tenía frente a sí, Deidara sabía que era real. Este chico, probablemente solo un par de años menor que él, era Sasuke Uchiha.

Oh, que suerte tenía Deidara con los Uchihas. Y eso era sarcasmo.

Tenía un gran parecido a Itachi, pero algo en sus ojos negros abismales le decía que era muy diferente. Algo en la indiferencia con lo que lo veía, le decía que no era totalmente indiferencia. ¿Curiosidad, tal vez?

Los ojos del rubio pasaron el cuerpo del azabache, disimuladamente, lo más que podían ver desde esa posición. Tenía una muy buena vista, de hecho, porque el Uchiha estaba prácticamente sobre él, (recalcar eso, solo consiguió hacerlo sentir más irritado) sin estar tocándolo por completo, a una distancia prudente en donde Deidara debía comprender que era Sasuke el que estaba en mando.

Su camisa tenía una abertura justo en medio, dejándolo ver un fuerte y bien trabajado pecho. Su pálida piel se confundía con lo blanco de la ropa, y Deidara decidió que ya había estado mucho tiempo observándolo.

Regresó sus ojos celestes a los negros del Uchiha, y lo miró con determinación. Se había formado un silencio incómodo, agitado.

-Dime dónde está Itachi.- demandó el joven Uchiha, eventualmente.

-¿Qué te hace pensar que te lo diré, un?- le sonrió Deidara. Retando, burlándose.

Sasuke no se inmutó, para su decepción, repitiendo: -Dime dónde está Itachi.- con la misma autoridad.

Deidara lamió sus resecos labios, y lo miró directamente a los ojos.- ¿Takigakure, sí? ¿Conoces la aldea, un?

Sasuke pensó unos momentos antes de asentir, desconfiadamente.- ¿Itachi está ahí?

Deidara sonrió de medio lado.- ¿Itachi, un? Oh, no. Sólo quería decir que es el lugar en donde venden el mejor Bakudan, un, en serio.

-... ¿Cuál es tu punto?- preguntó el moreno, con un ligera cambio en sus ojos que avisó a Deidara que, obviamente, empezaba a desesperarse.

-¿Punto?- Deidara ladeó su cabeza, ligeramente, sin dejar de sonreír.- ¿De qué me hablas, un?

La mano del moreno apretó más su garganta, y Deidara borró su sonrisa. Vale, ya sabía que con los Uchihas no se podía jugar. Pero eso había sido suficiente distracción. El rubio dobló su pierna repentinamente, y con su rodilla golpeó la katana. Mientras el joven Uchiha empezaba a darse cuenta de qué estaba sucediendo, Deidara había logrado quitarse los distraídos dedos de su garganta, y ahora había empujado a Sasuke a un lado.

(¡Tan fácil, todo! Deidara estaba decepcionado del Uchiha-¿Acaso no había más reto?)

Pero Deidara estaba seguro que el pequeño Sasuke no se iba a quedar sin hacer nada. Con velocidad extraordinaria, Deidara admite, se levantó y recuperó su arma del suelo, y lanzó un ataque al artista con ella. El rubio lo esquivó con dificultad, sus músculos aún entumecidos por el sueño, y adoloridos por la última batalla.

-Mierda.- Deidara maldijo, recordando su falta de chakra.

Sasuke no se detuvo, y siguió atacando. Moviendo su espada de forma experta, inteligente, Deidara se encontró en la orilla del lago, en un segundo. Se sorprendió a si mismo cuando pudo caminar sobre el agua, canalizando el poco chakra que le quedaba a sus pies. Y tenía que esquivar los golpes de Sasuke, cada vez más rápidos, más seguidos.

Notó, con profunda desesperación y molestia, que Sasuke era más alto que él, si tan solo por algunos centímetros.

Por contemplar eso, por un poco y no evita esquivar el último ataque que le había lanzado el Uchiha.

Deidara comenzaba a cansarse de la esto. Deslizándose por el agua, cabello rubio cayendo ligeramente por sobre su rostro, con respiración agitada y cansada, Deidara se preguntaba por qué había permitido esa situación.

Su mano se metió en uno de sus bolsos de arcilla, que tenía fielmente asegurados en su cintura, mientras pensaba rápidamente.

Podía arriesgarse a atacarlo con alguna improvisada figurilla de arcilla explosiva. Si hacía eso, tendría que gastar por completo el chakra que le quedaba, y en caso de que el ataque fallara, estaría completamente indefenso.

Por otra parte, podía seguir esquivando ataques hasta que alguno de los dos cediera. Lo cuál dudaba que fuera a llegar a ser pronto. Sasuke blandió su katana, y Deidara perdió el equilibrio por un segundo, casi cayendo de espaldas. Afortunadamente, logró recuperar la compostura antes de caer, y siguió esquivando profesionalmente los golpes del Uchiha.

Se preguntó, efímeramente, por qué, si Sasuke también poseía el maldito Sharingan, no estaba usando ningún genjutsu. O, al menos, no se había dado cuenta de ninguno. Otro ataque vino, y Deidara se encontró jadeando por el esfuerzo.

Todo o nada, decidió el rubio.

Y, de nuevo, la espada había salido de la nada, y cuando estaba a escasos centímetros de su rostro, Deidara comprendió el ataque. Como si de repente el tiempo hubiera comenzado a avanzar más lento, el rubio movió su rostro, no pudiendo evitar que la navaja raspara su mejilla, y que le cortara algunas hebras de pelo. Pensando rápido, Deidara levantó su antebrazo y empujó la katana hacia arriba, mientras que su otra mano doblaba el brazo de Sasuke.

Pero su ataque no duró mucho.

El Sasuke que tenía atrapado desapareció con una nube de humo. Sustitución. Demonios. Y sin dejarlo respirar siquiera, Deidara sintió su propio brazo ser jalado detrás de su espalda, colocándolo en la misma posición en la que había tenido al clon de Sasuke hacia unos segundos atrás.

La buena noticia, era que el Uchiha había soltado su katana entre todo el movimiento. Con un movimiento brusco, Deidara empujó a Sasuke de sí, y con un poco de movilidad, pudo propinarle una patada. El azabache la bloqueó con su brazo, y eso no era sorpresa para el de ojos celestes. Lo que importaba, es que lo había soltado.

Suficiente, pensó Deidara. Ya se acabó tu tiempo, un.

Aventó dos recién-hechos pájaros de arcilla a Sasuke, y con un rápido movimiento de manos hizo los símbolos necesarios.

-¡Katsu!

Lo último que vio antes de que una gran cortina de humo cubriera el ambiente, fueron los ojos negros de Sasuke, sorprendidos.

Notas finales:

...

-ejem- Primera parte de esta cosa.
Si, han de estar preguntandose "Donde demonios esta el acercamiento amoroso?" Y dejenme decirles, que no hay. No por ahora, al menos XDU

Lamento si me ha quedado muy OoC ): El siguiente capitulo sera colgado algun dia de esta semana.

Gracias por su lectura, y comentarios, tomatazos, periodicazos, y mas -azos, por medio de review, por favor (:


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