Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

Hasta que tu Muerte nos Separe. por Radhe

[Reviews - 3]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Confesiones de media noche.

Por fin, después de muchos días, voy dando paso a mis temores, que van dirigidos a él, aunque no me escuche. Sigo acariciando sus cabellos, tanto llevo dudando que el día va entrando por la ventana permitiendo que un vestigio de luz se cuele hasta mis ojos y me permita mirar las cobrizas hebras de su cabello, bañadas aquí y allá de mechones blancos.

En especial sus sienes, están sembradas de canas. Todo en él tiene un aspecto mayor y maduro que aún me hace estremecer; miro su rostro de frente.

-Estás todo arrugado.

Toco su rostro suavemente para confirmar mis palabras. La punta de mis dedos recorre el borde de sus ojos, donde la piel se ha hundido en líneas profundas, igual que en su frente, por en medio de las cejas.

Miro mis propias manos. Conservan la tersura de cuando tenía dieciocho, sin arrugas o manchas. Y en mi cabeza, todos mis cabellos se conservan verdes.

En murmullos lentos comienzo a hablarle, develando un pensamiento que ha rondando por mi mente desde hace un tiempo, torturándome a ratos, alegrándome a veces.

- Me hubiera gustado mucho envejecer contigo. Me hubiera gustado que pudieras verme como un anciano al menos una vez. Quejarnos juntos de todo, y cosas así. Pero… aquello no podrá ser.

Acaricio nuevamente su frente, como tocaría la de un niño. Mientras siento un ligero escozor en la nariz y en los ojos. Mi rostro forma una mueca de congoja, maldito llanto que viene cuando menos es necesario.

-Estuviste lejos durante mucho tiempo; demasiados años sin verte, solía extrañarte y sabes que la soledad no va conmigo. Estuve con tantas personas durante siglos cuando a quien quería tener es a ti.

Justificaciones sin sentido, pequeños delitos que a veces parecen no tener importancia y de pronto pesan como si pudieran acabar con todo. Desvió la mirada acuosa para ver por la ventana, aún si está dormido siento como si sus ojos cerrados pudieran abrirse en cualquier momento para mirarme acusadoramente.

-Sé que nunca me reclamaste nada; ni siquiera preguntaste. Apenas si hablamos o nos acordamos de esos días, pero eso no lo hace mejor. Los amé, ¿sabes? A muchos de ellos. A quienes usurparon tu lugar, los quise tanto. A veces por años, a veces durante toda una vida.

Unos pocos rostros pasan por mi mente, cada uno distinto, único. Estuvieron conmigo una temporada, un par de años, unas cuantas décadas… Me invade la nostalgia y un hondo sentimiento de pérdida.

-Todos se han ido ahora. Siempre acepté eso porque a fin de cuentas eran humanos y así debía ser. Pero tú… Sonará ingenuo, pero solía pensar que tú siempre estarías ahí, del otro lado del continente, bajo la cascada. Tú también eres sólo un hombre Dohko. Y eres a quien amo ahora pero yo… no voy a amarte por siempre. Quisiera ser humano también y prometerte eso. Pero con apenas cuatro décadas desde nuestra nueva vida, has consumido la mitad de tu tiempo.

Lo miro un momento, se ve joven aún y fuerte. Siempre fuerte. Siento que se me corta la garganta y las lágrimas luchan por salir de mis ojos. ¿Que no debo preocuparme por esto? Ya lo sé, pero eso no acalla mi dolor de saber que puedo perderlo en cualquier momento.

-Me parece tan poco tiempo, sólo un parpadeo, como un sueño. Cuando… cuando seas un anciano yo quizás parezca de treinta. Que terrible que no pueda seguirte el paso. Morirás pronto.

Subo mis piernas a la cama para abrazarlas, lucho por concentrar mis pensamientos y llegar a lo que quiero decirle. De pensarlo sin remordimientos y aceptarlo.

Rio un momento, tontamente. Duele de sólo decirlo. Y escondo el rostro por completo, apretando mis ojos para seguirme negando a que sufran por algo que todavía no pasa.

-Bueno, quizá en muchos años… Pero morirás igual. Y me vas a dejar solo, aquí, en nuestra casa. Y también solo en esta tierra. ¡Y qué voy a hacer yo sin ti?

Miro todo el lugar, ya siento nostalgia. Presiento el dolor que se avecina y la ansiedad comienza a dominarme. Por más lejos que esté, sigue siendo inevitable. Como duele enfrentarme a eso ahora, aún cuando no se esté cerca el momento. Su muerte me preocupa, me angustia.

-Si antes seguí con mi vida fue porque siempre tuve la seguridad de que volvería a verte. Yo siempre supe que aparecerías de nuevo para mí. Y ahora…

Mi frente se frunce en una expresión llena de furia. Maldigo a la vida, maldigo ser un lemuriano y que él no lo sea. Quisiera pasar no toda mi vida junto a él, sino la eternidad. ¡Para siempre!

-Viviré mucho tiempo más que tú. Y tú no estarás conmigo. Y yo… yo no sé vivir solo.

Niego con la cabeza, como si con eso pudiera sacar las ideas que me atormentan de mi cráneo. Mandarlas a cualquier lugar lejos de nosotros. Jamás se lo diría estando despierto.

-Sufriré tanto cuando mueras. Estaré tentado a seguirte y haré muchas estupideces. Por años, muchos años, te extrañaré porque no me quedará nadie en este mundo. Pero luego, después de un tiempo yo… lo dejaré de lado. Al dolor… y a ti.

Cerré los ojos con fuerza, dejando que las lágrimas siguieran bajando por las comisuras de mis ojos.

-¡Siento que te voy a traicionar! Pero no puede ser de otra forma, después de un tiempo me irá doliendo menos y sin que me dé cuenta, pronto otra persona ocupará mi mente. Voy a amar a alguien más y a ti… te dejaré solo, como parte de todos los otros recuerdos.

Pensé en los otros. Los que habían venido a mí antes que él, los amé y los olvidé.

-No será como todas esas veces. En que buscaba a alguien para llenar el hueco que me dejó tu ausencia. Será… todo un comienzo nuevo. Una vida buena, completamente nueva.

“Es triste a fin de cuentas. Todos morirán, quien tome tu lugar será todo para mí durante medio siglo más o menos. Y luego te seguirá a la tumba y me quedaré solo nuevamente. Y volveré a buscar, unas noches aquí y otras más allá, hasta encontrar a alguien que dé el ancho”

Los ojos me duelen y tengo la sensación de ser un paria, hablo como si esas personas me importaran poco; como si él no me importara. Me llevo una mano al pecho, siento que mi corazón se saldrá de su sitio, duele tanto. Mi respiración lleva un rato acelerada y mi frente está perlada de sudor.

-No quiero perderte. ¡No quiero que te marches! Pero no quiero sufrir una vez que te hayas ido. Justo ahora siento como si tú fueras toda mi vida, como si tú fueras la parte más importante de mí. Siento que… que no podré sobrevivir sin ti. Pero lo haré. Algún día, dejaré de amarte…

Me refugio entre mis brazos, con una congoja y una angustia que me atraviesa mi garganta. Mi boca se abre en un grito mudo, lastimero y hueco, que me quita sólo el aire y me deja el pesar.

Toda mi espalda tiembla y mis músculos están tan tensos que parecieran a punto de romperse. Unas manos tocan mis hombros, haciéndome vibrar de la sorpresa y saltar hacia adelante para después girarme hacia él.

Dohko está sentado al borde de la cama, mirándome con sus ademanes de siempre adornados con algo de preocupación.

…l… dioses ¡está despierto!

Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).