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Tu Embriagadora Fragancia por chibiichigo

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Notas del fanfic:

Disclaimer: Naruto es propiedad intelectual de Masashi Kishimoto y yo sólo uso a sus personajes sin ánimos de lucro para el entretenimiento.

Notas del capitulo: Hola, espero que les guste este pequeño shot, que nació casi como un accidente xDDD.

 

 

Abrió los ojos con pesadez propia de quien desea no terminar nunca su sueño mientras buscaba a tientas al hombre que debía estar compartiendo su cama. Quería acurrucarse en ese torso para impregnarse del aroma de su amante, que no era más que una mezcla de sudor y colonia que se le antojaba por las mañanas lo más varonil y erótico que hubiese visto. El olor propio de Sasuke Uchiha, en conjunto con la loción que siempre se ponía resultaban para el de cabellos escarlatas la parafernalia del erotismo.

Nunca lo demostraba en voz alta ni mucho menos lo decía en algún lugar ajeno a esa habitación, que había sido testigo y hasta cierto grado parte de las noches de pasión incansable entre el azabache y el rubí, pero todo en el Uchiha se le antojaba tan prohibido e inalcanzable; posiblemente el equivalente de la manzana prohibida que había decidido probar Eva. Su personalidad tan fría y distante pero a la vez tan calculador y comprensivo le hacían pensar que su extravagante existencialismo podía ser compartido entre dos. También el físico del de mechones negros le parecía deleitable, aunque quedaba en segundo plano debido a su “carisma falto de tacto” que resultaba tan embriagador y que, sin quererlo el Sabaku, lo hacía sentir como un igual… pero sobre todas las cosas que pudieran gustarle del Uchiha era el olor de su colonia.

Quizás, si lo pensaba con un poco de detenimiento no podía catalogar la relación que existía entre el Uchiha y él como algo que no fuese narcisismo: ambos se buscaban porque podían ver su propio sufrimiento en el otro y de una forma más bien retorcida, se regocijaban en ese aspecto. Deseaban estar con el otro porque les recordaba a ellos mismos… No obstante, fuera lo que fuese esa extraña pasión que sentía por el joven había llegado a una decisión: no le interesaba. Estaban juntos y se querían dentro de su danza egocéntrica de sufrimiento y soledad, así que todo estaba bien.

Palpó la cama y la recorrió torpe con las manos mientras se dejaba arrastrar de nuevo a los brazos de Morfeo buscando el cuerpo de quien dormía junto a él, pero no logró encontrarlo. Abrió los ojos de golpe, perdiendo el sueño de pronto y volteó al lado de la cama que le correspondía a su amante: no había nadie. Lo único que quedaban eran las sábanas revueltas y frías como evidencia de que había estado ahí, y que prácticamente se reían de él por saber la verdad del paradero del hombre que le había hecho el amor apasionada y repetidamente la noche anterior. La sorpresa que sintió fue rápida y brutalmente aplazada por una incertidumbre casi ofensiva: ¿por qué se habría ido sin siquiera despedirse? ¿Volvería?

Crispó un poco los puños y frunció la nariz mientras se incorporaba hasta quedar sentado. Decidió esperar un poco antes de poner sus pies sobre el frío suelo y caminar por la casa en busca del ausente; sería algo demasiado impropio en él levantarse tan pronto lo notara.

Una ligera pero persistente opresión en el pecho lo ensimismó mientras miraba la parte contraria de la cama. Se sentía extrañamente despojado de su orgullo por el moreno de ojos penetrantes y la expectativa de saber a dónde se había marchado lo carcomía.

Eso lo hizo recordar una frase de un libro que jamás había leído completo, pero que era citado con mucha frecuencia por su hermana a modo de excusarse por morderse las uñas pensando en su marido: “Puedes estar diez minutos con el amor de tu vida y miles de horas pensando en él” de un tal Paulo Coehlo. Recordó momentos de la noche anterior, intentando encontrar algún fallo en su manera de hacer el amor o alguna frase fuera de lugar que hubiera causado que el Uchiha saliera por la puerta tan pronto él cayó dormido. No encontró nada.

Se levantó con una mal fingida tranquilidad del mueble y salió a recorrer el resto del apartamento, si rastro de su pareja por ningún sitio. Buscó mentalmente algún motivo para disculpar su falta de delicadeza y de etiqueta, sin encontrar muchas opciones a las cuales asirse. Podría estar en el hospital por alguna emergencia familiar pero tomando en cuenta la enfermiza relación que llevaba con sus contados parientes esa opción se volvía remota. Una lluvia de cosas pasaban por su cabeza y ninguna parecía totalmente lógica, además de que en ese momento se hacía notar la dependencia que había establecido con el moreno dentro de su relación narcisista. Le había confiado tantas cosas que, en ese momento estúpido se sentía rechazado y abandonado como un perrito… y eso, ni en esta vida ni la siguiente acoplaría con su personalidad ni con su máscara de chico rudo.

Regresó a la habitación con el afán de volver a internarse en las sábanas y, con o sin el azabache a su lado, dormir por lo menos una hora más. Tenía que serenarse en lugar de estar angustiándose por cosas contingentes que quizás fueran únicamente producto de sus delirios paranoides y el mejor lugar que conocía para eso era su cómoda cama.

Al cruzar el umbral, reparó en un conocido y penetrante aroma que le generaba un regusto dulzón inclusive en el paladar. Él conocía ese olor mejor que nadie, puesto que representaba su tormento y su salvación al mismo tiempo: la colonia que Sasuke usaba y que actuaba como su sello personal. Buscó con la mirada la fuente de su súbito sobresalto sin encontrar nada. Tenía claro que, por lo penetrante del aroma era poco probable que la estuviese utilizando su compañero en ese momento, sin obviar el hecho de que su escurridizo amante no se hallaba siquiera en el domicilio.

Bajó la vista hacia el suelo, considerando que hubiese ahí alguna cosa que desprendiera esa esencia a lavanda que añoraba cuando encontró el frasco roto sólo por la boquilla y el poco líquido que quedaba en el frasco esparcido por la alfombra. Tuvo un pequeño recuerdo sobre la noche anterior:

Habían entrado en la habitación jadeantes, dispuestos a desnudar al contrario a la primera oportunidad mientras se besaban y acariciaban insistentemente, con un nivel que hacía ya mucho tiempo había sobrepasado los límites de lo casto. Se comían con cada mirada, que ni en aquellos momentos se acercaba a lo cálido  y que resultaba terriblemente excitante para los dos amantes.

El Uchiha besaba con voracidad a un pelirrojo que seguía luchando insistentemente por convertirse en el líder de las insinuaciones, sin mucho éxito. Dos pares de manos recorrían deseosas y veloces el cuerpo del contrario, que conocían ya demasiado bien comiéndose las ansias por ver ya consumada la acción que los había llevado a esa pieza.

Todo era tan carnal que no había dado tiempo a ninguno de ellos de pensar siquiera un instante en algo que no fuera satisfacer las necesidades más primitivas que tenían… Sólo querían tocar de nuevo el cielo con la punta de unos entumecidos dedos al instante de liberar por completo su semilla. El azabache acercó a Gaara a la cama, golpeando accidentalmente un mueble con la pierna.

Lo siguiente que se escuchó fue el sonido del cristal quebrándose y una rápida maldición del repertorio de su amante antes de arrastrarlo de nuevo hacia él y entregarse por completo a sus pasiones.

Lo que se había roto la noche anterior había sido el frasco de colonia de Sasuke, ya lo comprendía; aunque en ese momento se asqueaba en su fuero interno por el escozor que suponía en su nariz, y eso, sumado a lo terriblemente molesto que se encontraba por el abandono tan intempestivo de parte de su amante. La esencia que tanto le gustaba ahora yacía impregnándose por todos los rincones de la habitación, dotándola de un poco de Sasuke y riéndose de él por quedarse solo de nuevo: había sido abandonado por quien consideraba un igual…no, por el único a quien consideraba un igual.

Al mismo tiempo, irónicamente, se encandilaba de ese olor tan característico del azabache y se dejaba sumir por un vaivén de emociones. Al darse cuenta de eso, salió de la habitación ligeramente consternado: ¿quería estar con Sasuke o sólo era la loción lo que le encantaba? Esa esencia que se mezclaba junto con el sudor del moreno lo convertía en la persona más deseable del mundo para él y, en la única persona a quien le importaba mantener a su lado. Era eso probablemente lo que lo fascinaba más que nada: el olor. No el físico que podía tener y que muchas personas deseaban: eso le parecía demasiado efímero como para ser un método para estar con una persona; si bien su personalidad le encantaba y lo hacía sentirse menos abandonado en un mundo que no lo comprendía gran parte de su gusto por él era el estremecimiento que causaba el acercarse a él y percibir su aroma.

No, estaba convencido que no podía ser simplemente el hipnotizante olor del chico lo que lo mantenía tan atento a sus movimientos: eso sería fetichismo y él, Sabaku no Gaara, estaba demasiado arriba de un sentimiento tan mezquino. Eso quería creer… pero algo en su interior le gritaba que eso no era cierto.

Se preparó un café bastante cargado para lograr disipar su mente sin mucho éxito. Continuaba dándole vueltas a la nueva posibilidad que acababa de descubrir acerca de sus manías sexuales sin complacerse mucho ante la idea, pero sin atreverse a negárselo tajantemente tampoco. Entre más lo pensaba más sentido parecía tener todo aquello: su atracción por el Uchiha podía deberse a esa fragancia más que a cualquier otra cualidad que tuviera.

Golpeó la mesa mientras se levantaba, evidentemente molesto consigo mismo por planteárselo siquiera: él quería a Sasuke porque se parecía a él y tenía la misma soledad e ira en el destello fugaz de sus ojos. ¡Sí, era por eso que estaba con él y no por la estúpida loción! Casi al momento de realizar esa afirmación se retractó de ella. No lograba imaginar estar con el azabache si la fragancia cambiara: lo más probable era que en tal caso dejara de encontrarlo atrayente; quizás ni siquiera querría tener sexo con él de nuevo.

Pero no valía la pena estar pensando en todo aquello puesto que el objeto de su nueva duda existencial yacía roto en el piso de la habitación y el portador de la fragancia se había marchado sin tener la cortesía de avisar. Además, sobre todas las cosas: él era Sabaku no Gaara y no necesitaba de nadie. Se dirigió de nuevo al cuarto, dispuesto a impregnarse de nuevo en el aroma existente y a recoger los peligrosos pedazos de vidrio que se escondían en la alfombra. No quería lastimarse.

Escuchó la puerta abrirse con un ligero rechinido al tiempo que unos pasos relajados pero rápidos se acercaban y la cerraban tras de él. Aguzó el oído, retomando su característica pose indiferente y adusta, totalmente intransigente con el recién llegado.

-Hola- saludó el más alto, con su típico tono frío que fascinaba al taheño.

-Hola- devolvió parco, mientras salía a su encuentro. Consideró reclamarle, pero eso era algo que estaba fuera de discusión por salir demasiado de su pose.

Cruzaron sus miradas, ninguno deseando hablar por sentir el diálogo como algo fuera de lugar en ese momento pero al mismo tiempo queriendo que el otro comenzara la charla para mermar la tensión que se había generado. El moreno rompió el contacto visual y colocó una pequeña frente al espejo.

-¿Qué es eso?- preguntó Gaara, notando así el motivo de la inesperada ausencia de su amante.

-Loción. La que tenía se rompió ayer- contestó sin muchos ánimos el azabache.

-¿Es la misma esencia?- preguntó Gaara reflejando un poco lo ansioso que se encontraba en el interior. Sentía de pronto una oleada de incertidumbre e éxtasis invadir su cuerpo mientras miraba con curiosidad la caja.

-Sí- se limitó a contestar el más alto de los dos, sin entender la relevancia del tema.

Gaara se cruzó de brazos, intentando contenerse de las imperiosas ganas que tenía de hacerle el amor ahí mismo presa de la emoción. Asintió sin expresar mucho lo que pasaba en ese instante por su cabeza: la revelación personal de que a ese amor narciso que llevaban ambos también tenía un elemento extra… esa embriagadora fragancia del moreno.

Notas finales:

Me agradaría recibir sus comentario *puppy eyes*

En caso de que les interese conocer más acerca de los motivos y demás que me impulsaron a hacerlo, ya saben cuál es mi livejournal

Kissus,

c.

 

 


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