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Vacīvus por OdiumAmoris

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Notas del capitulo: La verdad no comprendo mucho, en FF.net tengo veinte reviews y aquí sólo siete, creo que por eso pienso que no debería estar publicando mis historias centrales en otros lados... suena casi como una mala experiencia.
 

Chapter III

Sangre sobre hojuelas


 

 

Cuando volvió lo único que pensaba era darle estabilidad a sus hijos, cuando pensó donde ir sólo le vinieron a la mente las imágenes de Naruto, Sakura, Kakashi y él como  un equipo: cuando tomó la decisión pensó que aquel sería un buen lugar.

Qué equivocado estaba.

Sasuke no pedía que su club de fans se restableciera nuevamente —era lo mejor que le podría haber pasado dentro de todas aquellas series de sucesos—, pero lo que sí rogaba en su afuero interno era que a sus hijos los dejarán alejados de todo eso... a sus hijos y sus malas intenciones para ellos.

A él no le molestaba salir herido, ni siquiera le molestaba le hecho de que un día cualquiera no despertaría, pero ellos tenían que ser felices, tenían que tener todo lo que él nunca tuvo en su infancia, todo lo que le faltó y lo que anhelo él -aunque le costase la vida y su personalidad- lo tendrían, tal y como él se llamaba Uchiha Sasuke.

Fue por eso que guardó silencio.


 

Cuando Naruto le dijo que viviría con ellos y estaría en estricta vigilancia quería pensar que por último tratarían de mantenerle con vida ya que el mismísimo Hokage estaba con él pero lo único que no contabilizó es que Naruto —su ‘amigo' como él aún empeñaba en decirle— trabajaba día y noche, y era rara vez la ocasión en que pisara la casa.

—OTO-SAN! —agitado salió corriendo de la cocina al cuarto de sus hijos con la intención de saber qué sucedía, pero lo que nunca esperó ver fue de nuevo a aquellos ANBU  rondando por la pieza de la que era su familia.

—¿Qué hacen aquí? —él sabía perfectamente lo que hacían aquellos ninjas, pero aún así pensó que por unos momentos le largarían al verle, más  se quedaron allí admirando cómo el Uchiha se acercaba a Kaiya y lo revisaba encontrando como siempre otra herida cercana a su yugular.

—Fue un accidente —aseveró aquel ANBU, aunque por su tono de voz y postura Sasuke sabía que era todo lo contrario.

—Lárguense.

—Oto-san, duele —gimió lastimeramente le menor mientras Eri a su lado miraba de mala gana a aquellos ninjas.

—¡Es mentira, es mentira! —chillaba Eri moviéndose de la cama e intentando levantarse, mas Sasuke lo evitó y lo miró reprendiéndolo.

—Vamos a desayunar.

Cargó a ambos niños llevándose el Botiquín de ‘emergencia' que había en la habitación de sus hijos e indignado se marchó a la cocina en donde sabía que no le harían nada a ellos.

—Chichiue —llamó Eri jalándolo del pantalón aún en ropa de dormir -, ¿Por qué, por qué intentan hacernos daño?

Miró a su hijo con sus profundos orbes negros y trató de darle una respuesta verdadera, pero tampoco quería decirles lo sucedido. Los ojos amatistas de Eri parecían reflejar la incertidumbre de su porvenir y sobre todo lo angustiado que se sentía.

El Uchiha mayor no era  mentiroso.

—Cuando tenía doce años me largué de esta aldea en busca de fuerza —explicó con sencillas palabras —, me hice aprendiz de un ninja exiliado de esta villa y ellos me tienen "malas" —aceptaba mientras revolvía aquellos cabellos negros.

—Entonces... ¿Oto-san hizo cosas malas? —inquirió con los orbes aguados.

—-Sí, pero tienes que tener algo  presente Eri. Nunca nadie tiene que interponerse en tus metas, no dejes que nadie te desvíe de tu camino ninja.

Le regaló una minúscula sonrisa y siguió cocinando. Eri y Kaiya no eran niños normales, y no porque tuvieran una exuberante cantidad de chakra o ya hubieran sacado su sharigan —qué más quisiera él—, sino que sus niños tuvieron que madurar antes de tiempo. Nunca tuvo una pareja para criarlos, nunca se fió de dejarlos con nadie y siempre tuvo que estarlos acarreando. Lo vieron luchar, matar por vivir, tuvieron que mentir y adaptarse, les tuvo que enseñar a correr más rápido y a sustentarse de  su ckakra para que no los mataran... sus niños ya habían matado y eso no lo hacía más feliz y a pesar de que todo fue un accidente se sentía miserable.

Él ni siquiera tenía el resquicio de ser buen padre, pero los amaba con locura y por ahora eran su único sustento desde que mató a Itachi, era su nueva y  más sana meta.

El joven padre se fijo en su alacena y decidió que lo mejor sería ir a por víveres. Les dijo a sus hijos que saldrían a comprar y asintieron emocionados ya que no salían mucho de casa, corretearon por las escaleras tomando la pálida mano del Uchiha mayor y lo llevaron a su cuarto en donde los limpió y bañó.

—Escúchenme bien niños —los menores miraron hacía su padre quien repentinamente se puso serio —, no quiero que se alejen de mí, no quiero que hablen con otra persona sin mi autorización, no quiero que le hagan caso a nadie que no sea yo ni siquiera al mismísimo Hokage. Si me hacen caso les daré un regalo.

Ambos pueriles niños  asintieron efusivamente y marcharon cada uno al frente de su padre —donde él los pudiera ver— y se agarraron de las manos, temerosos de las miradas que recibieron. Los cuchicheos no se hicieron de esperar y varios insultos omitidos se hicieron resonar por la calle al pasar, Sasuke no prestó mayor atención de la debida y siguió su recorrido al mercado en donde la gente se demoraba en atenderlo.

—Estoy aquí hace media hora —masculló enojado con el vendedor.

—A los traid--—

—Me atiendes o verás lo que este traidor hará si no le das las putas verduras que quiere —murmuró tétricamente con su fría mirada. Inmutarse sería poco, el señor corrió por los alimentos requeridos pasándoselos de mala manera y los peores de la tienda cobrándole al mayor —. ¿Usted sabe que conmigo vive Hokage-sama, cierto?

No quedaba otra cosa que cambiarle la  bolsa completa.

Una vez terminadas las compras llevó a los niños al parque dejando las compras de lado; los vio correr e intentar jugar con otros niños —quienes al principio parecían temerles pero luego terminaron cediendo—. No les quitaba el ojo de encima cuando sintió el chakra de Naruto cerca.

—¡Niños  vamos a casa!

Entre bufidos y ruegos marcharon a la casa predispuesta para su estancia allí. Sasuke dejó a los niños en el salón viendo televisión y él se fue a cocinar —ya que era lo único que podía hacer por ahora—. Cada cierto tiempo ojeaba a Eri y Kaiya quienes parecían entretenidos mirando la serie "Ninja School".

—Sasuke —giró su rostro a la entrada en donde provenía la voz que lo llamaba y el rubio agudizó su mirada.

—¿Qué? —murmuró mientras se dirigía a la cocina nuevamente.

—Me han dicho que amenazaste a un vendedor en la calle principal.

—Sí.

—¡No puedes hacerlo!, aún pueden echarte de la aldea.

—Me estaba dando fruta podrida Naruto, no voy a dejar que mis hijos coman cosas descompuestas además de que tú también "comes" aquí —espetó sarcásticamente mientras picaba el tomate con agilidad.

—Insisto —murmuró mientras apretaba las manos, todo últimamente eran los niños —: No puedes hacer eso.

—Ni siquiera hubiera tenido que salir si Hokage-sama tuviera la puta consideración de que aquí comemos y que tenemos necesidades —dejó de lado el cuchillo y acribilló con su mirada al menor quien parecía querer saltarle encima en cualquier momento.

—¡Todo esto es por culpa de tus hijos!

—¡Mis niños no han matado a nadie de esta mierda de villa!

—¡No si ya decía yo que siempre los protegerías!

—Son mis hijos, ¿cómo mierda quieres que los deje?

—De la misma manera en que dejaste a la puta esa.

—Pues la puta esa me dio lo único que quiero ahora.

—Pues que la puta sea quien alimente a tus hijos. Me voy de ésta mierda.

Desde allí en adelante las cosas se pusieron aún peor.

Despertó agitado en plena madrugada, tenía un mal presentimiento.

Hacía más  de dos días Naruto se había ido de la casa y ya lo habían mandado a misiones Rango S solo. Por lo que tenía entendido supuestamente él tendría que ir con un equipo que nunca se presentaba y tenía que hacerlo todo él. Reticente dejó el primer día la aldea sin sus hijos esperando —rogando— porque siguieran vivos cuando llegara. Lo hizo todo lo más rápido posible y con furia guardada por todos aquellos sucesos, después de todo nunca pensó en tener que soportar todo esto y aunque sabía que se lo merecía poco podía hacer.

Cuando regresó después de un día sin alarmar a nadie —ya que supuestamente tendría que estar de regreso como mínimo en cuatro días después— su casa la encontró silenciosamente tranquila, ni un suspiro, nada. Caminó ocultando su chakra hasta la habitación de sus niños y al abrirla lo único que sintió fue cómo su pecho se apretaba. Ellos estaban amordazados con unas heridas en su pecho y piernas para que no llamaran la atención, podía apreciar los surcos de lágrimas en sus mejillas y lo enrojecidos de sus ojos, con temor voltearon su vista la persona que tenía la máscara y cuando se acercó para poderlos desatar se movieron asustados. Se sacó la máscara casi desesperado clavando sus orbes negros a sus hijos quienes al mirarlo más lágrimas acudieron a sus orbes.

—O--—nn —trataban de llamarlo y sin temor a nada los desato de todo aquello, los tocó buscando más heridas y los abrazó como si se hubiese ido una eternidad.

—O-oto-san —gimió un niño mientras se agarraba de las prendas.

—Vamos a curarlos. Se merecen un premio por aguantar.

Quiso sonreírles un poco, pero siquiera eso podía hacer ya que estaba aprisionado entre la ira y el rencor de aquellos ANBU. Se encaminó hasta el baño y los desvistió a ambos mientras se fijaba si había un set de primeros auxilios en el baño, una vez hallado se introdujo él también omitiendo que estaba casi bañado en sangre y entre los tres el agua se tiño de un carmesí apagado y aterrador.

—¡Oto-san mira! —Kaiya chapoteó en el agua roja y sin duda alguna Sasuke supo de que aquello no lo tendría que estar haciendo.

—Venga, cambiaremos el agua —los enrolló en toallas y volvió a cambiar aquella sucia sustancia por una cristalina. Una vez adentro los tres —nuevamente— se limpiaron y ducharon entre risas de los menores y la estricta mirada de su padre.

—No vino Naruto a verlos?

—No Oto-san, dijo que nos cuidaría una  mujer, pero tampoco llegó.

Se quedó callado, era lo único que por ahora podría hacer.

Los secó y vistió  para luego hacer lo mismo con él y bajar a la cocina. Encontró la despensa vacía y sin duda pensó en lo malditos hijodeputas que eran aquellos estúpidos ANBU. Tomó a sus niños sin decirles nada y partieron a comprar, pero esta vez no irían al mercado sino a un campo a las afuera de Konoha en donde no lo conocían ni a él ni  a sus niños.

Sabía que mientras Naruto no viviera con él sus hijos podrían ser víctimas de maltratos e intentos de homicidio, bastaba con lo recién sucedido y pensó que después de todo no había sido buena idea correr de la casa que tenían en el bosque a Konoha.

—¡Oto-san mira, un río! —se metieron allí mientras él les dejó un Sasuke-bunshin. Compró todo lo necesario para vivir en paz por lo menos durante dos semanas y se fue a comprar las carnes mientras que con ayuda de sus Bunshin llevaban las cajas de verduras y frutas. Compró bebestibles y  pastas, así como arroz y cuando fue a buscar a los gemelos estos ya estaban cansados de tanto correr. Realizó dos Bunshin más y los tomó por separado para marchar a casa.

No podía irse de Konoha cuando Naruto hizo todo eso por él, y a pesar de que tendría que estar muerto tampoco tenía que soportar todo aquello.

Y los meses pasaron, así como también sus desgracias.


Notas finales:  La verdad este capítulo es bastante existencialista. Si me preguntan el por qué Sasuke soporta todo eso, yo les contestaría que todo los hace por sus hijos. Creo que eso de pasar a no tener nada en la vida, una meta... nada porque vivir y de repente te dicen "Eres padre", por lo menos yo desearía dar todo por ellos aún así termine molido, es lo único que me queda.

Espero sus comentarios.

|| Gaa || OdiumAmoris ||


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