La luz de la luna llena se adentraba por las ventanas de una de las mansiones mas prestigiosas de la ciudad de Tokio.
Todos duermen a excepción de una pequeña niña rubia de no más de diez años que permanece sobre su cama cubierta totalmente por los cobertores, todo permanece en calma asta que un pequeño temblor y un ligero sollozo invaden el pequeño cuerpo de la niña.
Pero Hay algo raro en todo esto un segundo sollozo se hizo presente en la oscuridad de aquella habitación el dueño del cual es un misterio ya que en aquel lugar no hay nadie mas que la niña. El termómetro que hace unos momentos marcase 20° C comienza a disminuir asta alcanzar los 0° C. Entonces lo que la niña menos quería que sucediese paso aquello que fuese un misterio se hizo presente.
"Ayúdame por favor, sálvame, ¡yo no quiero morir!" grito una potente voz (casi como un eco) de un hombre.
Las luces de la habitación se encendían y se apagaban mientras aquel ser seguía gritando sus penas.
La niña aun permanecía bajo las cobijas totalmente paralizada lo único que podía hacer era cubrir sus oídos con sus pequeñas manos y rezar asta que aquel individuo cesara en su fiero arrebato por aferrarse a algo inútil.
"Dios por favor ayúdame" suplicaba entre sollozos la niña "has que se vaya, que desaparezca" y así como todo empezó... termino.
Nada ,oscuridad, silencio, profundo silencio el termómetro cambiaba lentamente y regresaba a su estado original 20° C, pero, ¿qué fue todo aquello?.
Media hora después la pequeña recién comenzaba a recuperarse, respiraba profundamente mientras que con el dorso de su mano derecha se limpiaba aquellas lagrimas que traicioneramente surcaban su delicado rostro, su mirada reflejaba un gran pesar.
"Estoy cansada de todo esto, solo espero que algún día termine" dijo la pequeña emitiendo un gran suspiro.
El sol comenzaba a mostrar sus rayos en las lejanías la niña que asta hace unas horas rezara por que su martirio acabara se encontraba profundamente dormida asta que unos ligeros golpes en la puerta acabaran con aquella tranquilidad.
"Haruka " dijo la voz de una mujer al otro lado de la puerta "ya es tarde levántate".
"Si mamá ya me levante" respondió Haruka.
Como odiaba su vida estaba tan cansada que con pesar retiro las telas que la cobijaban para poder levantarse, dio unos cuantos pasos asta llegar a un espejo se miro en él unos momentos tenía el cabello corto y rubio y su cuerpo era atlético todo esto la hacían parecer el pequeño príncipe de un cuento, aquellos que no la conocían aseguraban de que se trataba de un "él" y no un "ella" pero si a esto se le suma de que la mayor parte del tiempo vestía como niño era normal que la confundieran. Seguía examinándose asta que llego a ese punto sus "ojos" como los odiaba lo que para muchos era algo hermoso para ella no lo era, su mirada de un verde tan profundo traía consigo un don, ¿don?, no, ¿cómo se le puede llamar don el ver cosas que nadie más puede?, No, para ella se trataba mas bien de una maldición que aquejaba a su pobre alma.
Tras dar un ligero suspiro ingreso al cuarto de baño para darse una ducha con agua fría y tal vez con eso quitarse un poco del sueño que aun tenía, mas tarde ya se encontraba nuevamente en su cuarto alistando el uniforme del colegio cabe de mas decir que se trataba del uniforme correspondiente a los varones no solo le gustaba más que el de las niñas también le resultaba mas cómodo aparte le servia para esconder aquellas marcas que su "maldición" causaba. Una vez lista salió del cuarto rumbo al comedor donde sus padres se encontraban tomando su desayuno.
"Buenos días dormilona" saludo un imponente hombre rubio.
"Buenos días padre, madre" respondió Haruka dándole a cada uno un beso en la mejilla para después tomar su lugar en la mesa.
"¿Te sientes bien hija?, te ves algo pálida" pregunto la bella mujer delante suyo.
"Estoy bien mamá solo" emitió un suspiro "solo no tuve una buena noche".
"Pues siendo así" decía su padre "talvez deberías quedarte en casa por hoy o tú ¿qué piensas Kary?".
"No!" grito Haruka "ahmm quiero decir no es necesario además no puedo faltar a clases me retrasaría".
Los señores veían a su hija algo extrañados por un momento les pareció ver ¿terror? en su mirada.
"¿Estas segura hija?" le pregunto Kary "cualquier niño de tú edad estaría feliz si sus padres le dijeran que se quedara en casa en lugar de ir al colegio".
Pero ella no era cualquier niña "claro mamá estoy segura además como ya dije no puedo faltar".
"Como quieras entonces" finalizo su padre con aquella incomoda conversación.
Se encontraba frente a la escuela iba caminando por los pasillos con la cabeza gacha, pensaba, asta que choco con alguien tan estrepitosamente ocasionando que ambos cayeran al piso.
"Disculpa no prestaba atención ¿estas..." no pudo terminar la frase, delante suyo se encontraba la niña más hermosa que hubiera visto en su vida.
"¿Te sientes bien?" pregunto la niña al ver que la rubia se había quedado ida.
"Sí, disculpa" decía Haruka completamente roja mientras se levantaba y ayudaba a la niña a hacer lo mismo
"Eres nueva ¿verdad? no recuerdo haberte visto antes y dime ¿cómo te llamas?"
"Sí soy nueva no pensé lo notaras, me llamo..."
CONTINUARA...
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