¿Qué somos? Todo el día había rondado esa pregunta en su mente; agobiándolo, entristeciéndolo, perturbándolo. No tenia la mas remota idea sobre cual era la respuesta adecuada a esa pregunta, lo único cierto era que se hallaba tendido en la cama bajo su peso, sintiendo como sus labios griegos recorrían sin pudores la blanca piel de su espalda otorgándole ¿Compañía? ¿Afecto? ¿Calor?... ¿Amor? no, no debía dejarse llevar por espejismos, debía encontrar la respuesta objetiva.
Aún recordaba como había comenzado todo. En una noche de verano similar, en una de las tantas fiestas que organizaba Saori para festejar la nueva oportunidad dada al planeta y sus queridos santos y sobre todo con motivo de afianzar los lazos de amor y amistad que la guerra y el odio habían quebrantado poco tiempo atrás. Era tiempo de paz y de volver a empezar había dicho la Diosa y ciertamente sus palabras dieron resultado. Pronto el amor de Milo y su gran amigo Camus renació lo mismo que el de Death y Afrodita y el antiquísimo de Shion y Dhoko. Más complicado y admirable fue la reconciliación de Aioros y Saga, quienes acabaron sosteniendo una relación de pareja idílica. Mientras que el romance apasionado que broto entre Aioria y Shaka dejo a todos atónitos. Incluso Shura se estaba dando una oportunidad con el caballero de Andrómeda y Aldebarán con Marín. Todos habían encontrado alguien a quien amar, alguien con quien disfrutar los pacíficos días en el santuario, ahora nadie estaba solo a excepción de ellos.
-Parece que todos están muy felices... menos tu- la voz del gemelo menor lo estremeció por completo al entrar al balcón hacia el cual él había huido
-Eh, ¿Por qué lo dices? Estoy muy feliz, siempre soñé con vivir tiempos de paz como este- fingió una sonrisa el pelilila
-Pues infórmaselo a tu cara- soltó con naturalidad el gemelo mientras se paraba a escasos centímetros suyo, mirándolo fijamente con sus penetrantes esmeraldas
-Lo digo en serio- se animo a murmurar débilmente, la presencia de Kanon siempre lo incomodaba, ciertamente lo había perdonado y no guardaba rencor hacía él y sus viejos actos pero... el mayor no dejaba de resultar un completo extraño, nunca habían entablado ningún tipo de relación por lo cual no tenia confianza para revelarle el motivo de su angustia
-No te creo- afirmo minutos después el gemelo haciéndolo sonrojar con su mirada cada vez mas clavada en su faz
-Hace frío, deberíamos...- pero no alcanzo a excusarse pues un inesperado beso borro todas las palabras que pretendían agolparse en su voz. Tuvo el impulso de rechazarlo pero... le gustaba ese calor, le gustaba la sensación de ser rodeado por los fuertes brazos de Kanon, la ficción de sentirse amado lo obligaba a corresponderle con aun mas pasión, dependencia.
Despegaron sus labios una corta distancia, el tramo necesario para respirar. Apenado Mu oculto su rostro en el pecho de Kanon.
-No quieres estar solo, por eso estas deprimido- susurro el mayor con la voz aun agitada
-Lo siento
-Yo tampoco quiero estarlo- agrego Kanon capturando nuevamente sus hinchados labios
Para no estar solos, así habían comenzado... y seguido, nunca ninguno le pregunto al otro que eran, ellos simplemente estaban juntos y ya. A decir verdad nunca le había perturbado la relación que llevaban, nunca le había prestado atención al detalle de que su relación no tuviera una etiqueta hasta ahora, hasta que esa tarde sus compañeros le preguntaron que eran y ellos, ellos solo les sonrieron y bajaron hasta Aries y cenaron y finalmente acabaron en la cama, como siempre.
¿Qué somos? ¿Amigos? ¿Novios? ¿Amantes?...
Kanon acomodó sus brazos bajo su rostro, oficiándole así de almohada a la vez que hundía su cabeza en su cuello para besarlo, olerlo, lamer con devoción su sensible piel.
Mu gimió despacio a la vez que mordía sus labios para contener su excitada voz. Sintió la desnudez del peliazul al ras de su cuerpo, provocándolo, pero sin embargo...
-¿Qué somos?- la pregunta broto de sus labios delatando la razón de su inquietud al mayor que detuvo de inmediato sus acciones
-Así que por eso estabas tan pensativo
-Lo siento- Mu mordisqueó nervioso el musculoso antebrazo de Kanon. No quería estropear lo que tenían con esa tonta pregunta, no quería perderlo. Un espasmo sacudió su cuerpo, ya no podía contener sus ganas de llorar. El gemelo siempre había sido muy amable con él, siempre lo amaba con pasión y devoción simultanea, con salvajismo y cuidado para no lastimarlo, con deseo y paciencia. Desde la primer noche que compartieron siempre le había preguntado si estuvo bien, si no lo lastimo, si le gustaba, si quería o no quería, incluso cuando lo notaba cansado simplemente se recostaba a su lado sin pedirle nada por más que lo deseara, él solo lo abrazaba, acariciaba su cabello hasta hacerlo dormir y ya. Lo respetaba, lo cuidaba, pasaba tiempo con él pero ¿Por qué? ¿Qué eran?
-¿Acaso no es evidente?- soltó divertido el mayor girándolo para tenerlo de frente, para hablarle a sus ojos- Mu hace dos años que vamos a todos lados juntos, incluso nuestras vacaciones la pasamos los dos a solas en el medio de las montañas porque se te antojaba arreglar tu torre, tu hasta me lavas los calzoncillos y yo siempre hago la cena... mi cepillo de dientes y la mitad de mi ropa esta en tu templo... hasta mis botas de lluvia... Hacemos el amor a diario... nos regalamos cosas tontas en San Valentín... Mu hace dos meses que no duermo en el templo de géminis ¿acaso no es obvio lo que somos?- concluyo agitado el mayor a la vez que apresaba su rostro entre sus manos para luego devorarle con ganas sus deseables labios
-Ehh bueno, desde ese punto de vista... es como que... no se... ¿somos amigos?
-Un poco más
-¿Novios?
-Un poco más
-Amantes
-Un poco más- repitió divertido el mayor besando su cuello
-Pa... ¿pareja?- pregunto tragando saliva y temiendo haber errado
-Si Mu, y mucho mas también... te amo... te amo- pronuncio con seriedad a la vez que lo estrechaba en sus brazos
-Gracias- murmuro aliviado el ariano depositando un beso en el mentón del peliazul
-Ejem- se limpio la garganta el mayor
-¿Acaso no es evidente?- dijo divertido el menor obteniendo una mirada de asesino serial por parte del mayor- no te alteres amor, solo bromeo, yo también te amo... te amo de verdad- le confeso perdiéndose en las esmeraldas del hombre al que no deseaba perder jamás, su compañero y su vida.